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Críticas 157
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
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10 de febrero de 2014 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
De pronto nos encontramos con una dirección, Arantxa Echevarria, astuta y atrevida, con un uso llamativo del fps, un diseño de producción estudiado y efectivo que sirve de contexto geográfico, una fotografía precisa a la hora de generar tensión ambiental, y dos interpretaciones loables, magnífica la masculina. De noche y reposado te sientes casi engañado por una narrativa carente de lógica, tanto en el inicio, nudo y desenlace, nada tiene sentido aquí y cuanto más pensado más disparatado. Suerte que de pronto ha terminado, y lo que dura, lo hemos disfrutado.

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20 de noviembre de 2013 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el año 2008, el jurado de la academia de las artes y las ciencias cinematográficas de Hollywood decidió otorgar el Oscar como mejor película de habla no inglesa a ‘Los falsificadores’. Retrocedemos pues en el tiempo y retomamos la obra de mayor repercusión en la filmografía de Stefan Ruzowitzky, una pequeña gran historia ambientada en la segunda guerra mundial. Intimista, el devenir y el suceder de la contienda es apenas expuesto y la premisa es sobrevivir y convivir. Bien es cierto que la temática se antoja manida, ofreciendo en su defensa la cinta una visión suficientemente dispar como para generar interés. El pueblo judío es víctima, pero no se recrea en su sufrimiento e indefensión, son seres con carácter, cuentan con las mismas bondades y defectos que el restos de los mortales, capaces de luchar y adaptarse pero también de sucumbir.

La trama discurre conforme a la “operación Bernhard” que pretendía hundir las economías rivales mediante la falsificación de divisas a cargo de un grupo formado por especialistas judíos, recluidos en un “campo de trabajo”. Estamos así ante un hecho real guionizado por el propio director en torno a la historia de Adolf Burguer (August Diehl), personaje co-protagonista de grandes ideales que se antoja con más protagonismo que desarrollo. Por contra Sorowitsch, interpretado por un convincente Karl Markovics, es un personaje con más arrestos que ideales, inalienable, de un actuar individual pero fraternizado, hermanado, es sin duda alguna el elemento que le añade mayor valor a la historia.

Destacar así mismo dos personajes del bando alemán, Devid Striesow como “poli bueno” y Martin Brambach como “poli malo”, pues son los matices que estos personajes ofrecen, donde la película adquiere densidad y se muestra como un filme nada complaciente para con el espectador. La visión del alemán medio, la personalidad y el proceder de cada uno o el no final de ambos son buena muestra de ello.

La carga de culpabilidad no es muy elevada sobre el espectador durante su visionado, se respira un ambiente de injusticia pero aceptable, la sensación de comodidad se implanta con discreción para con la misma tranquilidad, sin una gran operación detrás, mostrar un desenlace que borra esa pátina de bienestar, golpeando y dando el momento de mayor impacto emocional de todo el metraje.

Un conjunto al que le falta garra, carece de cierta fuerza narrativa y de emoción ante una situación extrema como la que se presenta, aún así, la muy ajustada duración (98 min) junto a un montaje seco, al corte, directo y que da prioridad al avance compensa esa falla y da forma a una obra que en conjunto se aprecia como bien resuelta, interesante y nada maniquea, donde finalmente se aboga por el olvido y seguir siendo uno mismo.

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28 de octubre de 2013 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Increíble en su acepción “muy difícil de creer”, ni siquiera el hecho de tener base real (el protagonista esta inspirado en Daniel Burros un norteamericano antisemita de educación judía) consigue dar veracidad a la historia, y no creer lo que se expone la hunde, antojándose vista en perspectiva como un disparate. La película es incapaz de aprovechar una bipolaridad centrada en dos temas que por su morbo, trasfondo psíquico, sociológico e histórico son de interés innato, resultando así una película muy desaprovechada.

El interés suscitado de origen disminuye con el suceder de los minutos, y lo que nos cuentan terminan por caer en el desinterés y la falta de entendimiento. En un ejercicio de auto comprensión sintonizamos con Danny Balint y su hábitat múltiple, semejanzas reales hemos conocido como el predicador de la heterogeneidad homosexual, o aquel hombre de fe involucrado en quehaceres demasiado cálidos. Si bien, con reticencias, llegamos a entender su núcleo, la evolución del personaje es insuficiente, parca en detalles, radicalizando con celeridad por una corriente u otra sin proceso intermedio, llegando a c sin pasar por b. Su comportamiento resulta entonces inconcebible, y por tanto, nos desentendemos.

