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Críticas 47
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
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4 de agosto de 2024 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si eres uno de esos aficionados al cine que buscan verosimilitud en toda película, negando con ello una de las características más maravillosas del cine, que es la libertad narrativa, la decisión de un autor de contar lo que le apetece sin tener que preocuparse de que sea algo que pudiera haber ocurrido en la realidad, ésta no es tu película. Ponte a ver un documental, porque a Nowhere no pararás de encontrarle lo que tú llamarás "defectos".

Si tu mente es más abierta, y estás dispuesto a ver la calidad real de una obra sin esos prejuicios que tienen los "realismófilos", sí puedo decirte lo que te encontrarás. Y de forma bastante breve (no estamos ante Ciudadano Kane, ni mucho menos).

Encontrarás en primer lugar un guión bastante convencional, de ese probable subgénero que podría llamarse "supervivencia en soledad", al que pertenecen películas como "Buried" de Rodrigo Cortés (superior a Nowhere) o "Náufrago" de Robert Zemeckis (maravillosa). En ese sentido, el guión no aporta nada nuevo, y sigue una estructura bastante típica desde su comienzo hasta su desenlace, aunque sí le reconozco algunos aciertos bastante originales en la resolución de algunas de las situaciones que sufre la protagonista (para espectadores con la mente abierta, vuelvo a decir).

Encontrarás también que Albert Pintó ha hecho un trabajo muy solvente dirigiendo. Tanto en la primera parte introductoria de la película, como en el bloque principal, ya con la protagonista en su situación de soledad y abandono, el ritmo es muy bueno, sin pomposidad, sobrio cuando hace falta (es el punto realista que verás en el film, no mucho más), pero sin caer en el aburrimiento en ningún momento (lo cual siempre es de mucho mérito, en este tipo de historias). E incluso la película pasa por un par de momentos de humor, sutiles y breves, que no desentonan.

Y, por último, lo que encontrarás sobretodo será una muy buena interpretación de Anna Castillo, diría que sólo un puntito, tan sólo uno, por debajo de ser merecedora de un Goya por ella. Reconozco que, aunque conocía su cara, no he visto ningún otro trabajo de esta actriz. Por coincidencia no he visto ninguna otra de sus películas, y por decisión propia no he visto ninguna de sus series. Pero lo que he visto es una actuación de mucha calidad, notable tanto en el tono dramático como en los momentos más ligeros. Y ella es la que hace más fuerte la película, y que merezca la pena verla, sin duda.

En definitiva, no vas a ver la película de tu vida, pero sí una obra muy digna, y a una actriz que podría llegar a ser muy grande.
28 de abril de 2024 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Valorada por muchos cineastas actuales, que han sido capaces de ver sus virtudes, pero bastante infravalorada por crítica y público, "Pánico en el estadio" (horroroso título en español, cuando el original, "Two-minute warning" - aviso de dos minutos - era mucho más interesante y menos sensacionalista y facilón) es una película del subgénero de catástrofes que tantos buenos títulos dió en los 70 ("El coloso en llamas", "Aeropuerto"), pero que se sale de lo más típico de dicho subgénero en varios aspectos, lo que, a mi modo de ver, la hace más interesante.

Dicen algunos de quienes la critican que no hay buen desarrollo de personajes, y que se les hace largo para que el desenlace de la "catástrofe" luego dure sólo los últimos minutos del film. Absurdo. Precisamente en esta película (a diferencia de otras de catástrofes, que dedican hasta más de una hora de duración a la tragedia y espectáculo final), Peerce reduce al máximo el desenlace porque prefirió darle más preponderacia a situar a los personajes que van a ser víctimas del acontecimiento. Algo más original que lo habitual en este cine, y un acierto. Así, pese a presentarnos a más de una docena de personajes, a todos ellos les da una escena, más o menos breve, en la que nos los describe a la perfección. Su personalidad, y sus circunstancias en el momento de la película. Incluso aunque luego su final vaya a ser breve y brusco.
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Respecto al final, a la "catástrofe" en sí, en tan sólo unos diez minutos rueda la estampida de público, las situaciones de nerviosismo, la tragedia de un desastre así, con una sencillez y a la vez realismo increibles, algo muy notable, un montaje que es sin duda el punto fuerte de la película, y algo totalmente anómalo en los años 70. Quien quiera comparar, que después de ver "Pánico en el estadio" se revise "El coloso en llamas" (tal vez la más valorada película de catástrofes de la época), y verá como, comparativamente, el montaje de las escenas de pánico, nerviosismo, y catástrofe, de la película de Peerce le dan mil vueltas a las rodadas por Guillermin y Allen.

