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Críticas ordenadas por utilidad
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6
9 de noviembre de 2009
9 de noviembre de 2009
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nueva obra del realizador francés Michel Gondry, esta vez con presupuesto patrio y guión propio. En ella, Gondry nos cuenta una típica historia de amor entre dos jóvenes no demasiado espabilados: Gael García Bernal interpreta a Stéphane, un joven que vuelve a Francia tras la muerte de su padre para ganarse la vida en un empleo que su madre le ha conseguido. Una vez instalado en su piso conoce a Stéphanie (Charlotte Gainsbourg), la vecina, de la que lentamente se irá enamorando.
Nos encontramos, pues, ante el típico subproducto de comedia romántica. Sin embargo, el filme posee algunos elementos que lo elevan de entre la mayoría de este tipo de producciones.
Nos encontramos, pues, ante el típico subproducto de comedia romántica. Sin embargo, el filme posee algunos elementos que lo elevan de entre la mayoría de este tipo de producciones.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Por un lado tenemos el gran poderío visual del que Gondry hace gala, logrando sus cotas de mayor genialidad en la recreación de los sueños. Me atrevería a decir que son el resultado de un momento de especial inspiración por parte del autor, ya que consiguen reflejar de manera bastante cercana las sensaciones que muchos de nosotros experimentamos en los sueños, esa mezcla de aparentes sinsentidos que se dan cita todas las noches cuando cerramos los ojos.
Al margen del aspecto visual, el abanico de secundarios, como suele suceder en este tipo de películas, es de lo más variopinto. En esta ocasión se llevan la palma los compañeros de trabajo de Stéphane, con algún que otro momento realmente desternillante que consigue romper un poco con la dinámica a la baja del relato.
Y aquí es cuando llegamos al principal problema: la historia. Gondry se ha decantado claramente por una obra predominantemente visual y el principal damnificado ha terminado siendo el guión, que no es que sea malo "per se", pero no posee el suficiente ritmo y entereza como para mantener el interés a lo largo de todo el metraje. El edificio a punto está de derrumbarse en más de una ocasión, pero consigue evitar el hundimiento definitivo por varias razones: la empatía que sentimos hacia el personaje de Stéphane, el imaginario visual de Gondry y la escasa duración del filme.
Con todo, la historia de amor se va desarrollando de manera un tanto errática, fundamentalmente por el hecho de la intromisión de los sueños en la vida real de Stéphane, y que muchas veces llegan a confundir al espectador sobre si lo que está pasando forma parte del sueño o no. Supongo que esa sería la intención del realizador, jugar un poco con el surrealismo de la vida, pero resulta perjudicial a la hora de seguir con soltura el desarrollo de la trama.
Nos encontramos a fin de cuentas con un experimento que yo no me atrevería a calificar como fallido, pero que no termina de ser redondo. Pese a todo, la labor de dirección consigue propiciar algunos momentos de cierto brillo que logran elevar el escaso interés que hay en la trama, pues al fin y al cabo, se trata de la típica historia de amor no correspondido que ya hemos visto docenas de veces antes. Como muchos apuntan, la ausencia del guionista Charlie Kaufman se ha notado más de lo deseado.
Al margen del aspecto visual, el abanico de secundarios, como suele suceder en este tipo de películas, es de lo más variopinto. En esta ocasión se llevan la palma los compañeros de trabajo de Stéphane, con algún que otro momento realmente desternillante que consigue romper un poco con la dinámica a la baja del relato.
Y aquí es cuando llegamos al principal problema: la historia. Gondry se ha decantado claramente por una obra predominantemente visual y el principal damnificado ha terminado siendo el guión, que no es que sea malo "per se", pero no posee el suficiente ritmo y entereza como para mantener el interés a lo largo de todo el metraje. El edificio a punto está de derrumbarse en más de una ocasión, pero consigue evitar el hundimiento definitivo por varias razones: la empatía que sentimos hacia el personaje de Stéphane, el imaginario visual de Gondry y la escasa duración del filme.
Con todo, la historia de amor se va desarrollando de manera un tanto errática, fundamentalmente por el hecho de la intromisión de los sueños en la vida real de Stéphane, y que muchas veces llegan a confundir al espectador sobre si lo que está pasando forma parte del sueño o no. Supongo que esa sería la intención del realizador, jugar un poco con el surrealismo de la vida, pero resulta perjudicial a la hora de seguir con soltura el desarrollo de la trama.
