Una pareja joven, vive una terrible desgracia. Para resarcirse del horrible suceso, deciden ir a vivir durante algún tiempo a una alejada cabaña. Apenas sin vecinos que les interrumpan mientras sanan las profundas heridas que tienen y desaparece su sentimiento de culpa. Aunque al principio es algo reticente, la mujer que es fotógrafa vuelve a su labor. Pero parece manifestarse algo en las fotografías que toma, lo que hará que se obsesione con ellas.
Estamos frente a una cinta de terror sin alma. Con todos los fallos posibles para este tipo de películas y muy pocas virtudes. Pueden parecer duras mis palabras contra esta cinta de bajo presupuesto y limitadas aspiraciones, pero realmente las merece. Porque flojea en todo.
Desde el guión, que resulta muy poco imaginativo, con hechos que deberían estar mejor explicados, y siguiendo siempre un rumbo irregular en las decisiones que toman los personajes. Este guión no es más que una chapuza, copiando varias partes de otras películas de terror. Lo que hace que todo suene a repetitivo, no encajando bien las piezas del rompecabezas que se nos propone, lleno de tópicos, y con diálogos ridículos. La idea sobre la que se basa no es que sea mala, pero no consigue engancharte por ser tan previsible.
El director, que también es el guionista y por tanto no puede excusarse en que tenía un mal guión, aunque lo sea, narra la historia de una manera deficiente, con un ritmo apático, y adornado con estridencias. Cuando hablo de estridencias me refiero a que abusa de inesperados sobresaltos como sus únicas herramientas para conseguir que el espectador se sienta impactado. Tanto por exagerados efectos sonoros, como incluir apariciones de fantasmas que choquen con los hechos de la escena en curso. Será lo único que nos inquiete, aunque su uso es francamente burdo. Los sobresaltos también anulan la mínima tensión que crea la película. Seguramente el director ya vio que tenía poco que contar y prefirió bombardear nuestros sentidos de forma feroz y repetitiva antes que permitir que nos aburriéramos, pero el resultado es penoso. En el apartado técnico, su habilidad para colocar la cámara y generar buenas escenas está en entre dicho. Siendo solo capaz de mostrar lo que pasa, e incapaz de crear un ambiente alrededor de los protagonistas.
Los actores tanto principales como secundarios nos ofrecen un trabajo por debajo de la media. Les falta que alguien les guíe correctamente por las escenas, pues se les ve mal colocados. Deambulando sin rumbo y titubeando en sus acciones. Este titubeo no es parte de la película, sencillamente les falta más experiencia o trabajar mejor sus papeles. Porque lo que encontramos es que no transmiten nada al espectador. Resultan poco creíbles y planos
Si la película estuviera hecha por aficionados tendría un perdón, pero si quieres que te tomen en serio no puedes ofrecer un producto tan vulgar como este. Hay películas de terror de bajo presupuesto mucho mejores que esta.

