You must be a loged user to know your affinity with JaySherman
Críticas ordenadas por utilidad
Movie added to list
Movie removed from list
An error occurred

6,7
8.930
3
16 de diciembre de 2023
16 de diciembre de 2023
72 de 135 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tengo un conflicto al escribir esta crítica, un debate interno que no se resuelve en un combate a cuchillo y razón, es una sombra de lagarto que trepa por la cuarta pared de esta discusión sin fin.
Godzilla, para qué negarlo, es un playboy del celuloide con palomitas del mismo tamaño que su meñique, y es una toda una deidad, un icono a los Elvis, movimiento de cadera incluido, que roba el escenario, la audiencia y los corazones cuando entra en pantalla.
Y el buen mutante, el Alain Delon de las profundidades, siempre ha sido generoso en su ración de suspensión de la credibilidad. Argumentos en los que la ciudad destruida era el beso de la película, el sexo duro, Gilda levantando el pelo y las pasiones al atender a su nombre. ¿Quién necesita más? Nos encomendamos a Godzilla que está en los abismos, y con eso tenemos la mesa, el plato y la bendición incluida.
Y he aquí mi dilema; es absolutamente lícito jugar a ser adultos con un juguete tan preciado por todos, tratar de ponerse serio y en la cuerda floja hacer malabarismos con la coherencia interna. A veces el cine es sólo eso, y por favor, que no cambie. Pero, y aquí es dónde la voz escribe en minúsculas, el riesgo de ponerse una gabardina siendo tres pandilleros entrando al cabaret es que te tomes demasiado en serio. Todo lo serio que puedes cuando un azote de 20 pisos no ha pegado ojo por ciertos experimentos nucleares.
Y claro, a mi humilde parecer, nuestro adorado destructor de la propiedad privada no sólo devora a su antojo snacks de militares a la carta, sino que además se engulle el guión sin masticar. Y pese a todos sus aciertos, que sin duda no son pocos, no logra hacer frente al ladrillo en la mejilla que supone todo su lastre. Y es una lástima, porque Godzilla se merecía un rival a su altura, y no me refiero a un edificio más alto que él, sino un argumento que se atreva a ser adulto y no un adolescente con bigote postizo que cree que ya entiende lo que son los impuestos.
Tal vez no estamos acercamos a algo diferente, pero de momento nuestro querido galán demoliciones SA tendrá que esperar a que alguien se acuerde de que un buen guión puede carecer de ciertas concesiones, y sobre todo, manidos clichés.
Hasta pronto, azote de oficinas y capitales de provincia.
Godzilla, para qué negarlo, es un playboy del celuloide con palomitas del mismo tamaño que su meñique, y es una toda una deidad, un icono a los Elvis, movimiento de cadera incluido, que roba el escenario, la audiencia y los corazones cuando entra en pantalla.
Y el buen mutante, el Alain Delon de las profundidades, siempre ha sido generoso en su ración de suspensión de la credibilidad. Argumentos en los que la ciudad destruida era el beso de la película, el sexo duro, Gilda levantando el pelo y las pasiones al atender a su nombre. ¿Quién necesita más? Nos encomendamos a Godzilla que está en los abismos, y con eso tenemos la mesa, el plato y la bendición incluida.
Y he aquí mi dilema; es absolutamente lícito jugar a ser adultos con un juguete tan preciado por todos, tratar de ponerse serio y en la cuerda floja hacer malabarismos con la coherencia interna. A veces el cine es sólo eso, y por favor, que no cambie. Pero, y aquí es dónde la voz escribe en minúsculas, el riesgo de ponerse una gabardina siendo tres pandilleros entrando al cabaret es que te tomes demasiado en serio. Todo lo serio que puedes cuando un azote de 20 pisos no ha pegado ojo por ciertos experimentos nucleares.
Y claro, a mi humilde parecer, nuestro adorado destructor de la propiedad privada no sólo devora a su antojo snacks de militares a la carta, sino que además se engulle el guión sin masticar. Y pese a todos sus aciertos, que sin duda no son pocos, no logra hacer frente al ladrillo en la mejilla que supone todo su lastre. Y es una lástima, porque Godzilla se merecía un rival a su altura, y no me refiero a un edificio más alto que él, sino un argumento que se atreva a ser adulto y no un adolescente con bigote postizo que cree que ya entiende lo que son los impuestos.
