You must be a loged user to know your affinity with NAPS
Críticas ordenadas por utilidad
Movie added to list
Movie removed from list
An error occurred

6,3
18.953
8
14 de febrero de 2011
14 de febrero de 2011
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Appaloosa viene para resucitar las cenizas de los grandes clásicos ya olvidados. Con una estética renovada pero con ese aura de sofocante calor y los labios agrietados de la sed; el señor Harris consigue retratarnos ese viejo oeste salvaje en el que los actores no son más grandes que los sombreros que llevan puestos (Véase a Hugh tetitas Jackman).
Es indispensable una fotografía cuidada y una composición de planos que permita dialogar al ojo del espectador con la película sin que nadie tenga que hablar en la pantalla, y eso, lo consigue.
La fotografía de Dean Semler mantiene un bonito juego simétrico de cruces de miradas que llega a su máximo exponente cuando los dos protagonistas se quedan solos. Se puede apreciar cómo la imagen habla por sí sola, la composición del plano es perfecta medida y calculada. Los claro oscuros ayudan a dar dramatismo a una cinta que lejos de los convencionalismos del new western de color amarillo pollo (del desierto), ofrecen al espectador una visión fría y sin escrúpulos de un lugar caluroso y salvaje.
Una medida, a mi juicio, muy acertada por parte de Ed Harris, ha sido salpicar la cinta de momentos cruciales cargados de tensión en los que no hace falta que se descargue ni una sola bala, es ahí donde está el espíritu del legendario western, la historia, altibajos en una curva de interés que determinarán el duelo final.
Quizás un punto en su contra sea la manera de resolver los duelos que, a juego con los tiempos que vivimos, es rápida, inesperada, cruda y voluble. Por suerte, conserva aun los largos prolegómenos que hicieran famoso a todo duelo del oeste. Hay que remarcar la crítica al western tradicional y despilfarrador de balas que se hace en cierta ocasión.
La pareja de protagonistas es simbiosis pura, no puede existir uno sin el otro. Si se rompe la pareja uno morirá y el otro vagará sin rumbo, para lo cual la entrada de Reneé Zellweger es fundamental, que a dúo con Jeremy Irons en su inmortal papel de secundario, harán de jueces y verdugos de las acciones de Virgil Cole y Everett Hitch mientras todo se tambalea en un castillo de naipes que nunca fue demasiado estable.
La música es escueta y casi inexistente, se podría decir que pasa inadvertida a través de esa gran llanura llena de cactus, opción que es de agradecer. Lejos de las harmónicas de Ennio Morricone que tan mal encajan hoy día en cualquier producción con cierta carga de violencia.
Recomendación encarecida.
El punto: Everett: — ha sido rápido...
Virgil: — todos sabíamos disparar...
Nota: 8
"Obviamente es la heredera de dos hombres y un destino"
Es indispensable una fotografía cuidada y una composición de planos que permita dialogar al ojo del espectador con la película sin que nadie tenga que hablar en la pantalla, y eso, lo consigue.
La fotografía de Dean Semler mantiene un bonito juego simétrico de cruces de miradas que llega a su máximo exponente cuando los dos protagonistas se quedan solos. Se puede apreciar cómo la imagen habla por sí sola, la composición del plano es perfecta medida y calculada. Los claro oscuros ayudan a dar dramatismo a una cinta que lejos de los convencionalismos del new western de color amarillo pollo (del desierto), ofrecen al espectador una visión fría y sin escrúpulos de un lugar caluroso y salvaje.
Una medida, a mi juicio, muy acertada por parte de Ed Harris, ha sido salpicar la cinta de momentos cruciales cargados de tensión en los que no hace falta que se descargue ni una sola bala, es ahí donde está el espíritu del legendario western, la historia, altibajos en una curva de interés que determinarán el duelo final.
Quizás un punto en su contra sea la manera de resolver los duelos que, a juego con los tiempos que vivimos, es rápida, inesperada, cruda y voluble. Por suerte, conserva aun los largos prolegómenos que hicieran famoso a todo duelo del oeste. Hay que remarcar la crítica al western tradicional y despilfarrador de balas que se hace en cierta ocasión.
La pareja de protagonistas es simbiosis pura, no puede existir uno sin el otro. Si se rompe la pareja uno morirá y el otro vagará sin rumbo, para lo cual la entrada de Reneé Zellweger es fundamental, que a dúo con Jeremy Irons en su inmortal papel de secundario, harán de jueces y verdugos de las acciones de Virgil Cole y Everett Hitch mientras todo se tambalea en un castillo de naipes que nunca fue demasiado estable.