Nos encontramos a fin de cuentas con un experimento que yo no me atrevería a calificar como fallido, pero que no termina de ser redondo. Pese a todo, la labor de dirección consigue propiciar algunos momentos de cierto brillo que logran elevar el escaso interés que hay en la trama, pues al fin y al cabo, se trata de la típica historia de amor no correspondido que ya hemos visto docenas de veces antes. Como muchos apuntan, la ausencia del guionista Charlie Kaufman se ha notado más de lo deseado.

7,4
56.183
7
15 de diciembre de 2009
15 de diciembre de 2009
Sé el primero en valorar esta crítica
Debut cinematográfico del cachondo Kevin Smith (aquí y ahora recomiendo a todos sus fans ver el "documental" -realmente no es tal- "An Evening with Kevin Smith", una recopilación de charlas que el bueno de Smith fue dando por distintas universidades americanas; no tiene desperdicio).
Con apenas 27.000 dólares de presupuesto y un plan de rodaje de 21 días, Smith logró crear todo un desvergonzado clásico encumbrado por su sencillez, pero a la vez mordaz crítica de la sociedad actual. El cineasta logró plasmar como nadie las frustraciones e inquietudes de unos jóvenes que se ganan la vida de manera más bien mediocre, sin tener muy claras sus aspiraciones. Dante y Randal son los "cajeros" de dos locales a cada cual más miserable que pasan las horas de trabajo discutiendo sobre temas banales e intrascendentes mientras a su alrededor todo un microcosmos de lo más surrealista se va sucediendo ante sus narices teniéndoles a ellos como espectadores de lujo.
A pesar de sus más que evidentes limitaciones presupuestarias (a lo que hay que añadir que la película se rodó por las noches en la tienda en la que el propio Kevin Smith estaba trabajando en ese momento), el filme cuenta con unos personajes antológicos. La empatía hacia ellos es inmediata. Dante y Randal son los principales, pero el abanico de extravagantes secundarios es lo que realmente eleva la categoría de este filme.
Con apenas 27.000 dólares de presupuesto y un plan de rodaje de 21 días, Smith logró crear todo un desvergonzado clásico encumbrado por su sencillez, pero a la vez mordaz crítica de la sociedad actual. El cineasta logró plasmar como nadie las frustraciones e inquietudes de unos jóvenes que se ganan la vida de manera más bien mediocre, sin tener muy claras sus aspiraciones. Dante y Randal son los "cajeros" de dos locales a cada cual más miserable que pasan las horas de trabajo discutiendo sobre temas banales e intrascendentes mientras a su alrededor todo un microcosmos de lo más surrealista se va sucediendo ante sus narices teniéndoles a ellos como espectadores de lujo.
A pesar de sus más que evidentes limitaciones presupuestarias (a lo que hay que añadir que la película se rodó por las noches en la tienda en la que el propio Kevin Smith estaba trabajando en ese momento), el filme cuenta con unos personajes antológicos. La empatía hacia ellos es inmediata. Dante y Randal son los principales, pero el abanico de extravagantes secundarios es lo que realmente eleva la categoría de este filme.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Quien puede olvidarse de los ya míticos (sobre todo por las secuelas que han propiciado) Jay y Bob el silencioso que, sin salir más de cinco minutos en pantalla, logran dejar huella en el espectador con sus continuos insultos e improperios, con esos bailes tan bizarros y, como olvidarlo, con ese primo ruso de Bob: impagable.
La película está estructurada en pequeños fragmentos que van rellenando la dura jornada de trabajo de Dante y Randal. Así, en apenas un puñado de horas, hay sitio para hablar de un tío que se rompió el cuello mientras intentaba chupársela; de cómo la novia de Dante ha chupado a su vez 37 pollas; de ver a un comercial de chicles dar una charla a unos jóvenes en contra del tabaco; de presenciar un partido de hockey en el tejado del local que termina a los diez minutos cuando pierden la única bola que habían traído; la reflexión en torno al enorme número de autónomos que debieron morir en la destrucción de la Estrella de la Muerte por parte de los aliados (éste momento es especialmente friki y genial); la escena de sexo con un muerto; la del funeral; el pedido de pelis porno y la películas infantil, y un largo etcétera.
