Haz click aquí para copiar la URL
España España · Sabadell
You must be a loged user to know your affinity with DrChandra
Críticas 16
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
21 de diciembre de 2018 4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bajo ese improbable nombre que, de entrada, ciertamente puede desconcertar y hasta desmotivar al espectador (quizá por eso en algunos países decidieron subtitularla como el tema principal de su banda sonora, 'city of stars'), se esconde la que a juicio de muchos es una de las no muchas obras maestras que el cine comercial ha alumbrado en los últimos años. Y sí, 'La La Land' es una pequeña gran joya. Pequeña porque cuenta con un presupuesto relativamente modesto de 30 millones USD, y a la vez grande por su ambición, porque aspira a homenajear nada más ni nada menos que a buena parte del musical cinematográfico hollywoodense. Y lo consigue, con: 1. Una puesta en escena que ya nos deja sin aliento nada más empezar, mediante ese deslumbrante plano secuencia con que se inaugura el metraje ("Another day of sun"), que solo por él Chazelle ya casi merecía el Oscar; 2. Esa trama simple (no confundir con tontorrona) construida a partir de la excelente partitura de Justin Hurwitz y las letras de Benj Pasek y Justin Paul; y 3. El hilo conductor del jazz, siempre el jazz...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Los personajes, tan humanos que resulta difícil no identificarse con ellos, se obstinan en sueños imposibles, o casi, y eso es precisamente lo que los reúne y, finalmente, termina por separarlos, y en el mientras tanto sufren, caen, se dan de bruces, se levantan, bailan y hasta vuelan (literalmente) a través de un universo tan irreal como mítico... pero, qué sería de nuestras vidas sin los mitos?? Y ahí está el clásico de Nicholas Ray para dar buena cuenta de ello. Rebeldes (supuestamente) sin causa...
El amante del cine en general y del clásico en particular encontrará a lo largo de la cinta incontables guiños a esa forma de hacer cine que (como el jazz en estado puro) se está muriendo, lo que convierte al filme de Chazelle en "una película como las de antes" pero en un contexto actual, lo cual no deja de constituir un anacronismo, tema con el que continuamente coquetea el guión del propio Chazelle. Y los fans del musical la gozarán de principio a fin reconociendo un referente tras otro en los sucesivos números, desde Ginger y Fred a 'Grease', pasando por 'An american in Paris', por citar solo algunos de los más evidentes...
Pero si recomiendo esta película a alguien es precisamente a aquellos que dicen no gustar de los musicales. Déjense vacunar contra los prejuicios e ingresen en esta "ciudad de las estrellas"... y tocarán el cielo, el del BUEN CINE, así, con mayúsculas.
28 de enero de 2020 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El nuevo filme de Fernando Meirelles, un director siempre comprometido con la causa humanista, aborda en esta ocasión uno de los hechos más insólitos en la historia de la Iglesia Romana: el doble papado “de facto” en que se ha instalado desde la renuncia de Benedicto XVI al trono de Pedro. Fiel a su estilo, Meirelles no busca tanto ofrecer al espectador un documento esclarecedor de las causas y las consecuencias de la histórica renuncia de Ratzinger en febrero de 2013, tras un breve y polémico papado de ocho años (aunque en la película se trate de dar pistas sobre ello), sino confrontar, a través de la dimensión teológica pero, sobre todo, humana de los protagonistas (el susodicho Benedicto XVI y el cardenal Jorge Mario Bergoglio, futuro Papa Francisco), dos visiones diferentes e inicialmente opuestas de la Iglesia y del mundo.