La dirección de Henry Bean, debutante quien a posteriori solo ha vuelto a rodar una vez más, demuestra estar estudiada y formada, se empeña, lo intenta, pero no lo consigue. Las transiciones son grandes ideas que en su ejecución terminan no obstante por descontextualizar, los tiempos de la narración están torpemente llevados y se muestra incapaz de explicar con imágenes lo que el guión tampoco hace. Escrito por el ya citado director junto a Mark Jacobson, el guión deambula tratando de ceñirse sobre Danny Balint al que tampoco consiguen retratar, dejando pedazos inconexos a cada tramo. Se deja entrever la importancia de un personaje que desaparece, el peso de los líderes sectarios acaba por ser ninguno, la fémina del film es trivial y el periodista, que por su poder resulta el de mayor interés, se desperdicia.

Con ‘American History X (1998, Tony Kaye)’ en la cabeza de muchos y el papel de Edward Norton asociado a ello, el jovencísimo Ryan Gosling de 21 años acaba sucumbiendo ante la comparación en este su primer papel cinematográfico, aunque ello no sea óbice para resaltar como lo mejor del celuloide y presentar sus credenciales a promesa, lo que a día de hoy ya se ha visto confirmado. Imberbe y con un rostro menos enigmático del que le ha dado la edad actual, se aprecian ya características propias (aún sin perfeccionar) de su estilo interpretativo, eficaz, sugestivo y contenido. Que su personaje caiga en el desinterés es a su pesar y no a su costa.

El creyente parte de una buena base, lo intenta, todos lo intentan, pero finalmente resulta fallida y vacía, no consigue emocionar. Se intuye un trasfondo reivindicativo, que puede ser motivo de ensalzar el conjunto, pero su ejecución no rinde al nivel de lo que se la podría presuponer y el resultado es tosco, como su protagonista.

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25 de octubre de 2013 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cada uno de sus actos trata de emular a “El color púrpura (1985, Steven Spielberg)” o “Criadas y señoras (2012, Tate Taylor)”, pero no en tono, fuerza, delicadeza o subgénero (racismo), son las condecoraciones que estas consiguieron lo que busca. Las penurias de un colectivo o la particularidad de un individuo no importan, es su entorno el que lleva el peso de los tiempos, el devenir de los intérpretes no importa, es la lágrima en la butaca su cometido, el estímulo por contar una historia no importa, son los Oscars lo que se pretende. No, los negros no importan parece decir.

Si el interior, el alma, es prácticamente olvidado, el exterior se muestra parco y simple, incluso vulgar por momentos. Se pretende hacer un ejercicio histórico con final catártico. Se pretende definir y contextualizar con siquiera cabecera elementos tan densos como el mandato de varios presidentes americanos, Ghandi, Martin Luther King, Malcolm X, el ku klux klan o los panteras negras. Se pretende todo ello además sin pausa ni asimilación, tan superficial como el primer párrafo de la Wikipedia. Y si empiezo cada línea con el verbo pretender, es por ser este quien mejor define la cinta, pretenciosa.

La consecuencia más inmediata del fútil interior/exterior es la indiferencia. A lo largo de sus más de dos horas de metraje, hay momentos en los que se busca impactar, esta película esta construida para promover sensaciones, pero la reacción es inocua. Eres consciente de estar ante un momento dramático, pero se percibe tan ajeno como los libros de historia. Al igual que con Precious, Lee Daniels se muestra incapaz de emocionar, a pesar de ser este su principal objetivo, dando como resultado un producto manufacturado, fallido y superficial.

En la vertiente interpretativa reseñables aunque casi inexistentes son Clarence Williams III, Cuba Gooding Jr, Robin Williams o Terrence Howard. Brava se muestra una sorprendente Oprah Winfrey, poderosa en el papel estereotipo de mujer negra, quizás interpretándose a si misma (por lo poco que he alcanzado a ver de ella en televisión). Por su parte Forest Whitaker se mantiene firme, su rostro (su mirada) expresa opresión, libertad y personalidad cada vez que se le permite, trata de hacer suya la historia, pero lamentablemente se lo impiden. No obstante, no descartaría una nominación de ambos para las estatuillas doradas, lo que sin duda en el caso de Oprah, ayudaría a mantener la tendencia alcista experimentada durante la última edición de los Oscars.

A pesar de lo escrito, no se trata de una película suspensa, el enfoque de alta alcurnia alejado del esclavismo se muestra interesante, la realización se muestra competente, el nivel interpretativo es muy digno y en general sin grandes dones, tampoco presenta mediocridades. Esto sería respetable si por el camino no utilizara la cultura de barrio en pos del sensacionalismo más chabacano, apartando del espectador esa gran historia detrás de Cecil Gaines, despojándolo de entidad, sirviéndose de el como un "simple" negro doméstico.

