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4,9
3.831
4
1 de agosto de 2022
1 de agosto de 2022
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comentamos hoy la tercera parte de la trilogía de El Exorcista, si bien para algunos este dato es discutible ya que la consideran la única secuela válida de la primera parte, aduciendo que la película que analizamos la semana pasada (Exorcista II: "El hereje") no puede ser considerada continuación de la primera al no participar de su guion el creador de la saga, William Peter Blatty. Para esta tercera parte (a pesar de lo anteriormente expuesto la llamaré así) no solo se contó con el guion de Blatty basado en su novela Legión (1983), sino que además fue escogido como director de la película, siendo para él su segunda y última película en su corta carrera detrás de las cámaras.
Para dar vida a los personajes de la mencionada novela se optó por actores de perfil bajo como George C. Scott (Kinderman, le valió una nominación a los Premios Razzie como peor actor principal), Ed Flanders (Padre Dyer), Brad Dourif (Géminis) y Nicol Williamson (Padre Morning). Desaparece del elenco Linda Blair aunque se recupera a Jason Miller como el Padre Karras - Paciente X. Sin haber ninguna estrella mediática se perdía en calidad interpretativa pero se ganaba en solvencia y en un reparto coral que funciona de manera correcta.
Con un presupuesto de 11 millones de dólares consiguió recaudar 44, aprovechando aún el tirón de la primera entrega. En ese sentido continuista hay que entender la campaña publicitaria que intencionadamente situaba esta entrega en continuidad directa con la primera parte: ¿Te atreves a caminar estos escalones de nuevo? mencionando las icónicas escaleras en las que muriera el padre Karras en el origen de la saga. De la misma manera se volvió a contar con el pegadizo -casi obsesivo- Tubullar Bells de Mike Oldfield como parte de la B.S.O. Si bien a nivel de crítica consiguió mejorar el resultado de su antecesora, ni de lejos obtuvo un reconocimiento como el de la primera entrega. Por otra parte, algo que sí es común -en este caso en las tres entregas- es la variedad en la que la cinta se puede visualizar, ya que además de la estrenada en los cines existe una versión anterior del director (Director´s cut) con más de 20 escenas diversas, lo que la pueden hacer considerar casi una película distinta.
La trama está ambientada diecisiete años después de El Exorcista, como hemos comentado sin hacer ninguna referencia a nada de lo acontecido en el Exorcista II: El Hereje, si bien es cierto que tampoco se aporta ningún elemento que se oponga a lo que en esa película se contaba. En este caso, el teniente William F. Kinderman comienza a ver indicios de que existe una relación entre un asesino en serie que ha sido ejecutado pero que perece seguir actuando misteriosamente (Géminis) y el exorcismo que el padre Karras realizó a Regan McNeil varios años atrás. Todo hace indicar que el demonio ha vuelto y que el Padre Dyer y el Padre Morning deben volver a combatirlo...
Como realicé en las anteriores entregas me gustaría comentar algún diálogo por su contenido espiritual, asociado como no podía ser de otra manera en estas películas a la presencia del Maligno en el mundo. Comenzamos con un diálogo entre el Padre Kavanan y un desconocido que se acerca para confesarse, aparentemente con pecadillos veniales pero tras el que se oculta un monstruo sin corazón:
Para dar vida a los personajes de la mencionada novela se optó por actores de perfil bajo como George C. Scott (Kinderman, le valió una nominación a los Premios Razzie como peor actor principal), Ed Flanders (Padre Dyer), Brad Dourif (Géminis) y Nicol Williamson (Padre Morning). Desaparece del elenco Linda Blair aunque se recupera a Jason Miller como el Padre Karras - Paciente X. Sin haber ninguna estrella mediática se perdía en calidad interpretativa pero se ganaba en solvencia y en un reparto coral que funciona de manera correcta.
Con un presupuesto de 11 millones de dólares consiguió recaudar 44, aprovechando aún el tirón de la primera entrega. En ese sentido continuista hay que entender la campaña publicitaria que intencionadamente situaba esta entrega en continuidad directa con la primera parte: ¿Te atreves a caminar estos escalones de nuevo? mencionando las icónicas escaleras en las que muriera el padre Karras en el origen de la saga. De la misma manera se volvió a contar con el pegadizo -casi obsesivo- Tubullar Bells de Mike Oldfield como parte de la B.S.O. Si bien a nivel de crítica consiguió mejorar el resultado de su antecesora, ni de lejos obtuvo un reconocimiento como el de la primera entrega. Por otra parte, algo que sí es común -en este caso en las tres entregas- es la variedad en la que la cinta se puede visualizar, ya que además de la estrenada en los cines existe una versión anterior del director (Director´s cut) con más de 20 escenas diversas, lo que la pueden hacer considerar casi una película distinta.
La trama está ambientada diecisiete años después de El Exorcista, como hemos comentado sin hacer ninguna referencia a nada de lo acontecido en el Exorcista II: El Hereje, si bien es cierto que tampoco se aporta ningún elemento que se oponga a lo que en esa película se contaba. En este caso, el teniente William F. Kinderman comienza a ver indicios de que existe una relación entre un asesino en serie que ha sido ejecutado pero que perece seguir actuando misteriosamente (Géminis) y el exorcismo que el padre Karras realizó a Regan McNeil varios años atrás. Todo hace indicar que el demonio ha vuelto y que el Padre Dyer y el Padre Morning deben volver a combatirlo...
Como realicé en las anteriores entregas me gustaría comentar algún diálogo por su contenido espiritual, asociado como no podía ser de otra manera en estas películas a la presencia del Maligno en el mundo. Comenzamos con un diálogo entre el Padre Kavanan y un desconocido que se acerca para confesarse, aparentemente con pecadillos veniales pero tras el que se oculta un monstruo sin corazón:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Padre Kanavan: [hace la Señal de la Cruz] "Que el Señor esté en tu corazón para confesar tus pecados. ¿Sí?"
Penitente: "Tengo una... una... conciencia escrupulosa, Padre. Esta necesidad de... confesar... tantas cosas. Si yo... piso... dos pajas con la forma de una cruz, siento que debo confesarlo. Me atormenta".
P.K.: "Trate de hacer una buena confesión. Recuerde, Cristo nos perdona todos nuestros pecados".