Tal vez no estamos acercamos a algo diferente, pero de momento nuestro querido galán demoliciones SA tendrá que esperar a que alguien se acuerde de que un buen guión puede carecer de ciertas concesiones, y sobre todo, manidos clichés.
Hasta pronto, azote de oficinas y capitales de provincia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Sin lugar a dudas, uno de los grandes aciertos de la película es no huir de su concepto original y situarlo en el final de la Segunda Guerra Mundial. Godzilla nace como respuesta a la era nuclear, concretamente a las infames bombas estadounidenses lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki, por lo que se agradece hasta el infinito que el contexto perviva de forma más clara que nunca (algo que, por cierto, intentaron tapar los americanos en su apócrifa versión del dios de hundir la flota y lo que no es la flota). A esto hay que sumarle una crítica a la estrategia japonesa de usar carne de cañón, de forma bastante dolorosa y literal. En resumen, un gran acierto.
Sin embargo, pese a esos inmensos y acertados puntos a favor, la película se ensimisma en ese lenguaje propio del manga y su cultura pop, particularmente infantilizando el elenco, que parecen recitar frases de una obra escolar. Ese "tengo 14 años y esto es profundo" dejó de ser noticia cuando la madurez me alcanzó, ya no digamos al repasar las canas que se quedan en el peine. No pido diálogos de Otto Preminger, pero sí un mínimo de nivel no sonrojante para alguien que no se revienta granos de la cara y lleva el cinturón por encima de la pelvis.
Por supuesto, el personaje femenino es quien sale peor parado: mera pieza sacrificable por el bien de la trama y que sirve al protagonista, más inútil que un botijo sin agujeros, como motivo para sacar a relucir su ira y planear su venganza contra su nuevo némesis; ¿su inteligencia? NO, contra el bueno de Godzilla que lo único que hacía era pedir paz y amor de la única forma que sabe; matándolos a todos.
Existe otro personaje femenino, pero por eso de que alguien tiene que cuidar de la niña, que si no, seguramente lo habrían cambiado por un gato de escayola.
Siendo este el nivel, no sorprende que los supuestos giros argumentales sean tan previsibles que no desvelan; aburren. Primero, el soldado patoso se marca un Han Solo pero con barcos remolque porque ciruelas en vinagreta. Luego, el plan tan sumamente meticuloso, oh sorpresa, no funciona y vamos a morir todos. No caerá esa breva, por supuesto, porque el protagonista decide hacer un falso kamikaze porque nadie lo vio venir, oh Dios mío, que alguien me despierte, resulta que sale despedido del avión porque le habían instalado un asiento eyectable en tiempo récord. También le pusieron al avión una radio-CD estéreo, elevalunas eléctrico y un posavasos.
Pero alto, esperen que hay más. Para culminar el melodrama de las cuatro de la tarde, resulta que el personaje femenino, el otro que hay, está vivo y el protagonista acude a su encuentro y es recibido con un: "Bueno, ¿qué? ¿Estarás contento, no?" pero a la japonesa.
Sinceramente, nuestro querido monstruo del fondo de los abismos y corazones se merecía una historia mejor. O ninguna, simplemente allanar ciudades por placer. Tal vez algún día, que soñar es gratis.
Sin embargo, pese a esos inmensos y acertados puntos a favor, la película se ensimisma en ese lenguaje propio del manga y su cultura pop, particularmente infantilizando el elenco, que parecen recitar frases de una obra escolar. Ese "tengo 14 años y esto es profundo" dejó de ser noticia cuando la madurez me alcanzó, ya no digamos al repasar las canas que se quedan en el peine. No pido diálogos de Otto Preminger, pero sí un mínimo de nivel no sonrojante para alguien que no se revienta granos de la cara y lleva el cinturón por encima de la pelvis.
Por supuesto, el personaje femenino es quien sale peor parado: mera pieza sacrificable por el bien de la trama y que sirve al protagonista, más inútil que un botijo sin agujeros, como motivo para sacar a relucir su ira y planear su venganza contra su nuevo némesis; ¿su inteligencia? NO, contra el bueno de Godzilla que lo único que hacía era pedir paz y amor de la única forma que sabe; matándolos a todos.