Pese a esta continua sucesión de situaciones, el filme no llega a hacerse pesado en ningún momento. Más bien al contrario, estamos esperando cuál será la próxima ocurrencia o el siguiente tarado que entrará al local. La culpa está sin duda en el excelente guión del propio Smith (especialmente en esos diálogos tan directos y ofensivos) y en la más que solvente dirección que logra que, pese a contar con unos decorados de lo más limitados, apenas lo percibamos.
Como pequeña curiosidad que no viene al caso pero resulta interesante, decir que fue más caro conseguir los derechos de las canciones que aparecen en el filme, que la propia película en sí.
En definitiva, un gran debut de Kevin Smith que logró triunfar en los cines (en EEUU recaudó más de 3 millones de dólares) y llegó con gran facilidad a un público ávido de escuchar las desternillantes situaciones que el bueno de Smith planteaba, por muy surrealistas y pintorescas que fueran.
La película está estructurada en pequeños fragmentos que van rellenando la dura jornada de trabajo de Dante y Randal. Así, en apenas un puñado de horas, hay sitio para hablar de un tío que se rompió el cuello mientras intentaba chupársela; de cómo la novia de Dante ha chupado a su vez 37 pollas; de ver a un comercial de chicles dar una charla a unos jóvenes en contra del tabaco; de presenciar un partido de hockey en el tejado del local que termina a los diez minutos cuando pierden la única bola que habían traído; la reflexión en torno al enorme número de autónomos que debieron morir en la destrucción de la Estrella de la Muerte por parte de los aliados (éste momento es especialmente friki y genial); la escena de sexo con un muerto; la del funeral; el pedido de pelis porno y la películas infantil, y un largo etcétera.
Pese a esta continua sucesión de situaciones, el filme no llega a hacerse pesado en ningún momento. Más bien al contrario, estamos esperando cuál será la próxima ocurrencia o el siguiente tarado que entrará al local. La culpa está sin duda en el excelente guión del propio Smith (especialmente en esos diálogos tan directos y ofensivos) y en la más que solvente dirección que logra que, pese a contar con unos decorados de lo más limitados, apenas lo percibamos.
Como pequeña curiosidad que no viene al caso pero resulta interesante, decir que fue más caro conseguir los derechos de las canciones que aparecen en el filme, que la propia película en sí.
En definitiva, un gran debut de Kevin Smith que logró triunfar en los cines (en EEUU recaudó más de 3 millones de dólares) y llegó con gran facilidad a un público ávido de escuchar las desternillantes situaciones que el bueno de Smith planteaba, por muy surrealistas y pintorescas que fueran.

7,1
13.870
7
21 de septiembre de 2010
21 de septiembre de 2010
Sé el primero en valorar esta crítica
Fascinante y apasionante radiografía cinematográfico-sonora sobre la escena musical de Manchester durante los años ochenta, conocida popularmente como Madchester. Una ciudad que se convirtió en un auténtico caldo de cultivo para un sinfín de enormes bandas de rock cuya música habría de influir de manera decisiva en la posterior evolución del género musical: Joy Division, Happy Mondays, The Clash, The Smiths, The Stone Roses, New Order... Casi nada. Resulta de lo más ilustrativo ver a los protagonistas arrancar con sus propias manos un póster de "The Dark Side of the Moon" de Pink Floyd que colgaba de la pared de su estudio. Los '70 habían terminado (gloriosos '70, por cierto). Bienvenidos a los '80.
A través de un marcado tono irónico y desenfadado, la obra de Winterbottom narra el ascenso y caída de la compañía The Factory y de sus más emblemáticas bandas y líderes. Todo ello a través de Tony Wilson, el auténtico hombre detrás de todo el tinglado que se montó en Manchester y que sirve de perfecto hilo conductor para todas las historias que se muestran, desde la mítica sala Hacienda, hasta las peripecias de Wilson para Granada TV, las drogas, el punk, el post-punk, el rave, los DJs, las discográficas, los productores musicales... Un esplendoroso mosaico que no es ni más ni menos que un tributo a la música, un sentido homenaje a lo que este maravilloso mundo significó y sigue significando para mucha gente.
