La ví porque era de Francis ford Coppola, pero la verdad es que cuesta trabajo creer cómo el director de esta pastelada cursi y ñoña es el mismo que dirigió obras maestras como la trilogía de El Padrino, Apocalypse Now o La conversación. Está claro que Coppola perdió la cabeza al encapricharse en dirigir esta carísima bobada que fracasó estrepitosamente en taquilla arruinando a la productora del propio Francis. El diseño de producción y decorados están muy logrados y fueron los que se llevaron gran parte del presupuesto, pero tanto el guión como los actores principales flojean demasiado. Frederic Forrest estuvo perfecto en Apcalypse Now pero aquí desentona al igual que la anodina Teri Garr, que está bien para papeles secundarios como El jovencito Frankenstein o Afterhours, pero no para asumir el papel principal.

Parece que Coppola, que había competido en las ediciones de los Oscars de 1972, 1974 y 1979 con Bob Fosse y sus musicales, llevándose el gato al agua el italoamericano con los dos primeros padrinos, quiso probar fortuna con esta descafeinada comedia musical que abortó una brillante carrera cinematográfica y que desde entonces Coppola no ha coseguido recuperarse.

Amable cinta de animación protagonizada por unos simpáticos trolls que encierra una bonita lección sobre la importancia de la actitud positiva en la vida para superar los problemas y unos amenos números musicales basados en famosas canciones pop. Cuenta la historia del enfrentamiento entre los trolls y unas temibles criaturas del bosque que sólo son felices cuando devoran troles. La protagonizan dos personajes antagónicos que acabarán entendiéndose para salvar a los suyos de la voracidad de sus enemigos. Colorista y entretenida.

Rutger Hauer es un ladrón de diamantes que es delatado por sus compañeros Joan Chen y James Remar después de dar un golpe. Se le recluye en una moderna prisión de alta seguridad en la que no hay barrotes ni muros. Los presos llevan un collar que explosionará si cruzan las líneas rojas del perímetro. Cada uno de ellos tiene un cónyuge que no conoce y del que no deben separarse más de una determinada distancia porque de lo contrario los collares se activarán y sus cabezas volarán en pedazos. Hauer antes de ser encerrado esconde los diamantes y sus compañeros pretenden sonsacarle dónde están a través de un funcionario corrupto de la prisión que le hará la vida imposible.

La película es un entretenimiento original e ingenioso, aunque lo de los collares explosivos ya lo vimos en Perseguido, con pequeñas dosis de humor que se ve con agrado y que ha soportado bastante bien el paso del tiempo teniendo en cuenta que está ambientada en el futuro. Entre Rutger Hauer y Mimi Rogers hay química y se disfruta viéndoles juntos sorteando toda clase de peligros mientras buscan a los antiguos compañeros de él para ajustarles las cuentas.

Peligrosamente unidos es una divertida película de ciencia ficción que mezcla hábilmente distintos géneros como el carcelario, la comedia y la acción. Hay que subirle la nota porque no está nada mal. Lástima que no contara con un presupuesto más holgado porque en algunos momentos resulta un pelín cutre pero por lo demás me gustó en su momento y me ha vuelto a gustar ahora.

La típica película de la era anti-Trump, maniquea, simplista y con un toque racista antiblancos. La historia es absurda por increíble. Ningún gobierno permitiría dar carta blanca al pillaje y el crimen durante 12 horas para engordar la audiencia de un programa televisivo. Como sátira a los programas de telerrealidad tiene su gracia, lo malo es que la película se toma demasiado en serio así misma.

Reivindica el orgullo negro frente a los malvados blancos, los mismos que fueron indispensables para aupar al poder a Barack Obama dos veces. Si esta película hubiese tenido el argumento contrario simplemente no habría podido estrenarse, el boicot estaría garantizado. Y lo peor es que el héroe de la historia es un traficante de drogas que termina salvando a su comunidad de los neonazis mercenarios metralleta en mano con un look muy similar al de Bruce Willis en Jungla de cristal.

Me revienta también que el guión presente a los negros como víctimas de la crueldad blanca y sobre todo que parece que los negros son los únicos que los pasan mal en Estados Unidos, únicamente ellos son pobres al resto le va de maravilla. Más allá de estas consideraciones, como espectáculo de acción se deja ver pero ese rollo reivindicativo del black power, somos pobres pero buena gente, echa al traste todo el tinglado.

Tensa película de acción y suspense a la que el director Walter Hill imprime un ritmo de mil demonios recuperando el buen hacer de sus primeros trabajos. La historia trata de un par de bomberos que descubren un mapa en el que se hayan las instrucciones para localizar un tesoro enterrado en una antigua iglesia ahora reconvertida en fábrica abandonada. Lugar donde los traficantes aprovechan para ajustar cuentas. Los protagonistas se meten en la boca del lobo al convertirse involuntariamente en testigos de un asesinato. No quedándoles otra salida que la de parapetarse en una de las dependencias de la fábrica con un rehén para su protección, nada menos que el hermano pequeño del jefe... Muy recomendable.