Aunque la película “se vende” como basada en hechos reales, y el propio Meirelles defiende que la mayor parte de los diálogos están acreditados en libros y entrevistas, insisto en que no creo que ése, el de convertirse en un documento fidedigno de los motivos de renuncia de uno o de aceptación del otro, sea el verdadero interés. Ni siquiera creo que el principal objetivo del director, declarado “fan” de Francisco, sea el de “blanquear” la imagen del actual Papa, aún muy controvertida en su país natal (como el propio personaje reconoce en una de las líneas de diálogo) a raíz de lo acontecido durante la cruenta dictadura argentina de finales de los 70, hechos cuya narración trasciende en la trama. Tampoco creo que, como se ha criticado en algunos foros, el filme apueste por una presentación esquemática y maniquea de sus protagonistas, lo cual creo que es un reduccionismo que demuestra no haber entendido nada.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Quiero remarcar lo de “inicialmente opuestas” del primer párrafo porque, de forma inteligente, el director plantea la historia como un diálogo de principio a fin entre los protagonistas, el cual se va desarrollando en cada uno de sus encuentros desde el momento en que el cardenal Bergoglio viaja a Roma con la idea de obtener permiso papal para jubilarse. Este diálogo parte del más absoluto y recíproco escepticismo personal, manifestado en sus diametralmente opuestas visiones sobre la doctrina católica, visiones bien conocidas por el gran público, cerrada y conservadora en el caso de Benedicto XVI, modernizadora y abierta en el caso de Francisco. Pero, ahí viene lo interesante, cuando a medida que avanza la película y nos alejamos del personaje, también va aflorando más la persona: tanto Ratzinger como Bergoglio se muestran en su faceta más humana e íntima, más de “ir por casa”, con su pasado, con sus temores, sus debilidades, dudas y culpas, y es entonces cuando su diálogo se torna más sincero, al punto que se conceden mutuamente un improvisado y emotivo sacramento de confesión. Logran de algún modo empatizar para darse cuenta de que, a pesar de la distancia que media en su pensamiento, tienen más en común de lo que hubieran jamás imaginado… es ahí cuando lo que inicialmente estaba confrontado ahora aparece como complementario, caras de una verdad poliédrica…

“A menudo nos sentimos perdidos, la noche oscura del alma” comenta un Ratzinger cansado y extrañamente condescendiente con su interlocutor (dicho sea, inconmensurables Hopkins y Pryce). Esa oscuridad, que puede presentarse en nuestras vidas, en la de cualquiera de nosotros seamos o no creyentes, de mil maneras distintas (como sentimiento de culpa por un error que causó un daño irreparable, como crisis de fe o existencial, como falta de valor para hacer lo que crees que debes en un momento dado, etc.) no es ajena tampoco a los ministros del Señor. “¡Usted es humano!” le espeta Ratzinger a un Bergoglio compungido, recordándole esa cualidad inherente del que está en Dios, pero no es Dios. ‘Errare humanum est’, pero lo que aún nos humaniza más es reconocer nuestros errores, y lo que nos acerca a Dios, porque nos hace humildes y nos aleja de nuestra proverbial soberbia, es aprender a perdonarnos, a nosotros, y entre nosotros. Y de eso es justamente de lo que creo que va realmente la película, su auténtico mensaje, el mensaje primordial del cristianismo por cierto: de cómo a través de un diálogo sincero podemos alcanzar ese perdón, que no es sino la luz que nos guía en esa “noche oscura del alma” hacia nuestra redención, hacia nuestra reconciliación con Dios. Como nos transmite la mística de San Juan de la Cruz, la noche solo es oscura cuando se apaga en nuestros corazones la llama de la fe. Una auténtica lección de humanidad (y también de fe) para nuestros días convulsos, a menudo instalados en la bronca permanente y la defensa a ultranza de unas supuestas esencias que la mayor parte de veces no obedecen sino a egos personales.
Glee (Serie de TV)
Serie
Estados Unidos2009
6,4
11.021
Ryan Murphy (Creador), Brad Falchuk (Creador) ...
10
21 de diciembre de 2019 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
De entrada debo confesar que soy un “gleek”, es decir, un fan incondicional de la serie. Así pues, reconozco que esta reseña no sea todo lo objetiva que supuestamente debiera. En este particular contexto entenderán que diga que no es la mejor serie que he visto, pero sí, con diferencia, la mejor que he vivido. Porque hay series que las ves y te deslumbran con la trama, o los personajes, o los efectos, o las trampas, pero que al cabo de una semana has olvidado completamente; y hay otras que las vives, que las incorporas a tu día a día y casi se convierten en un miembro más de tu familia con quien compartes la alegría y el gozo de vivir, los recuerdos y las nostalgias de tiempos que tal vez (solo tal vez) fueron mejores, el sabor amargo de las derrotas, o el júbilo absoluto de las victorias, cuando creímos que podíamos comernos el mundo sin empacharnos.