Otra de las críticas que he leido es que se le achaca a esta película "pretenciosidad". Pero... ¿de verdad quien dice estas cosas ha visto alguna vez alguna película de catástrofes de los 70??? Porque ésta es, sin duda alguna, la menos pretenciosa de cuantas yo he visto.

En definitiva es un muy buen film, donde el gran protagonista coral son los personajes espectadores del partido, y no los agentes de la ley, bomberos, especialistas (como ocurre en "El coloso en llamas"), ni la catástrofe en sí (como ocurre en "Titanic"), ni siquiera el peligroso delincuente, al que ni siquiera vemos la cara hasta el final de la película (como sí ocurre en "Harry, el sucio"), y está hecho con gran profesionalidad y con mucha más modestia que otras producciones, pese a tener también un reparto de lujo, como era habitual en este género. Muy interesante, si quiere usted seguir mi consejo.
29 de marzo de 2024 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos ante una película cuya valoración y fama han tenido un viaje de altibajos con el paso de los años, pero a la que no se le pueden negar su buena dosis de mérito y su calidad en la época en que fue realizada.

En 1986, cuando fue rodada, no caló bien entre los aficionados al cine de los 80 en su periplo por las salas de cine, y resultó un relativo fracaso en crítica y público. Y tiene su explicación. Su director, Russell Mulcahy, era un realizador inglés, desconocido para el público internacional, que venía de dirigir únicamente varios (y muy buenos) videos musicales, aunque ello también tuvo su virtud en Los inmortales, en la que se aprecia un dinamismo, sobretodo en el montaje, propio de los directores que provienen de ese medio, y un innegable amor por la música que se puede adivinar en la elección de Queen para la banda sonora (buenísima, una de las grandes bazas del film). Su protagonista, Christopher Lambert, también prácticamente desconocido para el gran público, provenía del cine francés, y su única incursión fuera de ello había sido en la muy fallida "Greystoke. La leyenda de Tarzán". Por otra parte, la mayor jugada de la película en cuanto a visión comercial, la inclusión de Sean Connery en el reparto, no funcionó bien como gancho para el público, tal vez porque su breve papel no satisfizo lo suficiente a sus muchos aficionados.

No obstante, algo más tarde, cuando la película pasó a los circuitos del cine de alquiler en los videoclubs, las muchas virtudes de esta obra hicieron que muy pronto se convirtiera en una película top entre los aficionados al cine de acción y fantástico, hasta llegar a convertirse en mítica y en una de las películas más representativas de la segunda mitad de los 80, todo un film de culto. La opinión del público en general, y también de parte de la crítica, había cambiado.

Y por último, de nuevo con el paso del tiempo, la aparición de dos secuelas más que no daban la talla, llegando incluso a la realización de una serie de televisión aún peor, y el mal envejecimiento del film original, hicieron que éste cayera en el olvido, y las críticas de las generaciones posteriores y de las actuales no han sido amables con la valoración de esta mítica película.

Vista hoy en día, con ojos del siglo XXI, es explicable que la primera tentación sea la de achacarle numerosos defectos. La acción se ve pobre en realismo y coreografía, los efectos especiales a día de hoy resultan simples y artesanales, y la interpretación de Lambert, ni ahora ni en su época, es nada buena, porque siempre ha sido un mal actor.

Pero yo quiero defender sus virtudes. Lo primero, es que no se puede observar una película así sin tener en cuenta su edad, y el merecimiento por ello de que obviemos ciertos errores. Si se ve de esta manera, los fallos técnicos en las escenas de acción y en los efectos especiales no dejan de tener su encanto.

Dicho esto, la película está llena de aciertos que lo siguen siendo más de treinta años después.
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La historia es de gran calidad. El cine fantástico y de acción está lleno de películas míticas con guiones mucho más pobres que la maravillosa idea de la existencia de unos humanos maldecidos (o bendecidos, según se mire) con la inmortalidad (salvo que se les separe la cabeza del cuerpo), que vagan por la tierra durante siglos, con el handicap añadido de sentirse cada vez más atraidos a enfrentarse y matarse unos a otros, ya que la ejecución de uno de ellos da más poder a su ejecutor, hasta que sólo quede uno de ellos. La premisa de este argumento es potentísima, y está complementada por acertados añadidos, como que tengan la oportunidad de hablarse unos a otros en suelo sagrado, donde está prohibido que se ataquen, o que forjen entre los más "bondadosos" de ellos temporales alianzas e incluso amistades.