Existe otro personaje femenino, pero por eso de que alguien tiene que cuidar de la niña, que si no, seguramente lo habrían cambiado por un gato de escayola.
Siendo este el nivel, no sorprende que los supuestos giros argumentales sean tan previsibles que no desvelan; aburren. Primero, el soldado patoso se marca un Han Solo pero con barcos remolque porque ciruelas en vinagreta. Luego, el plan tan sumamente meticuloso, oh sorpresa, no funciona y vamos a morir todos. No caerá esa breva, por supuesto, porque el protagonista decide hacer un falso kamikaze porque nadie lo vio venir, oh Dios mío, que alguien me despierte, resulta que sale despedido del avión porque le habían instalado un asiento eyectable en tiempo récord. También le pusieron al avión una radio-CD estéreo, elevalunas eléctrico y un posavasos.
Pero alto, esperen que hay más. Para culminar el melodrama de las cuatro de la tarde, resulta que el personaje femenino, el otro que hay, está vivo y el protagonista acude a su encuentro y es recibido con un: "Bueno, ¿qué? ¿Estarás contento, no?" pero a la japonesa.
Sinceramente, nuestro querido monstruo del fondo de los abismos y corazones se merecía una historia mejor. O ninguna, simplemente allanar ciudades por placer. Tal vez algún día, que soñar es gratis.

6,4
10.956
5
12 de febrero de 2017
12 de febrero de 2017
25 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es paradójico, como poco, que la parodia se convierta en una parodia en sí misma. El chiste que se alarga como si no tuviera dónde llegar y se queda dando vueltas tratando de aparcar mientras todo se desgasta cada vez más rápido. Es así que de la brillante parodia que se hizo del personaje de Batman en la película madre de "La LEGO película" ahora pretenden estirar la broma hasta romper todas las cuerdas tensadas.
Y es que, si en la primera entrega de lo que parece ser una nueva franquicia, el héroe enmascarado era sólo parte de un todo que hablaba de LEGO como juguetes más allá de ser un mero vehículo comercial (que lo era, qué duda cabe). Había una reflexión, personajes que eran conscientes del juego en el que participaban y, en resumen, una construcción (valga la redundancia) meritoria y en muchos aspectos brillante.
Lo que sucede en este nueva entrega de las piezas de juguete animadas es que se olvidan de todo eso. Se convierte en lo que debería ser una parodia del popular personaje de DC en la que el enmascarado termina por resultar cansado de sus propios tics. Y a pesar de un vigoroso comienzo, la película no tarda en volver sobre sus mismos pasos, en repetir chistes visuales y en recurrir con insistencia a lo dicho antes. Las bromas se agotan y repiten en un constante recordar que estamos frente a una burla supuestamente simpática hasta la extenuación del enmascarado de Gotham. Se rescatan ideas ya vistas y, en resumen, poco a poco el conjunto se termina cansado de sí mismo hasta llegar a rellenar los 90 minutos que marca el estándar. Al final todo resulta ya visto, incluso en el propio metraje, y se queda una oportunidad excelente perdida, lejos, muy lejos de la película predecesora.
Más suerte para la próxima vez, aunque viendo el trailer de la siguiente entrega de los héroes de LEGO sobre ninjas y demás apropiaciones culturales, poca esperanza queda.
Y es que, si en la primera entrega de lo que parece ser una nueva franquicia, el héroe enmascarado era sólo parte de un todo que hablaba de LEGO como juguetes más allá de ser un mero vehículo comercial (que lo era, qué duda cabe). Había una reflexión, personajes que eran conscientes del juego en el que participaban y, en resumen, una construcción (valga la redundancia) meritoria y en muchos aspectos brillante.
Lo que sucede en este nueva entrega de las piezas de juguete animadas es que se olvidan de todo eso. Se convierte en lo que debería ser una parodia del popular personaje de DC en la que el enmascarado termina por resultar cansado de sus propios tics. Y a pesar de un vigoroso comienzo, la película no tarda en volver sobre sus mismos pasos, en repetir chistes visuales y en recurrir con insistencia a lo dicho antes. Las bromas se agotan y repiten en un constante recordar que estamos frente a una burla supuestamente simpática hasta la extenuación del enmascarado de Gotham. Se rescatan ideas ya vistas y, en resumen, poco a poco el conjunto se termina cansado de sí mismo hasta llegar a rellenar los 90 minutos que marca el estándar. Al final todo resulta ya visto, incluso en el propio metraje, y se queda una oportunidad excelente perdida, lejos, muy lejos de la película predecesora.