P: "Son sólo pequeñas cosas. Nada. Diecisiete de ellas, Padre. La primera fue esa... camarera... cerca de Candlestick Park. Yo... corté su garganta. La vi sangrar. Ella sangró mucho. Es un problema en el que estoy trabajando, Padre. Todo... ese... sangrado". [comienza a carcajearse diabólicamente; mientras el Padre Kanavan mira horrorizado]
El segundo pertenece al protagonista principal, el teniente Kinderman. Se trata de una auténtica confesión de fe, pero no de fe en Dios, sino de fe en el diablo. Aunque quizás sea las dos cosas, ya que como diría Charles Baudelaire “El mayor truco del diablo fue convencer al mundo de que no existía”, por lo que confesar su existencia de una manera tan explícita no está lejos de ser una verdadera confesión en Dios, su antagonista:
Kinderman: "En esto creo... Yo creo en la muerte. Creo en la enfermedad. Creo en la injusticia y la inhumanidad, la tortura, la ira y el odio... Creo en el asesinato. Yo creo en el dolor. Creo en la crueldad y la infidelidad. Creo en la baba y el hedor y cada cosa pútrida y reptante... cada posible fealdad y corrupción, hijo de puta. Creo en ti".
La última frase que me gustaría destacar pertenece al exorcismo que vemos en el film, en el que el Padre Morning intenta retar y desenmascarar al diablo que posee al Paciente X - Padre Karras:
Padre Paul Morning: "¡Tú, ladrón de la vida! ¡Tú, autor del dolor! ¡Tú, corruptor de la justicia, de la inocencia y de la juventud!".
Tras este exorcismo se produce la "segunda muerte" del padre Karras, terminando así momentáneamente una saga que ya solo sería ampliada por el principio, con la precuela que comentaremos la semana que viene.
Jaime Salado de la Riva
Crítica para Reflexiones cristianas: https://creoendios.blogspot.com/
Penitente: "Tengo una... una... conciencia escrupulosa, Padre. Esta necesidad de... confesar... tantas cosas. Si yo... piso... dos pajas con la forma de una cruz, siento que debo confesarlo. Me atormenta".
P.K.: "Trate de hacer una buena confesión. Recuerde, Cristo nos perdona todos nuestros pecados".
P: "Son sólo pequeñas cosas. Nada. Diecisiete de ellas, Padre. La primera fue esa... camarera... cerca de Candlestick Park. Yo... corté su garganta. La vi sangrar. Ella sangró mucho. Es un problema en el que estoy trabajando, Padre. Todo... ese... sangrado". [comienza a carcajearse diabólicamente; mientras el Padre Kanavan mira horrorizado]
El segundo pertenece al protagonista principal, el teniente Kinderman. Se trata de una auténtica confesión de fe, pero no de fe en Dios, sino de fe en el diablo. Aunque quizás sea las dos cosas, ya que como diría Charles Baudelaire “El mayor truco del diablo fue convencer al mundo de que no existía”, por lo que confesar su existencia de una manera tan explícita no está lejos de ser una verdadera confesión en Dios, su antagonista:
Kinderman: "En esto creo... Yo creo en la muerte. Creo en la enfermedad. Creo en la injusticia y la inhumanidad, la tortura, la ira y el odio... Creo en el asesinato. Yo creo en el dolor. Creo en la crueldad y la infidelidad. Creo en la baba y el hedor y cada cosa pútrida y reptante... cada posible fealdad y corrupción, hijo de puta. Creo en ti".
La última frase que me gustaría destacar pertenece al exorcismo que vemos en el film, en el que el Padre Morning intenta retar y desenmascarar al diablo que posee al Paciente X - Padre Karras:
Padre Paul Morning: "¡Tú, ladrón de la vida! ¡Tú, autor del dolor! ¡Tú, corruptor de la justicia, de la inocencia y de la juventud!".
Tras este exorcismo se produce la "segunda muerte" del padre Karras, terminando así momentáneamente una saga que ya solo sería ampliada por el principio, con la precuela que comentaremos la semana que viene.
Jaime Salado de la Riva
Crítica para Reflexiones cristianas: https://creoendios.blogspot.com/

5,5
1.447
6
21 de marzo de 2022
21 de marzo de 2022
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Doce años después del rotundo éxito de crítica y de taquilla de El Príncipe de Egipto, la productora DreamWorks volvía a lanzar un producto similar, un largometraje animado basado en la Biblia. No obstante, las dos películas tienen poco más en común. En primer lugar, el formato de "José, rey de los sueños" no estaba destinado a la gran pantalla como su antecesora, sino directamente al mercado doméstico a través del vídeo y el incipiente DVD. Ello repercutió en un presupuesto muy inferior (casi del 10%...) y en unos resultados de crítica y ventas inferior al deseado.
En el apartado técnico se notaron dichos recortes. La dirección corrió a cargo de la pareja formada por Rob LaDuca y Robert Ramírez, con escasa experiencia en el sector, y para las voces de los protagonistas únicamente se contó con Ben Affleck (José) como gancho publicitario.
Inferior también en metraje (75 minutos) sí comparte con su antecesora bastantes momentos de canciones (hasta 6) que sin embargo no obtuvieron ningún reconocimiento a título de galardones como sí pasara con la primera entrega.
Su argumento reproduce la historia de José y sus hermanos, los doce hijos de Jacob, que se recoge en los capítulos 37 al 50 del primer libro de la Biblia, el Génesis. Es por lo tanto, una historia anterior cronológicamente a la de Moisés y el Éxodo. José es el penúltimo hijo de Jacob y el predilecto, debido a que posee un don para interpretar los sueños de manera profética. Traicionado y vendido por sus hermanos a unos mercaderes egipcios, allí también demostrará sus extraordinarios poderes, sin perder nunca la fe en el Dios de sus padres:
Faraón: Me dijeron que solo necesitas escuchar un sueño y puedes explicarlo.
Joseph: Yo no, Su Excelencia. La explicación viene de Dios.
Tras muchas vueltas de la vida, los hermanos de José tienen que emigrar a Egipto a comprar trigo para paliar la hambruna que azotaba a todos los países en aquella época. Allí tendrán que reencontrarse -sin reconocerlo- con José, quien no les pondrá las cosas fáciles y les dará una lección de perdón y de amor familiar que nunca podrán olvidar.
Precisamente el apartado espiritual de esta película es quizás más interesante aún que en la historia de Moisés, pues además de ser un elegido de Dios, José protagoniza una bonita historia de perdón y reconciliación. Como experiencia personal me consta que a los niños les llega más esta historia de perdón y conversión que la de Moisés, en la que a un niño le resulta bastante difícil entender que un Dios bueno castigue a todo el pueblo de Egipto -por muy tozudo que fuera el faraón- con la muerte de los inocentes primogénitos. La actitud de Judá, primero como un gran pecador pero después dispuesto a ofrecer su vida a cambio de la de Benjamín, no puede sino provocar admiración y empatía. Y un estudio aparte merece la capacidad de perdón del propio José, que lejos de guardar un rencor eterno a sus malvados hermanos es capaz de encontrar lo que de bueno hay en el fondo de sus corazones y considerarlos instrumento de Dios para que se cumplan sus misteriosos designios.
