You must be a loged user to know your affinity with Cinema Fulgor
Críticas ordenadas por utilidad
Movie added to list
Movie removed from list
An error occurred
10
24 de marzo de 2024
24 de marzo de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tal como lo veo, cada película de Kurosawa es una obra maestra y cada plano y cada secuencia es imprescindible, por eso duran lo que tienen que durar y solo queda admirar al maestro y agradecerle su trabajo.
Cuántas películas, algunas magníficas, se han hecho sobre la historia de una venganza, pero de ellas cuántas han profundizado como “Los canallas duermen en paz” en su necesidad, en su naturaleza, en los reparos morales que se le pueden oponer, y sin descuidar otros temas accesorios en el relato, pero muy importantes, como las relaciones de poder, de alienación y de humillación entre las personas, los matices de la bondad y de la maldad, el miedo, el amor o el disimulo, y cuántas de esas películas que tratan sobre la venganza han profundizando tanto en las justificaciones y razones de los personajes
Y todo narrado de forma estudiadísima, pero que resulta natural, jugando en la pantalla con las miradas de los personajes, los matices de la luz, el movimiento de la cámara en combinación con el de los actores, o el paso de una escena a otra. El ritmo es pausado, pero no lento, de forma que, sin privarnos de la emoción, nos invita también a la reflexión.
Tan satisfecho debió acabar Kurosawa de su obra que culmina la espléndida presentación (el banquete de bodas) con una conversación entre dos periodistas: “Es la mejor obra de un acto que he visto nunca”, dice uno, a lo que el más veterano y espabilado responde : “¿Obra de un acto? Esto es solo el preludio.” Y realmente es así.
El final es prodigioso
Cuántas películas, algunas magníficas, se han hecho sobre la historia de una venganza, pero de ellas cuántas han profundizado como “Los canallas duermen en paz” en su necesidad, en su naturaleza, en los reparos morales que se le pueden oponer, y sin descuidar otros temas accesorios en el relato, pero muy importantes, como las relaciones de poder, de alienación y de humillación entre las personas, los matices de la bondad y de la maldad, el miedo, el amor o el disimulo, y cuántas de esas películas que tratan sobre la venganza han profundizando tanto en las justificaciones y razones de los personajes
Y todo narrado de forma estudiadísima, pero que resulta natural, jugando en la pantalla con las miradas de los personajes, los matices de la luz, el movimiento de la cámara en combinación con el de los actores, o el paso de una escena a otra. El ritmo es pausado, pero no lento, de forma que, sin privarnos de la emoción, nos invita también a la reflexión.
Tan satisfecho debió acabar Kurosawa de su obra que culmina la espléndida presentación (el banquete de bodas) con una conversación entre dos periodistas: “Es la mejor obra de un acto que he visto nunca”, dice uno, a lo que el más veterano y espabilado responde : “¿Obra de un acto? Esto es solo el preludio.” Y realmente es así.
El final es prodigioso
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Una curiosidad. He visto la película primero en versión original subtitulada y luego doblada al castellano, lo que me ha aclarado algunos diálogos que no parecían completamente traducidos en los subtítulos, pero en el minuto 94 (1h y 34’) se inicia la escena en que Moriyama, el segundo de la empresa, visita a la viuda de Fucuya con la reservada intención de averiguar quién puede estar vengando su muerte. La escena se inicia con un contrapicado de la calle, en la que se ven algunos balcones en los que hay ropa tendida, pero en uno de ellos, está un muchacho que toca una guitarra española. En la versión original la melodía flamenca de esa guitarra acompaña toda la escena; en la versión doblada, el sonido de la guitarra desaparece, salvo en el momento de mayor tensión, cuando Moriyama ve la reveladora fotografía. Ahí lo dejo para los estudiosos del flamenco en el cine.