Con una realización plenamente identificable con el documental, el filme no duda en echar mano de una para nada sutil ironía a la hora de rememorar los peregrinos sucesos en que los protagonistas se vieron inmersos, algunos de ellos basados en simples leyendas urbanas o inventados directamente por los responsables de de la película, pero la mayoría de ellos, aunque pueda parecer lo contrario, tan reales como la vida misma.
Soberbia dirección por parte de Michael Winterbottom, por cierto. Igualmente, resulta de lo más refrescante el original y entretenido guión de Frank Cottrell Boyce; me atrevería a decir, incluso, que se trata del mayor exponente del que el filme hace gala. Sarcástico como pocos, pero divertido y contagioso como pocos. Cuando parece que ningún personaje podrá superar al anterior, comprobamos cuán equivocados estábamos: lo menos una docena de veces he pensado mentalmente "qué grande" ante las distintas acciones o comentarios que iban teniendo lugar. Qué grande.
A través de un marcado tono irónico y desenfadado, la obra de Winterbottom narra el ascenso y caída de la compañía The Factory y de sus más emblemáticas bandas y líderes. Todo ello a través de Tony Wilson, el auténtico hombre detrás de todo el tinglado que se montó en Manchester y que sirve de perfecto hilo conductor para todas las historias que se muestran, desde la mítica sala Hacienda, hasta las peripecias de Wilson para Granada TV, las drogas, el punk, el post-punk, el rave, los DJs, las discográficas, los productores musicales... Un esplendoroso mosaico que no es ni más ni menos que un tributo a la música, un sentido homenaje a lo que este maravilloso mundo significó y sigue significando para mucha gente.
Con una realización plenamente identificable con el documental, el filme no duda en echar mano de una para nada sutil ironía a la hora de rememorar los peregrinos sucesos en que los protagonistas se vieron inmersos, algunos de ellos basados en simples leyendas urbanas o inventados directamente por los responsables de de la película, pero la mayoría de ellos, aunque pueda parecer lo contrario, tan reales como la vida misma.
Soberbia dirección por parte de Michael Winterbottom, por cierto. Igualmente, resulta de lo más refrescante el original y entretenido guión de Frank Cottrell Boyce; me atrevería a decir, incluso, que se trata del mayor exponente del que el filme hace gala. Sarcástico como pocos, pero divertido y contagioso como pocos. Cuando parece que ningún personaje podrá superar al anterior, comprobamos cuán equivocados estábamos: lo menos una docena de veces he pensado mentalmente "qué grande" ante las distintas acciones o comentarios que iban teniendo lugar. Qué grande.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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La recreación de las múltiples bandas es otro de los puntos a favor. Ver a Ian Curtis con su peculiar estilo de baile en canciones como "Ice Age" o "Love will tear us apart" estremece al mismo tiempo que fascina. Al igual que presenciar la elección del nombre del grupo, o los incidentes iniciales con grupos de nazis que se colaban en sus conciertos pensando que el grupo era de su ideología. Si bien, obviamente, no es la realidad, tampoco lo pretende, pero sí que se trata desde luego de una buena toma de contacto con el universo joydivisioniano.
El estilo videoclipero, combinado sabiamente con una banda sonora de grupos de la época y un ritmo de montaje bastante trepidante por momentos consiguen provocar en el espectador un efecto similar al que muchas drogas logran: nos vemos hipnotizados ante la pantalla, pero sin los molestos efectos secundarios que acompañan a este tipo de sustancias, salvo posiblemente el de querer ponerse a tocar en un grupo de música y vivir al límite. Poco más hay que añadir. De obligado visionado para cualquier seguidor de este tipo de música o de alguna de las principales bandas que aparecen en el filme. Doy fe de que en cuanto termine de escribir este párrafo cogeré mi guitarra y me pondré a aporrearla un rato. Lo necesito. ¿Alguien se apunta a tocar y recuperar el espíritu Madchester?
El estilo videoclipero, combinado sabiamente con una banda sonora de grupos de la época y un ritmo de montaje bastante trepidante por momentos consiguen provocar en el espectador un efecto similar al que muchas drogas logran: nos vemos hipnotizados ante la pantalla, pero sin los molestos efectos secundarios que acompañan a este tipo de sustancias, salvo posiblemente el de querer ponerse a tocar en un grupo de música y vivir al límite. Poco más hay que añadir. De obligado visionado para cualquier seguidor de este tipo de música o de alguna de las principales bandas que aparecen en el filme. Doy fe de que en cuanto termine de escribir este párrafo cogeré mi guitarra y me pondré a aporrearla un rato. Lo necesito. ¿Alguien se apunta a tocar y recuperar el espíritu Madchester?

