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Críticas 148
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
Perfect Blue
Japón1997
7,5
16.515
Animación
9
8 de mayo de 2019 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para muchos de nosotros el terreno del anime y del manga ya caló hondo en nuestras vidas allá en los lejanos 90, cuando se introdujo en nuestro país a través de los éxitos de Akira de Katsuhiro Otomo (en el cine) o de Dragon Ball de Akira Toriyama (en Tv). La revolución que supuso a nivel cultural la entrada de la animación japonesa en nuestras tierra se extiende hasta nuestros días, mediante la publicación de numerosas obras y eventos especiales.

Siempre originales en temáticas, capaces de ofrecer al espectador sangrientas batallas post apocalípticas, ciberpunk tecnológico de alto nivel, o comedias ligeras con ese humor tan autoctono, hasta llegar a el film que nos ocupa, toda una cinta de terror psicológico que, contra todo pronóstico, funciona a las mil maravillas.

Aprovechándose de los recursos de los que dispone el cine de animación, presenta una trama en la que la realidad se mezcla con la fantasía, jugando con la perspectiva del espectador que no sabe si lo que está viendo es producto de la atormentada mente de la protagonista o, por el contrario, sucede de verdad. La obsesión, la culpa, el miedo al fracaso, la importancia de las apariencias, son solo aspectos que se mezclan con una crítica sobre la forma en la que el establishment japonés trata a las nuevas futuras estrellas, convirtiéndola en pura mercancía carnal,sin tener en cuenta las consecuencias a las que deben hacer frente éstas. Así, el salto de la protagonista de estrella del pop juvenil a actriz está narrado de forma aterradora; la soledad que experimenta, ese miedo al fracaso desdoblado en su otro yo, los graves efectos psíquicos que afectan tanto en ella misma como en los que la rodean, la presión a la que debe enfrentarse junto con el acoso de esa sociedad enferma que la envuelve, entre otros aspectos.

Satoshi Kon se enfrentaba, con este film, a su primer reto dentro del cine de animación, con una trama que se alejaba de los estandartes de los que hacia gala el cine nipón, presentando con ello el primer film de terror dentro de la industria. Esa osada propuesta se convirtió en uno de los mejores animes de la historia, no solo por la calidad de su trazo y animación, realista donde las halla, (solo hay que ver el baile al inicio del film, con esa calidad en los movimientos corpóreos), sino que también por ofrecer un film lleno de giros de guión (la sorpresa final), que bebe directamente del giallo italiano (con esos asesinatos con armas punzantes, o la obsesión psicosexual que está presente durante todo el metraje) y que, a día de hoy, esta obra de culto es referencia obligada para todos aquellos que se adentran el complicado terreno del thriller psicológico, con el trasfondo de desdoblamiento de personalidad (sino que se lo digan a Aronofsky, que tomó buena nota del ella para su excelente "Cisne Negro").

Lo mejor; La animación, junto con esa sensación de que se nos ofrece algo novedoso conjugando factores de sobras conocidos.

Lo peor; El hecho que sea una película de animación puede encasillarla sin más dilación dentro del género, restando fuerza a su rompedora propuesta.
30 de abril de 2019 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si hubiera que establecer paralelismos entre las diferentes sagas del cine de terror, "Viernes 13.Parte V" equivaldría a "Pesadilla en Elm Street 2" en la saga iniciada por Wes Craven, o a "Halloween 3; El día de la bruja" en la de Michel Myers. Son atípicas dentro de una mitología propia que, si bien pertenecen al mismo universo y juegan con los mismos recursos, se alejan sustancialmente de la idea original.

Si en la segunda parte de las pesadillas, Freddy era como un alter ego del protagonista, con doble lectura sexual de por medio, en la tercera de la saga "Halloween" se prescindía de su estrella principal para reescribir una nueva pesadilla que poco tenía que ver con Myers. Pues bien, esta nueva entrega de la longeva saga vuelve, en cierto modo, al espíritu de la original, traicionándolo estrepitosamente en el desenlace.

Un crecidito Tommy Jarvis, personaje interpretado por Corey Feldman en la anterior película, vive atormentado por su pasado y por la figura de Jason. Siguiendo su tratamiento es "internado" en una especie de centro psiquiátrico rural para jóvenes con problemas, y voilá, ya tenemos a las futuras víctimas del matarife todas reunidas en una cabaña y paseando palmito a la espera de su encuentro mortal.