El final es memorable. Ese hombre perverso, que también es padre, cuya familia se está desmoronando y que, cuando recibe una llamada de teléfono, abandona cualquier intento de solución para humillarse ante quien le manda, aunque éste quizá obedezca a otro, y dice más agachando la cabeza ante un aparato de teléfono que películas enteras
El final es memorable. Ese hombre perverso, que también es padre, cuya familia se está desmoronando y que, cuando recibe una llamada de teléfono, abandona cualquier intento de solución para humillarse ante quien le manda, aunque éste quizá obedezca a otro, y dice más agachando la cabeza ante un aparato de teléfono que películas enteras
24 de marzo de 2024
24 de marzo de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Lo que nos salva de esas amarguras de la vida, de esperar la muerte, es esa posibilidad que tenemos de reirnos de nosotros mismos y de nuestros problemas”. Rafael Azcona
La película lleva a la pantalla una obra del mismo título, cuya elaboración, terminación y publicación fueron tan rocambolescas, que casi exceden la fantasía contenida en el relato. La realidad muchas veces supera a la ficción, y es que los personajes reales que rodean la novela y la película tienen al menos tanto interés y son en algunos casos tan estrambóticos como los que aparecen en la película,
El guión se basa en una novela publicada en 1924, iniciada por Emilio Carrere, un bohemio de los que aparecen en Luces de Bohemia de Valle Inclán, que la entregó desordenada e incompleta a la editorial Viuda e hijos de Sanz Calleja, la cual encargó que la ordenase y completase a su corrector de estilo, Jesús de Aragón, que comenzó así una carrera literaria, escribiendo libros de fantasía y aventura, que le llevaron a ser conocido como el Julio Verne español.
El director de la película, Edgar Neville, que, además era diplomático, escritor y autor de obras de teatro es otro personaje de gran interés, que había trabajado en Hollywood. Al comienzo del cine sonoro hubo un problema con los diferentes idiomas, ya que aun no se había generalizado el doblaje. En un primer momento los estudios de Hollywood rodaron spanish talkies, esto es, las versiones en español de las películas en inglés para distribuirlas en lugares de habla hispana. Allí Edgar Neville no solo dirigió varias spanish talkies, sino que trabó amistad con gentes como Charles Chaplin. Llegó a interpretar a uno de los guardias de la porra de los que se zafaba hábilmente Charlot entre las risas del público y frecuentó las fiestas de William Randolf Hearst, al que Orson Welles inmortalizó en Ciudadano Kane. Edgar Neville además pertenecía a lo que se ha comenzado a conocer como la “otra” generación del 27, la de los humoristas, y junto con Miguel Mihura y Tono había fundado la revista La Codorniz.
José Santugini se encargó del guión adaptado. Escribía cuentos, que publicaba en revistas de humor, nunca en libros, había dirigido una película y elaboró después varios guiones, en particular en colaboración con Ladislao Vajda. Puede considerarse como el antecesor del gran Rafael Azcona, que también escribió para revistas de humor.
Félix de Pomés, que interpretó el papel del fantasma elegante del aristocrático don Robinson de Mantua había sido jugador de fútbol, entre otros equipos del Español de Barcelona antes de que se iniciase el campeonato de liga y esgrimista olímpico, llegando a obtener un diploma en la olimpiada de Amsterdam de 1928. Luego fue periodista y actor de cine mudo en Alemania y de cine sonoro en las primeras películas sonoras que se hicieron en español, habiendo sido uno de los actores españoles más populares durante la República.
Y no, aunque entiendo que la mención a los judíos como creadores de un submundo secreto debió proceder de las consejas y cuentos populares, que tan bien debió conocer Emilio Carrere, cuentos que imaginaban tesoros escondidos en lugares secretos por los judíos cuando marcharon de los reinos de España con la esperaza de recuperarlos cuando volviesen, no he podido ver esta película sin recordar que, mientras se rodaba, millones de judíos, muchos de familias originarias de España, miles de ellos hispanohablantes, del español ladino, estaban siendo sometidos al holocausto y también estaban siendo exterminadas las personas con deformidades físicas para preservar la pureza de la raza.
Lo que más me ha gustado de la película ha sido la parte más costumbrista, en especial la que se desarrolla entre la sala de fiestas y el restaurante y es que, para género fantástico para el público español de mediados de los cuarenta, el de los menús que se zampaba la mamá de la artista a costa del ingenuo y bondadoso protagonista. Creo que su principal interés es que puede ser una puerta de entrada a ese submundo lleno de interés arqueológico, con partes amputadas, como la Venus de Milo que tanto gusta a don Robinsón de Mantua, que es el cine español de las décadas de los 30 y de los 40.
