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Críticas ordenadas por utilidad
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6,9
202
8
10 de diciembre de 2010
10 de diciembre de 2010
21 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como siempre, esto ya es algo habitual en el género, pasearse por el noir americano clásico es una continua caja de sorpresas donde los films parecen desempolvarse, quitarse las décadas de encima y aparecer ante nuestros ojos contemporáneos como obras brillantísimas e únicas; “The Face Behind the Mask” se ajusta perfectamente a este molde. Dirigida por un habitual de la serie B en la Columbia, Robert Florey, la película sirve como perfecto resumen a la situación del noir a principio de los cuarenta en los Estados Unidos: nos encontramos en unos años decisivos y de transición donde la obvia influencia de los despatriados europeos marcaría el camino de las producciones en los años siguientes.
A igual que en la extraordinaria “Stranger on the Third Floor”, también protagonizada por Lorre, el expresionismo alemán empapa cada uno los fotogramas del film. La acertada fotografía de Planer da a la película un fantástico aire claustrofóbico, a medio camino entre lo gótico y lo terrorífico, que ambienta a las mil maravillas la historia de otro sueño americano roto. Peter Lorre interpreta a Janos, un inmigrante húngaro (una de las pocas veces que Lorre interpretaría un personaje con el que compartía nacionalidad) que llega a NY con el único objetivo de trabajar y poder traer a su familia a América. Todo se complica cuando, en su primera noche en la ciudad de los rascacielos, Janos es víctima de un incendio en el motel donde se hospeda. Como consecuencia del mismo, el desastre: su cara quedará totalmente desfigurada lo que le impedirá encontrar trabajo alguno y, por tanto, su sitio en la sociedad. Lo siguiente serán sus primeros escarceos con los bajos fondos hasta liderar una banda de hampones que operan por toda la ciudad. Durante su ascenso, bajo una máscara que recrea su rostro ante la imposibilidad de poder realizarse una cirugía estética exitosa, Janos conocerá a Helen la cual condicionará definitivamente su carrera criminal y el final de su historia.
La película es una exposición clara y concisa de las consecuencias del rechazo social y de las repercusiones que puede tener el mismo en la vida de un hombre, presentado en un principio como alegre, dicharachero y esperanzado. La evolución del personaje de Lorre, sus diferentes etapas, sus fobias, miedos, etc. están estupendamente rodadas e interpretadas. Durante los casi setenta minutos de metraje podremos ver a un Janos que ríe, llora, odia, ama, sufre… todo ello para llegar a un final donde no hay sitio para la redención o perdón alguno; todos y cada uno de los personajes pagará con creces los pecados cometidos.
“La gente que me mira, ve una máscara. Artificial. Pero el rostro detrás de la máscara está mutilado. Una horrible pesadilla. De la que no puedes despertar”
A igual que en la extraordinaria “Stranger on the Third Floor”, también protagonizada por Lorre, el expresionismo alemán empapa cada uno los fotogramas del film. La acertada fotografía de Planer da a la película un fantástico aire claustrofóbico, a medio camino entre lo gótico y lo terrorífico, que ambienta a las mil maravillas la historia de otro sueño americano roto. Peter Lorre interpreta a Janos, un inmigrante húngaro (una de las pocas veces que Lorre interpretaría un personaje con el que compartía nacionalidad) que llega a NY con el único objetivo de trabajar y poder traer a su familia a América. Todo se complica cuando, en su primera noche en la ciudad de los rascacielos, Janos es víctima de un incendio en el motel donde se hospeda. Como consecuencia del mismo, el desastre: su cara quedará totalmente desfigurada lo que le impedirá encontrar trabajo alguno y, por tanto, su sitio en la sociedad. Lo siguiente serán sus primeros escarceos con los bajos fondos hasta liderar una banda de hampones que operan por toda la ciudad. Durante su ascenso, bajo una máscara que recrea su rostro ante la imposibilidad de poder realizarse una cirugía estética exitosa, Janos conocerá a Helen la cual condicionará definitivamente su carrera criminal y el final de su historia.
La película es una exposición clara y concisa de las consecuencias del rechazo social y de las repercusiones que puede tener el mismo en la vida de un hombre, presentado en un principio como alegre, dicharachero y esperanzado. La evolución del personaje de Lorre, sus diferentes etapas, sus fobias, miedos, etc. están estupendamente rodadas e interpretadas. Durante los casi setenta minutos de metraje podremos ver a un Janos que ríe, llora, odia, ama, sufre… todo ello para llegar a un final donde no hay sitio para la redención o perdón alguno; todos y cada uno de los personajes pagará con creces los pecados cometidos.