La música es escueta y casi inexistente, se podría decir que pasa inadvertida a través de esa gran llanura llena de cactus, opción que es de agradecer. Lejos de las harmónicas de Ennio Morricone que tan mal encajan hoy día en cualquier producción con cierta carga de violencia.
Recomendación encarecida.
El punto: Everett: — ha sido rápido...
Virgil: — todos sabíamos disparar...
Nota: 8
"Obviamente es la heredera de dos hombres y un destino"

6,2
17.417
5
20 de abril de 2018
20 de abril de 2018
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gracias que aún quedan por hacer millones y millones de películas que no tienen nada que ver con los superhéroes, las series de Netflix, los absurdos reinicios de sagas o los remakes de grandes obras; no ocurre lo mismo con las películas que tienen por temática la Segunda Guerra Mundial.
Superado el primer escollo. El segundo hace que ponerse de nuevo en la piel de un Brad Pitt militar, que no nos importa demasiado gracias a su escaso abanico de interpretaciones, sea un mero paseo y podamos por lo menos, disfrutar de una Marion Cotillard que juega entre lo existencial y lo cotidiano bastante bien.
El guión es absurdamente necesario para destacar entre las películas de hoy día. Se agradece que no tenga un sinfín de giros siniestros y rocambolescos, está bastante comedido y a veces resulta plano, no llegando a lo enfermizo. Es más, quizá algo falto de punch, pero sobrio y resuelve. En ese sentido Zemeckis cumple.
En cuanto a la fotografía la cosa cambia. Infinitamente lleno de detalles, los planos de la escuela Amblin, han abandonado el buen hacer de sus fotógrafos. Resulta hilarante cómo la pantalla está absolutamente llena de "cosas" todo el tiempo. A ratos, se hace abrumadora la innecesaria cantidad de objetos que se mueven por la escena. Entre un primer plano, un segundo y un plano fondo, hay miles de objetos moviéndose innecesariamente. La composición no es eso. Quiere ser tan perfecta que pincha en imagen. Incluso le fatla suciedad, credibilidad, algo que no sea "nuevo viejo"; hasta cuando se despeinan lo hacen ordenadamente, cosa que me molesta de más, porque lo comparan con el teatro. Ay.
Se echa en falta un poco de profundidad en los personajes, queda claro quiénes y cómo son, pero sus argumentos están estrechamente ligados al final del film, cosa que, si no tienes cuidado al rodarlo, puede perder credibilidad y fuerza (cosa que ocurre aquí) y en consecuencia, interés.
El punto: Escena de fiesta en la embajada: maravillosamente rodada. Lástima que sea todo de plástico.
Nota: 5 pasable sí, pero innecesaria
El cine bélico no necesita reinventarse. Zemeckis cumple por ser Zemeckis y por eso no convence.
Superado el primer escollo. El segundo hace que ponerse de nuevo en la piel de un Brad Pitt militar, que no nos importa demasiado gracias a su escaso abanico de interpretaciones, sea un mero paseo y podamos por lo menos, disfrutar de una Marion Cotillard que juega entre lo existencial y lo cotidiano bastante bien.
El guión es absurdamente necesario para destacar entre las películas de hoy día. Se agradece que no tenga un sinfín de giros siniestros y rocambolescos, está bastante comedido y a veces resulta plano, no llegando a lo enfermizo. Es más, quizá algo falto de punch, pero sobrio y resuelve. En ese sentido Zemeckis cumple.
En cuanto a la fotografía la cosa cambia. Infinitamente lleno de detalles, los planos de la escuela Amblin, han abandonado el buen hacer de sus fotógrafos. Resulta hilarante cómo la pantalla está absolutamente llena de "cosas" todo el tiempo. A ratos, se hace abrumadora la innecesaria cantidad de objetos que se mueven por la escena. Entre un primer plano, un segundo y un plano fondo, hay miles de objetos moviéndose innecesariamente. La composición no es eso. Quiere ser tan perfecta que pincha en imagen. Incluso le fatla suciedad, credibilidad, algo que no sea "nuevo viejo"; hasta cuando se despeinan lo hacen ordenadamente, cosa que me molesta de más, porque lo comparan con el teatro. Ay.
Se echa en falta un poco de profundidad en los personajes, queda claro quiénes y cómo son, pero sus argumentos están estrechamente ligados al final del film, cosa que, si no tienes cuidado al rodarlo, puede perder credibilidad y fuerza (cosa que ocurre aquí) y en consecuencia, interés.