6,5
786
4
7 de noviembre de 2009
7 de noviembre de 2009
3 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nos encontramos ante una idea original que termina yéndose completamente al traste por un desarrollo argumental mediocre que no termina de explorar todas las posibilidades que la historia ofrecía, y termina contentándose simplemente con rasgar levemente la superficie de lo que podría haber sido algo grande.
La idea de que alguien puede ver las diferentes personalidades de la gente resulta llamativa, sin lugar a dudas. La plasmación fílmica de tal capacidad ya empieza a apuntar en la dirección incorrecta: ese grupito de personalidades que van con el detective Ko Chi Wai a su alrededor puede resultar llamativo al principio, pero pronto se cae en el tópico y la indiferencia, sobre todo porque de las múltiples personalidades que nos muestran, apenas un par de ellas parecen tener relavancia. El resto sirven básicamente para rellenar la pantalla, y quedan muy chulas, ¿no? En fin, paso ya a analizar someramente la película.
La idea de que alguien puede ver las diferentes personalidades de la gente resulta llamativa, sin lugar a dudas. La plasmación fílmica de tal capacidad ya empieza a apuntar en la dirección incorrecta: ese grupito de personalidades que van con el detective Ko Chi Wai a su alrededor puede resultar llamativo al principio, pero pronto se cae en el tópico y la indiferencia, sobre todo porque de las múltiples personalidades que nos muestran, apenas un par de ellas parecen tener relavancia. El resto sirven básicamente para rellenar la pantalla, y quedan muy chulas, ¿no? En fin, paso ya a analizar someramente la película.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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La figura del detective Bun es de lo más interesante, pero más pronto que tarde termina resultando cansina. No existe evolución alguna del personaje, y lo que en un principio parece un rudo y un tanto excéntrico detective pronto pasa a convertirse en un inadaptado y solitario lobo de ciudad. Su momento cumbre: cuando se corta la oreja y se la ofrece a su jefe. La única pega es que esta acción tiene lugar en los primeros minutos de película.
Respecto al otro personaje principal, el joven policía que pide la colaboración de Bun, el inspector Ho Ka On, sucede algo similar. Esta vez sí que existe una evolución del personaje, pero fallida desde mi punto de vista. Y conforme se acerca el final de la historia, resulta totalmente lamentable ver cómo un policía, un inspector al se le supone un mínimo de valor, se convierte en un llorica asustadizo saliendo a relucir su personalidad de niño temeroso.
La dupla de directores Johnnie To-Ka-Fai hace un trabajo competente, pero en ningún momento destacable. La dirección no es el problema. El principal culpable lo encontramos en el guión, co-escrito entre Kin-Yee Au y el propio Ka-Fai Wai. La interesante premisa queda lapidada por unos personajes no demasiado bien definidos y un desarrollo argumental reiterativo hasta límites insospechados. Pero lo peor de todo es lo poco que da de sí la historia que finalmente se cuenta. Se centra única y exclusivamente en la resolución del caso en que se ha visto envuelto el detective Ko Chi Wai, dejando de lado todo un mundo de posibles historias mucho mejores que la que nos cuentan. La casi ausencia de subtramas se hace también evidente desde el primer momento. La relación de Bun con su mujer (que luego resulta ser, ¿una personalidad a la deriva? ¿Un espíritu? ¿Una invención suya? La verdad, no queda para nada claro, pero a quién le importa debieron de pensar los guionistas.) no termina de aportar gran cosa.
Y bueno, comentar brevemente la trama principal. Decir que es demasiado simple como para montar todo este espectáculo de circo alrededor de ella. Consiste simple y llanamente en que el detective Ko Chi Wai mató a su compañero y trata de ocultarlo. Y ya está. Eso es todo lo que nos cuentan rodeado de este halo de supuesta originalidad.