Como vemos, los endebles argumentos cada vez se molestan menos en rebanarse los sesos en ofrecer algo de originalidad, aunque ¿para qué?, el espectador lo que espera es asesinatos sangrientos y a un Jason desatado machete en mano. La saga ya no deviene en el porqué sino en el cómo, la forma (si es que la tuvo alguna vez) consumió al contenido, poco o nada importa la historia, lo que cuenta es el número de cabezas cortadas que rodaran por la pantalla.

Siendo justos con el film, y bajando las expectativas a lo que una saga como ésta puede ofrecernos, consigue su cometido, ya que contiene los suficientes crímenes y acción como para que no resulte aburrida y su visonado se haga de forma ágil y amena. Echando en falta al maestro Savini, la película contiene alguno de los mejores asesinatos de la saga, como el de la pareja fornicadora en el bosque o el que acontece con una motocicleta de por medio.

Una lástima que al final, el film juegue al despiste y se aleje completamente de lo iniciado anteriormente que, lejos de ser original, lo lastra pese a ser ligeramente superior a su antecesora. Por suerte o por desgracia, la nueva entrega vuelve a retomar el camino marcado y, con ello, supone la debacle total de la saga.

Lo mejor; El film es ameno y divertido, así que no pesa en demasía.

Lo peor; La incursión de ese humor chirriante por parte de los estereotipados paletos americanos.
21 de abril de 2019 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La cartelera americana, así como la de medio mundo, se veía inundada por múltiples producciones que, con mayor o menor suerte, intentaban arañar algo del éxito que habían cosechado producciones como "La noche de Halloween" o la propia "Viernes 13". Ante tal saturación de films, los artífices de tales productos se rebanaban los sesos (o no tanto) por aportar algún atisbo de originalidad a sus productos. Algunos optaron por rizar el rizo en cuanto a truculencia sangrienta, otros añadir notas de humor, o aquellos que ni se molestaban en ofrecer una buena copia de las películas seminales. Por tanto en toda saga que se precie llega el momento en experimentar con las oportunidades que brinda el cine, y así se incluyó el efecto 3D.

Steve Miner repetiría tras las cámaras en esta segunda secuela de la saga iniciada en 1980, buscando el efecto y truco de feria. La película se encuentra colmada por varios planos en los que se busca explotar todas las posibilidades que ofrece la técnica, desde yoyos que rebotan enfrente de la pantalla, a palomitas que saltan directamente a ella, y, tratándose de una película de terror, toda clase de armas que salen disparadas hacia el espectador. (Recordemos que dicha técnica no es nueva dentro del género, ya se había utilizado en el cine de terror, por ejemplo en "Los Crímenes del museo de cera" de André de Toth con Vincent Price). Todo ello resulta desubicado si no se visualiza con las incomodas gafas 3D, notando en demasía la búsqueda del impacto visual.

Dejando de un lado la técnica, por si algo es recordada esta secuela es por la máscara que caracterizará al asesino a partir de ahora. Aunque de forma casual, Jason ya se nos presenta con su característico atuendo, machete, ropajes y, como no, la careta de hockey, y con ello la mitología del personaje y su mundo ya está completa.

Sin darnos cuenta, la estructura del slasher ya está definida gracias a toda la retahila de títulos que colmaron las pantallas, y "Viernes 13 part.3" es buena prueba de ello. La final girl, el "body count", la persecución final, la revelación de todas las víctimas de la matanza, etc. Por suerte, el director toma buena nota de ello y nos brinda una correcta secuela que, aunque tarda un poco en entrar en materia, contiene la suficiente dosis de hemoglobina para saciar la sed del aficionado.

Lo mejor; Los asesinatos (guiño a Tom Savini incluido) y Jason por fin con su máscara.

Lo peor; Tarda en arrancar (¿de verdad a alguien le importa las vicisitudes existenciales del grupito de jóvenes que van a caer uno detrás de otro en las manos de Jason?)
20 de abril de 2019 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nadie era del todo consciente del éxito que cosecharía aquel sucedáneo de "La Noche de Halloween" con identidad propia. Por ello, y tras ver los resultados en taquilla, donde la gente acudía al cine en masa para disfrutar de las andanzas de la Sra.Voorhees, el estudio perpetró una rápida secuela para aprovechar el aún coleante éxito de la primera entrega. Un año más tarde del estreno nos llegaba su segunda parte.

Steve Miner, que ya participó en la primera parte, fue el encargado de ofrecer al público una nueva ola de crímenes y adolescentes con las hormonas revueltas. Para ello situó la acción en uno de los campamentos colindantes al de la primera entrega y rescató a la figura de un crecidito Jason, aun a años luz del arma letal que devendrá en el futuro y sin su característica máscara.

