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Críticas ordenadas por utilidad
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8,3
47.102
8
20 de octubre de 2012
20 de octubre de 2012
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin duda los Marx se encuentran entre los pioneros del slapstick que en aquella época se veía muy beneficiado por el hecho de que las cintas al ser reproducidas aceleran las acciones, algo que sin duda no ayudaba nada a los dramas pero aportaba mucho a los comediantes.
Aún con gags que se resisten al paso de los años yo creo que lo más vigente son los diálogos, sobre todo los del personaje de Groucho, el juego de palabras, del que seguramente se nutrió Cantinflas, es ácido y desternillante a partes iguales.
Hay escenas que tienen nombre propio como por ejemplo, el embotellamiento de gente en el camarote 58, la secuencia de las camas, los telones del final y mi preferida Chico al piano.
Claro que también están las escenas que sobran, sobre todo los musicales donde no participan los Marx.
Lo mejor: los diálogos.
Lo peor: las escenas románticas entre los cantantes de ópera.
Aún con gags que se resisten al paso de los años yo creo que lo más vigente son los diálogos, sobre todo los del personaje de Groucho, el juego de palabras, del que seguramente se nutrió Cantinflas, es ácido y desternillante a partes iguales.
Hay escenas que tienen nombre propio como por ejemplo, el embotellamiento de gente en el camarote 58, la secuencia de las camas, los telones del final y mi preferida Chico al piano.
Claro que también están las escenas que sobran, sobre todo los musicales donde no participan los Marx.
Lo mejor: los diálogos.
Lo peor: las escenas románticas entre los cantantes de ópera.

6,3
164
6
26 de septiembre de 2012
26 de septiembre de 2012
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es una gran película, es un film intimista y como es característico de estos films si no te gustan los personajes, es difícil que te guste el film.
Pero me sorprendió la capacidad de Katz para recrear un relato de familia tan realista que se me hizo tan cercano. En algún punto también representa la gran diferencia cultural entre el primer y el tercer mundo, es que seguramente Víctor no se queda en Toronto sólo por trabajo, también necesita un respiro de esa familia que tiene en Argentina.
No destacan ni música, ni fotografía porque es una cinta que se centra mucho en su reparto y en cuya capacidad de dar realismo a los personajes. Lo que si llega a destacarse es el montaje que en la escena que da nombre a la película toma un protagonismo esencial.
Del reparto no se puede decir más que cosas a favor. Destacan Raquel Bank como la madre, un personaje insoportable que da el tono desesperante que requiere el film, y la propia Katz quien interpreta a la mayor de las hermanas y lo hace de forma sutil en un principio hasta que llega su mejor momento cuando toca la guitarra.
Lo mejor: el realismo que lleva impregnado.
Lo peor: su humor, no me termina de llegar.
Pero me sorprendió la capacidad de Katz para recrear un relato de familia tan realista que se me hizo tan cercano. En algún punto también representa la gran diferencia cultural entre el primer y el tercer mundo, es que seguramente Víctor no se queda en Toronto sólo por trabajo, también necesita un respiro de esa familia que tiene en Argentina.
No destacan ni música, ni fotografía porque es una cinta que se centra mucho en su reparto y en cuya capacidad de dar realismo a los personajes. Lo que si llega a destacarse es el montaje que en la escena que da nombre a la película toma un protagonismo esencial.
Del reparto no se puede decir más que cosas a favor. Destacan Raquel Bank como la madre, un personaje insoportable que da el tono desesperante que requiere el film, y la propia Katz quien interpreta a la mayor de las hermanas y lo hace de forma sutil en un principio hasta que llega su mejor momento cuando toca la guitarra.
Lo mejor: el realismo que lleva impregnado.
Lo peor: su humor, no me termina de llegar.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
En algún punto muestra un claro ejemplo de la imperfección que poseen los tercermundistas en lo cotidiano aunque probablemente también manifiesta el hecho de que somos así porque somos de sangre caliente y tenemos relaciones menos frías que las del primer mundo.