Series como Glee llegan a convertirse en un rito necesario para redimirse de la insoportable levedad del ser, o mejor dicho, del no ser nada, nunca, nadie, en los momentos en que el fracaso (o la sensación de fracaso) nos destruye por dentro y nos hunde en nuestras propias miserias… Y Glee está ahí, también para mostrarnos y demostrarnos que los crochés que la vida nos sacude cuando menos los esperamos pueden ser aliviados, como en un auténtico milagro, con la presencia de un compañero y su don de la palabra, con su gesto preciso en el momento adecuado: “Pero siempre hay algo, todos tenemos algo que puede colocarnos al borde [del precipicio]”, dice el profesor Shue a sus pupilos cuando les cuenta que una vez, siendo adolescente como ellos, estuvo tentado de suicidarse (T3, E14)… Pero no lo hizo: “Fijaos en lo que me habría perdido, nunca os habría conocido…”.

Porque esta serie es eminentemente un canto a la amistad, a la superación, a la voluntad de vivir, a la inclusión, una terapia para redimir nuestras mentes “enfermas” de telerrealidad, pero también, por desgracia, de “sobrerrealidad”, que es la más irreal de las realidades. Y por supuesto, es una catarsis musical (si amas la música, amarás Glee) en la que con inusitada frecuencia las versiones, en las voces de los magníficos intérpretes del elenco (me fascina la versátil voz de Blaine -Darren Criss-) y las adaptaciones de los arreglistas, superan con creces a los originales, y prueba, a quien tuviera alguna duda, el increíble poder sanador de una canción.

Glee es, en definitiva, una maravillosa fábula humanista que nos anima a empoderarnos de nuestras vidas, con ironía, algo de crítica socio-política (muy en la línea de los Simpson) y cierta mala baba, sí, pero sin herir nunca sensibilidades. Es una comedia que a veces, inesperadamente, da un vuelco a drama, un relato a menudo disparatado y con muchos toques de exquisito humor absurdo, sobre todo el que rezuman las situaciones creadas en torno a ese gran rol interpretado por Jane Lynch -Sue Sylvester- (némesis imprescindible del “profe” Will Shuester), personaje del que la serie es gran deudora, véase sino cómo se resiente su nivel en la 5ª temporada.

