You must be a loged user to know your affinity with Ocelot
Críticas ordenadas por utilidad
Movie added to list
Movie removed from list
An error occurred

7,7
42.214
8
26 de abril de 2013
26 de abril de 2013
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La caza empieza mostrándonos la vida de Lucas, un profesor cualquiera en una guardería de pueblo. Lleva una existencia apacible, a pesar de un reciente divorcio y, de hecho, empieza poco a poco a rehacer su vida: comienza a salir con una chica que también trabaja en la guardería y su hijo, que lo adora, quiere irse a vivir con él. Cuando peor lo estaba pasando parece que, de repente, podía volver a ser feliz...
Sigue en spoiler...
Sigue en spoiler...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Y entonces ocurre todo. De un incidente sin importancia. Una acusación absurda. ¿O quizás no? Sentimos la impotencia ante el rechazo de la gente, ante sus insultos, ante sus actos que van hundiendo poco a poco la existencia del protagonista. Pero no nos equivoquemos: en el fondo somos iguales a ellos, tenemos los mismos defectos, la misma predisposición a prejuzgar a alguien acusado de un crimen. Somos como la multitud enfurecida que jalea al paso de la comitiva que acompaña al preso que será ahorcado. Sólo nos diferencia una cosa: sabemos que él no lo hizo. Vinterberg nos da esa información para que sintamos su impotencia, su incapacidad de defenderse, para que veamos cómo su vida se convierte en un infierno al ser acusado del más horrendo de los crímenes. Y vaya si lo consigue.
Mads Mikkelsen realiza una espeluznante actuación que alcanza su punto álgido en la magistral secuencia de la iglesia. Ese cruce de miradas. El pueblo entero murmurando a sus espaldas. La señora que repudia sentarse junto a él. No son necesarios los diálogos, salvo una pregunta. No hay nada en sus ojos. Nada.
Unas palabras oídas en algún sitio, repetidas en otro momento y lugar por una niña de cinco años. Una mentira inocente. Una sociedad implacable. Una vida que, cuando parecía que estaba empezando a encauzarse, se desmorona sin remedio cual castillo de naipes. Prejuzgar, por encima de todo. E impotencia. Una impotencia de saber que la justicia lo podrá absolver, pero nunca será capaz de superar el juicio público. Será inocente, pero no para ellos. Siempre habrá murmullos. Miradas de reojo. Palabras dichas a sus espaldas. Saludos escuetos. Sonrisas falsas. Palmadas en el hombro. Porque la caza empieza, pero nunca termina.
Mads Mikkelsen realiza una espeluznante actuación que alcanza su punto álgido en la magistral secuencia de la iglesia. Ese cruce de miradas. El pueblo entero murmurando a sus espaldas. La señora que repudia sentarse junto a él. No son necesarios los diálogos, salvo una pregunta. No hay nada en sus ojos. Nada.
Unas palabras oídas en algún sitio, repetidas en otro momento y lugar por una niña de cinco años. Una mentira inocente. Una sociedad implacable. Una vida que, cuando parecía que estaba empezando a encauzarse, se desmorona sin remedio cual castillo de naipes. Prejuzgar, por encima de todo. E impotencia. Una impotencia de saber que la justicia lo podrá absolver, pero nunca será capaz de superar el juicio público. Será inocente, pero no para ellos. Siempre habrá murmullos. Miradas de reojo. Palabras dichas a sus espaldas. Saludos escuetos. Sonrisas falsas. Palmadas en el hombro. Porque la caza empieza, pero nunca termina.

6,0
33.662
7
1 de noviembre de 2011
1 de noviembre de 2011
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
cada vez que echan una peli de terror por la tele me da la impresión de que soy Nostradamus. Ahora muere éste, ahora aquél, ahora el bicho aparece y se come al gordo de las gafas, ahora muere el empollón que se separó del grupo... y todo se cumple. ¿Nunca les ha pasado? Por eso, cuando aparece una película que destila originalidad y que intenta cambiar el rumbo normal de los acontecimientos como mínimo resulta sorprendente. The Host es ese tipo de película, en la que quieras o no siempre te llevarás alguna sorpresa. Y es que el rompedor director de "Memories of Murder" lo ha vuelto a hacer, o al menos para mi gusto.