Más suerte para la próxima vez, aunque viendo el trailer de la siguiente entrega de los héroes de LEGO sobre ninjas y demás apropiaciones culturales, poca esperanza queda.

6,4
3.964
1
1 de enero de 2023
1 de enero de 2023
23 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Existe una distancia abismal entre ser provocador y ser maleducado. Ni siquiera es una línea sutil, es una diferencia insalvable que no tiene intención de confundirse una con otra.
Esta película empieza en el primer término (provocación) y termina en el segundo (idiotez), o incluso peor; tomando a las y los espectadores por unineuronales. Para cuando la película llega a su tramo final el nivel de suspensión de la credibilidad se debe buscar bajo tierra y una vez allí, empezar a cavar hasta el núcleo. Así, lo que en principio promete ser inteligente, se desvela como improvisado, torpe y soez como pocas veces hemos visto en este cine tan pretencioso del horror elevado. Aquí lo único elevado es el ego del director.
Menos creerse Haneke y más ser honestos con el público y, sobre todo, con uno mismo.
Esta película empieza en el primer término (provocación) y termina en el segundo (idiotez), o incluso peor; tomando a las y los espectadores por unineuronales. Para cuando la película llega a su tramo final el nivel de suspensión de la credibilidad se debe buscar bajo tierra y una vez allí, empezar a cavar hasta el núcleo. Así, lo que en principio promete ser inteligente, se desvela como improvisado, torpe y soez como pocas veces hemos visto en este cine tan pretencioso del horror elevado. Aquí lo único elevado es el ego del director.
Menos creerse Haneke y más ser honestos con el público y, sobre todo, con uno mismo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
No sé qué clase de documentación habrá consultado el guionista y director para adentrarse a filmar semejantes estupideces en pantalla, pero os puedo garantizar que el resultado es absolutamente bochornoso hasta la vergüenza ajena.
Nadie es capaz de creerse que un niño al que le han cortado la lengua y secuestrado de sus padres se comporte como si tal cosa. Nada, es un poco callado, pero nada más. Lo normal. Lo normal si no tienes ni la más remota idea del comportamiento humano básico.
No contentos con semejante disparate, la actuación de los padres frente al secuestro de sus propia hija es pura fantasía digna de Krampus o el hombre del saco. Parece que sinceramente la vida de su hija y la suya propia les importan tan poco que parecen suicidas, del tipo psicópata concretamente. Todo ello aderezado con los peores deux ex machina que el guión nos brinda por obra y arte de la casualidad más absurda e incoherente.
Total: que esta película da dolor de cabeza, sequedad de garganta y náuseas. No precisamente en ese orden.
Nadie es capaz de creerse que un niño al que le han cortado la lengua y secuestrado de sus padres se comporte como si tal cosa. Nada, es un poco callado, pero nada más. Lo normal. Lo normal si no tienes ni la más remota idea del comportamiento humano básico.
No contentos con semejante disparate, la actuación de los padres frente al secuestro de sus propia hija es pura fantasía digna de Krampus o el hombre del saco. Parece que sinceramente la vida de su hija y la suya propia les importan tan poco que parecen suicidas, del tipo psicópata concretamente. Todo ello aderezado con los peores deux ex machina que el guión nos brinda por obra y arte de la casualidad más absurda e incoherente.
Total: que esta película da dolor de cabeza, sequedad de garganta y náuseas. No precisamente en ese orden.

7,6
5.778
9
25 de diciembre de 2020
25 de diciembre de 2020
14 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Poco que decir sobre una de las compañías actuales que más cuidan a sus hijos. Cartoon Saloon con Tomm Moore al frente han demostrado que el dibujo a mano alzada no precisa de efectos especiales para llenar ninguna pantalla. Te acunan como a un recién nacido, historias que contar antes de dormir, con la luz materna como canción de cuna. Vuelven los cuentos orales a fascinarte, solo que ahora quien habla es el dibujo, que lee con voz cálida como los lobos, más que lobos, eran dioses mortales de infinita belleza. Desterrados, huidos, cazados. La virtud de la manada frente al individuo, la libertad que ofende al tirano.