En fin, fallido filme que partiendo de una buena premisa no consigue explotar las enormes posibilidades que podría ofrecer. En manos de un guionista algo más talentoso bien podríamos estar hablando de una obra de mucha mayor envergadura, pero no fue así. En su lugar tenemos que contentarnos con un mediocre thriller que, en el mejor de los casos, simplemente entretiene. Lástima.
Respecto al otro personaje principal, el joven policía que pide la colaboración de Bun, el inspector Ho Ka On, sucede algo similar. Esta vez sí que existe una evolución del personaje, pero fallida desde mi punto de vista. Y conforme se acerca el final de la historia, resulta totalmente lamentable ver cómo un policía, un inspector al se le supone un mínimo de valor, se convierte en un llorica asustadizo saliendo a relucir su personalidad de niño temeroso.
La dupla de directores Johnnie To-Ka-Fai hace un trabajo competente, pero en ningún momento destacable. La dirección no es el problema. El principal culpable lo encontramos en el guión, co-escrito entre Kin-Yee Au y el propio Ka-Fai Wai. La interesante premisa queda lapidada por unos personajes no demasiado bien definidos y un desarrollo argumental reiterativo hasta límites insospechados. Pero lo peor de todo es lo poco que da de sí la historia que finalmente se cuenta. Se centra única y exclusivamente en la resolución del caso en que se ha visto envuelto el detective Ko Chi Wai, dejando de lado todo un mundo de posibles historias mucho mejores que la que nos cuentan. La casi ausencia de subtramas se hace también evidente desde el primer momento. La relación de Bun con su mujer (que luego resulta ser, ¿una personalidad a la deriva? ¿Un espíritu? ¿Una invención suya? La verdad, no queda para nada claro, pero a quién le importa debieron de pensar los guionistas.) no termina de aportar gran cosa.
Y bueno, comentar brevemente la trama principal. Decir que es demasiado simple como para montar todo este espectáculo de circo alrededor de ella. Consiste simple y llanamente en que el detective Ko Chi Wai mató a su compañero y trata de ocultarlo. Y ya está. Eso es todo lo que nos cuentan rodeado de este halo de supuesta originalidad.
En fin, fallido filme que partiendo de una buena premisa no consigue explotar las enormes posibilidades que podría ofrecer. En manos de un guionista algo más talentoso bien podríamos estar hablando de una obra de mucha mayor envergadura, pero no fue así. En su lugar tenemos que contentarnos con un mediocre thriller que, en el mejor de los casos, simplemente entretiene. Lástima.

8,0
159.879
9
5 de septiembre de 2010
5 de septiembre de 2010
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La verdad es que tenía ganas de hacer una crítica de "Inception". A estas alturas probablemente no la lea ni el tato, pero no me importa: me gusta escribir y, si encima lo hago sobre algo que me interesa como es el cine, mejor que mejor. Por otro lado, creo que ya está todo (o casi todo) dicho sobre este pequeño inmenso filme. Porque eso es lo que esta obra me parece: un proyecto personal y minimalista surgido de la privilegiada mente de Nolan, pero con un presupuesto y unos medios avasalladores propios de cualquier gran producción hollywoodiense.
No quiero centrar la crítica de la película en su autor, pero creo que se antoja necesario dar un par de apuntes al respecto. Christopher Nolan es un cineasta que posee una sensibilidad especial a la hora de conectar con el público cinéfilo de los tiempos actuales. Es un hombre que, de manera natural, es capaz de leer perfectamente esa nube de deseos anhelados que orbitan sobre las cabezas del público de todo el mundo. Y ello le permite conocer lo que desean ver los espectadores. Pero es que además, el tipo posee el dominio técnico adecuado para transmitir todo ese océano de vastas ideas y espectacularidad a través de historias e imágenes imperecederas.
Esta cualidad es la principal responsable de que Nolan sea considerado en la actualidad como uno de los cineastas más prometedores de todo el panorama cinematográfico mundial y, o mucho me equivoco, o nos encontramos con el que con el paso de los años se convertirá en el sucesor natural de Steven Spielberg dentro de la industria del cine. Ni que decir tiene que el cineasta británico aún no puede si quiera toserle al de Ohio en cuanto a trayectoria profesional, pero me parece igualmente indudable que dentro de un par de décadas las cosas empezaran a estar más equitativas. Ambos combinan como nadie la genialidad con la comercialidad. Es su don.
