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Críticas 16
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
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18 de septiembre de 2021
4 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Disparar a los ricos tiene premio. Como en las tómbolas. Que en un gran festival se premie un film como este, solo significa que los grandes festivales son poco más que tómbolas.

Si a "Joker" le quitan al joker psicótico y a de Niro queda, más o menos, "Nuevo orden". Si aquella era mala, por plana y demagógica, pueden imaginar lo que es esto.

El argumento es simple (o, peor, simplón).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Una turba de manifestantes asaltan las mansiones de ricos ociosos y festivos y los desvalijan y tirotean. El ejército se echa a las calles para restablecer el orden, pero, como hay elementos corruptos, no solo embisten a los revolucionarios, sino que también secuestran a los ricos, los torturan y piden rescates por ellos. Finalmente, el ejército se hace con el control de las ciudades y ejecuta a diestro y siniestro. En pocas palabras, la división requetetópica entre buenos y malos y excusas para paisajes arrasados y escenas tensas y crueles: a todo aquel que sienta alguna empatía por sus semejantes, le parecerán sádicas; al resto, incluidos algunos jurados de festivales, “catárticas” (aunque, eso sí, se escandalizarían si masacraran ovejas en vez de ricos).

El sueño del revolucionario, desde los soldados rojos de Lenin, o antes, es violar a las niñas ricas. El director satisface sus fantasías en la escena más vomitiva del film, pero, como entiende que quedaría mal adjudicar esas violaciones a los esforzados y airados manifestantes que ansían la revolución, se la adjudica a soldados corruptos. Por cierto, que todo esto de los soldados que secuestran y piden rescates es confuso, pero probablemente a este sujeto que va de francotirador lo de la narrativa clara le importe un bledo; porque para narrar bien hay que tener talento y estudiar, pero para provocar y revolver las tripas basta una tubería que desagüe su diarrea mental hacia el teclado del ordenador.

Parece que algún sesudo crítico se quejó de que la ¿narración? adoptaba el punto de vista de los ricos… Si lo que se pretende es masacrarlos, mostrar cuán insolidarios son, pero sobre todo cómo sufren, imploran, sangran y se arrastran, ¿qué perspectiva iba a adoptar?
2 de agosto de 2021
6 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la primera mitad de este engendro más o menos se entiende lo que pasa, que no es más que una contraposición maniquea de caracteres: la bailarina moribunda lesbiana y atea (guay) frente a la cuidadora psicótica y fanática religiosa (no guay). En la segunda mitad se entiende que ya no hay nada que entender: desconectada de la realidad, la protagonista puede imaginarse y hacer cualquier cosa que a la directora le dé la gana que imagine y haga (eso sí, con muchas ínfulas atmosféricas y psicológicas): lo mismo "masturba" a un tipo que no conoce en un bar, que se pone una media suela con pinchos en el zapato. Y aprovecha esta parte la directora para dar rienda suelta a sus bajos instintos y ofrecer su versión ultrasádica de la fe cristiana; de la santidad en particular.
Pero si no sabes nada sobre la fe cristiana, ni sobre las psicosis, muy poco sobre crear atmósferas e imagino que apenas nada sobre los cuidados paliativos (¿han visto algún cuidador preparar una fiesta con cientos de canapés?) lo normal es acabar haciendo el ridículo. Y a fe que muchas de las "poderosas imágenes" de esta debutante son ridículas.
Espero que este engendro haya tenido al menos un efecto catártico en su autora (no sé, saldar cuentas con algo o alguien de su pasado) y que le haya servido como válvula de escape para toda su violencia interior (que debe ser mucha). En cuanto a lo de hacerse un hueco en el panorama cinematográfico... lealtad perruna a los imprescindibles postulados ideológicos no le falta, pero tendrá que ponerse a la cola (y es muy larga...)
6 de agosto de 2021
5 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Qué tiene que ver la historia mil veces contada del perdedor que se rebela contra el sistema con el Joker de los cómics DC? Nada. Y entonces, ¿por qué este protagonista en esta película?
Por el universo Batman de Nolan.

Para esta generación, el Joker es Ledger y el Joker fue creado por Nolan como personificación del CAOS. No del mal, sino del caos, es decir de lo opuesto al orden. El caos tiene una importancia fundamental en la filosofía materialista, porque todo surge del caos. Y en El caballero oscuro Nolan plantea no la derrota del mal por el bien, sino del caos por el orden. Es posible que las cabezas pensantes (suponemos que Scott Silver) de este nuevo Joker hayan tardado diez años en entenderlo, pero parece que al final lo pillaron. Y entonces les salieron ampollas.
Más Nolan: En la continuación, La leyenda renace, se desnuda la naturaleza de los populismos. Aparece el tirano que dice defender al pueblo, la revolución no espontánea, los juicios populares dirigidos por los psicóticos/psicópatas de Arkham… y, terrible pecado, la policía resulta ser la última defensa de las libertades. Más ampollas.
Y añadamos al cuadro que Batman era un héroe (y víctima) de clase muy alta…