Un estudiante de Berkley, decide volver a casa por vacaciones en coche, cruzándose todo su país para así poder estar con la joven de sus sueños, que acaba de romper con su novio. Pero al margen de sus planes tendrá que recoger a su hermano mayor. Experto en meterse en líos y que no es más que un bala perdida. El viaje es largo, y nunca se sabe que ocurrirá en la carretera. Sobre todo si tienes la mala suerte de toparte con un perturbado.
Todo en esta película resulta insatisfactorio, aunque no del todo insalvable. Sencillamente no alcanza la calidad que esperaba tendría con los actores, guionistas y director con los que cuenta. Y curiosamente no es que falle alguno en concreto, sino todos en mayor o menor medida.
La película se desarrolla en la carretera, con unas localizaciones que parecen estar pobremente pobladas. Esto lo utilizará la película para remarcar el aislamiento de nuestros protagonistas y tratar de crear tensión.
Hay dos fallos que resultan muy graves y muy llamativos en el guión. El primero es dejar que algunas de las decisiones que toman los protagonistas no parezcan del todo elecciones naturales, basándose en el personaje que interpretan. Son decisiones claramente forzadas para progresar en los hechos y hay demasiadas Todo esto desemboca en un cúmulo de despropósitos que enturbian el disfrute de la trama. El segundo es convertir al demente que les persigue casi en omnipresente. Por si no fuera poco, parece que es capaz de obtener toda la información que necesite y le plazca sobre los protagonistas. Esto aumenta la sensación de indefensión, pero arruina todo intento de crear suspense porque cuenta con demasiada ventaja.
Esta película se podría resumir como el típico juego entre el gato y el ratón, dándonos por tanto un thriller casi de forma natural. Desgraciadamente, la tensión y emoción que ponen los actores, y el director nos transmite, es moderadamente baja. Como no, esto se animará en la segunda parte de la película, pero ya es demasiado tarde para conseguir convencernos.
Los personajes principales, son interpretados por dos conocidos actores, en busca de su consagración. Paul Walker representa el hermano cabal, pero detrás de esa máscara lo que vamos a encontrar es a un joven que parece el protagonista, pero que no hace mucho más que comportarse como un perfecto pasmado, que se queda parado ante todo. En cuanto a Steve Zahn no tengo nada claro que hace en esta película. Él es un cómico y no se priva de intentar hacernos reír, pero tanta broma forzada termina por resultar insoportable. Me parece que poner a un gracioso como este solo contribuye a anular la intriga. Algo que ya de por sí resultaba deficiente.
Tiene la carencia insalvable de contar con un perseguidor implacable que parece conocerles mejor que ellos mismos. Unos actores que en ocasiones se encuentran fuera de lugar y un director que a la postre resulta incapaz de conjuntar todas las piezas y formar una película coherente.

Tiene los elementos habituales de este tipo de películas, dos personas diametralmente opuestas que acaban juntas. La interpretación de Martin Lawrence está totalmente pasada de vueltas, está tan pasada que es ridícula y Steve Zehn que debería ser el que tiene los pies en el suelo, hace poco más que balbucear.
La historia tampoco salva la cinta, porque es ante todo inverosimil. No hay por donde cogerla. Es una película llena de tópicos del género: persecuciones, disparos y giros argumentales habituales, pero se necesita algo más para entretener. Todo lo que aquí ocurre ya se ha visto anteriormente.

Aunque no hay nunca que esperar demasiado de este tipo de películas, esta es de las más flojas que he visto.

Otra colaboración más entre Denzel Washington y Tony Scott, los cuales repiten después de El fuego de la venganza y parece que este no será su último trabajo juntos. La acción nos coloca en una Nueva Orleans que sufre otra catástrofe tras el huracán Katrina, con un personaje principal relacionado con el famoso atentado de Oklahoma y con la explosión del ferry que recuerda demasiado a lo ocurrido en las torres gemelas. Con esta conjunción, la película pretendía claramente crear una opinión favorable a tomar cualquier medida para evitar lo sucedido. La cual es aprovechada luego por la historia para colarnos el mayor gran hermano que nos podamos imaginar sin rechistar. Pues es por una buena causa.
Si bien la trama principal trata de esclarecer la persona causante de las muertes en el ferry, para llegar a ese objetivo la cinta se apoya en el obligatorio romance y en el no tan habitual lío con las líneas temporales. Del primero decir que aun cuando tenemos a buenos actores entre manos, esa relación se siente como algo más que un amor imposible. No termina de cuajar y resulta un romance forzado. Aunque hay que reconocer que era imprescindible tratarlo como lo han hecho pues otorga la motivación necesaria a nuestro personaje principal, que le hace llegar hasta el final. Sobre las líneas temporales, los científicos del proyecto aportan mucha filosofía y poca claridad al asunto. Si esperas una buena explicación sobre este tema, búscala en otra parte, aquí no la encontrarás.
Otra película de Tony Scott tras la agitada Domino y la excelente El fuego de la venganza, aunque con un final demasiado estirado. Esta vez se calma, y aunque enseña las garras con su habitual estilo, evita los excesos que enturbian su trabajo. Es el director idóneo para esta cinta, a la cual sabe dar fuerza e intensidad. Las escenas de acción son lo mejor que vamos a encontrar, a destacar esa explosión inicial del ferry a cámara lenta. Otro acierto suyo es saber evitar que el espectador vea venir el desenlace antes de tiempo, algo que pasa en demasiados thrillers y que hubiera arruinado por completo la historia.
Denzel Washington actúa de forma modélica. Toda la película gira en torno a él, y aunque reincide otra vez en su interpretación del habitual sabueso infatigable y astuto no se puede decir que aburra. Paula Patton realiza un trabajo correcto y poco más. Está para lucir en pantalla y lo consigue, pero desaprovecha su oportunidad de brillar como actriz, no haciendo nada excepcional. A Val Kilmer y James Caviezel les pasa como a todos, están solo para girar alrededor de la estrella indiscutible que es Denzel, así que poco pueden hacer.
Una película con altas dosis de acción y tensión, la cual seguro entretendrá y gustará a la mayoría de los que la vean, pero que no deja de ser un espectáculo más para nuestros ojos.