El punto: Escena de fiesta en la embajada: maravillosamente rodada. Lástima que sea todo de plástico.
Nota: 5 pasable sí, pero innecesaria
El cine bélico no necesita reinventarse. Zemeckis cumple por ser Zemeckis y por eso no convence.

6,8
83.534
7
22 de febrero de 2011
22 de febrero de 2011
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El ataque masivo por parte del marketing, agresivo y sin piedad, de El Último Samurai continúa hoy en nuestros días vendiendo versiones en mil formatos distintos y ediciones coleccionista cuando películas similares, más oscarizadas, como por ejemplo Gladiator, ya no se comen ni un colín.
En otro cajón aparte, la cinta de Edgard Zwick es el resultado de un trabajo muy cuidado y con diferencia alejado de los modernismos cinematográficos que inundan las estanterías. Cierto es que es una historia trillada a más no poder, el síndrome de Estocolmo nos deja muy buenos guiones pero éste no es uno de ellos. La floritura reflexiva no ayuda nada a un texto que cuando alcanza sus más altas cotas de brillantez, se cae por su propio peso ante una secuencia predecible, y más de un combate.
Sin embargo, el film rebosa esmero, la cinematografía es excelente manteniendo en toda la cinta una fotografía ejemplar, recupera los grandes encuadres clásicos y nos lleva hacia atrás junto con la cámara para dar una perspectiva más adecuada sin adornarlo todo de cambios de fotograma cada dos segundos. Hasta ahí, impecable.
Lástima que el protagonista de la película tenga que ser Tom Cruise, que es cierto que no es uno de sus peores papeles, pero el peso que tiene su figura hace caer un poco el listón de toda la producción. Tom Cruise hace muy bien de Tom Cruise y su cara ya es señal de: “…me he gastado una fortuna en esta producción, que quede constancia…” Su cara de cartón piedra no puede contra el gesto de estupefacción de Ken Watanabe cuando descubre acercamientos con la cultura occidental. Si es que, no somos tan distintos.
A nivel musical, parece que el señor Hans Zimmer, qué sorpresa, se ha bajado el listón también, a mí parecer, algo necesario puesto que hasta la fecha su trabajo se estaba vanagloriando y regodeando en su propia mortaja. Las producciones de Hans Zimmer comenzaban a ser épicas óperas de metal sonando bajo el murmullo de una percusión progresiva, ergo, estaba copiando la banda sonora de La Roca una y otra vez. En El último Samurai, la música es un campo de cultivo para una buena acción cinematográfica, sin excesivas salidas de tono porque no son requeridas y el silencio a veces se agradece cuando llega, por eso, porque llega. Lejos de inmiscuirse en la cultura nipona, lo que evidencia lo exasperante que puede llegar a ser el señor Zimmer, arriesga más bien poco con los trazos étnicos de la grabación, es un track más cercano a un Cold Mountain que a una historia desarrollada en Japón.
Por lo demás, El Último Samurái es una película altamente recomendable puesto que entretiene y es de una muy bella factura. Tiene los contras habituales del cine épico moderno y americano pero una muy buena realización.
El punto: Rebosa buen hacer y expectativas como las croquetas de la abuela.
Nota: 7
Es como mezclar la rectitud de las batallas inglesas con un poco de historia y un peli de Zhang Yimou.
En otro cajón aparte, la cinta de Edgard Zwick es el resultado de un trabajo muy cuidado y con diferencia alejado de los modernismos cinematográficos que inundan las estanterías. Cierto es que es una historia trillada a más no poder, el síndrome de Estocolmo nos deja muy buenos guiones pero éste no es uno de ellos. La floritura reflexiva no ayuda nada a un texto que cuando alcanza sus más altas cotas de brillantez, se cae por su propio peso ante una secuencia predecible, y más de un combate.
Sin embargo, el film rebosa esmero, la cinematografía es excelente manteniendo en toda la cinta una fotografía ejemplar, recupera los grandes encuadres clásicos y nos lleva hacia atrás junto con la cámara para dar una perspectiva más adecuada sin adornarlo todo de cambios de fotograma cada dos segundos. Hasta ahí, impecable.
Lástima que el protagonista de la película tenga que ser Tom Cruise, que es cierto que no es uno de sus peores papeles, pero el peso que tiene su figura hace caer un poco el listón de toda la producción. Tom Cruise hace muy bien de Tom Cruise y su cara ya es señal de: “…me he gastado una fortuna en esta producción, que quede constancia…” Su cara de cartón piedra no puede contra el gesto de estupefacción de Ken Watanabe cuando descubre acercamientos con la cultura occidental. Si es que, no somos tan distintos.