Conscientes de que poco importa la innovación u originalidad, optaron por repetir miméticamente el esquema de la primera, copiando, sin ningún reparo, ideas de otros films anteriores (como por ejemplo el asesinato de la pareja ensartada en una lanza, visto en "Bahía de Sangre" de Bava). Contra todo pronóstico, dada su inmediatez, el film conserva el mismo "encanto" del que hizo gala su sucesora, siendo ésta su mejor secuela y el inicio de una larga saga que consta, nada más y nada menos, que de 10 secuelas, 1 remake y un reboot en ciernes.

Los asesinatos se suceden en pantalla uno tras otro, repitiendo patrones y tópicos, impidiendo que el aburrimiento haga acto de presencia, y esto, es lo mínimo que hay que pedirle a una producción semejante, que suplan esa falta de originalidad con ese deleite culpable que espera todo aficionado (incluso el aspecto de Jason, ataviado con un saco en la cabeza con un agujero, es descaradamente copiado de otro film de mediados de los 70, la estupenda "Terror al anochecer" de Charles B. Pierce).

Lo mejor; Vuelve a funcionar, ofreciendo nuevos asesinatos interesantes y una segunda parte del film mucho más efectiva que la primera.

Lo peor; Se echa de menos a todo un mago de los efectos especiales como Tom Savini en la secuela, siendo éstos correctos pero no espectaculares.
19 de abril de 2019 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando el cine de terror se encontraba en tierra de nadie durante la década de los 90, dos películas fusionaron los elementos propios del género con los del cine policiaco, construyendo un extraño híbrido que, no solo funcionaba en pantalla, sino que estableció los cánones del nuevo thriller y crearon escuela sobre él, llegando incluso hasta nuestros días.

Después del "Silencio de los corderos" de Jonathan Demme, el thriller o el cine de investigación policial ya nunca será el mismo. Basado en las novelas de Thomas Harris y, tomando referentes de la realidad, el director construía un film oscuro y terrorífico, presentando a uno de los nuevos villanos del celuloide, magistralmente interpretado por Anthony Hopkins, Hannibal Lecter.

El film de Fincher llegó unos años después tomando buena nota de su referente y llevándolo más allá. La estilizada realización del debut del futuro director de "Zodiac" sentó cátedra tanto en forma como en contexto. Transformar la típica "budy movie", con dos compañeros completamente diferentes (uno ordenado y tranquilo, y el otro puramente pasional) obligados a trabajar conjuntamente ante un descabellado caso de asesinato, en un ejercicio de estilo macabro y juguetón, fue uno de los aciertos del film.

Uno no puede liberarse tan fácilmente de esa sensación tan negativa y deprimente que deja el film una vez acabado su visionado, y es ahí donde radica sus logros, sin se explícito en su contenido, el trabajo de Fincher consigue trasmitir todas esas sensaciones que viven los protagonistas, ahogándolos en una trama en la que todo parece podrido y sin el más mínimo aliciente como para escapar de esa pesadumbre. Precisamente, es de esta doctrina de la que tomaran buena nota futuras producciones del género, rizando rizos y exponiendo todo aquello que el director solo insinuó (como por ejemplo la saga iniciada con "Saw" de James Wan).

Pero si por si algo destaca el film, no sólo por su magnífico guión y su excelente reparto, es por esa atmósfera que Fincher da a su película. Apoyado en una oscura fotografía, iniciada en los terrenos del vidioclip, otorga a esa ciudad sin nombre un ambiente que pesa sobre los personajes como plomo, asfixiándolos, además de humedecerlos con una lluvia constante que sirve como presagio de todo lo que acontece dentro de ella. Nunca un film había incluido una critica tan feroz a la despersonalización del hombre dentro de la urbe, representando a ésta como amalgama de lo peor de la sociedad (teoría respaldada por los diálogos que recita Morgan Freeman cada vez que se le pregunta por ella). Nada en ella tiene salvación y, eso es lo que precisamente nos dice, a base de truculentos asesinatos, el personaje interpretado por Kevin Spacey, curiosamente llamado John Doe (despersonalizándolo a él también).

Lo mejor; La realización de Fincher, oscura, siniestra y deprimente.

Lo peor; Poco puede sacarse en negativo de una producción tan redonda, salvo esa sensación tan negativa que deja en el espectador, quitándole toda esperanza con ella.
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