Y entre dibujo y dibujo, se nota la mano que teje el mimbre con cuidado: desde el fondo con belleza milimétrica, hasta el trazo que vibra con la emoción de los protagonistas, donde la línea muta de clara a carboncillo deshilachado y se convierte en verbo. Artesanos capaces de sacarle punta a todo detalle, lienzo mediante, para conseguir que cada plano sea un cuadro efímero.
Y así se entrelaza la historia con la forma de ser contada. La animación, el arte y la narración, el hecho.
Termina así Tomm Moore su magistral trilogía del folclore céltico y, pese a que nos duela, se ha ganado un merecido descanso. Le esperamos con cualquier cosa que nos traiga, Sr. Moore, que por menor que sea le estaremos agradecidos.
Y entre dibujo y dibujo, se nota la mano que teje el mimbre con cuidado: desde el fondo con belleza milimétrica, hasta el trazo que vibra con la emoción de los protagonistas, donde la línea muta de clara a carboncillo deshilachado y se convierte en verbo. Artesanos capaces de sacarle punta a todo detalle, lienzo mediante, para conseguir que cada plano sea un cuadro efímero.
Y así se entrelaza la historia con la forma de ser contada. La animación, el arte y la narración, el hecho.
Termina así Tomm Moore su magistral trilogía del folclore céltico y, pese a que nos duela, se ha ganado un merecido descanso. Le esperamos con cualquier cosa que nos traiga, Sr. Moore, que por menor que sea le estaremos agradecidos.

6,6
13.784
1
7 de marzo de 2021
7 de marzo de 2021
43 de 79 usuarios han encontrado esta crítica útil
El conservadurismo que sigue la factoría Disney no sólo concierne a su temática o a su tabúes de sobra conocidos, ni a viajar constantemente entre railes anclados; también afecta desde hace décadas a su molde de películas precocinadas. En algunos casos la suerte o el error juegan a su favor y todos caen de pie, como en Frozen, Wreck it Ralph o, siendo generosos, Zootopia. Pero seamos francos, la basta mayoría de sus películas están atadas al mismo patrón que una vez presumieron de éxito.
A saber: Personaje femenino forzado a al desventura, preferentemente sin madre (y cuando hay madres, son madrastras) que aprende la lección-barra-moraleja a lo largo de su camino hasta el éxito que, por lo general, solía encontrarse en la casilla de salida; a modo de equipaje un par de cargantes compañeros para vaciar la carga emocional y llenarla de "eslapstic" y que salven los muebles de forma previsible en alguna que otra forzada ocasión; y por último el mal genérico con las motivaciones justitas no vaya a ser que tenga razón y listo: algo de pornografía emocional, mezclar, hornear y servir.
La fórmula del éxito como plantilla de las segundas partes que en verdad no son ni eso. Al final, Disney nos lleva vendiendo constantemente la misma secuela de sus grandes éxitos, allá por los 90.
Sobra la película: pues me fastidia mucho que al genio de Aladdin le hayan cambiado la voz.
A saber: Personaje femenino forzado a al desventura, preferentemente sin madre (y cuando hay madres, son madrastras) que aprende la lección-barra-moraleja a lo largo de su camino hasta el éxito que, por lo general, solía encontrarse en la casilla de salida; a modo de equipaje un par de cargantes compañeros para vaciar la carga emocional y llenarla de "eslapstic" y que salven los muebles de forma previsible en alguna que otra forzada ocasión; y por último el mal genérico con las motivaciones justitas no vaya a ser que tenga razón y listo: algo de pornografía emocional, mezclar, hornear y servir.
La fórmula del éxito como plantilla de las segundas partes que en verdad no son ni eso. Al final, Disney nos lleva vendiendo constantemente la misma secuela de sus grandes éxitos, allá por los 90.
Sobra la película: pues me fastidia mucho que al genio de Aladdin le hayan cambiado la voz.
Más sobre JaySherman
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here