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9 de octubre de 2013 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Opera prima americana de Paul Verhoeven, quien con apenas seis meses en tierras yanquis se vio sobrepasado por el rodaje, llegando a caer enfermo en numerosas ocasiones. Y no es para menos, debía lidiar con una cultura totalmente nueva donde encajar su inconfundible sello, pleno en sexo y violencia sin tapujos ni pretextos. Además, debía desenvolverse en un proyecto que por primera vez para él, estaría plagado de efectos especiales, a pesar no obstante de contar con un presupuesto ajustado de unos 13 millones de dólares (recaudó más de 50 solo en USA).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Robocop arranca con el brutal asesinato de un agente policial durante su primera patrulla, secuencia censurada en su versión cinematográfica en pos de la calificación por edades. Dicho suceso, coincide en el tiempo con el inicio de un programa militar de aspiraciones políticas, se pretende privatizar el cuerpo policial (me suena ese afán privatizador), y que concluye con la puesta en marcha de un cuerpo de policía robótico. Será así como asistamos a la muerte de Murphy, vemos como los pasajes de su vida se alejan al entrar al hospital, y al nacimiento de Robocop. Un personaje del que temían pudiera resultar ridículo a primera vista, ideando por ello una presentación fragmentada que preparara de manera paulatina al espectador para esa caracterización tan tosca, icónica a día de hoy. Primero aparece a través de una mampara de cristal, posteriormente de espaldas y a continuación a través de una vaya donde aparece sentado, un acercamiento que permite la asimilación gradual del espectador hacía el protagonista del metraje.

El metódico y efectivo proceder empleado para resolver un secuestro en manos del corrompido alcalde de turno (de nuevo me suena), pone de manifiesto el éxito de Bob Morton (Miguel Ferrer), padre y líder del programa Robocop. El cual, condena al ostracismo el titánico proyecto del ambicioso Dick Jones (Ronny Cox), quien tratará de eliminar la competencia y demostrar su supremacía desatando el terror en las calles por medio del mecenazgo de un grupo criminal que por momentos recuerda a la saga Mad Max (George Miller). Dibujado el plantel, queda en la memoria por siempre el de menor metraje, un imponente ED-209 de aspecto duro e inexpugnable que no alberga más que una beta, un bebe animado por stop-motion carente de conocimientos básicos, como puede ser descender unas escaleras.

Sin descanso en lo referente a la acción y los fuegos de artificio, el interés inicial centrado en la peculiaridad de sus personajes va decayendo según avanza la cinta, pues esta carece de entidad, no existe esa impulsividad candente y humana antojándose el argumento frío, metálico. Invaden entonces los recuerdos a un Robocop que aún sigue siendo Murphy, revive, compartimos su emoción, reiniciamos el sistema y volvemos a conectar con lo que se nos expone. Dejamos la lógica computerizada para volver al impetuoso actuar humano. La historia cobra un motivo y la venganza se antoja épica gracias a una BSO sobresaliente, mítica, una melodía que no deja caducar la película por mucho que sus efectos si lo hagan, transformándola en un clásico muy disfrutable del entretenimiento y la ficción científica

El duo protagonista esta formado por Peter Weller, obligado a ofrecer una interpretación muy física debido al pesado armatoste con el que se enfundaba cada día. Un papel al que accedió en parte gracias a su férrea mandíbula, pues consideraban que “sin una mandíbula marcada, Robocop parecería débil”. Como dato anecdótico es curioso imaginar a un Schwarzenegger protagonista, quien estuvo muy presente en las candidaturas y no fue seleccionado debido a su “halterofílica” corpulencia, la cual unida a la del propio traje iba a dar como resultado “el muñeco de Michelin”. A su lado figura una correcta Nancy Allen, valiente, de pelo corto, caracterizada con el objetivo de potenciar el compañerismo sin presentar el menor indicio de tensión sexual, incluso el chaleco antibalas es neutro de manera intencionada. Como antagonista, Kurtwood Smith ofrece los mayores matices dramáticos interpretando a el villano más terrenal, caracterizado a semejanza de las SS.

El éxito en taquilla supuso el pistoletazo de salida para una saga que no volvería a alcanzar tan meritorio nivel. Un gran trabajo épico y crítico el que realizaron en 1987 Paul Verhoeven y Basil Poledourisy.

Para mayor información: http://detenteencine.blogspot.com.es/2013/10/robocop-un-clasico-muy-disfrutable.html
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