En cualquier caso, la película, probablemente considerada como pecata minuta por la censura, producida por su propio director en la totalitaria España de la época, parece ser un verso suelto al margen del ideal que quería imponer un pensamiento único. Ese humor, muchas veces amargo, absurdo, tierno en ocasiones, lleno de mala leche las más, negro o muy oscuro por sucesor de la esperanza (la esperanza no es lo último que se pierde), inspiró a la revista La Codorniz y a las grandes películas que se habían de estrenar en la década siguiente, y habría de convertirse en el mejor o en el único medio para expresar la crítica la hipocresía dominante, para responder con una pedorreta a las fanfarrias imperiales y a las letanías del nacionalcatolicismo, para defender al individuo de las doctrinas y consignas oficiales y fue último refugio frente a la realidad durísima de la posguerra, que muchas veces era aun más absurda que el humor de los chistes de Tono.
La película lleva a la pantalla una obra del mismo título, cuya elaboración, terminación y publicación fueron tan rocambolescas, que casi exceden la fantasía contenida en el relato. La realidad muchas veces supera a la ficción, y es que los personajes reales que rodean la novela y la película tienen al menos tanto interés y son en algunos casos tan estrambóticos como los que aparecen en la película,
El guión se basa en una novela publicada en 1924, iniciada por Emilio Carrere, un bohemio de los que aparecen en Luces de Bohemia de Valle Inclán, que la entregó desordenada e incompleta a la editorial Viuda e hijos de Sanz Calleja, la cual encargó que la ordenase y completase a su corrector de estilo, Jesús de Aragón, que comenzó así una carrera literaria, escribiendo libros de fantasía y aventura, que le llevaron a ser conocido como el Julio Verne español.
El director de la película, Edgar Neville, que, además era diplomático, escritor y autor de obras de teatro es otro personaje de gran interés, que había trabajado en Hollywood. Al comienzo del cine sonoro hubo un problema con los diferentes idiomas, ya que aun no se había generalizado el doblaje. En un primer momento los estudios de Hollywood rodaron spanish talkies, esto es, las versiones en español de las películas en inglés para distribuirlas en lugares de habla hispana. Allí Edgar Neville no solo dirigió varias spanish talkies, sino que trabó amistad con gentes como Charles Chaplin. Llegó a interpretar a uno de los guardias de la porra de los que se zafaba hábilmente Charlot entre las risas del público y frecuentó las fiestas de William Randolf Hearst, al que Orson Welles inmortalizó en Ciudadano Kane. Edgar Neville además pertenecía a lo que se ha comenzado a conocer como la “otra” generación del 27, la de los humoristas, y junto con Miguel Mihura y Tono había fundado la revista La Codorniz.
José Santugini se encargó del guión adaptado. Escribía cuentos, que publicaba en revistas de humor, nunca en libros, había dirigido una película y elaboró después varios guiones, en particular en colaboración con Ladislao Vajda. Puede considerarse como el antecesor del gran Rafael Azcona, que también escribió para revistas de humor.
Félix de Pomés, que interpretó el papel del fantasma elegante del aristocrático don Robinson de Mantua había sido jugador de fútbol, entre otros equipos del Español de Barcelona antes de que se iniciase el campeonato de liga y esgrimista olímpico, llegando a obtener un diploma en la olimpiada de Amsterdam de 1928. Luego fue periodista y actor de cine mudo en Alemania y de cine sonoro en las primeras películas sonoras que se hicieron en español, habiendo sido uno de los actores españoles más populares durante la República.
Y no, aunque entiendo que la mención a los judíos como creadores de un submundo secreto debió proceder de las consejas y cuentos populares, que tan bien debió conocer Emilio Carrere, cuentos que imaginaban tesoros escondidos en lugares secretos por los judíos cuando marcharon de los reinos de España con la esperaza de recuperarlos cuando volviesen, no he podido ver esta película sin recordar que, mientras se rodaba, millones de judíos, muchos de familias originarias de España, miles de ellos hispanohablantes, del español ladino, estaban siendo sometidos al holocausto y también estaban siendo exterminadas las personas con deformidades físicas para preservar la pureza de la raza.
