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Críticas de Cinemagavia
Críticas 4.004
Críticas ordenadas por utilidad
9
4 de octubre de 2021
57 de 88 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Sólo un “bambino”

La familia en Italia es toda una “institución” sagrada. Una demostración en pequeño del cosmos, donde caos y orden suceden en muy poco espacio de tiempo, consecutivamente.

Así suceden los hechos en Fue la mano de Dios, una sucesión de risas y lágrimas, de alegría y dolor, de apasionamiento y serenidad. La vida misma.

El despertar del amor, a través de una atractiva y provocativa tía o ser testigo de la peleas de sus padres, son recuerdos inolvidables y que él presentará con extraordinaria sensibilidad, no exenta de extravagantes experiencias.

Tratándose de la vida misma, también habrá personajes grotescos, absurdos, pero con un amargo toque de realidad. Porque así es la vida, a veces trágica y otras cómica.

*Disfrutar más, preocuparse menos

Esto es lo que parece transmitir el genio napolitano.

“Fabietto“, su “alter ego” en Fue la mano de Dios, magistralmente interpretado por Filippo Scotti, pronuncia una frase que será premonitoria. Aquella frase, dicha originalmente por Fellini, supondrá el nacimiento de su vocación en el mundo cinematográfico. “El cine no sirve para nada, pero al menos, distrae de la realidad”.

Además, rodar en Nápoles después de 20 años en que dirigió su primera película El hombre de más, ha significado para él como volver a casa.

Sería en su ciudad natal donde un gran ídolo del fútbol internacional, Diego Armando Maradona, fichó por el equipo local. Quizás fue la mano de Dios la responsable de querer asistir al partido contra Inglaterra durante la Copa Mundial de 1986.

Anecdótico será que el abogado del futbolista estuviera considerando acciones legales contra la película por coincidir el título con el “milagroso” gol durante el encuentro. Acto que no se llegó a realizar ya que se trata de una historia personal del director, y no una película deportiva.

*Conclusión

Emotiva película en clave de humor, el humor ácido de Sorrentino. Según sus propias palabras, el trabajo más íntimo y personal de todos los realizados anteriormente.

Fue la mano de Dios (The Hand of God) muestra con una puesta en escena sencilla, aquellos años de juventud en los que una comida en familia o un paseo en motocicleta, eran simple excusa para sentirse feliz.

Una sensible creación donde ha querido contar sus sentimientos, y no tanto los hechos. Una reconstrucción de sus emociones, descubriendo que hasta este momento había estado en cierto modo paralizado.

Escrito por Irene Abecia Navarro
Cinemagavia
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7
8 de noviembre de 2023
39 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Adaptación

Si se ha leído la novela de Sara Mesa antes de ver la película Un amor surgirán dudas de como plasmar un mundo interior tan complejo como el de la protagonista mientras se realiza un retrato claustrofóbico del pueblo. No es una novela sencilla de llevar a la gran pantalla. En este sentido ha de admitirse que Coixet no falla estrepitosamente, realizando una más que notable película y modificando distintas partes respecto a la novela.

Se representa muy bien esa sequedad, ese paisaje frío, azulado, inhóspito que es La Escapa. Es un lugar que desde el primer momento genera rechazo. En Un amor el pueblo en sí no parece tener tanta importancia como en la novela, que es un ente en sí mismo, pero sí que vivimos con Nat la desesperación de una casa que se cae a pedazos. Ese retrato de La Escapa, esa necesidad de que las formas de la película sean tan austeras, pueden acabar por afectar al conjunto. Es posible que el espectador sienta todo desde una distancia que no permita un intenso impacto emocional.

Desde luego uno de los grandes aciertos de Un amor es reflejar a la perfección la tensión sexual de Nat y Andreas, tan importante en una relación que comienza, precisamente, con una propuesta sexual.

Sin embargo, ha de decirse, lo que más lastra la película respecto a la novela es la complejidad de los personajes. Nat es un personaje que, en la novela, presenta un universo propio que se va conociendo a través de la narración. En la película esto no acaba de perfilarse del todo. De igual manera, los vecinos son simplificados, no parecen presentar tantas caras como en la novela.