A nivel musical, parece que el señor Hans Zimmer, qué sorpresa, se ha bajado el listón también, a mí parecer, algo necesario puesto que hasta la fecha su trabajo se estaba vanagloriando y regodeando en su propia mortaja. Las producciones de Hans Zimmer comenzaban a ser épicas óperas de metal sonando bajo el murmullo de una percusión progresiva, ergo, estaba copiando la banda sonora de La Roca una y otra vez. En El último Samurai, la música es un campo de cultivo para una buena acción cinematográfica, sin excesivas salidas de tono porque no son requeridas y el silencio a veces se agradece cuando llega, por eso, porque llega. Lejos de inmiscuirse en la cultura nipona, lo que evidencia lo exasperante que puede llegar a ser el señor Zimmer, arriesga más bien poco con los trazos étnicos de la grabación, es un track más cercano a un Cold Mountain que a una historia desarrollada en Japón.
Por lo demás, El Último Samurái es una película altamente recomendable puesto que entretiene y es de una muy bella factura. Tiene los contras habituales del cine épico moderno y americano pero una muy buena realización.
El punto: Rebosa buen hacer y expectativas como las croquetas de la abuela.
Nota: 7
Es como mezclar la rectitud de las batallas inglesas con un poco de historia y un peli de Zhang Yimou.

6,4
740
8
7 de enero de 2014
7 de enero de 2014
Sé el primero en valorar esta crítica
Pie de página no es una película sencilla. En ciertos países, en el que incluyo el nuestro, puede haber sido malinterpretada y creo que su importancia radica en la necesidad de comprender el fenómeno judío en sí. En nuestro país el elemento judío ha desaparecido casi por completo y se ha cubierto con una gran capa de arena y barro que ha conseguido llevar a la ignorancia al 90% de la población. Sin ese concepto es imposible alcanzar clímax alguno en el visionado de Pie de página.
Pie de página es una acto de rebeldía a lo judío desde dentro. No a la religión en sí, no a las creencias ni a las formas de vida que implican el método judío. Ese acto de rebeldía se fundamenta en el bastión que el judaismo tiene en su eterna parafernalia y ritual. Hay que recordar que la base de la religión judía es la palabra. La palabra lo forma todo y lo transmite todo. La torá es palabra y se canta y se recita; se enseña desde niños que la palabra es la llave, es ahí donde está el origen de Pie de página. Sabiendo ésto, la película va adquiriendo ese tono sarcástico y ácido que la hace prácticamente perfecta. Es un retrato esperpéntico de lo absolutamente enreversada que puede ser la realidad judía del día a día. Algo que a nosotros nos parece muy lejano.
Basada en la palabra, lo mejor que puede hacer un judío por su comunidad es dedicarse por entero en alma y espíritu al análisis de sus escrituras, su historia, su orígen; esos son los verdaderos héroes, los que encuentran párrafo a párrafo y versículo tras versículo la iluminación. Por ese motivo el análisis ridículo que ofrece Pie de página se convierte en un canto magno a la mediocridad de ese sector que le brinda a la palabra y a las escrituras más importancia que a sus propios padres o hijos.
Adornada de una fotografía elocuente y consecuente y un lenguaje audiovisual que ralla en lo moderno, la obra toma un carácter autobiográfico de la sociedad judía que es delicioso. Lo inverosímil de las situaciones, los planteamientos forzados y las resoluciones autoritarias plagan esta cinta que debería ser de obligado visionado para aprender humanidad.
Es realmente un canto muy humilde y una fotografía de Instagram de lo judío.
El punto: Lo enreversado de una mísera nota al pie.
Nota: 8
Autoretratos dignos de la meca del cine.
Pie de página es una acto de rebeldía a lo judío desde dentro. No a la religión en sí, no a las creencias ni a las formas de vida que implican el método judío. Ese acto de rebeldía se fundamenta en el bastión que el judaismo tiene en su eterna parafernalia y ritual. Hay que recordar que la base de la religión judía es la palabra. La palabra lo forma todo y lo transmite todo. La torá es palabra y se canta y se recita; se enseña desde niños que la palabra es la llave, es ahí donde está el origen de Pie de página. Sabiendo ésto, la película va adquiriendo ese tono sarcástico y ácido que la hace prácticamente perfecta. Es un retrato esperpéntico de lo absolutamente enreversada que puede ser la realidad judía del día a día. Algo que a nosotros nos parece muy lejano.