Ciertamente, por lo primero que sorprende The Host, o a mí al menos, no es por los efectos especiales, que de hecho me hicieron torcer el gesto un par de veces en alguna escena en la que la "magia" de los ordenadores resultaba totalmente antinatural. Nada de eso. Lo sorprendente de verdad son los personajes, sin ningún atisbo de duda. Especialmente el interpretado por Song Kang-Ho, el vengativo padre de familia de Sympathy for Mr. Vengeance, que aquí vuelve a hacer de padre, pero en este caso con una personalidad más cercana a Homer Simpson que al calculador personaje de la película de Park Chan-wook. Y es que este hombre descuidado, que le da una cerveza a su hija "porque ya va al instituto", que no tiene pudor ninguno, que se despreocupa por todo, que siempre se está durmiendo y come la comida que tiene que servir a los clientes, es el héroe que debe de salvar a su hija del monstruo; mejor dicho, es el único que puede hacerlo, una vez que el mundo le ha abandonado y ya no le escucha. Estoy seguro que Homero nunca pensó en alguien así como protagonista de su Ilíada, pero en este caso el director crea unos personajes nada convencionales en los filmes de hoy en día, personajes que dudan, que mienten, que se equivocan, que aciertan el 10% de las veces, que ríen, que lloran, que son cobardes, indecisos... y que cuando creen muerta a su hija se rompen en pedazos y se dejan llevar por la emoción, incapaces de contener las lágrimas. No son como la Ellen Ripley que en Aliens (1986) se hacía con un lanzallamas y un rifle de contacto de pulsos e iba valientemente al rescate de la niña, atrapada en la guarida de los extraterrestres. Porque, sinceramente... ¿quién haría algo así? Y lo dice un fan acérrimo de Alien, que conste. En este caso los personajes son totalmente perfectos en su absoluta imperfección, lo que hace si cabe aún más impredecible a la película.
Ciertamente, por lo primero que sorprende The Host, o a mí al menos, no es por los efectos especiales, que de hecho me hicieron torcer el gesto un par de veces en alguna escena en la que la "magia" de los ordenadores resultaba totalmente antinatural. Nada de eso. Lo sorprendente de verdad son los personajes, sin ningún atisbo de duda. Especialmente el interpretado por Song Kang-Ho, el vengativo padre de familia de Sympathy for Mr. Vengeance, que aquí vuelve a hacer de padre, pero en este caso con una personalidad más cercana a Homer Simpson que al calculador personaje de la película de Park Chan-wook. Y es que este hombre descuidado, que le da una cerveza a su hija "porque ya va al instituto", que no tiene pudor ninguno, que se despreocupa por todo, que siempre se está durmiendo y come la comida que tiene que servir a los clientes, es el héroe que debe de salvar a su hija del monstruo; mejor dicho, es el único que puede hacerlo, una vez que el mundo le ha abandonado y ya no le escucha. Estoy seguro que Homero nunca pensó en alguien así como protagonista de su Ilíada, pero en este caso el director crea unos personajes nada convencionales en los filmes de hoy en día, personajes que dudan, que mienten, que se equivocan, que aciertan el 10% de las veces, que ríen, que lloran, que son cobardes, indecisos... y que cuando creen muerta a su hija se rompen en pedazos y se dejan llevar por la emoción, incapaces de contener las lágrimas. No son como la Ellen Ripley que en Aliens (1986) se hacía con un lanzallamas y un rifle de contacto de pulsos e iba valientemente al rescate de la niña, atrapada en la guarida de los extraterrestres. Porque, sinceramente... ¿quién haría algo así? Y lo dice un fan acérrimo de Alien, que conste. En este caso los personajes son totalmente perfectos en su absoluta imperfección, lo que hace si cabe aún más impredecible a la película.
1
1 de mayo de 2011
1 de mayo de 2011
9 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Genial película del realizador japonés Takashi Miike, indiscutible obra maestra de nuestro tiempo, y del vuestro también, que haría palidecer al mismo Luis Buñuel. Con unas actuaciones que rozan la maestría, incluido el mejor papel de Takeshi Kitano en toda su carrera, y destacando en especial la excepcional interpretación del hermano bastardo perdido de M.A., el negro obeso de cabeza rapada, la verdadera estrella del filme y uno de los mejores actores de las dos últimas décadas del cine mundial. Y si me apuras, de las tres.