De hecho, algunos personajes, sobre todo el interpretado por Hugo Silva, llegan a estereotiparse. Esto provoca algo curioso y es que la película aporta un tinte cómico que en la novela no era tan marcado. El personaje de Hugo Silva se corresponde con el prototipo de hombre básico. En el momento en que farda de sus vidrieras delante de Nat y le dice “Me inspiro mucho en la poesía sabes, yo es que soy mucho de Neruda”, la sala de cine comienza a reír, reconociendo el estereotipo. Lo que en un principio surge de la simplificación del universo de los vecinos, acaba por aportar una ventaja a la adaptación.

Por último, destacar la modificación realizada por Isabel Coixet en el final. Este nuevo desenlace se siente mejor incluso que el de la novela. La directora aprovecha el medio que está utilizando para expresar la historia y crea unas imágenes que danzan poéticamente, logrando un marcado impacto en la pantalla grande.

*Todo el mundo se conoce

Una característica de La Escapa, como ocurre en otros pueblos, es que los rumores acaban pasando por las manos de todos los vecinos. Como dice el personaje de Andreas, que todo el mundo se conozca es, más que una ventaja, una desventaja. Esto acaba por reprimir a los personajes y encorsetarlos en una vida que no pueda ser juzgada. No se respeta en absoluto la privacidad de los personajes, ni siquiera de una manera física. El casero de la protagonista llega a entrar en el domicilio, mientras ella duerme, sin avisar. Y lo peor de esta invasión de la privacidad, es que no se siente como equivocación. Los personajes creen tener el derecho a esta intromisión en la vida de los demás vecinos del pueblo.

*Machismo y ranciedad

La novela mostraba en los habitantes de La Escapa un arraigado machismo. La película de Coixet lo retrata para el séptimo arte. A pesar de estar preparado tras la lectura, las imágenes impactan y duelen más que en la novela. Las conversaciones entre el casero (más que notable Luis Bermejo) y la protagonista es donde más claro e hiriente es el machismo. Hay una clara imposición sobre ella, relevándola a una persona incapaz, inútil. Hay un constante ataque hacia su persona, además de un odio evidente por la figura de la mujer en general. Ella asume esa actitud con inseguridad, sin poder para ejercer la réplica. Y nosotros, desde la sala de cine, sufrimos con ella esa impotencia.

El casero no es el único que refleja ese machismo. El personaje de Hugo Silva destila un machismo mal escondido en una actitud que tan solo es un caballo de Troya para intentar llegar a Nat.

*Los anhelos ocultos

Todos los personajes buscan algo de la protagonista y lo ocultan bajo máscaras de piel. Todos ellos desean algo que no dicen y que, sin a la larga no obtienen, reprochan a la protagonista y modifican su actitud con ella. Y todos menos “El alemán”. El personaje interpretado por Hovik Keuchkerian quiere algo de la protagonista y no duda en decírselo a la cara a la primera oportunidad. Ella no acepta y él se va. No se enfada, no cambia de actitud, no finge. Dice lo que anhela sin fingimientos y, si no lo obtiene, acepta la situación sin reproches.

Esto es un punto interesante ya que, hacia el final, vemos a una protagonista que acaba haciendo con “El alemán” lo que los demás hacen con ella. Actúa como si no quisiese nada más con él, pero le espía o intenta sonsacarle información. Pretende definir cuál es la situación de su extraña relación, sin embargo, no es franca y termina fingiendo al igual que el resto de vecinos.

*Autodescubrimiento

En Un amor asistimos al retrato de un personaje, el de Nat, que se encuentra completamente perdido. Deja la ciudad y huye a La Escapa, sin saber exactamente que encontrará ahí. Es, al final, una búsqueda de sí misma. Una reflexión sobre nuestro propio universo, el conocerse a sí mismo para poder caminar hacia delante.

Dice la frase popular que lo bueno de tocar fondo es que ya solo te queda subir. Un amor refleja ese descenso a los infiernos y el proceso por el cual se adquiere la fuerza necesaria para iniciar esa patada que te llevará a la superficie.

