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4,6
3.636
9
9 de marzo de 2021
9 de marzo de 2021
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me atrevo a decir, sin ruborizarme, que puedo opinar acerca de una obra de ficción especulativa porque me jacto de haber leídos cientos de novelas, miles de cuentos y un lote importante de películas. No voy a ponderar MUDO como si fuera una obra maestra, pero aquellos que piden que un film tenga "algo que decir", que diga "algo trascendente" y,eventualmente, que hasta deje alguna enseñanza o advertencia valiosa, no advierten que la ficción especulativa no es un género "moral", ya que su objeto y su entorno solo sirve para tantear situaciones conjeturales, y no hay mucha más certeza (si hablamos del futuro) que aquella que deriva de especular con las conductas y los cambios. En ese sentido, si bien MUDO no va a figurar en el top de los filmes del género, es lo suficientemente digna y posee tantos toques de ingenio (que es obvio que le pasaron inadvertidos a los que la demolieron) como para que merezca ser vista, sin prejuicios y sin que los clichés habituales empañen los lentes de los espectadores.
6
24 de marzo de 2025
24 de marzo de 2025
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Respeto y admiro a Pedro Almodóvar. Eso no significa que lo considere realizador de una obra de calidad pareja, ya que algunas de sus películas me resultaron flojas y hasta desagradables. No obstante, por picos como HABLE CON ELLA, TODO SOBRE MI MADRE o MUJERES AL BORDE DE UN ATAQUE DE NERVIOS, siempre me aproximo al creador manchego con renovado interés. Así me sentí al disponerme a ver su primera obra hablada en inglés, acompañado por dos excelentes actrices (Julianne Moore y Tilda Swinton) y un actor como el gran John Turturro. Pero debo admitir que, en cierto modo, me sentí defraudado. El tema ameritaba una aproximación más comprometida y unas interpretaciones menos frías, menos cerebrales. Intuyo que no debe ser sencillo dirigir actores superando la barrera idiomática, ya que aunque un realizador logre expresarse correctamente en una lengua que no es la propia, es posible que sea incapaz de transmitir todas las sutilezas que requiere el manejo de un actor en el set. Y el resultado me pareció pobre, lo que me llevó a deducir que esas dos maravillosas actrices lo son cuando las conduce una mano maestra. Así y todo, y superando el obstáculo de interpretaciones frías, que no transmiten ninguna empatía, el tema era lo suficientemente poderoso como para llegar al final con la esperanza de un toque especial... que no se produjo. ¿Qué deja LA HABITACIÓN DE AL LADO? Un esclarecedor diálogo entre Ingrid (Moore) y Damian (Turturro) en un bar, que contiene las genuinas precupaciones del ser social contemporáneo, mucho más agudas que las que produce el drama de la mujer moribunda. Sé que puede sonar desagradable, pero esta vez Amodóvar me dejó sabor a nada.
2
4 de mayo de 2025
4 de mayo de 2025
8 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si solo se tratara de comentar una más entre las casi infinitas producciones que Netflix fabrica para saciar a millones de bocas hambrientas de entretenimiento audiovisual, yo podría configurar este análisis respetando los parámetros y pautas generales y habituales con los que se encaran esas películas y series. Pero no puedo. No puedo porque, como escritor y lector de ficción especulativa desde hace setenta años, y como defensor desde mis obras y publicaciones de lo que se suele (mal) llamar ciencia ficción argentina, no tengo la capacidad de obviar lo que EL ETERNAUTA que pergeñaron Oesterheld y Solano López significaron para configurar el género en nuestro país. Luchamos (y no es un eufemismo, y cualquiera que lo desee puede verificarlo en mis propias notas y artículos) por una literatura especulativa nacional, que respetara nuestra idiosincrasia y fuera capaz de despegarse de los modelos importados. Y no porque lo que viene de afuera sea “malo” ni mucho menos. Leemos, apreciamos y hasta adoramos lo que han escrito Ursula K. LeGuin, Theodore Sturgeon, Philip K. Dick, Ray Bradbury o J. G. Ballard. Pero siempre pugnamos por una narrativa conjetural que nos represente, y EL ETERNAUTA, una obra que jamás fue discriminada por ser una “historieta” y no una novela, es sin lugar a duda la piedra angular de esa postura. Pero (y todos sabemos el valor del “pero” para refutar algo) la apropiación de lo que es EL ETERNAUTA para ser adaptado al consumo de millones de adictos a Netflix, tergiversando la historia, actualizándola, modificando situaciones emblemáticas, agregando tiroteos innecesarios porque eso vende, dotándola de personajes nuevos y excluyendo algunos de los originales podrá ser justificada en aras de la “comercialidad del producto”, en su “masividad”, pero nunca porque, como leí por ahí, “si en el plano artístico lo contrario de la fidelidad es la libertad, toda adaptación es libre y nunca hay mala fe.” Error. Sí hay mala fe. Si alguien hubiera escrito un guion en el que unos extraterrestres invaden Buenos Aires y un excombatiente de Malvinas llamado, por ejemplo, Salvador Salvatierra o José Fernández, consigue sobrevivir gracias a la solidaridad (tarascón aceptado), matando a las langostas asesinas de Marte y lo hubiera llamado EL TEMPONAUTA o EL VALIENTE MATADOR DE LANGOSTAS, no importaría demasiado si eso implicara haberse “inspirado” en EL ETERNAUTA. La tergiversación de una historia con fines comerciales es prima hermana del plagio y del peor plagio posible, es un acto de narrafagia, si se me permite el neologismo. Y para terminar, si lograra olvidarme de todo lo que escribí hasta ahora, juzgada como serie de Netflix, crudamente y sin vincularla a nada, EL ETERNAUTA es una pobre y remanida refritura de infinidad de manufacturas similares, solo que en este caso, las marcas de los productos que se venden en los carteles publicitarios que se ven todo el tiempo (parece que es lo único que sobrevivió porque todo lo demás está destruido) adquieren un protagonismo local alucinante. Tal vez eso sea, a fin de cuentas, lo único alucinante de la serie. Eso sí, es "2" y no "1" porque los cascarudos son muy expresivos.