Se adaptan las novelas de este intrépido capitán en una sola película, siendo este uno de los errores principales que arrastra la cinta. Se sacrifica una historia centrada en hechos que sufrieran un desarrollo durante el metraje, para conformarse con mostrar algunos episodios destacados de la vida de Alatriste, aunque seguro que otros muchos se quedan en la letra de los libros. El efecto en pantalla es un guión confuso que va dando saltos de historia en historia, pero sin saber conectarlos entre sí, y lo que es peor, algunas de las tramas sugeridas en estos fragmentos nunca son resueltas satisfactoriamente, dejando un sabor agridulce. Además, fallan los dos romances incluidos para humanizar a los personajes, y darles algo que hacer a parte de blandir una espada. Resultan blandos y faltos de la mínima pasión exigibles para ser creíbles. Están mal tratados y para lo que cuentan sobran. Tampoco se genera suspense y tensión que vaya creciendo a medida que pasan los minutos, de manera que al final se torna en indiferencia hacia la cinta.
El director acierta en la ambientación de la época, recreando los típicos teatros, las ropas de los adinerados nobles, hasta llegar a los detallados interiores de palacios. Esto contribuye a una cuidada fotografía que sumerge al espectador en la época y resulta uno de los pocos aciertos de la cinta. Sin embargo todo lo que gana el director en detalle, lo pierde al obsesionarse con planos cortos y dejar de lado los paisajes. Le falta añadir vistas panorámicas, que no enlentecerán más el errático ritmo de la cinta, y sí otorgarían más vistosidad a la misma. El número de extras, inferior al necesario, no le permite al director montar batallas repletas de gente, muy de moda ahora mismo, y le obligan a centrarse en pequeñas escaramuzas y duelos que al final resultan repetitivos y poco emocionantes. El resultado de sumar estas deficiencias del director es que lo que debería haber sido una obra que rezumara grandeza, no pasa de ser una producción menor con escasa ambición.
Viggo Mortensen como Alatriste es un gran acierto, pues a parte de encajar en el personaje, le aporta una personalidad propia. Lo que tal vez no todos aprecien es que este actor, al criarse en Argentina habla perfectamente español, pero con acento del país donde creció, el cual transfiere a Alatriste. Es verdad que se hace difícil escucharle en algunos momentos, pero no menos cierto es que los diálogos de este taciturno personaje no son extensos. La lista de actores a parte de Viggo que pueblan esta cinta es extensa. Solo hay uno que merece reconocimiento a parte de Viggo. Este es Juan Echanove como Francisco de Quevedo. Con solo unas pocas apariciones consigue perfilar una interpretación más que digna. Tal vez el número de actores impida al resto destacar, pero temo que en algunos casos buscaban más la notoriedad de salir en una importante película con tal ahinco que olvidaron su obligación de interpretar.