Nat acaba por obtener, tras su paso por La Escapa, fe en sí misma. Es capaz de plantar cara al casero, decir a sus vecinos lo que piensa de ellos sin fingimientos y abrir una puerta a su futuro.
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Escrito por Carlos Moreno Latorre
Cinemagavia
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8
25 de septiembre de 2022
36 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Utopía colombiana

Mi primer acercamiento al cine colombiano fue con ‘La vendedora de rosas’ (Víctor Gaviria, 1998), la vi gracias a una mujer colombiana que me quiso enseñar la que era, según ella; ‘’La mejor película de mi país’’. Han pasado muchos años, pero ese fue un punto de inflexión de mi vida, ahí empezó a gustarme el llamado cine social. Esta película, al igual que Los reyes del mundo, estaba subtitulada, algo que me extrañó en el momento, pero que enseguida comprendí al no llegar a entender nada de lo que decían los protagonistas, hablábamos el mismo idioma, pero éramos desconocidos, estos recuerdos me vinieron a la memoria nada más comenzar a ver la cinta de Laura Mora Ortega.

Está claro que la directora colombiana bebe de muchos referentes, pero, lo más importante, es que se centra en los de su país para renovarlos y reinventarlos. Esto no es algo nuevo, ya lo hemos visto en otras películas como la increíble ‘Monos’ (Alejandro Landes, 2019). Esta nueva corriente cinematográfica, trata de reconducir la historia reciente de Colombia, creando nuevos referentes audiovisuales que traten los distintos sucesos traumáticos del país, que actualmente se encuentra en reinvención tras querer dejar atrás el estigma que ha supuesto el narcotráfico.

Un camino que emprenden en busca de una tierra prometida, donde se encuentra una Colombia nueva en la que todos son libres e iguales. Lo deja bien claro cuando nos muestra un burdel bastante decadente en el que apreciamos una bandera colombiana roída, como símbolo de aquel pasado oscuro. No obstante, son los tres protagonistas los que entran en ese espacio, buscando redención y por ello, podemos ver a mujeres mayores, que seguramente han perdido a sus hijos por el narcotráfico, y a jóvenes adolescentes, bailar juntos como si fueran madre e hijo, unas madres que ellos nunca tuvieron y unos hijos que ellas perdieron.

*Abrazar al caballo blanco

El simbolismo inunda la pantalla de Los reyes del mundo. Comenzamos y acabamos con escenas simbolistas, y entre medias tenemos secuencias que evocan a ello, pero lo que está siempre presente es el caballo blanco y puro, como la visión que tiene nuestro protagonista de su abuela, que va acompañando a los protagonistas. Inicialmente empezamos en la ciudad, con una cámara muy agresiva que hace sentir al espectador la presencia del exceso y la violencia del entorno, para luego pasar a una parte en el campo más simbólica, reflexiva y observacional.

La estructura no es nada nueva, la hemos visto muy repetida en el cine de este tipo, sabemos en todo momento lo que va a suceder y eso es algo que va en contra de la película, sin embargo, la dirección de Laura Mora Ortega es lo que le aporta ese grado de valor que la hace tan especial. Además, toma la decisión de ir a la contra y contar la historia a través de personajes que tratan de huir de la violencia, y no la emplean como tal, como sí se había visto en numerosas películas semejantes.

Ese carácter reflexivo, es el que le da el toque de interés a la obra, que cuenta con momentos tan sencillos, pero épicos, como la ruptura de las bombillas de farolas, el encuentro en el burdel o la acogida de un señor al que todo el mundo repudia. Momentos en los que Rá, Culebro, Sere, Winny y Nano paran su camino, para aprender algo nuevo y continuar hacia su tierra prometida, en la que quizá encuentren esa libertad que tanto ansían.

*Conclusión

Laura Mora Ortega consigue realizar una película coherente y creativa, a pesar de su estructura clásica en la que todo lo que va a suceder es predecible de principio a fin. Sin embargo, el toque observacional, reflexivo y simbólico de la obra, aporta un grado de interés excepcional. Cabe mencionar que dentro de este simbolismo podemos encontrar también algunas relaciones excesivamente obvias, pero por lo general, están muy bien integradas y son bastante evocadoras.