Por el lado argumental, hay más aciertos aún, como explorar la inconveniencia de que seres así compartan la vida y lazos amorosos con humanos normales, a los que indudablemente van a tener que ver morir mientras ellos no envejecen, y a los que harán a su vez sufrir por verles eternamente jóvenes a su lado. Y también cuida otros detalles, como que una persona con dicho poder indefectiblemente ha tenido la oportunidad de hacerse rica mediante la progresiva acumulación de antigüedades a lo largo de los siglos.

Y, por último en cuanto al guión, todo este amalgama de ideas se introduce en el eje argumental de la investigación policial del asesinato de uno de los inmortales (lógico, son inmortales, no vampiros ni otros seres similares, su cuerpo no desaparece porque lo mates) y está narrado de la manera más lógica y atractiva posible, mediante la introducción de sucesivos flashbacks, en los momentos en los que la trama principal en el siglo XX más lo justifica, para irnos dando poco la información de lo sucedido en siglos anteriores, y así explicar tanto el origen como las normas que rigen el comportamiento de estos eternos guerreros. Y esos flashbacks (sobretodo los del siglo XVI) son uno de los mayores aciertos de la película, fenomenalmente ambientados en cuanto a paisaje, escenarios, vestuario, y acción).

Por último, sobre las interpretaciones, diré que la de Christopher Lambert es tan mala como la de cualquiera de sus otras películas. Pero, a mi modo de ver, esto se ve de sobra compensado tanto por la buenísima historia de la película, como por las muuucho mejores interpretaciones de sus compañeros de reparto, sobretodo en lo referente a las de Sean Connery (que con esta película, y también con El nombre de la rosa, comenzaba una época de actor maduro con mucha más calidad interpretativa que la que demostraba en las películas de su juventud) y la de Clancy Brown, actor secundario, a día de hoy muy valorado, que precisamente saltó a la fama por su interpretación de este villano loco, psicópata, y cruel, que persigue más obsesivamente que ningún otro inmortal la famosa máxima de la película, que "sólo puede quedar uno".

En definitiva, es ésta una muy buena película, que ciertamente ha envejecido mal, pero que, para el espectador que sepa discernir entre lo que es baja calidad y lo que es simplemente producto de la obsolescencia del paso del tiempo, seguirá siendo un film de acción, fantasía, y aventura, muy muy disfrutable.
18 de marzo de 2024 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se ha tachado a esta película de ser demasiado rara, cosa absurda para cualquier espectador que conozca mínimamente el concepto de realismo mágico. Quien opine eso de Pobres criaturas, poco cine ha visto, y pocos libros ha leido, que se salgan de lo convencional. Poca diferencia hay en esta película, en cuanto al tratamiento de la historia, con respecto a otras geniales películas y novelas que también han querido ver en el mundo algo más diferente que las simples situaciones que se viven a diario, algo más original que las reglas de la sociedad que hay fuera de la pantalla, algo más extravagante que personas que viven idéntica vida a otros varios millones del planeta. Hablo de películas como Milagro en Milán, Amelie, Big Fish, o de novelas como La casa de los espíritus, Cien años de soledad, o Como agua para chocolate.

Se la acusa también de estar cerca de ser una película pornográfica, cosa nuevamente absurda. Señores, véanse Nine songs, Fóllame, Lucia y el sexo, El imperio de los sentidos, La vida de Adele, u otras buenas películas que, sin ser tampoco nada parecidas a la pornografía, sí que destacan por tener una verdaderamente elevada carga sexual, e incluso sexo explícito y real.