Esta es la segunda clave, ya que esta historia nos visibiliza como primer mensaje (y más importante) ese antiguo adagio de que "Dios escribe derecho con renglones torcidos", o lo que es lo mismo, que de las mayores desgracias (que tus hermanos te vendan) Dios puede sacar las mayores glorias (llegar a ser brazo derecho del faraón...). En palabras más bíblicas, como San Pablo afirmaba en su Carta a los Romanos "Por lo demás, sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman" (8, 28). Creo que esta certeza se resume a la perfección en el diálogo final (inventado, por cierto) entre José y su hermano mayor Judá:
José: ¿Me perdonarás por pensar que soy un milagro de Dios?
Judá: Pero tú sí eres un milagro. Dios te envió para salvar a nuestra familia y a todo Egipto. Y tú lo hiciste.
En definitiva, me parecen dos claves espirituales muy interesantes. Ciertamente es una película muy inferior en cuanto a la calidad cinematográfica que "El príncipe de Egipto" pero igualmente aprovechable -me atrevería a decir que más- como recurso espiritual basado en la Biblia.
En el apartado técnico se notaron dichos recortes. La dirección corrió a cargo de la pareja formada por Rob LaDuca y Robert Ramírez, con escasa experiencia en el sector, y para las voces de los protagonistas únicamente se contó con Ben Affleck (José) como gancho publicitario.
Inferior también en metraje (75 minutos) sí comparte con su antecesora bastantes momentos de canciones (hasta 6) que sin embargo no obtuvieron ningún reconocimiento a título de galardones como sí pasara con la primera entrega.
Su argumento reproduce la historia de José y sus hermanos, los doce hijos de Jacob, que se recoge en los capítulos 37 al 50 del primer libro de la Biblia, el Génesis. Es por lo tanto, una historia anterior cronológicamente a la de Moisés y el Éxodo. José es el penúltimo hijo de Jacob y el predilecto, debido a que posee un don para interpretar los sueños de manera profética. Traicionado y vendido por sus hermanos a unos mercaderes egipcios, allí también demostrará sus extraordinarios poderes, sin perder nunca la fe en el Dios de sus padres:
Faraón: Me dijeron que solo necesitas escuchar un sueño y puedes explicarlo.
Joseph: Yo no, Su Excelencia. La explicación viene de Dios.
Tras muchas vueltas de la vida, los hermanos de José tienen que emigrar a Egipto a comprar trigo para paliar la hambruna que azotaba a todos los países en aquella época. Allí tendrán que reencontrarse -sin reconocerlo- con José, quien no les pondrá las cosas fáciles y les dará una lección de perdón y de amor familiar que nunca podrán olvidar.
Precisamente el apartado espiritual de esta película es quizás más interesante aún que en la historia de Moisés, pues además de ser un elegido de Dios, José protagoniza una bonita historia de perdón y reconciliación. Como experiencia personal me consta que a los niños les llega más esta historia de perdón y conversión que la de Moisés, en la que a un niño le resulta bastante difícil entender que un Dios bueno castigue a todo el pueblo de Egipto -por muy tozudo que fuera el faraón- con la muerte de los inocentes primogénitos. La actitud de Judá, primero como un gran pecador pero después dispuesto a ofrecer su vida a cambio de la de Benjamín, no puede sino provocar admiración y empatía. Y un estudio aparte merece la capacidad de perdón del propio José, que lejos de guardar un rencor eterno a sus malvados hermanos es capaz de encontrar lo que de bueno hay en el fondo de sus corazones y considerarlos instrumento de Dios para que se cumplan sus misteriosos designios.
Esta es la segunda clave, ya que esta historia nos visibiliza como primer mensaje (y más importante) ese antiguo adagio de que "Dios escribe derecho con renglones torcidos", o lo que es lo mismo, que de las mayores desgracias (que tus hermanos te vendan) Dios puede sacar las mayores glorias (llegar a ser brazo derecho del faraón...). En palabras más bíblicas, como San Pablo afirmaba en su Carta a los Romanos "Por lo demás, sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman" (8, 28). Creo que esta certeza se resume a la perfección en el diálogo final (inventado, por cierto) entre José y su hermano mayor Judá:
José: ¿Me perdonarás por pensar que soy un milagro de Dios?
Judá: Pero tú sí eres un milagro. Dios te envió para salvar a nuestra familia y a todo Egipto. Y tú lo hiciste.
En definitiva, me parecen dos claves espirituales muy interesantes. Ciertamente es una película muy inferior en cuanto a la calidad cinematográfica que "El príncipe de Egipto" pero igualmente aprovechable -me atrevería a decir que más- como recurso espiritual basado en la Biblia.

5,5
4.251
6
20 de febrero de 2022
20 de febrero de 2022
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hoy os comento esta película americana, La Séptima profecía, dirigida por el poco conocido Carl Schultz, quien decidió derivar su carrera desde los largometrajes hacía la televisión al terminar este film.
Aunque han pasado varios años desde su estreno me parece que no ha perdido actualidad. Su argumento es muy bíblico, pues se basa en el cumplimiento de las siete profecías previas al fin de los tiempos que aparecen en el libro del Apocalipsis. Su eslógan es más que sugerente: "Los sellos se han roto. Las profecías han comenzado. Ahora solo una mujer puede detener el fin de nuestro mundo". El film tuvo buena recepción en taquilla (18 millones de dólares) aunque no tanto de crítica, que especialmente expuso que sus personajes principales -el matrimonio Quinn- no transmite la suficiente tensión que requerían sus papeles. Mucho me temo que uno de los motivos de esas críticas tan negativas se debe a la ignorancia generalizada de los críticos cinematográficos en cuestiones religiosas, ya que el film presenta muchas claves ocultas que dificultan su comprensión.
La trama está muy bien llevada, con un buen reparto Demi Moore (Abby Quinn) Michael Biehn -El malo de Terminator 2- (Russell Quinn) y Jürgen Prochnow (David Bannon); con una acertada mezcla de Biblia e imaginación. El argumento parte de una serie de acontecimientos extraños que se van sucediendo en todo el planeta. El Vaticano encarga al Padre Lucci que investigue a fondo estos eventos. Paralelamente, en California, la protagonista femenina, Abby Quinn, va tomando conciencia de que el bebé que ella espera esta íntimamente ligado al cumplimiento de las aperturas de los siete sellos que anticipa el fin de los tiempos. El encargado de que los sellos se vayan rompiendo parece ser un extraño personaje que se aloja en una habitación alquilada por el matrimonio Quinn, David Bannon. Poco a poco Abby se va preparando para tomar una decisión final: ¿Podrá la esperanza de esta mujer salvar a toda la humanidad?.
La primera escena (la de la playa de Haití) es impactante y para mi gusto lo mejor de la película. Solo por verla merece la pena el visionado del film. El resto ciertamente no está a la altura, pero eso no quiere decir que la película no sea interesante, todo lo contrario. Si se conocen sus claves ocultas engancha y te mantiene en tensión en todo momento.