Lo que más me ha gustado de la película ha sido la parte más costumbrista, en especial la que se desarrolla entre la sala de fiestas y el restaurante y es que, para género fantástico para el público español de mediados de los cuarenta, el de los menús que se zampaba la mamá de la artista a costa del ingenuo y bondadoso protagonista. Creo que su principal interés es que puede ser una puerta de entrada a ese submundo lleno de interés arqueológico, con partes amputadas, como la Venus de Milo que tanto gusta a don Robinsón de Mantua, que es el cine español de las décadas de los 30 y de los 40.
En cualquier caso, la película, probablemente considerada como pecata minuta por la censura, producida por su propio director en la totalitaria España de la época, parece ser un verso suelto al margen del ideal que quería imponer un pensamiento único. Ese humor, muchas veces amargo, absurdo, tierno en ocasiones, lleno de mala leche las más, negro o muy oscuro por sucesor de la esperanza (la esperanza no es lo último que se pierde), inspiró a la revista La Codorniz y a las grandes películas que se habían de estrenar en la década siguiente, y habría de convertirse en el mejor o en el único medio para expresar la crítica la hipocresía dominante, para responder con una pedorreta a las fanfarrias imperiales y a las letanías del nacionalcatolicismo, para defender al individuo de las doctrinas y consignas oficiales y fue último refugio frente a la realidad durísima de la posguerra, que muchas veces era aun más absurda que el humor de los chistes de Tono.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Hay una escena, genial, en la que una señora pregunta a Basilio ¿Pero de verdad que no está usted muerto? Y Antonio Casal responde con mucha gracia: “Señora…” He jugado a imaginar cómo dirían ese “señora…” actores como Fernando Fernán Gómez, Paco Rabal, Alfredo Landa, José Luis López Vázquez, Agustín González, Pepe Isbert….

8,3
5.827
9
20 de marzo de 2024
20 de marzo de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
“El Gobierno es muy irresponsable cuando reduce los gastos para la sanidad de los pobres”
Dividida en dos partes, con su intermedio para cambiar rollos, a la antigua usanza.
Como dice uno de los médicos del hospital, Niide (Barbarroja) no solo examina los cuerpos de los pacientes, sino también sus corazones. En realidad la historia principal de la película es el proceso de curación moral del enfermo Yasumoto, guiado con sabia mano por Niide.
Barbarroja, mesándose la barba para ocultar su timidez dispone de las mejores cualidades que puede reunir un hombre, y por ello, y solo por ello, ejerce legítimamente una autoridad que se basa en el prestigio. Es muy exigente consigo mismo (Yasumoto, si alguna vez me vuelvo arrogante, recuérdame lo de hoy), pero sensible e indulgente con las debilidades ajenas; sabe respetar lo que es sagrado, como cuando dice a Yasumoto que no hay nada más solemne que los últimos momentos de un hombre, es muy duro con los poderosos, como el rico y perezoso glotón (No hace otro ejercicio que mover los palillos para comer) o el padre comerciante de la mantis (cómo le pone en su sitio), avaricioso con los avariciosos y orgulloso con los serviles (todo médico ha de saber escuchar a la gente rica), pero humilde, servicial, bondadoso y sensible con los humildes, (Mi padre ¿Sufrió cuando murió? -No. Murió en calma -Menos mal. ¡Menos mal! De lo contrario su vida habría sido demasiado cruel), o su comprensión ante un primer amor (aun no sabe qué hacer con su amor. Algún día sus sentimientos se extenderán a otros), primer amor que es presentado con mano maestra por Kurosawa en el momento en que Otoko zurce su kimono ataviada con la capa de Yasumoto, pues no dispone de otra ropa.
Dividida en dos partes, con su intermedio para cambiar rollos, a la antigua usanza.
Como dice uno de los médicos del hospital, Niide (Barbarroja) no solo examina los cuerpos de los pacientes, sino también sus corazones. En realidad la historia principal de la película es el proceso de curación moral del enfermo Yasumoto, guiado con sabia mano por Niide.