Basada en la palabra, lo mejor que puede hacer un judío por su comunidad es dedicarse por entero en alma y espíritu al análisis de sus escrituras, su historia, su orígen; esos son los verdaderos héroes, los que encuentran párrafo a párrafo y versículo tras versículo la iluminación. Por ese motivo el análisis ridículo que ofrece Pie de página se convierte en un canto magno a la mediocridad de ese sector que le brinda a la palabra y a las escrituras más importancia que a sus propios padres o hijos.
Adornada de una fotografía elocuente y consecuente y un lenguaje audiovisual que ralla en lo moderno, la obra toma un carácter autobiográfico de la sociedad judía que es delicioso. Lo inverosímil de las situaciones, los planteamientos forzados y las resoluciones autoritarias plagan esta cinta que debería ser de obligado visionado para aprender humanidad.
Es realmente un canto muy humilde y una fotografía de Instagram de lo judío.
El punto: Lo enreversado de una mísera nota al pie.
Nota: 8
Autoretratos dignos de la meca del cine.
20 de abril de 2018
20 de abril de 2018
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Puede que el título lo diga todo pero es que creo que hay darle a Kenneth Branaghn lo que es de Kenneth Branagh, y de Kenneth Branagh es que ha hecho una película de una película, de una película, de un libro que sencillamente es el reflejo de las donaciones de productores y productoras por su más bien, buena amistad para con él, pero que sencillamente es "borrable" de la historia del cine.
No digo, con ello, que sea necesario explícitamente eliminarla, pero si ponerse detrás de las cámaras implica sacarle los colores a todo lo que hay en escena, hasta hacer que la caja de Godiva que era la versión de Lumet se convierta en, apenas, una caja roja de nestlé; quizá tengamos que preguntarnos a qué estamos jugando.
Está claro que el fuerte de este Orient Express no es su guión (cuando debería) y que el fuerte de su director no es el papel de Poirot (que debería también) pero amedrentar al espectador con tamaña sucesión de planos pictóricos, renderizados sin importar nada el resultado, como si Wes Anderson se hubiera ido de tripi cuando le tocaba etalonar el film, no creo que sea la mejor manera de referenciar una obra de culto como es la versión de Lumet. Es más, creo que el film entronca con la sucesión de películas "pictóricas" que realmente quedan mudas ante lo innecesario de su lenguaje hablado. Más cuando se las presupone lúcidas y elocuentes y terminan siendo banales catervas de diálogos trenzado con bastante mal hacer.
Tiene un par de destellos a la hora de coger la cámara y colocarla en lugares osados. Lo que siempre está bien, pero no tiene porque acertar o ser bueno siempre. Se me diluye antagónica copia excéntrica de lo que en antaño fue una obra maestra, muriendo con ella, toda una gran época de hacer cine y hacerlo en serio, no en serie.
El punto: Ver cómo un desfile de estrellas llena la pantalla sin decir absolutamente nada.
Nota: 6 tirando a 3
Es interesante en su hacer, no en su ejecución.
No digo, con ello, que sea necesario explícitamente eliminarla, pero si ponerse detrás de las cámaras implica sacarle los colores a todo lo que hay en escena, hasta hacer que la caja de Godiva que era la versión de Lumet se convierta en, apenas, una caja roja de nestlé; quizá tengamos que preguntarnos a qué estamos jugando.
Está claro que el fuerte de este Orient Express no es su guión (cuando debería) y que el fuerte de su director no es el papel de Poirot (que debería también) pero amedrentar al espectador con tamaña sucesión de planos pictóricos, renderizados sin importar nada el resultado, como si Wes Anderson se hubiera ido de tripi cuando le tocaba etalonar el film, no creo que sea la mejor manera de referenciar una obra de culto como es la versión de Lumet. Es más, creo que el film entronca con la sucesión de películas "pictóricas" que realmente quedan mudas ante lo innecesario de su lenguaje hablado. Más cuando se las presupone lúcidas y elocuentes y terminan siendo banales catervas de diálogos trenzado con bastante mal hacer.
Tiene un par de destellos a la hora de coger la cámara y colocarla en lugares osados. Lo que siempre está bien, pero no tiene porque acertar o ser bueno siempre. Se me diluye antagónica copia excéntrica de lo que en antaño fue una obra maestra, muriendo con ella, toda una gran época de hacer cine y hacerlo en serio, no en serie.
El punto: Ver cómo un desfile de estrellas llena la pantalla sin decir absolutamente nada.
Nota: 6 tirando a 3
Es interesante en su hacer, no en su ejecución.
Más sobre NAPS
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here