La película toma lo mejor del mejor David Lynch de siempre (el de Dune, por supuesto) y con una fotografía impresionante y un guión que sería la envidia de Alfred Hitchcock va desarrollando una trama del mejor cine de acción... ¿o es comedia? Bah, qué más da, como Miike es indiscutiblemente un genio, va desmembrando el guión con una historia absolutamente kafkiana donde además encontramos sin duda reminiscencias metafísicas de Freud, Bergman, Nietzsche y Chiquito de la Calzada. Todo aderezado con una banda sonora espeluznante y muy metafísica también animada a ratos por el fulano del sombrero, el gran [insertar nombre], el primer cantautor del mundo en actuar bebiendo vino mientras sufre electroshocks para dar mayor intensidad a su directo. Otro genio, vamos.
Lo mejor de la película: las excepcionales escenas de lucha con katana (que dejan por los suelos las del mismo Kurosawa) con frases sueltas de libro de filosofía de primero de E.G.B. del tipo:
-Tuerto del bate: ¿Por qué tú eres tú mismo? -chuleando- ¿¿Eh, qué contestas a eso??
-Izo: Dime, ¿por qué motivo eres tú, tú mismo?
-T. del B.: Genial... ¿eres tonto o qué?
-Izo: Sí (no lo dice, pero queda implícito en su mirada).
Sublime.
El final, sin palabras. Miike le da un nuevo sentido a la expresión "dar a luz", mientras nos regala una conclusión del todo sorprendente e inesperada. Por supuesto, eso tiene su propio significado oculto que sólo los más aptos, inteligentes y frikis de los filmaffiniteros conseguirán descifrar. O eso creerán. Porque al final, después de más de dos horas de metraje, lo único que nos queda son esas reminiscencias filosófico-existenciales que destila la película. O quizá sean los restos de la maría que Miike se dejó sin fumar. Qué más da. ¡¡Un genio!!, ¡Eso es lo que es!
La película toma lo mejor del mejor David Lynch de siempre (el de Dune, por supuesto) y con una fotografía impresionante y un guión que sería la envidia de Alfred Hitchcock va desarrollando una trama del mejor cine de acción... ¿o es comedia? Bah, qué más da, como Miike es indiscutiblemente un genio, va desmembrando el guión con una historia absolutamente kafkiana donde además encontramos sin duda reminiscencias metafísicas de Freud, Bergman, Nietzsche y Chiquito de la Calzada. Todo aderezado con una banda sonora espeluznante y muy metafísica también animada a ratos por el fulano del sombrero, el gran [insertar nombre], el primer cantautor del mundo en actuar bebiendo vino mientras sufre electroshocks para dar mayor intensidad a su directo. Otro genio, vamos.
Lo mejor de la película: las excepcionales escenas de lucha con katana (que dejan por los suelos las del mismo Kurosawa) con frases sueltas de libro de filosofía de primero de E.G.B. del tipo:
-Tuerto del bate: ¿Por qué tú eres tú mismo? -chuleando- ¿¿Eh, qué contestas a eso??
-Izo: Dime, ¿por qué motivo eres tú, tú mismo?
-T. del B.: Genial... ¿eres tonto o qué?
-Izo: Sí (no lo dice, pero queda implícito en su mirada).
Sublime.
El final, sin palabras. Miike le da un nuevo sentido a la expresión "dar a luz", mientras nos regala una conclusión del todo sorprendente e inesperada. Por supuesto, eso tiene su propio significado oculto que sólo los más aptos, inteligentes y frikis de los filmaffiniteros conseguirán descifrar. O eso creerán. Porque al final, después de más de dos horas de metraje, lo único que nos queda son esas reminiscencias filosófico-existenciales que destila la película. O quizá sean los restos de la maría que Miike se dejó sin fumar. Qué más da. ¡¡Un genio!!, ¡Eso es lo que es!

7,3
15.907
5
25 de octubre de 2010
25 de octubre de 2010
6 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cartel rezaba lo siguiente: Ciclo de cine, 5 películas, un crédito de libre elección. Primera proyección: "El cielo sobre Berlín" (Wim Wenders). Cuando ves algo así en la facultad, ya te haces a la idea de que si se ofrece un nada despreciable crédito de L.E. se debe a que dichos filmes van a ser lo más seguro no posteriores a la década de los noventa, quizás en blanco y negro, seguramente con más de dos horas de duración y con ciertos tintes de gafapastismo. Vamos, que no va a acudir la gente en masa a verlos, precisamente.