Al fin, Glee dignifica con creces un subgénero maltratado, el de las a menudo tontorronas comedias sobre las High School estadounidenses. Claro que no es perfecta, quien quiera ver sus imperfecciones las encontrará, pero su gran valor se resume en los textos de las placas que presiden el auditorio del instituto de artes McKinley: abriéndonos a la alegría de la música, del canto, de la danza, de las artes en definitiva, estamos convidados a ver el mundo no como es, sino como creemos que debiera ser… Al final, todo, absolutamente todo, depende de nuestra mirada. Glee, como antes lo fuera también la otra gran serie de su creador Ryan Murphy, me refiero a Nip/Tuck, es un compendio de filosofía sobre la vida misma.
21 de mayo de 2018 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La aparente ‘extraña desaparición’ de la Legio VIIII ‘Hispana’ al norte de la inhóspita provincia de Britania hacia el 120 d.C., hecho sobre el cual los historiadores no se ponen de acuerdo aunque es probable que algo sucediera ahí con ella, ha desatado la imaginación de escritores y guionistas tras la resurrección del ‘péplum’ a raíz del éxito de “Gladiator”, y ha sido tema de varias películas, entre ellas “La última Legión” (2007), “La Legión del águila” (2011) y ésta “Centurión” de 2010.
Lo cierto es que históricamente esta legión, que al parecer fue fundada en Hispania por Pompeyo (de ahí su sobrenombre) y estuvo bajo el mando de Julio César y Octavio Augusto, combatió en algunas de las batallas claves de la historia de Roma y su final es incierto, aunque las hipótesis más extendidas son que terminó sus días de servicio bajo el reinado de Adriano en Judea hacia el 130 d.C., o bien bajo el reinado de Marco Aurelio en Armenia hacia el 160 d.C., con una sonada derrota en cualquiera de los casos.
Historia al margen, “Centurión”, que opta por ahondar en la leyenda de la conquista de la brumosa Caledonia (actual Escocia) a sus aguerridos moradores, las tribus pictas, termina siendo, más que una de romanos ‘al uso’ con multitudinarias y tumultuosas batallas o agrios debates senatoriales, un entretenido ejercicio de ‘caza al hombre’ y lucha por la supervivencia en condiciones extremas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Michael Fassbender como centurión Quinto Dias se luce física e interpretativamente y se acompaña de un enérgico y heroico Dominic West en el papel de general de la IX legión Tito Flavio Virilo (personaje real del que parece haber constancia que seguía sirviendo en el ejército a la edad de 70… no mucho que ver, pues, con lo que acaece en el filme), y de una belicosa (pero bella) Olga Kurylenko como Etain, la muda y traicionera (desde el POV de los romanos) exploradora picta.
A destacar también una fotografía en tonos fríos gris azulados que potencia la hosquedad del ambiente y contrasta con el rojo sangre que salta a borbotones en las escenas más gore, exceso del todo innecesario a mi juicio, pero la sombra de los espartanos "300" es alargada. Aunque incurre en ciertos anacronismos (como el del legado Cneo Julio Agricola, quien en realidad gobernó Britania 40 años antes del tiempo en que transcurren los acontecimientos del filme), la película brinda una idea de la dura vida de los legionarios destacados en la que fuera una de las fronteras más remotas y feroces del Imperio, donde los accidentes del terreno, la guerra de guerrillas y las constantes emboscadas dejaban prácticamente sin efecto la teórica superioridad táctica y técnica de los ejércitos de Roma, y nos muestra el inicio de la construcción de uno de los primeros 'muros' famosos de la Historia: el que Adriano mandó levantar con el fin de defenderse precisamente de las constantes escaramuzas pictas. Dr.Chandra
21 de mayo de 2018 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para la generación que hemos crecido en el sueño de libertad y justicia que tan bien narró el ‘blacklisted’ Howard Fast en su novela “Spartacus” de 1951, que nueve años después Stanley Kubrick, Dalton Trumbo (otro 'deportado' del macartismo) y Kirk Douglas (en funciones de productor y actor) convirtieron en uno de los mejores ‘péplums’ de la historia del cine, esta serie resulta onerosa, casi sacrílega.
Toda la carga de épica y romanticismo de la rebelión de esclavos del siglo I a.C. liderada por Espartaco, un simple esclavo reconvertido a gladiador en la escuela de Capua que llega a poner en jaque el omnímodo poder de Roma reuniendo una milicia de más de 100.000 efectivos, queda supeditada en esta serie a un reguero de secuencias de alto voltaje erótico y, sobre todo, de gran virulencia, que no escatiman primeros planos de mutilaciones y heridas por armas punzantes, y litros de hemoglobina. Eso sí, su creador, Steven S. DeKnight deja bien claras sus intenciones ya desde el primer capítulo, por tanto, no se puede decir que engañe a nadie: todos los admiradores de “300” (Zack Snyder, 2007), están de enhorabuena porque la estética de la serie reproduce fielmente la de dicha película y su secuela. Pero si en éstas la justificación es la de trasladar la obra gráfica de Frank Miller al cine, a mi juicio en “Spartacus” las decisiones de sobredimensionar desde el punto de vista visual los efectos digitales y, desde el artístico, el sexo y la violencia, son gratuitas y solo pueden tener como fin seguir la estela del éxito de la citada “300”, a fin de acercar la historia y la leyenda del héroe tracio a un determinado público joven que prime estas opciones a cualquier otra consideración narrativa, como por ejemplo las conspiraciones políticas a las que los patricios romanos eran tan propensos, que hubieran podido dar mucho más juego en la serie.
Como anécdota, decir que al finalizar el rodaje de la 1ª temporada falleció Andy Whitfield (el protagonista que da vida a Espartaco) debido a las complicaciones que le acarreó un linfoma dignosticado durante el rodaje, por lo que en las siguientes fue sustituido por Liam McIntyre. Existe un emotivo documental biográfico que, como la serie, también puede verse en Netflix, sobre su lucha personal contra el cáncer. Dr.Chandra
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here

    Últimas películas visitadas
    The Key (C)
    2013
    Mayk Azzato
    arrow
    Bienvenido al nuevo buscador de FA: permite buscar incluso con errores ortográficos
    hacer búsquedas múltiples (Ej: De Niro Pacino) y búsquedas coloquiales (Ej: Spiderman de Tom Holland)
    Se muestran resultados para
    Sin resultados para