Los reyes del mundo cuenta con escenas que se quedarán grabadas en la retina del espectador que ame un cine reflexivo, que consiga romperle todos los esquemas. Una obra que representa esa búsqueda de libertad que todos hacemos cuando somos jóvenes, pero que, quizá, se nos va olvidando por el camino. Un canto a la igualdad de todos que nace con la proclama; ‘’Todos los hombres seremos iguales’’, en el futuro o en el paraíso, quién sabe lo que nos deparará esta amarga existencia.

Escrito por Santiago Varela Antúnez
Cinemagavia
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5
28 de mayo de 2022
35 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Geniales primeros noventa minutos

Un buen verano de los años ochenta, el padre de Pietro decide que la familia pasará sus escasas vacaciones alejados de la ciudad, en un pueblo próximo a los Alpes italianos. Una vez allí, el niño pasa todo su tiempo en compañía del único chico de su edad, Bruno, que le descubre un entorno fascinante: la brisa, los lagos, las montañas, la hierba... Circunstancias incontrolables los acabarán separando en la preadolescencia, y en su nueva soledad, Pietro acaba rechazando la compañía de su padre. De esta forma, el desnortado protagonista pierde a sus dos nexos con la naturaleza y se exiliará voluntariamente en la ciudad durante diez años.

Cuando finalmente se de cuenta de que ha malgastado una parte de su vida, se lleva una gran sorpresa: todo ha continuado sin él, incluso la relación entre sus dos modelos a seguir. El proceso que seguirá para encontrar su sitio en el mundo le llevará de vuelta a sus orígenes, no sin altibajos en el camino. La trama discurre así entre reflexiones sobre la amistad, el descubrimiento de sí mismo o la vida rural y su posible idealización. Para desgracia del espectador, la trama continúa cuando esta evolución culmina; a partir de ahí se convierte un despropósito. No fue casualidad que en la sala proliferaran las miradas furtivas al reloj después de los primeros noventa minutos.

*Muchas ideas sin saber cual preservar

Es una pena. The Eight Mountains alberga muchas ideas, tantas que da la impresión que sus directores no consiguieron decidir cuáles merecía la pena preservar. Sin embargo, esto no impide disfrutar de sus numerosos puntos fuertes. Entre ellos, su innegable belleza, pues el trabajo de fotografía de Ruben Impens sobrecoge con sus impresiones del norte italiano.

Cualquier espectador sentirá ganas de pasar sus vacaciones rodeado de picos nevados, bebiendo un reconfortante café hirviente que aplaque el frío. En el apartado musical, una serie de piezas de tono indie rompen un poco con la coherencia del film. Más aún, cabe preguntarse por qué todas las canciones de una película italiana tienen que ser en inglés. No sabemos.

*Conclusión

Pese a la gran labor actoral de sus protagonistas y la delicadeza de su fotografía, The Eight Mountains (Le otto montagne) no encuentra su rumbo debido a un guiñó demasiado atiborrado de ideas distintas. Aún así, se trata de un largometraje sólido y convincente en la dirección, augurando una continuación prometedora a la carrera de sus realizadores, Felix van Groenegen y Charlotte Vandermeersch.

Escrito por Antonio Cano Márquez
Cinemagavia
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7
22 de marzo de 2020
33 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Sangre en la nieve

Aquí ya hay algún elemento clásico en algunos thrillers nórdicos, la de la pareja de investigadores que está condenada a llevarse bien y que al final acabará colaborando fielmente. Podemos fijarnos en la serie sueca Bron (2011), donde dos policías de dos países distintos han de colaborar en menesteres criminales. La premisa del asesino en serie, a priori, no parece particularmente original pero la historia se las va apañando para fluir por sus propios medios. De momento hay un patrón curioso, todos las víctimas presentan cortes en los ojos. Por añadidura todos trabajaron en un orfanato llamado Valhalla, de existencia efímera en la Islandia de los años 80.

*Nordic noir y nordic drama

En Los asesinatos del Valhalla, además de la trama principal, hay engastadas una serie de tramas paralelas que tienen que ver con los dos protagonistas, Kata y Arnar. Hasta aquí nada de particular, es algo frecuente en las series policiales. En esta ocasión, estas tramas tienen la suficiente sustancia y desarrollo como para ser relevantes y no un mero esbozo que apenas ocupa un hueco en la trama. La serie empieza con un mal día de Kata. No recibe el ascenso que esperaba, que recae en su compañera Helga (Tina Hrafnsdóttir), y se siente traicinionada por el comisario Magnús, su jefe. Además, Kata, está divorciada y su hijo se ha metido en un lío relacionado con un vídeo en que se recoge una violación en una fiesta.