Se llegan incluso a escuchar, cuando la opinión está en manos de haters sin el menor sentido de la libertad artística, cosas tan ridículas como que la película es una apología de la prostitución, o incluso (algo aún más irrisorio)... de la pedofilia!!! Vivimos estos tiempos tan absurdos. No recuerdo que cuando el grandísimo José Luis Cuerda dirigió Amanece que no es poco le acusaran de fomentar la prostitución o el libertinaje en aquella divertida escena en la que la población masculina del pueblo exige casi al completo que su alcalde no sea el único en beneficiarse de los favores sexuales de Fedra Lorente. O que denunciaran a Mike Figgis por promover el alcoholismo cuando su protagonista decide matarse bebiendo en la gran Leaving Las Vegas. Seamos serios, no pretendamos ver demonios donde no los hay.
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Lo que se va a encontrar el espectador con la mente abierta y la cabeza bien amueblada, cuando vea Pobres criaturas, es una buena película, que podrá gustarle o no (para mí no es una obra maestra, pero sí una obra muy apreciable), pero que está llena de muchas virtudes en casi todos los aspectos del buen cine. Con un guión que derrocha originalidad, y apoyado en una fotografía y un vestuario simplemente magníficos, Yorgos Lanthimos construye una historia llena de fantasía, sobre una criatura oculta tras el hermoso rostro de Emma Stone (creada a partir de un aberrante experimento muy poco ético por un trasunto del doctor Frankenstein), cuyo infantil cerebro (sólo al principio de la historia) se desarrolla a tan enorme velocidad (insinuado esto incluso de forma alegórica con el también desmesurado crecimiento de su melena), que muy pronto se siente encerrada, prisionera, y ansía más que nada vivir, aprender, y descubrir el mundo, lo que también conlleva en su aventura (como es totalmente lógico y bien elegido en alguien que tuviera una naturaleza así) un ansía especial por el descubrimiento sexual sin tabúes. Esta parte del guión, primordial para darle a la película su identidad, es la que tristemente ha sido tan criticada por quienes, creo yo, no han sabido ver la necesidad de ello en el argumento, y su sentido estrictamente artístico. De la misma manera que era importante, y perfectamente bien ideado, que dicho cerebro proviniese de un bebé, para poder así darle al argumento ese punto inicial infantil que necesitaba.

Por último, y a mi modo de ver lo más destacable de las muchas virtudes de esta película, tenemos unas actuaciones soberbias, tanto de actores principales como secundarios, ninguna de ellas sobreactuada, y encabezadas por la espectacular Emma Stone (una de las mejores actrices de su generación, yo diría que junto a Anya Taylor-Joy), que en esta película contruye a fuego lento su personaje, comenzando con el infantil comportamiento que requería el personaje, para poco a poco ir transformándose, con tal sutileza que no te fijas en su evolución, hasta que de pronto el espectador se da cuenta de que esa mujer que tiene en la pantalla ha dejado de ser completamente la niña que comenzó su aventura en las escenas ocurridas dos horas antes.

En definitiva, una película muy notable, y un merecidísimo reconocimiento para su protagonista.
19 de diciembre de 2023 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre que algún amigo me pide que le recomiende una buena película de cine clásico, porque está, como espectador, aficionándose cada vez más a explorar el cine más antiguo, para ver las obras que fueron el origen de todo, y en especial cuando esa persona está interesada sobretodo en el cine fantástico y de terror, tiendo a recomendarle a menudo el cine de Tod Browning (en mi opinión, uno de los padres de estos géneros, precedido por Mélies y Lang, y acompañado por Whale), y en especial tiendo a recomendarle "Muñecos infernales", una joya de película que tiene una gran cantidad de virtudes en las que fijarse. Pero, para no alargarme mucho, sólo haré observación de un par de ellas en concreto, que ya deberían ser motivo suficiente para que cualquiera que no haya visto esta maravilla tenga ganas de verla.

En primer lugar, por supuesto, técnicamente es una joya visual. Veinte años antes de que Jack Arnold nos trajera su increíble hombre menguante, Browning ya hizo realidad escenas increíbles en esta película, precursora de muchos efectos especiales posteriores basados en la superposición de imágenes con transparencias y del uso del croma (la famosa pantalla verde), y también del uso de escenarios fabricados con diferentes escalas para crear la ilusión de pequeñez de un personaje. Y todo ello lo hace con un resultado que, casi 90 años después, sigue pareciendo sorprendente para su época.

Y, en segundo lugar, si lo anterior no fuera suficiente motivo para alabar el film, la interpretación de Lionel Barrymore hará el resto. Para todo espectador veterano de cine existen ciertas interpretaciones "fetiche" a las que tiene en un pedestal, que no se cansa de ver, y que siempre admira, con cada visionado. En mi caso ésta sería una de ellas. Cualquier interpretación de Lionel Barrymore siempre me ha parecido sobresaliente. Era sin duda uno de los más grandes de la época. Pero en Muñecos infernales está, simplemente, soberbio.

Por todo ello, le diría a cualquier aficionado al cine: que se vea toda película con Lionel Barrymore que se ponga a su alcance, porque merecerá la pena. Y, sobretodo, que se vea también toda película de Tod Browning que se ponga a su alcance, porque estará viendo el trabajo del (para mí) mejor director de cine fantástico de la historia. Todas sus películas son buenas, y su Freaks (La parada de los monstruos) es sin duda alguna una obra maestra absoluta, pero esta Muñecos infernales, y otras como Garras humanas, o El trío fantástico, podrán no llegar al nivel de Freaks, pero también son "casi" obras maestras.
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