Vamos precisamente con el apartado teológico-espiritual, íntimamente conectado con el libro del Apocalipsis. Os planteo una reflexión sobre los siete sellos del libro del Apocalipsis y luego algunas claves de interpretación de la película, insisto que imprescindibles para comprender su significado profundo.
En primer lugar, los sellos. Es cierto que en el film los cuatro primeros han sido interpretados libremente, pero la esencia de de los mismos es semejante.
Los siete sellos del Apocalipsis, abiertos por el Cordero (Jesucristo) son:
El primer sello: Aparece un caballo blanco, que supone la llegada del Anticristo.
El segundo sello: Aparece un n caballo bermejo, que trae guerra.
El tercer sello: Aparece un caballo negro, que trae hambruna.
El cuarto sello: Aparece un caballo amarillo, que inicia una peste.
El quinto sello: La tribulación de los mártires.
El sexto sello: Señales cósmicas: un gran terremoto y el sol se oscurece.
El séptimo sello: Tras su apertura se producirá el toque de siete trompetas. Entonces llega “el Día del Señor”, en el que se desata “la ira del Cordero” y el Juicio Final.
Aunque han pasado varios años desde su estreno me parece que no ha perdido actualidad. Su argumento es muy bíblico, pues se basa en el cumplimiento de las siete profecías previas al fin de los tiempos que aparecen en el libro del Apocalipsis. Su eslógan es más que sugerente: "Los sellos se han roto. Las profecías han comenzado. Ahora solo una mujer puede detener el fin de nuestro mundo". El film tuvo buena recepción en taquilla (18 millones de dólares) aunque no tanto de crítica, que especialmente expuso que sus personajes principales -el matrimonio Quinn- no transmite la suficiente tensión que requerían sus papeles. Mucho me temo que uno de los motivos de esas críticas tan negativas se debe a la ignorancia generalizada de los críticos cinematográficos en cuestiones religiosas, ya que el film presenta muchas claves ocultas que dificultan su comprensión.
La trama está muy bien llevada, con un buen reparto Demi Moore (Abby Quinn) Michael Biehn -El malo de Terminator 2- (Russell Quinn) y Jürgen Prochnow (David Bannon); con una acertada mezcla de Biblia e imaginación. El argumento parte de una serie de acontecimientos extraños que se van sucediendo en todo el planeta. El Vaticano encarga al Padre Lucci que investigue a fondo estos eventos. Paralelamente, en California, la protagonista femenina, Abby Quinn, va tomando conciencia de que el bebé que ella espera esta íntimamente ligado al cumplimiento de las aperturas de los siete sellos que anticipa el fin de los tiempos. El encargado de que los sellos se vayan rompiendo parece ser un extraño personaje que se aloja en una habitación alquilada por el matrimonio Quinn, David Bannon. Poco a poco Abby se va preparando para tomar una decisión final: ¿Podrá la esperanza de esta mujer salvar a toda la humanidad?.
La primera escena (la de la playa de Haití) es impactante y para mi gusto lo mejor de la película. Solo por verla merece la pena el visionado del film. El resto ciertamente no está a la altura, pero eso no quiere decir que la película no sea interesante, todo lo contrario. Si se conocen sus claves ocultas engancha y te mantiene en tensión en todo momento.
Vamos precisamente con el apartado teológico-espiritual, íntimamente conectado con el libro del Apocalipsis. Os planteo una reflexión sobre los siete sellos del libro del Apocalipsis y luego algunas claves de interpretación de la película, insisto que imprescindibles para comprender su significado profundo.
En primer lugar, los sellos. Es cierto que en el film los cuatro primeros han sido interpretados libremente, pero la esencia de de los mismos es semejante.
Los siete sellos del Apocalipsis, abiertos por el Cordero (Jesucristo) son:
El primer sello: Aparece un caballo blanco, que supone la llegada del Anticristo.
El segundo sello: Aparece un n caballo bermejo, que trae guerra.
El tercer sello: Aparece un caballo negro, que trae hambruna.
El cuarto sello: Aparece un caballo amarillo, que inicia una peste.
El quinto sello: La tribulación de los mártires.
El sexto sello: Señales cósmicas: un gran terremoto y el sol se oscurece.
El séptimo sello: Tras su apertura se producirá el toque de siete trompetas. Entonces llega “el Día del Señor”, en el que se desata “la ira del Cordero” y el Juicio Final.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El film mantiene una estructura similar respecto a la apertura de los sellos, aunque algunas situaciones son diferentes o más concretas:
El primer sello: Peces muertos en Haití
El segundo sello: Heladas en Oriente Medio
El tercer sello: Matanzas en diversos países
El cuarto sello: Tormenta en California
El quinto sello: La muerte de un inocente, Jimmy
El sexto sello: Eclipse solar y terremoto
El séptimo sello: Muerte del niño de Abby y final de los nacimientos en la Tierra.
A partir de aquí hay que realizar el tan temido spoiler para comentar las claves teológicas anteriormente mencionadas.
La apertura de los sellos ya nos da una pista de interpretación. Quien abre los sellos en la Biblia y en el film (David Bannon) es en realidad Jesucristo, el Cordero, si bien el primer sello (llegada del Anticristo en la Biblia y apertura de del primer sello por David en el film) pueden llevar a confusión. Para salir de la duda unas palabras posteriores de David a Abby lo aclaran: "No puedo morir de nuevo", mientras de sus heridas no sale sangre sino luz.
En la película se hace referencia a un concepto judío, el "Guf". Se trata de una gran sala en la que están las almas de los que van a nacer. Cuando nace un niño, su alma viene de allí. La tradición semita dice que solo los gorriones pueden verlas bajar del Cielo, momento en el que cantan. Cuando los gorriones dejen de cantar, la última alma habrá bajado al mundo y este acabará. Es la clave de interpretación del final del film, en el que un gorrión entra volando por la puerta abierta y Russell exclama "¡Jesús! ¿Ves eso?". Queda a la interpretación del espectador pensar si Russell ha identificado a David como Cristo o ese "Jesús" es una expresión casual y desconoce la magnitud de todo lo que le ha ocurrido a su mujer.
El personaje del Padre Lucci - Cartáfilo es apasionante y muy bien traído a la trama. Se trata de una figura enigmática de la tradición extra-bíblica judeo-cristiana. Es también llamado "el judío errante". Según el sueño de Abby, una mujer, Serapia, le ofreció agua a Cristo durante la crucifixión, pero un centurión romano llamado Cartáfilo lo impidió después de preguntarle a la mujer "¿Morirías por él? (alzando la voz) ¿Moririas por él?". Desde entonces este soldado quedó maldito para vagar por la Tierra hasta que se produjera el regreso de Cristo para juzgar a la humanidad. En el film, un anciano sacerdote lo reconoce como personaje atemporal en este diálogo:
Sacerdote: "Eres tú, Morrell. ¡Pero eso fue hace setenta años!"