Barbarroja, mesándose la barba para ocultar su timidez dispone de las mejores cualidades que puede reunir un hombre, y por ello, y solo por ello, ejerce legítimamente una autoridad que se basa en el prestigio. Es muy exigente consigo mismo (Yasumoto, si alguna vez me vuelvo arrogante, recuérdame lo de hoy), pero sensible e indulgente con las debilidades ajenas; sabe respetar lo que es sagrado, como cuando dice a Yasumoto que no hay nada más solemne que los últimos momentos de un hombre, es muy duro con los poderosos, como el rico y perezoso glotón (No hace otro ejercicio que mover los palillos para comer) o el padre comerciante de la mantis (cómo le pone en su sitio), avaricioso con los avariciosos y orgulloso con los serviles (todo médico ha de saber escuchar a la gente rica), pero humilde, servicial, bondadoso y sensible con los humildes, (Mi padre ¿Sufrió cuando murió? -No. Murió en calma -Menos mal. ¡Menos mal! De lo contrario su vida habría sido demasiado cruel), o su comprensión ante un primer amor (aun no sabe qué hacer con su amor. Algún día sus sentimientos se extenderán a otros), primer amor que es presentado con mano maestra por Kurosawa en el momento en que Otoko zurce su kimono ataviada con la capa de Yasumoto, pues no dispone de otra ropa.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Kurosawa es inmenso. Usa los los fenómenos meteorológicos para aumentar la intensidad de la narración, como la nieve, cuando Otoko la usa para hacer bajar la fiebre de Yasumoto, la lluvia, con esos tres niños famélicos que se quieren escapar de la casa donde les han alojado, el viento en la escena en la que Otoko, aun enferma, va a mendigar al pueblo para reponer la taza que ha roto, mientras los pescadores recogen sus redes, incluso los terremotos o los corrimientos de tierras.
Tiene sensibilidad y capacidad para exresar en cine momentos de vacilación, como cuando Yasumoto se tambalea por el pasillo de la clínica que lleva de la agonía de un anciano a la operación de una joven a la que se le salen los intestinos.
Kurosawa tiene también un don para hacer cine con los relatos de las personas que cuentan la historia de sus vidas, historias dentro de la historia, como la de la hija del orfebre, que, marcada por un sentimiento de culpa que no habría debido ser suyo, renunció a relacionarse con su padre, o esa historia de amor, felicidad y, de nuevo, sentimiento de culpa narrada por el agonizante Sahachi entre las lágrimas del pueblo que le escucha.
Y es seguir y no parar. Es bellísima la escena de la seducción a Yasumoto por la mantis, la aparición de Chobo, entonces solo pequeña rata intentando robar desde el tejado un poco de comida, o el descubrimiento tras la ropa tendida de la bondad de Otoko y la necesidad de Chobo; o el escalofriante momento en que las cocineras gritan en el pozo el nombre del niño.
Y estas son solo algunas de las maravillas de la película.
Para mi gusto sobra, por poco creíble, la escena de la escabechina que hace Barbarroja con los chulitos del burdel, aprovechando sus conocimientos de medicina y de artes marciales, pero así y todo está magníficamente rodada.
Tiene sensibilidad y capacidad para exresar en cine momentos de vacilación, como cuando Yasumoto se tambalea por el pasillo de la clínica que lleva de la agonía de un anciano a la operación de una joven a la que se le salen los intestinos.
Kurosawa tiene también un don para hacer cine con los relatos de las personas que cuentan la historia de sus vidas, historias dentro de la historia, como la de la hija del orfebre, que, marcada por un sentimiento de culpa que no habría debido ser suyo, renunció a relacionarse con su padre, o esa historia de amor, felicidad y, de nuevo, sentimiento de culpa narrada por el agonizante Sahachi entre las lágrimas del pueblo que le escucha.
Y es seguir y no parar. Es bellísima la escena de la seducción a Yasumoto por la mantis, la aparición de Chobo, entonces solo pequeña rata intentando robar desde el tejado un poco de comida, o el descubrimiento tras la ropa tendida de la bondad de Otoko y la necesidad de Chobo; o el escalofriante momento en que las cocineras gritan en el pozo el nombre del niño.
Y estas son solo algunas de las maravillas de la película.
Para mi gusto sobra, por poco creíble, la escena de la escabechina que hace Barbarroja con los chulitos del burdel, aprovechando sus conocimientos de medicina y de artes marciales, pero así y todo está magníficamente rodada.