“La gente que me mira, ve una máscara. Artificial. Pero el rostro detrás de la máscara está mutilado. Una horrible pesadilla. De la que no puedes despertar”

6,9
509
7
20 de septiembre de 2008
20 de septiembre de 2008
21 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Así se llama el barco donde Harry Morgan (John Garfield), un veterano de guerra y de condición perdedor, intenta sacar a su familia adelante y donde se desarrolla gran parte del argumento. El inolvidable comienzo, con las palabras de Harry, recogen perfectamente lo que va a ser la película:
"Ya sabes como es el mar a la primera hora de la mañana: todo en silencio, excepto las gaviotas, todo en silencio. Y te sientes genial. Entonces llegas a tierra y empieza. Y en un momento estás metido hasta el cuello...y no sabes ni como empezó"
Buena película. Seria y sólida. Representa perfectamente el alma del relato de Hemingway (que ya se adaptara maravillosamente en "Tener y no Tener"). Un tipo honesto, marido y padre, de vocación marinero y que recorre la vida con la honradez por bandera, se encuentra ante un serio problema económico que lo hace acercarse a gángsters, ladrones y tipos de dudosa reputación. Michael Curtiz dirige con maestría y no desmerece en absoluto a su predecesora, la imborrable obra de Hawks.
Crudeza visual y en ocasiones narrativa se combinan con primeros planos en torno a la relación de Garfield con las mujeres de la película: la suya propia Lucy (Phyllis Thaxter), una mujer convencional e incansable en el apoyo y lucha por su marido, y Leona (Patricia Neal) mujer de más sofisticada y atractiva que pronto se cruzará en el camino del marinero. De la lucha de estas dos mujeres por Harry se tienen escenas irrepetibles y diálogos del todo ilustrativos del alma femenina en estos casos. Espectacular y fiel retrato.
En definitiva, otra obra más que no fue estrenada aquí en España y que supone además el último gran título de ese enorme actor, el "boxeador" John Garfield, dos años antes de su muerte en 1952 hecho que añade más interés del que ya tiene de por sí este buen título. Bastante recomendable.
"Ya sabes como es el mar a la primera hora de la mañana: todo en silencio, excepto las gaviotas, todo en silencio. Y te sientes genial. Entonces llegas a tierra y empieza. Y en un momento estás metido hasta el cuello...y no sabes ni como empezó"
Buena película. Seria y sólida. Representa perfectamente el alma del relato de Hemingway (que ya se adaptara maravillosamente en "Tener y no Tener"). Un tipo honesto, marido y padre, de vocación marinero y que recorre la vida con la honradez por bandera, se encuentra ante un serio problema económico que lo hace acercarse a gángsters, ladrones y tipos de dudosa reputación. Michael Curtiz dirige con maestría y no desmerece en absoluto a su predecesora, la imborrable obra de Hawks.
Crudeza visual y en ocasiones narrativa se combinan con primeros planos en torno a la relación de Garfield con las mujeres de la película: la suya propia Lucy (Phyllis Thaxter), una mujer convencional e incansable en el apoyo y lucha por su marido, y Leona (Patricia Neal) mujer de más sofisticada y atractiva que pronto se cruzará en el camino del marinero. De la lucha de estas dos mujeres por Harry se tienen escenas irrepetibles y diálogos del todo ilustrativos del alma femenina en estos casos. Espectacular y fiel retrato.
En definitiva, otra obra más que no fue estrenada aquí en España y que supone además el último gran título de ese enorme actor, el "boxeador" John Garfield, dos años antes de su muerte en 1952 hecho que añade más interés del que ya tiene de por sí este buen título. Bastante recomendable.
3
18 de enero de 2008
18 de enero de 2008
37 de 54 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un taxista iraní que recogió al gran Fernado Fernán Gómez una vez le preguntó: "¿y porqué ustedes que tienen una de las culturas más ricas del mundo sin embargo tienen un cine tan malo?". El gran Fernando le contestó muy a su manera: "no lo sé (esta vez supongo que sin gritar)". Pues a lo mejor la respuesta la podemos encontrar en este tipo de películas. El malgastar jóvenes actores, directores, recursos, ¡subvenciones! y un largo etcétera en realizar remakes y copias cuasi-idénticas de películas como Al Otro Lado de la Cama o similares, intentando crear una especie de subgénero en plan americano de películas fáciles con arquetipos bien distinguidos, guiones fáciles y diálogos rayando lo facilísimo. Como si los espectadores españoles fuéramos tontitos. Está bien, para se supone, echar unas risas con los amigos (ya tienes que ir un poco pedete la verdad) pero por favor... No queremos más películas así. Gracias.