Padre Lucci: "Eso fue ayer para mí".
Otra clave es el concepto de muerte redentora o sacrificial. Abby realiza un acto de auto-sacrificio para salvar a la humanidad. Es la muerte del que se sacrifica para salvar a otros. El arquetipo de ello es la muerte de Jesucristo en la cruz para perdonar los pecados de la humanidad. En el caso de Abby es un acto redentor en el que prefiere salvar la vida de su hijo que la suya propia, respondiendo a la pregunta anterior de Cartáfilo a Serapia y respondiéndola en primera persona: "Moriré por él". Al tocarlo, su hijo revive y ella muere, con lo que el Apocalipsis queda paralizado y se vuelven a abrir las puertas del "Guf". Este acto sacrificial es muy original en el mundo del cine, que posteriormente repetirá este patrón -entre otras- en Pactar con el diablo (1997) Fallen (1998) o El fin de los días (1999) e incluso, sin dimensión religiosa, en Titanic (1997).
A su marido corresponde contar la historia de este sacrificio para concienciar al mundo y evitar que la amenaza del Apocalipsis vuelva a surgir:
David Bannon: "Recuérdalo todo, escríbelo, cuéntalo; para que la gente aproveche la oportunidad que ella les ha dado".
Jaime Salado de la Riva
Crítica para Reflexiones cristianas: https://creoendios.blogspot.com/
El primer sello: Peces muertos en Haití
El segundo sello: Heladas en Oriente Medio
El tercer sello: Matanzas en diversos países
El cuarto sello: Tormenta en California
El quinto sello: La muerte de un inocente, Jimmy
El sexto sello: Eclipse solar y terremoto
El séptimo sello: Muerte del niño de Abby y final de los nacimientos en la Tierra.
A partir de aquí hay que realizar el tan temido spoiler para comentar las claves teológicas anteriormente mencionadas.
La apertura de los sellos ya nos da una pista de interpretación. Quien abre los sellos en la Biblia y en el film (David Bannon) es en realidad Jesucristo, el Cordero, si bien el primer sello (llegada del Anticristo en la Biblia y apertura de del primer sello por David en el film) pueden llevar a confusión. Para salir de la duda unas palabras posteriores de David a Abby lo aclaran: "No puedo morir de nuevo", mientras de sus heridas no sale sangre sino luz.
En la película se hace referencia a un concepto judío, el "Guf". Se trata de una gran sala en la que están las almas de los que van a nacer. Cuando nace un niño, su alma viene de allí. La tradición semita dice que solo los gorriones pueden verlas bajar del Cielo, momento en el que cantan. Cuando los gorriones dejen de cantar, la última alma habrá bajado al mundo y este acabará. Es la clave de interpretación del final del film, en el que un gorrión entra volando por la puerta abierta y Russell exclama "¡Jesús! ¿Ves eso?". Queda a la interpretación del espectador pensar si Russell ha identificado a David como Cristo o ese "Jesús" es una expresión casual y desconoce la magnitud de todo lo que le ha ocurrido a su mujer.
El personaje del Padre Lucci - Cartáfilo es apasionante y muy bien traído a la trama. Se trata de una figura enigmática de la tradición extra-bíblica judeo-cristiana. Es también llamado "el judío errante". Según el sueño de Abby, una mujer, Serapia, le ofreció agua a Cristo durante la crucifixión, pero un centurión romano llamado Cartáfilo lo impidió después de preguntarle a la mujer "¿Morirías por él? (alzando la voz) ¿Moririas por él?". Desde entonces este soldado quedó maldito para vagar por la Tierra hasta que se produjera el regreso de Cristo para juzgar a la humanidad. En el film, un anciano sacerdote lo reconoce como personaje atemporal en este diálogo:
Sacerdote: "Eres tú, Morrell. ¡Pero eso fue hace setenta años!"
Padre Lucci: "Eso fue ayer para mí".
Otra clave es el concepto de muerte redentora o sacrificial. Abby realiza un acto de auto-sacrificio para salvar a la humanidad. Es la muerte del que se sacrifica para salvar a otros. El arquetipo de ello es la muerte de Jesucristo en la cruz para perdonar los pecados de la humanidad. En el caso de Abby es un acto redentor en el que prefiere salvar la vida de su hijo que la suya propia, respondiendo a la pregunta anterior de Cartáfilo a Serapia y respondiéndola en primera persona: "Moriré por él". Al tocarlo, su hijo revive y ella muere, con lo que el Apocalipsis queda paralizado y se vuelven a abrir las puertas del "Guf". Este acto sacrificial es muy original en el mundo del cine, que posteriormente repetirá este patrón -entre otras- en Pactar con el diablo (1997) Fallen (1998) o El fin de los días (1999) e incluso, sin dimensión religiosa, en Titanic (1997).
A su marido corresponde contar la historia de este sacrificio para concienciar al mundo y evitar que la amenaza del Apocalipsis vuelva a surgir:
David Bannon: "Recuérdalo todo, escríbelo, cuéntalo; para que la gente aproveche la oportunidad que ella les ha dado".
Jaime Salado de la Riva
Crítica para Reflexiones cristianas: https://creoendios.blogspot.com/

5,1
2.801
7
21 de diciembre de 2021
21 de diciembre de 2021
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ayer pude por fin ver La cabaña, una película que tiene como temática central a Dios mismo y su intervención en la vida de las personas. El film es una versión del libro del mismo nombre escrito en 2007 por William Paul Yong y que ha vendido desde entonces la friolera de 20 millones de copias a pesar de haber sido publicado por el propio autor al margen de las grandes editoriales. La película tampoco escapó mal, con 57 millones de dólares recaudados sólo en EEUU, siendo la número 49 más vista de ese año en ese país.
La cinta fue realizada por los mismos productores de la ya comentada La vida de Pi, presentando las dos unos componentes netamente religiosos; si bien es cierto que la dirigida por Ang Lee se refería especialmente al hinduismo, mientras que la de Stuart Hazeldine se centra más bien en el cristianismo. No obstante, en el fondo ambas defienden una apertura a la trascendencia y aportan una visión que deja entrever una cierta similitud entre todas las grandes religiones, teniendo por ello una visión de Dios algo sincretista.
Personalmente tengo que reconocer que desde su estreno en los cines tenía muchas ganas de verla, ya que me encontraba desconcertado por un hecho curioso: mis conocidos (creyentes o no) que la habían visto me hablaban maravillas de ella, mientras que la crítica especializada soltaba pestes de la misma. Hasta el momento de verla había buscado y leído más de 30 críticas cinematográficas de la película y no encontré ni siquiera una que hablara bien de ella.
