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Críticas 50
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
9
15 de agosto de 2007
52 de 63 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una magnífica película para ver si acabamos de sufrir un desengaño amoroso muy fuerte. Puede servirnos como estímulo para dejarnos de tonterías y depresiones y volver a ponernos en marcha. ¿Por qué? Pues muy sencillo. Polanski nos muestra en esta historia que el amor incondicional en la vida adulta es casi una utopía. En realidad el amor está siempre contaminado por deseos, egoísmos, intereses personales que no siempre coinciden, y en fin, todo tipo de extrañas curiosidades y apetencias sexuales que una misma pareja no siempre puede satisfacer.
Una extraordinaria puesta en escena para un perverso crucero.
¿Recuerdan la serie "Vacaciones en el mar"?
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Genial la escena en la que Peter Coyote se disfraza de cerdito y Emmanuelle Seigner se enfada con él porque habla.
(Los cerdos no hablan, ya no me lo creo, dice ella)

Cuando estamos enamorados y todo funciona cualquier juego nos parece divertido. Pasado este momento dulce ya no es tan fácil mantener la emoción, y ya no nos hace tanta gracia el "cerdito" o la "cerdita".
Maravilloso el humor negro de Polanski. La vida es cruel. Por eso es mejor reirnos con ella, con la vida, que llorar.
Una peli genial sobre el lado oscuro de las relaciones de pareja.
4 de octubre de 2007
49 de 57 usuarios han encontrado esta crítica útil
El arte que era capaz de crear Mizoguchi con sus crueles historias que pisoteaban el amor verdadero y perpetuaban un mundo injusto donde la felicidad resultaba efímera sigue impresionando hoy en día.
Las imagenes creadas por el maestro japonés con su majestuosa elegancia y ritmo solemne, y que captan a los actores casi siempre en pudorosos planos medios, produce una emoción por momentos desgarradora.
Genial fotografía en blanco y negro, y extraordinaria utilización de las sombras y de las escenas nocturnas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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Al final, cuando los "amantes crucificados", más bien atados, se encaminan en su particular calvario entre la multitud que sólo conoce la parte superficial de la historia de los enamorados, y la cámara nos muestra en un suave movimiento a la pareja cogida de la mano y con los rostros llenos de una felicidad que trasciende la miseria mezquina de los que sólo actuan de cara a la apariencia y de espaldas a lo verdadero, cualquier espectador que todavía crea que el amor en este mundo es posible se llenará de emoción.
18 de agosto de 2007
43 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante y sobre todo emocionante película que reflexiona sobre la influencia del sistema educativo en la sociedad a través de coartar y reprimir en gran medida el potencial individual de los individuos. El título de la crítica lo he tomado de un libro del gran pensador Noam Chomsky, donde éste reflexionaba sobre la influencia perniciosa que la educación académica tenía sobre los niños y jóvenes en Estados Unidos, y sobre la coveniencia de (des)educarse de esa educación que parece impulsarnos a no pensar de manera inteligente y original, sino más bien convertinos en una especie de buenos adultos fabricados en serie, y perfectos para integrarnos en nuestro círculo social y perpetuar eternamente los mismos prejuicios y las mismas relaciones sociales de nuestros antepasados.

Y contra este sistema conservador y represor se enfrenta el profesor interpretado por Robin Williams, que intenta influir en sus alumnos de una manera más sincera y positiva, intentando que busquen lo mejor que hay dentro de ellos mismos para lograr desarrollar el potencial de cada joven del modo más positivo.
Esta lucha -¿eterna?- entre el sometimiento a las normas sociales establecidas, aunque sean crueles o absurdas, y la busqueda de la propia individualidad de cada ser humano, nos obliga a mirar dentro de nosotros mismos.
Seguramente más de una persona recordará su propia educación y (des)educación, en caso de que ésta se haya producido, y se emocionará con esta historia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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Es difícil no llorar con la escena final, cuando el jovencisimo Ethan Hawke se sube a la silla, como apoyo al profesor expulsado, y algunos otros compañeros se suben también en las mesas.
En esa tensión entre los alumnos que suben a las mesas y los alumnos que no lo hacen vivimos todos nosotros.
¿Subirás a la mesa tú?
22 de enero de 2008
36 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Están saliendo en DVD algunas películas de directores como Nomura, Oshima o Mizoguchi que hasta ahora eran difíciles de ver. Aunque seguramente los aficionados al cine japonés estarán ya enterados. "Las hermanas de Gion" es la película más antigua que he visto de Mizoguchi, y sorprende en cierto modo por su crudeza a la hora de exponer temas que más adelante, con distintos matices, se repetirían a lo largo de su filmografía. La calidad de la copia en blanco y negro se resiente del paso del tiempo. El sonido no es demasiado bueno, y algunas imágenes no son perfectamente nítidas; pero salvando estos inconvenientes es una película que merece ser vista. En Japón está considerado uno de los mejores trabajos de este director.
La historia está ambienta en un barrio de Kioto que no es de los más elegantes, y la vida de sus protagonistas, las dos hermanas del título, sirve para ilustrar o captar un cuadro de los usos y costumbres de cierta época y de ciertas mujeres, que en la lucha por la supervivencia, no siempre encontraban el premio a sus esfuerzos o sacrificios.
En las películas de Mizoguchi el dinero está siempre muy presente. La lucha por obtenerlo, el poder que supone poseerlo, o el juego con los sentimientos de los hombres para lograr una posición social o para comprar un vestuario lujoso.
Es una mirada dura sobre la realidad de su tiempo la que se nos muestra aquí.
De las aproximadamente 80 películas que rodó Mizoguchi, sólo han llegado hasta nosotros unas 30 -en 1923 un terremoto destruyó Tokio, y luego vino la guerra-; por eso en cierto modo ésta es una joya arqueológica, y al mismo tiempo nos podemos identificar con los problemas que plantea sin ninguna dificultad, pues son cuestiones que continuan sucediendo hoy en día aunque el escenario haya cambiado.
30 de enero de 2008
40 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este comentario es en recuerdo del gran jugador fallecido hace pocos días. Por ello, igual que esta interesante película, está principalmente dedicada a todos los que conocen el ajedrez, y han disputado alguna vez una gran partida o una serie de choques a lo largo de un campeonato.