Pero centrémonos en "Origen". ¿Qué puedo decir de ella? Conozco a tanta gente que la venera como gente que la critica duramente. Personalmente pienso que estamos ante un filme sobresaliente en todos los sentidos. Una ambiciosísima producción que devuelve la fe en las grandes producciones de Hollywood porque, seamos claros, no es de recibo meter en el mismo saco a "Inception" que a la media docena de restantes blockbusters veraniegos. Pese a poseer presupuestos similares, me resulta un verdadero insulto equipararlos. Nolan juega en otra división. Y se le exige más.
Por supuesto que se le exige más, y no debiéramos perder de vista que, pese a todo, Nolan trabaja en la misma industria donde lo hacen la gente responsable de filmes como "Robin Hood", "Furia de titanes", "Noche y día", "El libro de Eli" o "El príncipe de Persia", todos ellos filmes (mediocres) del 2010 con presupuestos similares.
No quiero centrar la crítica de la película en su autor, pero creo que se antoja necesario dar un par de apuntes al respecto. Christopher Nolan es un cineasta que posee una sensibilidad especial a la hora de conectar con el público cinéfilo de los tiempos actuales. Es un hombre que, de manera natural, es capaz de leer perfectamente esa nube de deseos anhelados que orbitan sobre las cabezas del público de todo el mundo. Y ello le permite conocer lo que desean ver los espectadores. Pero es que además, el tipo posee el dominio técnico adecuado para transmitir todo ese océano de vastas ideas y espectacularidad a través de historias e imágenes imperecederas.
Esta cualidad es la principal responsable de que Nolan sea considerado en la actualidad como uno de los cineastas más prometedores de todo el panorama cinematográfico mundial y, o mucho me equivoco, o nos encontramos con el que con el paso de los años se convertirá en el sucesor natural de Steven Spielberg dentro de la industria del cine. Ni que decir tiene que el cineasta británico aún no puede si quiera toserle al de Ohio en cuanto a trayectoria profesional, pero me parece igualmente indudable que dentro de un par de décadas las cosas empezaran a estar más equitativas. Ambos combinan como nadie la genialidad con la comercialidad. Es su don.
Pero centrémonos en "Origen". ¿Qué puedo decir de ella? Conozco a tanta gente que la venera como gente que la critica duramente. Personalmente pienso que estamos ante un filme sobresaliente en todos los sentidos. Una ambiciosísima producción que devuelve la fe en las grandes producciones de Hollywood porque, seamos claros, no es de recibo meter en el mismo saco a "Inception" que a la media docena de restantes blockbusters veraniegos. Pese a poseer presupuestos similares, me resulta un verdadero insulto equipararlos. Nolan juega en otra división. Y se le exige más.
Por supuesto que se le exige más, y no debiéramos perder de vista que, pese a todo, Nolan trabaja en la misma industria donde lo hacen la gente responsable de filmes como "Robin Hood", "Furia de titanes", "Noche y día", "El libro de Eli" o "El príncipe de Persia", todos ellos filmes (mediocres) del 2010 con presupuestos similares.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Nolan, si quiere manejar las cifras económicas que maneja, ha de mirar a la industria y darle lo que quiere: dinerito. Pero es lo suficientemente inteligente como para no seguir la misma fórmula de siempre. Ofrece espectáculo y entretenimiento de primera categoría destinado a un público masificado pero no lobotomizado. Nos ofrece mucho más con los mismos medios con los que otros nos ofrecen una y otra vez la misma mediocridad de siempre.
Mucho se ha criticado a este filme por no ser original, ni contar nada nuevo. Que si es una mezcla de "Matrix", "Nivel 13", los filmes de James Bond y no sé cuántas más. Yo me pregunto, ¿cómo debemos definir la originalidad? ¿De verdad que a estas alturas de la vida puede existir algo 100% original, que no se haya hecho nunca? La respuesta es un rotundo no, pero es que la originalidad no radica únicamente en ofrecer algo netamente novedoso y nunca antes visto, sino más bien en combinar los mismos elementos de siempre de manera novedosa, creando algo diferente en el proceso. Eso es "Origen", ni más ni menos.