Pero como suele suceder, las cosas son peores de lo que uno a veces piensa: la película es la máxima expresión del gafapastismo llevada al cine que he visto en tiempo. Y ello no habría supuesto ningún inconveniente para otro director, pero he ahí el otro problema: el propio Wenders no sabe manejar la pausa. Puedo poner como ejemplo a directores como Wong Kar-Wai, Andréi Tarkovski o incluso Akira Kurosawa, directores capaces de mantenerte dos horas (o las que hagan falta) en vilo, sin despegar tus ojos de la pantalla, haciendo que pierdas el concepto del tiempo y del espacio mientras reflexionan (y te invitan a que lo hagas tú) sobre el sentido de la vida, la naturaleza y las relaciones humanas. Y éste no es el caso de Wenders. Conste que no lo considero un mal director, pero intenta hacer en este caso una película demasiado pretenciosa que consigue el mismo resultado que un futbolista mediocre que intenta marcar un gol de chilena: hace el ridículo. En este caso, una película que pretendía emocionarnos simplemente nos da más de 2 horas de interminable y soporífero metraje.
De todas formas, me quedo con esas tomas fantásticas de la ciudad de Berlín, que nos permiten apreciar la maravillosa arquitectura de la ciudad, y algunas escenas como la de la biblioteca, rodadas con una sensibilidad extrema de la que por desgracia abusa demasiado a lo largo del filme. En la parte negativa, aparte de la manifiesta incapacidad del bueno de Wim de llevar a buen puerto una película de semejante calado, destacaría también la capacidad intelectual del alemán medio según la película, digna de Kant por lo menos, y el final más cansino que se podía haber imaginado. Y aún sigo buscando el sentido que tiene la simple aparición del teniente Colombo por tierras berlinesas aparte de la simple autopublicidad. Lo dicho, creo que el crédito me va a salir muy caro.
Pero como suele suceder, las cosas son peores de lo que uno a veces piensa: la película es la máxima expresión del gafapastismo llevada al cine que he visto en tiempo. Y ello no habría supuesto ningún inconveniente para otro director, pero he ahí el otro problema: el propio Wenders no sabe manejar la pausa. Puedo poner como ejemplo a directores como Wong Kar-Wai, Andréi Tarkovski o incluso Akira Kurosawa, directores capaces de mantenerte dos horas (o las que hagan falta) en vilo, sin despegar tus ojos de la pantalla, haciendo que pierdas el concepto del tiempo y del espacio mientras reflexionan (y te invitan a que lo hagas tú) sobre el sentido de la vida, la naturaleza y las relaciones humanas. Y éste no es el caso de Wenders. Conste que no lo considero un mal director, pero intenta hacer en este caso una película demasiado pretenciosa que consigue el mismo resultado que un futbolista mediocre que intenta marcar un gol de chilena: hace el ridículo. En este caso, una película que pretendía emocionarnos simplemente nos da más de 2 horas de interminable y soporífero metraje.
De todas formas, me quedo con esas tomas fantásticas de la ciudad de Berlín, que nos permiten apreciar la maravillosa arquitectura de la ciudad, y algunas escenas como la de la biblioteca, rodadas con una sensibilidad extrema de la que por desgracia abusa demasiado a lo largo del filme. En la parte negativa, aparte de la manifiesta incapacidad del bueno de Wim de llevar a buen puerto una película de semejante calado, destacaría también la capacidad intelectual del alemán medio según la película, digna de Kant por lo menos, y el final más cansino que se podía haber imaginado. Y aún sigo buscando el sentido que tiene la simple aparición del teniente Colombo por tierras berlinesas aparte de la simple autopublicidad. Lo dicho, creo que el crédito me va a salir muy caro.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Lo mejor de todo, eso sí, el final: juro que cuando acabó la película y la gente se empezó a desperezar, el ver aquel "continuará" nos hizo reír a todos por primera vez en dos horas.
2
27 de marzo de 2011
27 de marzo de 2011
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y que reina el Caos también. Pero eso era ya evidente desde el minuto 1.
Que Lars von Trier es un gran director nadie lo discute. Tampoco que el tipo se lo tiene más creído que Buñuel y Hitchcock juntos, con comentarios en la presentación de esta misma película en Cannes 2009 como éste: "No tengo que justificarme. Yo hago películas y ésta (Anticristo) es fruto de la voluntad de Dios. Además, yo soy el mejor director de cine del mundo. [...] No me debo a la audiencia sino a mí mismo. Hago las películas para mí. Vosotros sois sólo mis invitados". Un personaje, vamos.