La película sigue los pasos de un niño que es genial en el campo de batalla de 64 casillas, y que es capaz de realizar partidas rápidas con adultos prácticamente desde su infancia. Con esos adultos fascinados y apasionados por esas partidas callejeras y no oficiales. Desde luego ésta “En busca de Bobby Fischer” es una obra que aborda un juego que puede llegar a enganchar de un modo insospechado, y en el cual, como bien sabía Fischer –el excéntrico, ingenioso y mordaz jugador-, se desata una guerra cruenta y destructiva, donde cada movimiento puede llevar al adversario a una derrota casi tan devastadora como si nos disparasen a la cabeza en un campo de batalla real.
Al final el niño protagonista tendrá que enfrentarse a ese otro niño de aspecto despiadado e invencible. Y la incertidumbre de saber si podrá derrotarlo crea un buen suspense en el espectador. Un película muy interesante.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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Volviendo a Fischer; ¿qué decir de este genial jugador? Pues quizás que era tan clarividente y astuto cuando se trataba de jugar dentro del tablero, como imprudente, inadecuada y destructiva era su conducta en el mundo real. Los buenos jugadores de ajedrez saben que a veces tenemos que retroceder un paso y devolver una pieza a la casilla de la que no debimos sacarla, para seguir teniendo posibilidades de ganar la partida. Lo contrario; empecinarnos en ganar el juego siguiendo la misma estrategia, es sencillamente suicida. En el mundo real sucede lo mismo, pero Fischer tenía en el mundo real la torpeza e imprudencia de la que nunca pecó dentro del tablero, donde no se le escapaba ningún movimiento. Así se entiende que odiase a su madre por ser comunista, o a los americanos por ser americanos, o a los judíos, pese a que tenía sangre judía en sus venas. ¿Pero realmente los odiaba? ¿O más bien era un excéntrico y un paranoico de mucho cuidado que no se sabía muy bien si decía algo en serio o si se reía de nosotros? ¿Cómo interpretar que al poco de caer las torres gemelas dijese que Estados Unidos se merecía eso y más? ¿No suena un poca a ganas de provocar?
Pero claro, estas actitudes Fischer las pagó con creces, y tras disputar esa partida de ajedrez contra Boris Spaski en la década de los noventa, tuvo que vivir exiliado y amenazado por su propio gobierno. Por suerte, tras un paso por Japón, recibió asilo político en Islandia, donde años antes había terminado con la supremacía en el ajedrez de los soviéticos.

Entre sus partidas más admiradas es significativa una de sus aperturas contra Spaski. Fischer realizó un movimiento con el que sólo había arrancado una vez en toda su vida –pues era muy arriesgado- y con el que desconcertó a todos los que seguían la partida. Era un movimiento que parecía suicida. Una apertura que en otras manos le habría llevado a la derrota segura, y sin embargo, en manos de Fischer se convirtió en una obra de arte con la que encerró y derrotó a su contrincante. Sorprendido y aturdido por el inusual e innovador planteamiento que le convertía en cazador cazado.

Tras su muerte, Kasparov –al que Fischer decía odiar tanto como a Karpov- fue interrogado sobre el rumor que circulaba en relación a una partida disputada entre ellos dos en la red, y sobre el nombre del vencedor. Kasparov dijo que efectivamente había jugado contra Fischer, pero que decir si derrotó a su rival, o si la partida terminó en tablas, era en último caso banal, pues ahora estaba centrado en sus actividades políticas y sus batallas eran otras.


Quizás Fischer siga jugando al ajedrez en el cielo, o simplemente esté tumbado observando una bonita puesta de sol; sólo que ahora lo hará desde una dimensión o perspectiva diferente.
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