Son tiempos en los que se reescribe hasta Blancanieves y todo esto tenía alguien que reescribirlo. Han venido los apóstoles Silver y Phillips a explicarnos que los psicóticos son víctimas del sistema que tienen derecho a matar, que los ricos, encarnados por Wayne padre, desprecian a los desfavorecidos y merecen la muerte, que la policía está contra la gente, que el desorden debe triunfar en la calle (bajo el símbolo del payaso y la risa) y que hay que rehabilitar al Joker y ascenderlo al olimpo de los héroes revolucionarios… y ni siquiera mata al padre de Batman. Ha vuelto el “orden” ideológicamente aceptable.
La primera paliza al Joker, cometida por adolescentes hispanos, no tiene consecuencias; pero en la segunda, los tres yuppies mueren. “Yo no lo lamento; tres capullos menos”. “¿Tiene gracia la muerte de tres jóvenes?: Sí”. No se andan con sutilezas para que nadie diga que no se les entiende todo. Da asco que los megamillonarios de Hollywood (en la producción, Todd Phillips y Bradley Cooper, que a lo mejor se quiere hacer perdonar sus trabajos con Eastwood) se erijan en portavoces de la “gente” y ofrezcan coartadas a la violencia. Dan el mismo asco los críticos que los aplauden (y que se escandalizan hasta el casto desmayo con El justiciero de la ciudad). Tiene gracia la alusión a la huelga de recogida de basuras con que se abre el film: podría pensarse que este guion se salvó precisamente por eso.
Puesto el argumento en el estercolero que merece, hay algo a destacar del film (que probablemente no se deba al “resacoso” Phillips) que es el diseño granguiñolesco de la personalidad psicótica. No creo que Phenix se merezca un oscar por hacer de sí mismo, pero sus huesos, sus arrugas, su pelo, sus movimientos desgarbados, sus muecas, sus dientes, el maquillaje y demás aditamentos de su personaje (incluida la manera de iluminarlo) son puro exceso teatral. Y como todo lo puro, se merece una mínima admiración.
31 de julio de 2022
25 de 54 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nuestro universo, con seres vivos y conscientes, es muy, muy, muy improbable estadísticamente. Es preciso que muchos parámetros físicos tengan valores muy específicos para que nuestro universo, con nosotros dentro, sea posible. ¿Somos acaso especiales, una especie de objetivo último de la creación? ¿Hay un demiurgo que diseñó el universo?

La escapatoria que encontró el materialismo a estas dos “inquietantes” cuestiones fue el multiverso: todos los universos que pueden ocurrir ocurren, y el nuestro, con toda su especificidad, es solo uno de ellos. Como se explica en el diálogo entre rocas, el multiverso es el último paso en un proceso que aleja al hombre de cualquier lugar de privilegio dentro de todo lo que existe.

No habiendo una sola prueba tangible en favor del multiverso, el concepto es más filosófico que científico. Muy útil según para qué y para quién. Otro gran servicio de la “ciencia” moderna a causas socio-ideológicas tan grandes como oscuras. La ciencia ya no es más que una coartada para hacer guiones cinematográficos y discursos de políticos, los primeros destinados al público adolescente y los segundos a los comprometidos con todo lo que acaba en –ismo.

La ciencia tuvo su prestigio (también el cine). Fue contaminada, y prostituida (como el cine) por aquellos con suficiente poder como para comprarla (igual que al cine) y usarla como excusa para dirigir nuestras vidas. Actualmente, es la gran ramera.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Algunos mensajes enviados desde el multiverso... e inspirados por la Agenda 2030 (y así rastreamos quién paga todo esto):

1º Convertir las armas en abrazos… No diré que no estoy de acuerdo, pero los que tenemos cierta edad recordamos aquellos tiempos (los del telón de acero) en los que el pacifismo occidental estaba subvencionado por el peor totalitarismo militarista del planeta: era el “arma” para desarmar al enemigo.

2º “Podemos hacer lo que queramos, nada importa”… ¡Abajo la responsabilidad! Claro que esto lleva a ciertas contradicciones: ¿Tampoco somos responsables de combatir la desigualdad, salvar el planeta, etc? Bueno, no te compliques, no pienses demasiado, no te comprometas, solo sigue tus emociones… ya te diremos lo que tienes que hacer.

3º El donut (“bagel”) es el símbolo de la destrucción… No se les ocurrió representar la salvación y el paraíso mediante una berza o algo parecido.

4º El multiverso escapará a la gran destrucción si se acepta el lesbianismo… De traca… Por tanto, el hombre no es centro de nada… pero el colectivo LGBTI es el centro de todo.