Arnar por su parte, que aunque viva en Noruega es oriundo de Islandia, tiene gravísimos problemas con su familia. No se habla con su padre, ni prácticamente con nadie de su familia, por motivos que iremos descubriendo. Esta animadversión llegará a adquirir tintes casi trágicos. Así pues, estas tramas personales son lo suficientemente intensas como para captar nuestra atención de forma genuina y afectar directamente a la historia principal. Podemos decir incluso que Los asesinatos del Valhalla funciona como drama casi también como funciona de thriller.

*Senderos que se bifurcan

Los primeros cuatro episodos son los más rutinarios de Los asesinatos del Valhalla. Kata y Arnar, como buenos sabuesos, van atando cabos y rastreando pistas. Sus investigaciones se acaban dirigiendo al antiguo orfanato Valhalla en Borgarmesi, lejos de Reikiavik. Saldrán a la luz terribles historias de abusos y palizas a los niños, añadiendo cada vez un tinte más siniestro a la serie. En principio parece que los asesinatos tienen el móvil de la venganza para con antiguos trabajadores de Valhalla, pero comienzan a aparecer extrañas ramificaciones que apuntan bastante alto en el escalafón de la sociedad de Islandia.

Los últimos cuatro episodios abren el abanico de posibilidades de la serie; cuando parece que la investigación se asienta sobre certezas, la historia se hace más sinuosa y más interesante. El espectador difícilmente puede hacer pie porque van apareciendo nuevas incógnitas que obligan a replantear lo ya dado por sentado. De un misterio nacen varios. Como complemento, un simpático policía de Borgarmesi, Hákon (Vikingur Kristjásson), se unirá a Kata y Arnar en la investigación. La segunda parte de la serie es la más interesante y donde encuentra un pulso, que si bien no es particularmente innovador, sí que posee fuerza y entidad.

*Los dos investigadores

La interpretación de Björn Thors como Arnar puede que sea la más característica de la serie. Su personaje es torvo, lacónico, mal encarado. Se vislumbra que hay un trauma detrás de él, que a la larga descubriremos, y que es la causa de su talante asocial. Su glacial sagacidad se verá puesta a prueba por los acontecimientos de la investigación, mostrando una interesante dualidad y una sensible evolución.

Kata, por su parte, es una profesional esforzada, intuitiva e inteligente. No tiene el talante helado de Arnar y las circunstancias del caso, y las suyas propias personales, calarán en ella de una forma más notoria y evidente. Nína Dögg Filippusdóttir sabe captar ese matiz de normalidad que, en circunstancias extraordinarias, se muestra corajudo y perspicaz.

En Los asesinatos del Valhalla, como en casi todos los thrillers nórdicos, el emplazamiento donde se asientan los personajes es importante. Apenas vemos la luz del sol, y la claridad varía entre la noche cerrada y los cielos nublados. Las tinieblas perfectas para un crimen. Sin embargo Islandia aporta algo más específico. La naturaleza es más apabullante, abundan las enormes extensiones heladas y los planos de pintorescas formaciones montañosas. La sensación de aislamiento y soledad es mayor que en los entornos noruegos o daneses, más populosos y con urbes más grandes. Incluso la insularidad islandesa influye en esta sensación. De modo que en ambientación, sin grandes fastos, Los Asesinatos del Valhalla tiene un tanto a favor.

*Conclusión

Esta incursión de Netflix en el nordic noir no va a tener excesiva capacidad de sorpresa para el espectador avezado en el género. Lo que no significa que no esté bien hecha. De forma gradual, según se añaden incógnitas, va enganchando más, hasta convertirse en un razonable entretenimiento. A su favor, el acierto de que las tramas personales de los investigadores tengan la fuerza suficiente como para que no resulten postizas. Los aficionados al thriller nórdico tienen elementos suficientes para darse por satisfechos y disfrutar de una buena intriga.

Escrito por Mariano González
Cinemagavia
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