8,4
11.105
10
9 de marzo de 2024
9 de marzo de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
“El secuestrador tiene razón. Esa casa te pone nervioso. Como si te mirara por encima del hombro.” Los dos policías se han detenido un momento y miran desde abajo la casa que hay sobre la colina, orientada al sur, de donde recibe luz, brisa y calor. Reanudan su marcha y la cámara, en lugar de seguirles, mira ahora hacia abajo y se detiene en un charco infecto, donde se refleja la casa. Desdibujado en el charco aparece por primera vez en él el reflejo del secuestrador, mientras suena el andantino allegretto del famoso quinteto La Trucha de Franz Shubert. La cámara sigue ahora al secuestrador, al que vemos de espaldas, por unas calles sucias y cutres (el arroyo turbio), que contrastan vivamente con la aséptica y pulquérrima casa del empresario Gondo, donde se ha desarrollado hasta ahora la película. El planteamiento ha concluído, comienza el nudo del relato. Del breve desenlace solo diré que es magistral, memorable y soberbio, digno de ser visto una y otra vez.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Estamos en el fondo ante una reflexión sobre la envidia, pero tomada mucho más desde el punto
de vista de quien es objeto de ella que de quien la padece hasta límites criminales y enfermizos. Kurosawa es el amo. Su capacidad de expresión a través del cine, la calidad y credibilidad de las actuaciones (yo destacaría a Tsutomu Yamazaki, que en su debut ante las cámaras interpretó de forma soberbia al envidioso secuestrador), todos los recursos que inventó y que luego otros han imitado con mayor o menor fortuna (pienso, por ejemplo en alguna escena de El tercer asesinato de Hirozaku Koreeda). Kurosawa está en lo alto de la colina iluminado por el sol y por los dioses.
Dicho esto, y por aplicar viejas y odiosas calificaciones, considero que la película, sin dejar de ser una nueva maravilla del Maestro, es 3R (para mayores con reparos) porque a mi parecer es moralmente cuestionable e ideológicamente reprobable. Contiene un alegato entusiasta a favor de la pena de muerte y, lo que es peor, no por la muerte de tres desgraciados, ni por el secuestro del hijo de un humilde sirviente, sino como acto de justicia frente al daño económico y moral causado a un hombre poderoso, y un enaltecimiento de la policía al servicio del orden establecido, sin fisuras ni defectos ni errores ni matices.
A pesar de todo ello toda la película, de principio a fin, es soberbia. Destacaría esa escena de los bajos fondos en la que (ya en 1963) presenta a las víctimas de la heroína como muertos vivientes y retrata solo con imágenes los efectos devastadores del síndrome de abstinencia, auténtico descenso a los infiernos de verdad del aquí y ahora de Kurosawa; el rodaje prácticamente sin salir del salón, pero desde diferentes puntos de vista de la parte del planteamiento, siempre buscando la mayor fuerza de la imagen; la deconstrucción del zapato de mierda que los modernos empresarios y conspiradores quieren colocar en el mercado, la aplicación del oficio de zapatero aprendido en la juventud para colocar las trampas en los maletines, la puesta en común de las diferentes investigaciones en la sede de la policía, la identificación por el sonido de la línea de tranvía que suena en la conversación telefónica, la localización simultánea, pero no coordinada por el chofer y por los policías de la casa donde estuvo secuestrado el hijo del primero...y, sobre todas, la escena final. No se la pierdan….Sin reparos.
de vista de quien es objeto de ella que de quien la padece hasta límites criminales y enfermizos. Kurosawa es el amo. Su capacidad de expresión a través del cine, la calidad y credibilidad de las actuaciones (yo destacaría a Tsutomu Yamazaki, que en su debut ante las cámaras interpretó de forma soberbia al envidioso secuestrador), todos los recursos que inventó y que luego otros han imitado con mayor o menor fortuna (pienso, por ejemplo en alguna escena de El tercer asesinato de Hirozaku Koreeda). Kurosawa está en lo alto de la colina iluminado por el sol y por los dioses.