Yo me quedaría como resumen del film con esta otra frase: “Hace cosas raras para tener poderes”. Sí, más o menos de eso va: de gente que haciendo el payaso se siente poderosa.
22 de julio de 2021
1 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es imposible que un espectador normal asimile en tiempo real la cantidad de información verbal y visual que Nolan da en Tenet. No es una película para “ver”, sino para “analizar”: varios visionados por trozos, tomando notas, haciendo diagramas, yendo con el reproductor adelante y atrás… Más o menos como hubo que hacer con “Primer” (2004), pero aquí con el doble de duración y el triple de densidad en cada escena. Así que lo más discutible es que sea una película; quizá deba calificarse como “narración audiovisual”, o algo parecido. Eso sí, de un nivel técnico descomunal.

La alambicadísima y muy trabajada estructura se enfrenta a todos los problemas argumentales inherentes a los viajes en el tiempo. Nolan los repasa dentro del relato (paradoja del abuelo, paradoja de la predestinación, causalidad, universos paralelos, las incógnitas sobre la consciencia en un cambio de línea temporal, el destino, clones…), pero dejándolos como grandes incógnitas a las que no da solución. Porque no se la puede dar; nadie se la puede dar. Apenas se limita a afirmar lo que es obvio en el mundo real, que el pasado, pasado está.

La gran novedad dentro del género es que se atreve a proponer interacciones entre los objetos/viajeros invertidos y la realidad ordinaria. Y aquí, en mi opinión, aparecen los defectos más graves. No da reglas claras sobre cómo ocurren estas interacciones, pero lo que muestra en pantalla sobre balas que vuelven al cargador, o coches boca abajo que se voltean para volver a la carretera, o explosiones invertidas (o peleas con un yo invertido… que te quiere pegar un tiro) no se sostiene: ni la pistola, ni los coches de Tallin, ni la tierra y paredes en Stalsk-12 han sido invertidos (…que sepamos…), así que no tiene sentido que reaccionen también hacia la entropía decreciente.

Por lo tanto, el universo que crea Nolan no es consistente… Pero pienso que eso no invalida la película. Yo diría que, como se esfuerza mucho más que cualquier otro director en armar un complicadísimo reloj, nos sentimos empujados a preocuparnos en exceso de cómo funciona el reloj, a ver árboles y no ver bosque, y a ser mucho más severos de lo habitual con las inconsistencias. Pero ¿hay un bosque o se ha vendido al espectáculo puro? Ahí va mi opinión.
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Hay un fondo ético en la mayoría de películas de Nolan: el orden frente al caos (“El caballero oscuro”), la denuncia del populismo al servicio de la tiranía (“La leyenda renace”), el humanismo frente al absolutismo científico (“Interstellar”) o el patriotismo (“Dunkerke”). Estas posturas éticas, por cierto, están muy alejadas del posmodernismo o de la ideología “mainstream”. En Tenet plantea una “guerra con el futuro”, y en el momento cumbre del film explicita esta idea en términos ecologistas: generaciones venideras tratan de destruir a la actual porque le atribuyen un deterioro climático. Sator representa el papel clásico dentro del cine bélico del traidor, el que se vende al enemigo y colabora decisivamente en su intento de invasión. En su conversación telefónica con el protagonista tiene sus quince segundos de gloria como héroe del ecologismo que ayudará a alumbrar un nuevo mundo; pero las réplicas del protagonista desnudan su monstruosidad (megalómano narcisista) y contienen la clave ética del film: “Cada generación debe velar por su propia supervivencia”, es decir, la excusa ecologista no vale para sacrificar el presente por el futuro, porque además, como se insinúa (dos veces) a través de la paradoja del abuelo, no puede existir futuro si se destruye el presente.

Dentro de este marco cobran sentido las complicadísimas y no del todo consistentes escenas con personajes invertidos: es la forma visual, física, de plasmar la guerra con un enemigo no localizado en otro territorio sino en otro tiempo, que consiste en escaramuzas cuyas trincheras no están en el espacio sino en el tiempo. La traca final en Stalsk-12, donde se pelea tanto en el espacio como en el tiempo, revela sin lugar a dudas la naturaleza bélica del film.

No deja de proponer Nolan lo que él entiende como verdadera defensa del futuro: la maternidad. La frase “si no es mío, no será de nadie” se dice dos veces, la primera referida a Katherine, la segunda referida a toda la realidad presente, o mundo, de forma que se crea un vínculo entre la “madre” y el “mundo”: Katherine, la madre, es una metáfora del mundo. Por eso la misión del protagonista de salvar el presente se entremezcla profundamente con su obsesión por salvar a Katherine y su hijo.
Y su ética humanista brilla en diversos momentos, el principal la escena en que Ives decide no matar a sus amigos tras conseguir el algoritmo: los individuos están siempre por delante de las grandes causas (Sator e incluso Priya representan lo contrario).

En todo caso, mensajes aparte, las varias secuencias “palindrómicas” son un verdadero prodigio, no solo de efectos especiales sino también de concepción. Y el minuto final de la historia clásica de amistad entre el protagonista y Neil conmueve más que los ciento y pico minutos de la poco soportable Nomadland.
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