Una vez vista me tengo que situar en la posición de mis amistades y distanciarme de todos aquellos que la critican. Es cierto que no pasará a la posteridad como una obra maestra de la Historia del Cine, pero al menos es entretenida, hace reflexionar y presenta una visión confesional del sentido de la vida. Sin lugar a dudas, esto último es lo que no le perdonan sus detractores, quienes vinculados a posiciones ateas -o al menos agnósticas- no soportan que en pleno siglo XXI se pueda realizar un cine de calidad que defienda la existencia de Dios. La película está bien dirigida, bien interpretada y posee una fotografía excelente que enriquece mucho al conjunto. Casi todas las críticas que he leído inciden en la idea de que se trata de un film con una clara intención moralizante y con tintes de manual de autoayuda, como si en alguno de estos conceptos hubiera algo negativo per se. Creo sinceramente que la mayoría de las críticas que se encuentran en la web carecen de fundamento y se basan en las carencias religiosas de quienes las realizan, aportando una visión subjetiva y poco fundamentada de la temática tratada y limitándose a criticar "la cáscara" sin incidir en lo profundo de los temas tratados.
El argumento tanto del libro como de la versión cinematográfica es el mismo. Mack Philips (Sam Worthington) es un padre de familia con un pasado escabroso al que una nueva desgracia familiar le hace perder la poca fe que tenía. En medio de esa crisis, recibe una carta para encontrarse en una cabaña de los bosques de Oregón con "papá". En dicha cabaña Mack encontrará respuestas a todas las preguntas e incomprensiones que lo han acompañado a lo largo de su existencia. No puedo desvelar mucho más ya que uno de los puntos fuertes del film es la intriga que subyace a la trama.
Desde un punto de vista teológico la película no tiene desperdicio. Presenta muchos temas y muy variados, de los que destaco y comento algunos a continuación, intentando no ser demasiado spoiler, aunque indudablemente es mejor primero ver la película y luego los comentarios...
La cinta fue realizada por los mismos productores de la ya comentada La vida de Pi, presentando las dos unos componentes netamente religiosos; si bien es cierto que la dirigida por Ang Lee se refería especialmente al hinduismo, mientras que la de Stuart Hazeldine se centra más bien en el cristianismo. No obstante, en el fondo ambas defienden una apertura a la trascendencia y aportan una visión que deja entrever una cierta similitud entre todas las grandes religiones, teniendo por ello una visión de Dios algo sincretista.
Personalmente tengo que reconocer que desde su estreno en los cines tenía muchas ganas de verla, ya que me encontraba desconcertado por un hecho curioso: mis conocidos (creyentes o no) que la habían visto me hablaban maravillas de ella, mientras que la crítica especializada soltaba pestes de la misma. Hasta el momento de verla había buscado y leído más de 30 críticas cinematográficas de la película y no encontré ni siquiera una que hablara bien de ella.
Una vez vista me tengo que situar en la posición de mis amistades y distanciarme de todos aquellos que la critican. Es cierto que no pasará a la posteridad como una obra maestra de la Historia del Cine, pero al menos es entretenida, hace reflexionar y presenta una visión confesional del sentido de la vida. Sin lugar a dudas, esto último es lo que no le perdonan sus detractores, quienes vinculados a posiciones ateas -o al menos agnósticas- no soportan que en pleno siglo XXI se pueda realizar un cine de calidad que defienda la existencia de Dios. La película está bien dirigida, bien interpretada y posee una fotografía excelente que enriquece mucho al conjunto. Casi todas las críticas que he leído inciden en la idea de que se trata de un film con una clara intención moralizante y con tintes de manual de autoayuda, como si en alguno de estos conceptos hubiera algo negativo per se. Creo sinceramente que la mayoría de las críticas que se encuentran en la web carecen de fundamento y se basan en las carencias religiosas de quienes las realizan, aportando una visión subjetiva y poco fundamentada de la temática tratada y limitándose a criticar "la cáscara" sin incidir en lo profundo de los temas tratados.
El argumento tanto del libro como de la versión cinematográfica es el mismo. Mack Philips (Sam Worthington) es un padre de familia con un pasado escabroso al que una nueva desgracia familiar le hace perder la poca fe que tenía. En medio de esa crisis, recibe una carta para encontrarse en una cabaña de los bosques de Oregón con "papá". En dicha cabaña Mack encontrará respuestas a todas las preguntas e incomprensiones que lo han acompañado a lo largo de su existencia. No puedo desvelar mucho más ya que uno de los puntos fuertes del film es la intriga que subyace a la trama.
Desde un punto de vista teológico la película no tiene desperdicio. Presenta muchos temas y muy variados, de los que destaco y comento algunos a continuación, intentando no ser demasiado spoiler, aunque indudablemente es mejor primero ver la película y luego los comentarios...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Como primer tema presenta una visión coincidente con el dogma cristiano de la la Santísima Trinidad. Dios es Padre (madre, en este caso), Hijo y Espíritu Santo. En el film aparecen antropomorfizados ya que de otra manera sería imposibles distinguirlos. Son un solo Dios pero a la vez tres Personas que viven en plena comunión de vida y amor. Son como una familia en la que cada uno tiene sus roles definidos pero funcionan al unísono. Cada uno se presenta ante Mack con una fisonomía diversa pero todos ellos actúan como uno solo. Desde un punto de vista cristiano no hay nada que reprochar a esta presentación de Dios, excepto que la película deja entrever que ese mismo Dios puede adoptar la imagen de otras divinidades para manifestarse a las personas. Esa es una perspectiva demasiado "new age" que en el fondo viene a querer decir que todas las religiones son iguales y que Dios se manifiesta a cada cultura de forma diversa. Aquí el film chirría un poco dogmáticamente hablando, aunque la intuición no deja de ser sugerente en la cultura que vivimos.
El segundo tema en importancia es la capacidad de perdonar y ser perdonado. Se presenta para ello a Mack, un caso extremo que hizo algo en su pasado "imperdonable" para sí mismo y que en el presente sufre las consecuencias de otro acto violento desgarrador que también es incapaz de perdonar. En el fondo todos nos podemos sentir identificados con él sin llegar a esas situaciones tan "límite" para el ser humano. La película vuelve a presentar una realidad evidente: perdonar es un ejercicio para el que hay que entrenarse, y resulta imposible perdonar a los demás si uno primero no ha curado sus heridas internas perdonándose a sí mismo. La capacidad de perdonar y de pedir perdón van unidas, y son previas al amor. Sin perdón no hay reconciliación con uno mismo y no puede haber amor ni felicidad. Solo el perdón tiene una capacidad terapéutica y posibilita en cualquier momento un nuevo comienzo para quien lo experimenta.