Puede que toda esta fantasía surrealista neo-gótica de aventuras en el bosque de la mente humana tenga sentido para von Trier, puede que responda a su propia interpretación de sus miedos más profundos, pero eso no significa que en otras personas vaya a provocar la misma reacción. Existen ciertos directores de cine que cuando empiezan a ser reconocidos por la crítica especializada y a recibir las mayores alabanzas película tras película al final se acaban creyendo el nuevo Ingmar Bergman y terminan hundiéndose en su propia grandeza, pensando que si se filman a sí mismos cepillándose los dientes durante 20 minutos están creando un nuevo tipo de arte alternativo y/o transgresor. ¿Y qué es Anticristo? pues nada más que una obra menor, un tropiezo de uno de los directores más imaginativos de los últimos 20 años. Así de claro. Para ganar hay que arriesgar y Lars siempre apuesta a doble o nada. Y esta vez perdió claramente.
Propongo un pequeño ejercicio de autocrítica: imaginémonos que esta película la hubiese dirigido un director totalmente desconocido, que en vez de Lars von Trier su director fuese Manolo Martínez (nombre inventado sobre la marcha)... en este hipotético caso, ¿la película tendría la misma nota? Claramente no. Eso sí, siempre habrá críticos que aunque estén viendo a von Trier tirándose un pedo en pantalla se levantarán como poseídos de la silla gritando "¡¡¡Obra maestra!!!, ¡¡¡obra maestra!!!" mientras echan espuma por la boca. Al menos yo he preferido no ser hipócrita.
Que Lars von Trier es un gran director nadie lo discute. Tampoco que el tipo se lo tiene más creído que Buñuel y Hitchcock juntos, con comentarios en la presentación de esta misma película en Cannes 2009 como éste: "No tengo que justificarme. Yo hago películas y ésta (Anticristo) es fruto de la voluntad de Dios. Además, yo soy el mejor director de cine del mundo. [...] No me debo a la audiencia sino a mí mismo. Hago las películas para mí. Vosotros sois sólo mis invitados". Un personaje, vamos.
Puede que toda esta fantasía surrealista neo-gótica de aventuras en el bosque de la mente humana tenga sentido para von Trier, puede que responda a su propia interpretación de sus miedos más profundos, pero eso no significa que en otras personas vaya a provocar la misma reacción. Existen ciertos directores de cine que cuando empiezan a ser reconocidos por la crítica especializada y a recibir las mayores alabanzas película tras película al final se acaban creyendo el nuevo Ingmar Bergman y terminan hundiéndose en su propia grandeza, pensando que si se filman a sí mismos cepillándose los dientes durante 20 minutos están creando un nuevo tipo de arte alternativo y/o transgresor. ¿Y qué es Anticristo? pues nada más que una obra menor, un tropiezo de uno de los directores más imaginativos de los últimos 20 años. Así de claro. Para ganar hay que arriesgar y Lars siempre apuesta a doble o nada. Y esta vez perdió claramente.
Propongo un pequeño ejercicio de autocrítica: imaginémonos que esta película la hubiese dirigido un director totalmente desconocido, que en vez de Lars von Trier su director fuese Manolo Martínez (nombre inventado sobre la marcha)... en este hipotético caso, ¿la película tendría la misma nota? Claramente no. Eso sí, siempre habrá críticos que aunque estén viendo a von Trier tirándose un pedo en pantalla se levantarán como poseídos de la silla gritando "¡¡¡Obra maestra!!!, ¡¡¡obra maestra!!!" mientras echan espuma por la boca. Al menos yo he preferido no ser hipócrita.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Eso sí, al menos me gustó su dedicatoria al maestro Andrei Tarkovski, que tan influyente ha sido en el propio director y que hoy está tan olvidado por todos. Claro que si en vez de ruso se llamase Andrew Tarkoson y hubiese nacido en Detroit otro gallo cantaría. Todo un detalle por parte de Lars.
Una cosa sí me gustó aparte de ésa: la única escena de sexo explícito no gratuita, en los primeros minutos de filmación, donde los protagonistas dan rienda suelta a su pasión mientras el niño se lanza al vacío en medio de un aria de Haendel. Sublime y poética a la vez. Lástima del resto de la película. Hala, ya podéis darle al no.
Una cosa sí me gustó aparte de ésa: la única escena de sexo explícito no gratuita, en los primeros minutos de filmación, donde los protagonistas dan rienda suelta a su pasión mientras el niño se lanza al vacío en medio de un aria de Haendel. Sublime y poética a la vez. Lástima del resto de la película. Hala, ya podéis darle al no.
Más sobre Ocelot
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here