Dicho esto, y por aplicar viejas y odiosas calificaciones, considero que la película, sin dejar de ser una nueva maravilla del Maestro, es 3R (para mayores con reparos) porque a mi parecer es moralmente cuestionable e ideológicamente reprobable. Contiene un alegato entusiasta a favor de la pena de muerte y, lo que es peor, no por la muerte de tres desgraciados, ni por el secuestro del hijo de un humilde sirviente, sino como acto de justicia frente al daño económico y moral causado a un hombre poderoso, y un enaltecimiento de la policía al servicio del orden establecido, sin fisuras ni defectos ni errores ni matices.
A pesar de todo ello toda la película, de principio a fin, es soberbia. Destacaría esa escena de los bajos fondos en la que (ya en 1963) presenta a las víctimas de la heroína como muertos vivientes y retrata solo con imágenes los efectos devastadores del síndrome de abstinencia, auténtico descenso a los infiernos de verdad del aquí y ahora de Kurosawa; el rodaje prácticamente sin salir del salón, pero desde diferentes puntos de vista de la parte del planteamiento, siempre buscando la mayor fuerza de la imagen; la deconstrucción del zapato de mierda que los modernos empresarios y conspiradores quieren colocar en el mercado, la aplicación del oficio de zapatero aprendido en la juventud para colocar las trampas en los maletines, la puesta en común de las diferentes investigaciones en la sede de la policía, la identificación por el sonido de la línea de tranvía que suena en la conversación telefónica, la localización simultánea, pero no coordinada por el chofer y por los policías de la casa donde estuvo secuestrado el hijo del primero...y, sobre todas, la escena final. No se la pierdan….Sin reparos.

7,4
9.846
8
6 de marzo de 2024
6 de marzo de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una delicia.
Hay trazos del Bergman más festivo y amante del teatro, los hay del neorrealismo italiano en general y de Fellini en particular, de la Nouvelle Vague (esa persecución final por una calle de Brooklyn, bellísima en blanco y negro) y el resultado es una obra personalísima e inconfundible de Woody Allen, puesta al servicio de una historia ingeniosa, divertida e hilarante en cada uno de sus detalles, pero horrible, como dice uno de los cómicos que la han escuchado, en su conjunto.
El genio se pone al servicio de los escalones más bajos de la profesión del espectáculo, de los eternos fracasados para rendir homenaje a su dignidad y a su grandeza. En este sentido la escena de la comida de acción de gracias, hecha en casa del agente artístico al que abandonan sus clientes cuando empiezan a triunfar, y a la que acuden los más fieles, los que nunca triunfarán, comida hecha de pavo congelado con una salsa que se puede cortar con un cuchillo, pero donde reinan la sencillez, la bondad y la ingenuidad. Es este uno de los momentos más entrañables de la película.
Un valor añadido es que la historia es contada en una reunión de humoristas neoyorkinos históricos, antecesores del club de la comedia, que se interpretan a sí mismos.
Te divertirás, te reirás, y al final te quedará una sonrisa triste con un fondo de amargura y una sensación de gratitud hacia el maestro que ha inmortalizado a los más humildes.
Hay trazos del Bergman más festivo y amante del teatro, los hay del neorrealismo italiano en general y de Fellini en particular, de la Nouvelle Vague (esa persecución final por una calle de Brooklyn, bellísima en blanco y negro) y el resultado es una obra personalísima e inconfundible de Woody Allen, puesta al servicio de una historia ingeniosa, divertida e hilarante en cada uno de sus detalles, pero horrible, como dice uno de los cómicos que la han escuchado, en su conjunto.
El genio se pone al servicio de los escalones más bajos de la profesión del espectáculo, de los eternos fracasados para rendir homenaje a su dignidad y a su grandeza. En este sentido la escena de la comida de acción de gracias, hecha en casa del agente artístico al que abandonan sus clientes cuando empiezan a triunfar, y a la que acuden los más fieles, los que nunca triunfarán, comida hecha de pavo congelado con una salsa que se puede cortar con un cuchillo, pero donde reinan la sencillez, la bondad y la ingenuidad. Es este uno de los momentos más entrañables de la película.
Un valor añadido es que la historia es contada en una reunión de humoristas neoyorkinos históricos, antecesores del club de la comedia, que se interpretan a sí mismos.
Te divertirás, te reirás, y al final te quedará una sonrisa triste con un fondo de amargura y una sensación de gratitud hacia el maestro que ha inmortalizado a los más humildes.
Más sobre Cinema Fulgor
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here