7,9
106.290
4
12 de noviembre de 2024
12 de noviembre de 2024
4 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por mi condición de escritor de ciencia ficción, aunque sin una formación científica, siempre he tenido las precaución de fundamentar mis escritos, en especial aquellos que tocan el tema de los viajes espaciales, los cuerpos que pueblan el universo (planetas, soles, galaxias), con nociones plausibles y en lo posible sin vulnerar los principios de la física. Sé que INTERESTELAR es una obra de ficción, que las obras de ficción pueden y deben permitirse licencias, pero una cosa es trabajar para la diversión del espectador y otra, muy diferente, vulnerar todos y cada uno de los principios de lo que la ciencia ha estudiado y sabe del cosmos en nuestros días. Es casi una falta de respeto el modo en que en la película se maneja el tema del viaje, el agujero de gusano, el agujero negro y la dilatación temporal. Supongo que a otros no, pero a mí me ofende que se tome la ignorancia (lo digo sin afán peyorativo) para pergeñar un mamarracho. La idea de la necesidad de emigrar de la Tierra a causa del modo en que hemos estropeado el planeta no solo es digna de ser tratada en las películas y libros, sino que me parece necesario empezar a explorar tanto la forma en que se pueden reparar los daños infligidos como la posibilidad de encarar el éxodo como única salida. Pero hay que hacerlo bien. No hace falta más que ingresar a la Wikipedia para obtener una lista de exoplanetas potencialmente habitables. Hay varios. Todos orbitan soles del tipo de nuestro sol o enanas rojas. Nadie pensaría ir a un mundo tremendamente inestable en las inmediaciones de un agujero negro. Sé que me he pasado de riguroso y me he metido en algo áspero y duro, como es la estupidez de los guionistas y asesores de Hollywood, pero no puedo evitarlo. Pido disculpas por eso, pero no por considerar que INTERESTELAR es un total y absoluto fiasco.

6,6
46.013
10
2 de enero de 2022
2 de enero de 2022
4 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Era natural y obvio que una sátira que se mete hasta la médula con la vasta porción de la sociedad humana que ha elegido pararse en el negacionismo, el desprecio por la intelectualidad, el rechazo a la reflexión y la duda, provocara una reacción negativa. La sátira, el espacio en el que se aloja el nudo de la propuesta de Adam Mc Kay, no es para todos los paladares. Las dos grandes novelas de François Rabelais, Gargantúa y Pantagruel; Una modesta proposición, de Jonathan Swift; El diccionario del Diablo de Ambrose Bierce o La isla de los pingüinos de Anatole France, entre otras creaciones, son la prueba cabal de que la sátira irrita, enoja, desacomoda, pero en definitiva no puede cambiar nada en aquellos que son los destinatarios de la mordacidad del que la concibe. Eso es, ni más ni menos, lo que ocurre con No miren arriba. Es trazo grueso; aplica la fórmula del expresionismo para poner en ridículo a los mega-ultra-millonarios, a sus fantoches gobernantes, a los medios serviles, deformadores y amansadores de las conciencias apabulladas y confundidas. Nada me produce más placer que leer las críticas negativas a esta película. Los críticos de marras, perfectamente alineados con los aludidos del caso, mal podrían aplaudir una obra que los deja en ridículo y, al tiempo que señala claramente quiénes son los responsables de que la pandemia global (la que incluye la destrucción del medio ambiente, la indiferencia ante la desigualdad, el darwinismo social, la indiferencia ante los catastróficos errores cometidos por quienes nos gobiernan), construye una de las más agudas y honestas radiografías de la humanidad contemporánea.
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