6,8
1.124
8
27 de febrero de 2010
27 de febrero de 2010
22 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de que apareciera Peckinpah y revitalizara de nuevo el western hasta cotas insospechadas un grupo de directores se encargaron de ayudar al género a dar un paso adelante y dejar atrás las viejas normas del western clásico. Gordon Douglas fue uno de ellos filmando una serie de cintas durante la década de los sesenta donde ya se apreciaba ese cambio de registro que luego quedara plasmado magistralmente en “Grupo Salvaje”. La heroicidad dejaba paso a la ambigüedad, al continuo conflicto entre lo correcto y lo egoísta, entre lo decente y lo instintivo. Los personajes se mueven ahora en un mundo que se les ha adelantado, que los ha dejado atrás. Ellos lo saben. Se ven acabados, vencidos y sin ninguna opción de recuperar lo que en su día tuvieron.
Bueno pues bajo estas nuevas circunstancias Gordon rueda una historia llena de realismo y de crudeza en todas sus imágenes. Ya terminada la Guerra de Independencia, cuatro hombres se unen en busca de un cargamento de armas que el renegado Coronel sureño Pardee (O´Brien) ha interceptado. Así, el viejo oficial confederado Lassiter (Richard Boone), el criminal mexicano Juan Luis Martinez (Tony Franciosa) y el capitán Haven (Stuart Whitman) y el sargento Franklin (Jim Brown) del ejército de los Estados Unidos, a quien han sido robadas las armas, partirán en su busca. El viaje, siguiendo el curso del Río Grande, les llevará a encontrarse con todo tipo de adversidades que se personalizarán principalmente en la presencia de los Apaches, liderados por Camisa Sangrienta, y de bandidos mexicanos que rondan amenazantes la frontera. De los cuatro que forman la expedición destacar sobre todo a un excepcional Richard Boone dando vida al antihéroe por excelencia y protagonista absoluto del western crepuscular. Su evolución a lo largo del film, sus fobias interiores y las traumáticas experiencias por las que ha pasado le convertirán en un hombre amargado y en constante lucha interior.
Por otra parte, si bien Douglas evoluciona la psicología del protagonista westeriano respeta la forma de filmar que había heredado de sus contemporáneos y que transformaban al género en un estupendo refugio para los amantes de las imágenes. La fotografía poderosa de Joseph MacDonald se llena de polvo, de tierras áridas, de aguas empantanadas y de ríos que atraviesan vigorosas cordilleras “malborianas” para acompañar perfectamente a unos personajes brutos, sucios…y en ocasiones malos. Destacar también la música del por entonces joven Goldsmith y que ambienta muy bien el desarrollo de la historia.
Western crepuscular, uno de los mejores de los años sesenta, relativamente desconocido y que abre la puerta para una evolución del género que nos hace disfrutar tanto como lo hicieron los Ford, los Mann, los Daves o los Sturges. Y además en Cinemascope. Suficientes alicientes para no perdérsela.
Bueno pues bajo estas nuevas circunstancias Gordon rueda una historia llena de realismo y de crudeza en todas sus imágenes. Ya terminada la Guerra de Independencia, cuatro hombres se unen en busca de un cargamento de armas que el renegado Coronel sureño Pardee (O´Brien) ha interceptado. Así, el viejo oficial confederado Lassiter (Richard Boone), el criminal mexicano Juan Luis Martinez (Tony Franciosa) y el capitán Haven (Stuart Whitman) y el sargento Franklin (Jim Brown) del ejército de los Estados Unidos, a quien han sido robadas las armas, partirán en su busca. El viaje, siguiendo el curso del Río Grande, les llevará a encontrarse con todo tipo de adversidades que se personalizarán principalmente en la presencia de los Apaches, liderados por Camisa Sangrienta, y de bandidos mexicanos que rondan amenazantes la frontera. De los cuatro que forman la expedición destacar sobre todo a un excepcional Richard Boone dando vida al antihéroe por excelencia y protagonista absoluto del western crepuscular. Su evolución a lo largo del film, sus fobias interiores y las traumáticas experiencias por las que ha pasado le convertirán en un hombre amargado y en constante lucha interior.
Por otra parte, si bien Douglas evoluciona la psicología del protagonista westeriano respeta la forma de filmar que había heredado de sus contemporáneos y que transformaban al género en un estupendo refugio para los amantes de las imágenes. La fotografía poderosa de Joseph MacDonald se llena de polvo, de tierras áridas, de aguas empantanadas y de ríos que atraviesan vigorosas cordilleras “malborianas” para acompañar perfectamente a unos personajes brutos, sucios…y en ocasiones malos. Destacar también la música del por entonces joven Goldsmith y que ambienta muy bien el desarrollo de la historia.
