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Críticas 329
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
8
19 de marzo de 2020 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En pocas ocasiones, por no decir nunca, he visto un terror de este calibre, exponiéndolo a su base más pura donde lo real se mezcla con lo onírico, involucrando casi de forma inconsciente e hipnótica al espectador en el perturbado e incluso grotesco mundo que crea el director, Ingmar Bergman, usando la psique o, yendo más allá, el alma del personaje interpretado por un inconmensurable Max von Sydow (Johan Borg), artista prolífico de profesión, al que le atormentan e incluso enloquecen sus traumas pasados para el cual, la isla, el hogar donde habita, es alterado inconscientemente por la locura que lo embarga, reprimiendo sentimientos considerados tabú y expuestos a través de sus obras pictóricas como la homosexualidad, el adulterio o la necrofilia. Es impresionante cómo Bergman imbuye al espectador en su mundo onírico desde el comienzo de la película, usando un primer plano de Liv Ullmann (Alma Borg) narrando la historia directamente a cámara, sin ningún tipo de artificio melodramático, solo, el sonido de los movimientos de cámara y la brisa que azota el paisaje, la cual se mantendrá como elemento natural, evocando a la realidad, durante todo el trayecto de la cinta. Se trata, sin duda, de una obra visionaria, más teniendo en cuenta la época porque, aunque ya estaba muy visto la onda de expresionismo alemán que provocó El gabinete del doctor Caligari (Robert Wiene, 1920) en la corriente del terror psicológico, Bergman lo sumó al surrealismo teniendo en cuenta la obra que dio inicio al movimiento (Un perro andaluz, Luis Buñuel, 1929) creando un bloque nunca visto, sabiendo aprovechar al máximo su estilo personal y una excelente dirección de actores, dominando los primeros planos y el contraste de luces y sombras de manera absolutamente magistral (tal dominio de estos dos últimos aspectos no los veía desde Cuentos de la luna pálida, Kenji Mizoguchi, 1953). Me atrevería a decir que con la atmósfera tan incómoda que crea desde el inicio y su mantenimiento durante el metraje, sumado a la estrambótica visión, tan elegante como inquietante, de los 'antagonistas', podría decirse que llevó más allá el subgénero del vampirismo (hecho de forma mucho más sutil) e, incluso, siendo pionero en el subgénero de terror del home invasion, por la introducción de estos y la perturbación que provoca a la pacífica vida de la pareja protagonista. No la recomendaría a todos los públicos, de hecho, no es mi tipo de película, pero he de reconocer que me ha pasmado de principio a fin. Descansa en paz, Max von Sydow, y procura no dormir hasta el amanecer. (8.5).
19 de marzo de 2020 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Qué se puede decir de este tipo de películas más allá de que resulta entretenida, sobretodo para todos aquellos, como yo, que nos hemos criado con la serie y sus videojuegos. Ya resulta difícil el traspaso de una saga tan carente de realismo como Pokémon a un universo actual y realista, así como la transmutación de los seres de las dos dimensiones a las tres, procurando ser lo más fiel posible al diseño original de las criaturas que conocíamos traspasándolas con certera versosimilitud por medio del CGI, lo cual está tan bien recreado que es fetén por el director (Rob Letterman) y por el equipo de caracterización y diseño detrás de ese trabajo. Así como el diseño, la realización escenográfica a niveles generales, incluyendo la fotografía, son visualmente preciosas y muy detalladas, acordes de manera perfecta con el mundo en el que se desarrolla la historia, con un colorido que desborda alegría y calma por los poros, sin usar ningún tipo de gama de colores exclusivas para determinados momentos (algo normal teniendo en cuenta el público al que está dirigido) haciendo un conjunto simple pero adecuado y agradable. El argumento es muy básico, trazado con una línea completamente rectilínea y que no ofrece ningún tipo de embrollo en la trama (remito, bien para el público al que está dirigido), con tintes de un policíaco muy esencial que se desvanece en el planteamiento pasando a ser una película predominada por la acción en el resto de metraje, y con unos sobresalientes agujeros de guión, en algunas ocasiones imperdonables. Justice Smith (Tim Goodman) hace una interpretación absurda y banal, rozando con creces el infantilismo, algo que no considero tan bueno, y Kathryn Newton (Lucy Stevens) no me produce absolutamente nada. Cabe destacar el desaprovechamiento de Ken Watanabe, excelente actor que ya impresionó en Cartas desde Iwo Jima (Clint Eastwood, 2006). También debo destacar, para bien, la introducción de algunos gags orientados a un público más adulto (en especial aquellos que tenían que ver con cierta travesura llamada sustancia "R"), y algunos cameos a películas clásicas, como es la persecución de los Aipom a la película sobre infectados de Danny Boyle (28 días después, 2002) y su secuela de Juan Carlos Fresnadillo (28 semanas después, 2007), o la secuencia de los Greninja a Alien, el octavo pasajero (Ridley Scott, 1979). En resumen, es eso, una película entretenida e incluso nostálgica, aparte de que, siendo Pikachu (Ryan Reynolds) tan mono, ¿cómo me iba a resistir? (5.5).