Unido a ello va el tema del sufrimiento humano. La película refleja gráficamente que ninguna lágrima humana es estéril, y que el sufrimiento humano tiene sentido como acto que redime interiormente y que nos une al sufrimiento de Cristo en su Pasión. Dios no es un Dios sádico que quiera ese sufrimiento, pero es capaz de sacar cosas buenas aún de las mayores desgracias. La respuesta al mal en el mundo la encontramos en el pecado humano, y toda la vida debe ser una lucha contra el mal y una apertura a la acción de Dios en nuestro interior. La película repite incansablemente que Dios nunca abandona en el sufrimiento y que acompaña siempre al que sufre, a pesar de que esa compañía pase desapercibida para quien sufre "la noche oscura del alma".
Junto a ello se presenta el tema de la familia como "Iglesia doméstica", como lugar de vivencia de la fe y del amor. Lugar de encuentro, de complicidad, de diálogo, de confianza mutua, de perdón y de amor. Una institución donde la falta de diálogo y el encerrarse en uno mismo provoca la autodestrucción y donde, por el contrario, la capacidad de comunicar los propios sentimientos se convierte en la llave de la felicidad y de la comunión.
Desde un punto de vista meramente humano y dejando a un lado la fe y a Dios se presentan otras ideas como sanas para el individuo: eliminar el sentimiento de culpa cuando no es objetivo, ser capaz de cerrar las heridas del pasado que nos atormentan o confiar en las propias capacidades son algunos ejemplos de ello.
Por todo ello me parece una película altamente recomendable y que creo que puede hacer mucho bien a quien la visualice con una mente abierta. Yo, por mi parte, he comenzado a leer el libro, que en varios aspectos me han comentado que es más profundo incluso que la película.
Jaime Salado de la Riva
Crítica para Reflexiones cristianas: https://creoendios.blogspot.com/
El segundo tema en importancia es la capacidad de perdonar y ser perdonado. Se presenta para ello a Mack, un caso extremo que hizo algo en su pasado "imperdonable" para sí mismo y que en el presente sufre las consecuencias de otro acto violento desgarrador que también es incapaz de perdonar. En el fondo todos nos podemos sentir identificados con él sin llegar a esas situaciones tan "límite" para el ser humano. La película vuelve a presentar una realidad evidente: perdonar es un ejercicio para el que hay que entrenarse, y resulta imposible perdonar a los demás si uno primero no ha curado sus heridas internas perdonándose a sí mismo. La capacidad de perdonar y de pedir perdón van unidas, y son previas al amor. Sin perdón no hay reconciliación con uno mismo y no puede haber amor ni felicidad. Solo el perdón tiene una capacidad terapéutica y posibilita en cualquier momento un nuevo comienzo para quien lo experimenta.
Unido a ello va el tema del sufrimiento humano. La película refleja gráficamente que ninguna lágrima humana es estéril, y que el sufrimiento humano tiene sentido como acto que redime interiormente y que nos une al sufrimiento de Cristo en su Pasión. Dios no es un Dios sádico que quiera ese sufrimiento, pero es capaz de sacar cosas buenas aún de las mayores desgracias. La respuesta al mal en el mundo la encontramos en el pecado humano, y toda la vida debe ser una lucha contra el mal y una apertura a la acción de Dios en nuestro interior. La película repite incansablemente que Dios nunca abandona en el sufrimiento y que acompaña siempre al que sufre, a pesar de que esa compañía pase desapercibida para quien sufre "la noche oscura del alma".
Junto a ello se presenta el tema de la familia como "Iglesia doméstica", como lugar de vivencia de la fe y del amor. Lugar de encuentro, de complicidad, de diálogo, de confianza mutua, de perdón y de amor. Una institución donde la falta de diálogo y el encerrarse en uno mismo provoca la autodestrucción y donde, por el contrario, la capacidad de comunicar los propios sentimientos se convierte en la llave de la felicidad y de la comunión.
Desde un punto de vista meramente humano y dejando a un lado la fe y a Dios se presentan otras ideas como sanas para el individuo: eliminar el sentimiento de culpa cuando no es objetivo, ser capaz de cerrar las heridas del pasado que nos atormentan o confiar en las propias capacidades son algunos ejemplos de ello.
Por todo ello me parece una película altamente recomendable y que creo que puede hacer mucho bien a quien la visualice con una mente abierta. Yo, por mi parte, he comenzado a leer el libro, que en varios aspectos me han comentado que es más profundo incluso que la película.
Jaime Salado de la Riva
Crítica para Reflexiones cristianas: https://creoendios.blogspot.com/

5,6
2.024
9
29 de noviembre de 2021
29 de noviembre de 2021
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comentamos hoy la incursión en el cine de temática religiosa que el genial director español José Luis Garci realizó a mediados de los 90. Recuerdo haber ido a verla al Cine como un joven de 19 años (reconozco que el reclamo de Maribel Verdú fue importante a la hora de comprar la entrada, aunque sinceramente su actuación es de lo más flojo de la película) y quedé impresionado por la belleza de la fotografía de Manuel Rojas y la profundidad de los diálogos, que te transportaban a un mundo casi idílico y lleno de ternura femenina. Posteriormente descubrí que la historia está basada en una obra de teatro de Gregorio Martínez Sierra. Con el paso de los años he tenido la gran suerte de conocer a algunas monjas de clausura, y puedo afirmar sin miedo a equivocarme y como testigo privilegiado (casi como el entrañable personaje de Alfredo Landa, el doctor Don José) que Garci estuvo muy bien asesorado y captó a la perfección el ambiente de un convento, al menos en lo que yo he percibido.
Leyendo las críticas sobre la película uno puede llegar a confundirse. Algunos la plasman casi como una obra maestra del séptimo arte y otros como una especie de bazofia con moralina. Creo que a la hora de realizar una crítica cinematográfica hay que ser más serios, y no dejarse llevar por los prejuicios, ni a favor ni en contra, que uno pueda tener acerca de la temática religiosa que aborda el film. Tengo la sensación de que muchas personas valoran el conjunto de la obra según su posición creyente-agnóstica-atea, lo cual en cualquiera de los tres casos no ayuda a ser objetivo con este tipo de películas. Como muestra un botón: el film fue ganador -entre otros- de cinco premios Goya y dos del Festival de Montreal. Si fuera tan mala como algunos críticos opinan no creo que se hubiera hecho acreedora de estos galardones. Si por el contrario fuera la quintaesencia del celuloide habría ganado un Óscar o al menos haber estado nominada, cosa que tampoco sucedió. Por lo tanto, en el término medio está la virtud, como decía Aristóteles.
El argumento parte de la adopción por parte de las religiosas de un convento dominico (a través de la figura del médico) de una niña abandonada a las puertas del mismo. Este hecho da pie a que conozcamos la interioridad del lugar, con el día a día y las tensiones, alegrías, miedos, preocupaciones... de una comunidad de religiosas del s. XIX. El reparto está encabezado por Fiorella Faltoyano (Madre Teresa), Amparo Larrañaga (Sor Marcela) Virginia Mataix (la maestra de novicias), y la bonachona madre Tornera interpretada por María Luisa Ponte.