Western crepuscular, uno de los mejores de los años sesenta, relativamente desconocido y que abre la puerta para una evolución del género que nos hace disfrutar tanto como lo hicieron los Ford, los Mann, los Daves o los Sturges. Y además en Cinemascope. Suficientes alicientes para no perdérsela.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Mi escena favorita:
una en la que la que se demuestra los pocos escrúpulos a la hora de mostrar una violencia que siempre, anteriormente, se había tratado de forma "delicada". Ahora, cuando nuestros protagonistas son apresados por los Apaches, se enseña con detalle la tortura a la que se les soemete, siendo arrastrados a caballo mientras las gentes del poblado los apalizan. Sin duda, Ford no hubiera enseñado eso.
una en la que la que se demuestra los pocos escrúpulos a la hora de mostrar una violencia que siempre, anteriormente, se había tratado de forma "delicada". Ahora, cuando nuestros protagonistas son apresados por los Apaches, se enseña con detalle la tortura a la que se les soemete, siendo arrastrados a caballo mientras las gentes del poblado los apalizan. Sin duda, Ford no hubiera enseñado eso.
6
8 de febrero de 2010
8 de febrero de 2010
21 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hondo es un tipo honesto, noble, como deberían de ser los hombres auténticos: siempre con la verdad por delante. Sea cual sea el precio que haya que pagar. Porque un hombre solo tiene su palabra y si esta es falsa ya podemos imaginar en que convierte su vida. Él es esclavo de ellas y claro, antes ser esclavo de la muerte que de la mentira. Pero es que Hondo es medio apache. Ha convivido con ellos, se ha enamorado de una de ellas, sabe como huelen, como caminan, en que piensan…Una manera de vivir única y que ensalza valores ausentes en aquellos que colonizaban salvajemente. Por ejemplo el del respeto por la palabra dada. Por eso los comprende, aunque los luche; los admira, aunque ellos amenacen su vida; los imita, aunque se considere un blanco más. Este es Hondo, este es John Wayne: “Hace mucho tiempo aprendí a dejar a cada uno hacer lo que quiera”.
Western interesante el que filma Farrow. Una cinta que se apoya en dos grandes pilares: la figura enorme de Wayne y el respeto hacia los pueblos indios. Sí, al final los matan, los vilipendian y aparecen retratados con unas técnicas de combate lamentables. Pero es que así sucedió de verdad. Sin embargo, son continuos los gestos de comprensión y admiración hacia unas gentes cuya manera de vivir fue devorada por el “progreso” del hombre blanco. El guión introcuce también la necesaria historia de amor. Esta vez encarnada en Angie Low (Geraldine Page) una ranchera de moral intachable y cuya desgraciada vida sentimental cambia con la aparición de Hondo Lane. Bueno la de ella y la de su hijo.
Así pues western revisionista para con la verdadera historia de los pueblos indios. Por cierto como muchos otros, para desmitificar una manera de actuar (la de la industria) que siempre ha sido motivo de rechazo y crítica por su poca consideración a los nativos americanos. Y es que, lejos de estas creencias establecidas, si repasamos las filmografías de los grandes del western, los de verdad, los que importan, estas están repletas de denuncias y acusaciones a una colonización que fue tan salvaje como inevitable.
Western interesante el que filma Farrow. Una cinta que se apoya en dos grandes pilares: la figura enorme de Wayne y el respeto hacia los pueblos indios. Sí, al final los matan, los vilipendian y aparecen retratados con unas técnicas de combate lamentables. Pero es que así sucedió de verdad. Sin embargo, son continuos los gestos de comprensión y admiración hacia unas gentes cuya manera de vivir fue devorada por el “progreso” del hombre blanco. El guión introcuce también la necesaria historia de amor. Esta vez encarnada en Angie Low (Geraldine Page) una ranchera de moral intachable y cuya desgraciada vida sentimental cambia con la aparición de Hondo Lane. Bueno la de ella y la de su hijo.
Así pues western revisionista para con la verdadera historia de los pueblos indios. Por cierto como muchos otros, para desmitificar una manera de actuar (la de la industria) que siempre ha sido motivo de rechazo y crítica por su poca consideración a los nativos americanos. Y es que, lejos de estas creencias establecidas, si repasamos las filmografías de los grandes del western, los de verdad, los que importan, estas están repletas de denuncias y acusaciones a una colonización que fue tan salvaje como inevitable.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Mi escena favorita:
pues me quedo con el comienzo. Son muchas las escenas donde Wayne se come la cámara literalmente. Su dominio de la escena es brutal. Por eso mismo me quedo con la inicial, cuando llega esa silueta al rancho de los Low, caminando bajo el polvo y un sol infernal y con la silla de montar sobre un hombro. Uno entonces lo ve aparecer y piensa: es Wayne, esto es importante. Y ya no se mueve del asiento.
pues me quedo con el comienzo. Son muchas las escenas donde Wayne se come la cámara literalmente. Su dominio de la escena es brutal. Por eso mismo me quedo con la inicial, cuando llega esa silueta al rancho de los Low, caminando bajo el polvo y un sol infernal y con la silla de montar sobre un hombro. Uno entonces lo ve aparecer y piensa: es Wayne, esto es importante. Y ya no se mueve del asiento.
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