Es una mezcla explosiva que bebe de innumerables fuentes y crea algo totalmente genuino. Y es que, aun con todo, en el fondo se trata de una película de acción envuelta cuidadosamente en un elaborado trasfondo de ciencia ficción. ¡Pero qué envoltorio! ¡Y qué trasfondo! ¿De verdad hay alguien que crea que la escena de la lucha en los pasillos del hotel en gravedad cero no es lo más fascinante que se ha visto en los últimos años en una pantalla de cine? ¿De verdad hay alguien que no se quede de piedra al comprobar que el clímax final dura nada menos que una hora y que combina cuatro niveles narrativos simultáneos? Yo lo único que puedo hacer es quitarme el sombrero ante esta nueva cerebral obra maestra. Muchos acusan a Nolan de ser frío y calculador. Yo le alabo por ello.
"Origen" es un blockbuster, una película que tiene que funcionar en taquilla. Y Nolan podría haber optado por el camino fácil de repetir la misma fórmula de siempre, la cuál a veces funciona y a veces no. Pero el caballero inglés se merece todos mis respetos porque, pudiendo optar por esa vía fácilmente, pues solvencia a la hora de dirigir no le falta, decide arriesgar y escoger el camino complicado: hacer una película distinta y diferente para un público masivo. Y la audiencia, que pese a lo que muchos piensen no es estúpida, ha sabido valorarlo.
Ojalá el resto de "grandes directores" tuvieran los mismos huevos que ha demostrado Nolan a la hora de embarcarse en proyectos personales de esta magnitud. Porque lo fácil (que también es encomiable, no se me malinterprete) es hacerlo en obras de reducido presupuesto, pero hacerlo en el mismo epicentro de la industria de Hollywood, nada menos que en el seno de los grandes estudios, y con presupuestos desorbitados, sólo merece ser aplaudido. Y más aún cuando la jugada sale redonda. Tal es el caso de "Origen".
Mucho se ha criticado a este filme por no ser original, ni contar nada nuevo. Que si es una mezcla de "Matrix", "Nivel 13", los filmes de James Bond y no sé cuántas más. Yo me pregunto, ¿cómo debemos definir la originalidad? ¿De verdad que a estas alturas de la vida puede existir algo 100% original, que no se haya hecho nunca? La respuesta es un rotundo no, pero es que la originalidad no radica únicamente en ofrecer algo netamente novedoso y nunca antes visto, sino más bien en combinar los mismos elementos de siempre de manera novedosa, creando algo diferente en el proceso. Eso es "Origen", ni más ni menos.
Es una mezcla explosiva que bebe de innumerables fuentes y crea algo totalmente genuino. Y es que, aun con todo, en el fondo se trata de una película de acción envuelta cuidadosamente en un elaborado trasfondo de ciencia ficción. ¡Pero qué envoltorio! ¡Y qué trasfondo! ¿De verdad hay alguien que crea que la escena de la lucha en los pasillos del hotel en gravedad cero no es lo más fascinante que se ha visto en los últimos años en una pantalla de cine? ¿De verdad hay alguien que no se quede de piedra al comprobar que el clímax final dura nada menos que una hora y que combina cuatro niveles narrativos simultáneos? Yo lo único que puedo hacer es quitarme el sombrero ante esta nueva cerebral obra maestra. Muchos acusan a Nolan de ser frío y calculador. Yo le alabo por ello.
"Origen" es un blockbuster, una película que tiene que funcionar en taquilla. Y Nolan podría haber optado por el camino fácil de repetir la misma fórmula de siempre, la cuál a veces funciona y a veces no. Pero el caballero inglés se merece todos mis respetos porque, pudiendo optar por esa vía fácilmente, pues solvencia a la hora de dirigir no le falta, decide arriesgar y escoger el camino complicado: hacer una película distinta y diferente para un público masivo. Y la audiencia, que pese a lo que muchos piensen no es estúpida, ha sabido valorarlo.
Ojalá el resto de "grandes directores" tuvieran los mismos huevos que ha demostrado Nolan a la hora de embarcarse en proyectos personales de esta magnitud. Porque lo fácil (que también es encomiable, no se me malinterprete) es hacerlo en obras de reducido presupuesto, pero hacerlo en el mismo epicentro de la industria de Hollywood, nada menos que en el seno de los grandes estudios, y con presupuestos desorbitados, sólo merece ser aplaudido. Y más aún cuando la jugada sale redonda. Tal es el caso de "Origen".
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