Los temas espirituales que plantea el film son interesantísimos, apunto algunos:
- Los diálogos entre la maestra de novicias y las aspirantes a monjas no tienen desperdicio, dejándonos entrever una época estricta en la disciplina de los conventos, en los que los espejos eran signo de vanidad y la obediencia la regla máxima a cumplir.
- El enamoramiento (los coqueteos entre Don José y la Madre Teresa son tan sutiles como cargados de nostalgia) tiene sin embargo cabida entre Teresa (Maribel Verdú) y el joven interpretado por Carmelo Gómez. Hay por ello una diferenciación entre un amor que te lleva a consagrar la vida a Dios y otro amor de pareja, ambos legítimos pero incompatibles, cuestión esta que provoca dolor en quien se siente llamado a compartir ambos amores. Esta tensión interna queda muy bien reflejada y tratada con mucho tacto en la trama. Valga como prueba esta frase de Don José, una mezcla de comicidad y amargura para justificar su soltería: “En este mundo ¿con quién se puede caer en la tentación del matrimonio si todas la muchachas bonitas se han venido al convento?”
- Otros temas como el instinto maternal de las religiosas, la ternura y la delicadeza que impregnan sus vidas, la entrega a Dios y a los demás desde el aislamiento, el silencio y la oración... tienen todos ellos cabida en unos diálogos cortos pero cargados de profundidad. La repetida frase en diferentes contextos "Saber mirar es saber amar" me parece en este sentido cargada de un mensaje vital.
- El síndrome del "nido vacío" que sufren muchos matrimonios cuando los hijos abandonan la casa también se hace presente en un ambiente donde esto no debería ocurrir, pero la ausencia de "la niña" hace estragos en el remanso de paz que debería ser el convento, dejando un poso de amargura difícil de llenar.
Para transmitir todo ello hay elementos muy interesantes. La reja como separadora de dos mundos distintos y antagónicos juega un papel importante. También el juego de luces y sombras que percibimos dentro del convento dejan entrever las alegrías y tristezas que se suceden en esa "burbuja microcósmica conventual" donde la vida parece detenida pero el tiempo avanza inexorablemente. Un mundo donde la contemplación de lo sagrado ocupa un lugar preeminente pero las preocupaciones mundanas logran introducirse entre las rendijas de las puertas y ventanas.
Lo dicho, una película para disfrutarla, para "saber mirarla" y "saber amar" el mundo interior que refleja. No pasará a la historia del Cine como un imprescindible, pero merece la pena un visionado reposado de la cinta.
Jaime Salado de la Riva
Crítica para Reflexiones cristianas: https://creoendios.blogspot.com/
Leyendo las críticas sobre la película uno puede llegar a confundirse. Algunos la plasman casi como una obra maestra del séptimo arte y otros como una especie de bazofia con moralina. Creo que a la hora de realizar una crítica cinematográfica hay que ser más serios, y no dejarse llevar por los prejuicios, ni a favor ni en contra, que uno pueda tener acerca de la temática religiosa que aborda el film. Tengo la sensación de que muchas personas valoran el conjunto de la obra según su posición creyente-agnóstica-atea, lo cual en cualquiera de los tres casos no ayuda a ser objetivo con este tipo de películas. Como muestra un botón: el film fue ganador -entre otros- de cinco premios Goya y dos del Festival de Montreal. Si fuera tan mala como algunos críticos opinan no creo que se hubiera hecho acreedora de estos galardones. Si por el contrario fuera la quintaesencia del celuloide habría ganado un Óscar o al menos haber estado nominada, cosa que tampoco sucedió. Por lo tanto, en el término medio está la virtud, como decía Aristóteles.
El argumento parte de la adopción por parte de las religiosas de un convento dominico (a través de la figura del médico) de una niña abandonada a las puertas del mismo. Este hecho da pie a que conozcamos la interioridad del lugar, con el día a día y las tensiones, alegrías, miedos, preocupaciones... de una comunidad de religiosas del s. XIX. El reparto está encabezado por Fiorella Faltoyano (Madre Teresa), Amparo Larrañaga (Sor Marcela) Virginia Mataix (la maestra de novicias), y la bonachona madre Tornera interpretada por María Luisa Ponte.
Los temas espirituales que plantea el film son interesantísimos, apunto algunos:
- Los diálogos entre la maestra de novicias y las aspirantes a monjas no tienen desperdicio, dejándonos entrever una época estricta en la disciplina de los conventos, en los que los espejos eran signo de vanidad y la obediencia la regla máxima a cumplir.
- El enamoramiento (los coqueteos entre Don José y la Madre Teresa son tan sutiles como cargados de nostalgia) tiene sin embargo cabida entre Teresa (Maribel Verdú) y el joven interpretado por Carmelo Gómez. Hay por ello una diferenciación entre un amor que te lleva a consagrar la vida a Dios y otro amor de pareja, ambos legítimos pero incompatibles, cuestión esta que provoca dolor en quien se siente llamado a compartir ambos amores. Esta tensión interna queda muy bien reflejada y tratada con mucho tacto en la trama. Valga como prueba esta frase de Don José, una mezcla de comicidad y amargura para justificar su soltería: “En este mundo ¿con quién se puede caer en la tentación del matrimonio si todas la muchachas bonitas se han venido al convento?”
- Otros temas como el instinto maternal de las religiosas, la ternura y la delicadeza que impregnan sus vidas, la entrega a Dios y a los demás desde el aislamiento, el silencio y la oración... tienen todos ellos cabida en unos diálogos cortos pero cargados de profundidad. La repetida frase en diferentes contextos "Saber mirar es saber amar" me parece en este sentido cargada de un mensaje vital.
- El síndrome del "nido vacío" que sufren muchos matrimonios cuando los hijos abandonan la casa también se hace presente en un ambiente donde esto no debería ocurrir, pero la ausencia de "la niña" hace estragos en el remanso de paz que debería ser el convento, dejando un poso de amargura difícil de llenar.
Para transmitir todo ello hay elementos muy interesantes. La reja como separadora de dos mundos distintos y antagónicos juega un papel importante. También el juego de luces y sombras que percibimos dentro del convento dejan entrever las alegrías y tristezas que se suceden en esa "burbuja microcósmica conventual" donde la vida parece detenida pero el tiempo avanza inexorablemente. Un mundo donde la contemplación de lo sagrado ocupa un lugar preeminente pero las preocupaciones mundanas logran introducirse entre las rendijas de las puertas y ventanas.
Lo dicho, una película para disfrutarla, para "saber mirarla" y "saber amar" el mundo interior que refleja. No pasará a la historia del Cine como un imprescindible, pero merece la pena un visionado reposado de la cinta.
Jaime Salado de la Riva
Crítica para Reflexiones cristianas: https://creoendios.blogspot.com/
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