19 de marzo de 2020 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Curiosa obra del cineasta francés cuya premisa elemental es salvar el mundo a través de unas reliquias antiguas y un ente superior, todo embadurnado de una ciencia ficción muy propia de serie B. Aún con un argumento tan usado en el género, Luc Besson consigue entretener creando una película que se mueve más por la acción que por su género principal, algo habitual en la estrella protagonista: Korben Dallas (Bruce Willis), el cual demuestra sus dotes interpretando a un agente especial retirado que, por infortunio, se ve envuelto en dicha misión, acompañado de una bellísima Leelo (Milla Jovovich) y uno de los personajes más odiosos que he tenido la desgracia de presenciar, Ruby Rhod, encarnado por un histriónico Chris Tucker. Como antagonista principal nos presentan un villano estereotipado, con tan escasa construcción psicológica que podrían haber puesto cualquier actor para interpretarlo en lugar de a Gary Oldman. Lo que más me ha gustado, sin duda, es el diseño y factura de los engendros que aparecen, recordando mucho a los primeros episodios de La guerra de las galaxias, así como la gama de colores empleada, muy alegre y colorida y la banda sonora y su acoplamiento estrófico con las imágenes (me refiero a una escena en particular). Con todo, es una muy entretenida opción para pasar la tarde y apagar el cerebrito.
19 de marzo de 2020 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
No tenía ni la menor idea de que estaba dirigida por Ed Harris, así como tampoco sabía que Ed Harris era director y mi primera impresión ha resultado bastante agradable. Wéstern que homenajea claramente a clásicos como Centauros del desierto (1956), El Dorado (1966) y, más obviamente, al eterno Dos hombres y un destino (1969) y al mítico Valor de ley (1969). El director realiza una excelente elección de actores y sabe cómo explotar sus mejores facetas encajándolos milimétricamente en papeles que les van como anillo al dedo; el propio Ed Harris encarnando el papel protagonista, el sheriff Virgil Cole, inquieto, íntimo, líder e incluso sobrio, mientras que Viggo Mortensen interpreta al ayudante del anterior, más distante, frío y recurrentemente elocuente, lo cual crea una simbiosis recia entre ambos, radicando en una amistad y lealtad convincente y repleta de veracidad escénica. Jeremy Irons representa un papel antagónico y arquetípico dentro del género, muy bien llevado, no así como el trabajo realizado por Renée Zellweger, el cual está sobreactuado y su personaje no termina de encajar en el guión, haciendo servidumbre al único propósito de complementar a los personajes de Harris y Mortensen para tratar de dar más profundidad a su relación y crear obstáculos en la trama. El director hace ocasionalmente un uso de la cámara extraño, creando planos totalmente aleatorios que no termino de comprender bien que, aunque no resulta alarmante, puede descolocar la concepción del espacio que tiene el espectador. La banda sonora está muy bien escogida y el decorado es acorde al tipo de argumento a narrar, aunque el guión sea extremadamente rápido para un wéstern y sea extenuado por la inclusión del personaje de Zellweger funciona bien y cambia el ritmo habitual del género, algo de notorio mérito para Ed Harris y Robert Knott. Merece bastante la pena verla, sobretodo para amantes del wéstern. (7).
19 de marzo de 2020 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Empezamos duro el año con esta película titulada Salto al vacío. Daniel Calparsoro más que mostrarnos, nos sitúa directamente en el Bilbao de los años ochenta, haciéndonos acompañar a un grupo de jóvenes cuya vida se ve inmiscuida sustancialmente en la delincuencia, único método de conseguir el dinero necesario para ayudar y mantener a la familia de la protagonista, Alex (Najwa Nimri). El título del film da nombre al tema en el que se sustenta: el vacío y cómo personas que se dedican a las actividades ilegales caen desinteresadamente en él, cada vez más profunda y rápidamente. La puesta en escena roza la perfección, introduciendo al espectador en la acción desde el comienzo, colocándonos abruptamente lo más cerca posible del grupo de camaradas envueltos en un delito y mostrándonos el perfil psicológico de cada uno de los componentes, el cual no variará en todo el metraje. Al hablar de la puesta en escena, estoy obligado a tratar los planos, con una influencia (incluso una calcomanía) de planos de la película de Quentin Tarantino llamada Pulp Fiction (1994). También contiene un par de planos secuencias magistrales, que a su vez enseñan una crudeza arrolladora e impactante, los cuales dejan en un segundo plano brutales asesinatos para seguir conversaciones convencionales entre algunos de sus personajes, convirtiendo algo atroz en común, acostumbrando al espectador a la normalidad del asunto que va a permanecer presente a lo largo del film. Tanto banda sonora como guión están perfectamente adaptados a la construcción de los personajes y a la recreación escenográfica, cosa que otorga una veracidad extrema, inusitada fuera del género 'quinqui' que tanto se popularizó en España a finales de los setenta. Recuerda a Yo, Cristina F. en el trato que da Calparsoro al abuso de drogas y empleando una estética guarra tanto en decorado como en filmación y en el trayecto sabido trágico desde el comienzo que siguen los personajes. El falso romance introducido entre Alex y Javi (Roberto Chalu) es lo que termina de moldear la masa, creando una amalgama de oscuros contundente y perfecta. Película tenebrosa en todos sus apartados que alecciona sobre una realidad social supuesta pasada que todos deberíamos aprender o recordar. (7,5).
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