6,4
15.319
6
7 de diciembre de 2013
7 de diciembre de 2013
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque conscientemente peque de pedante es muy interesante de ver sobre todo si te interesan los asuntos económicos. En cierta forma constituye un intento de hacernos ver lo "difícil" o "triste" que puede llegar a ser el ser rico, y por ende una forma de reivindicar lo que usualmente conocemos como pobreza. Lo que me lleva al siguiente punto:
El mayor problema del film es que la excusa que monta para poder desarrollar su discurso es bastante floja. El problema del protagonista no es volverse rico, sino volverse idiota. Su vida no se cae a pedazos a causa de la riqueza que adquiere sino de lo mal que él la ejecuta, ilógicamente ya que es un genio de la economía.
Pasando al lado cinematográfico. El film es visualmente diferente, no necesariamente efectivo. Si bien la fotografía es bastante acertada y los movimientos bruscos de cámara son necesarios para contagiar el frenetismo, es el montaje el que falla pese a su atrevido estilo, no sólo porque su tempo es irónicamente atemporal y confuso (esto producto también del guión), sino porque a veces se torna innecesariamente videoclipero.
El hecho de que todo lo que vemos es un relato interior (del subconsciente) del protagonista parece haber sido la excusa de Cortés para dibujar unos personajes más absurdos y con reacciones más inexplicables que superan al mismísimo David Lynch (véanse la madre del economista y su adicción a la TV, o la loca de la silla de ruedas, y el peor de todos: el padrastro zombie del prota). Y parafraseando al propio Martín Circo Martín (curioso nombre, de hecho), esto nos vuelve a colocar al principio de la cuestión ya que es esa constante inexplicabilidad en las actitudes extremistas de los personajes las que generan las situaciones tan surrealistas que se suceden en el film.
Por ende, es una película que entretiene, que puede ser didáctica aunque no tenga todas las verdades, pero que sólo se justifica su visionado por el interés que uno pueda tener en conocer las teorías aquí propuestas, por el resto la verdad que aporta bien poco.
El mayor problema del film es que la excusa que monta para poder desarrollar su discurso es bastante floja. El problema del protagonista no es volverse rico, sino volverse idiota. Su vida no se cae a pedazos a causa de la riqueza que adquiere sino de lo mal que él la ejecuta, ilógicamente ya que es un genio de la economía.
Pasando al lado cinematográfico. El film es visualmente diferente, no necesariamente efectivo. Si bien la fotografía es bastante acertada y los movimientos bruscos de cámara son necesarios para contagiar el frenetismo, es el montaje el que falla pese a su atrevido estilo, no sólo porque su tempo es irónicamente atemporal y confuso (esto producto también del guión), sino porque a veces se torna innecesariamente videoclipero.
El hecho de que todo lo que vemos es un relato interior (del subconsciente) del protagonista parece haber sido la excusa de Cortés para dibujar unos personajes más absurdos y con reacciones más inexplicables que superan al mismísimo David Lynch (véanse la madre del economista y su adicción a la TV, o la loca de la silla de ruedas, y el peor de todos: el padrastro zombie del prota). Y parafraseando al propio Martín Circo Martín (curioso nombre, de hecho), esto nos vuelve a colocar al principio de la cuestión ya que es esa constante inexplicabilidad en las actitudes extremistas de los personajes las que generan las situaciones tan surrealistas que se suceden en el film.
Por ende, es una película que entretiene, que puede ser didáctica aunque no tenga todas las verdades, pero que sólo se justifica su visionado por el interés que uno pueda tener en conocer las teorías aquí propuestas, por el resto la verdad que aporta bien poco.

6,5
28.375
7
2 de noviembre de 2013
2 de noviembre de 2013
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Varios han notado las referencias clarísimas a Hitchcock. Lo más llamativo de todo es la aparición de un extraño tío Charlie que en "La sombra de una duda" (Alfred Hitchcock, 1943) interpretaba Joseph Cotten y cuya estrecha relación con su sobrina Teresa Wright desencadenaba preguntas sobre un pasado oculto.
Aquí el tío Charlie es Goode y la sobrina (no tan inocente) es Wasikowska. La relación es mucho más incestuosa y está brillantemente insinuada con el apoyo del esteticismo habitual de Park. Sin embargo, en los últimos 20 o 30 minutos un gusto tarantinesco por mostrar sangre (la escena de la flor blanca que se mancha por una lluvia roja es igual a la de la reciente "Django sin cadenas") se apodera del relato. El tono erótico, pesado y macabro de los dos primeros tercios se diluyen en un final de corte cómico, algo a lo que el propio Park nos ha acostumbrado, no necesariamente para bien. Hay una tensión en el cine de Park entre lo poético y lo gore, la forma en que filma la sangre es tan ambigua que el tono de sus films resulta confuso.
El guion del actor de "Prison break" puede pecar de convencional pero está cargado de referencias que se saborean más en un segundo visionado. Goode trabajando la tierra y diciendo su buen estado para hacer pozos. La fascinación de dibujar angelitos en la arena/nieve que comparten India y Charlie.
Destacar además del gran hacer de su director en materia de formas, no sólo desde los movimientos de cámara, el montaje o la fotografía, el gran laburo de post-producción que tiene el film: los créditos iniciales, el montaje de las cartas, o el corte entre la cabellera de Kidman y el pastizal.
Aquí el tío Charlie es Goode y la sobrina (no tan inocente) es Wasikowska. La relación es mucho más incestuosa y está brillantemente insinuada con el apoyo del esteticismo habitual de Park. Sin embargo, en los últimos 20 o 30 minutos un gusto tarantinesco por mostrar sangre (la escena de la flor blanca que se mancha por una lluvia roja es igual a la de la reciente "Django sin cadenas") se apodera del relato. El tono erótico, pesado y macabro de los dos primeros tercios se diluyen en un final de corte cómico, algo a lo que el propio Park nos ha acostumbrado, no necesariamente para bien. Hay una tensión en el cine de Park entre lo poético y lo gore, la forma en que filma la sangre es tan ambigua que el tono de sus films resulta confuso.
El guion del actor de "Prison break" puede pecar de convencional pero está cargado de referencias que se saborean más en un segundo visionado. Goode trabajando la tierra y diciendo su buen estado para hacer pozos. La fascinación de dibujar angelitos en la arena/nieve que comparten India y Charlie.
Destacar además del gran hacer de su director en materia de formas, no sólo desde los movimientos de cámara, el montaje o la fotografía, el gran laburo de post-producción que tiene el film: los créditos iniciales, el montaje de las cartas, o el corte entre la cabellera de Kidman y el pastizal.
6
1 de agosto de 2013
1 de agosto de 2013
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tempranas épocas para Hitchcock donde ya mostraba sus grandes dotes para la intriga y su gusto refinado por los elegantes espías. En rasgos generales es un film que funciona pero que se ve manchado por torpezas de corte básico, seguramente dadas por la inexperiencia propia no sólo de un joven Hitchcock sino también propia del cine en sus comienzos. Se puede apreciar, también en rasgos generales, que el film carece de una pulida realización, muchas cosas se ven falsas o hechas con cierta ingenuidad.
No obstante vale la pena recalcar que la intriga está correctamente llevada, la emoción crece y si bien no llega a escenas como el Monte Rushmore de "Intriga internacional" (1959) se revuelve bien al sostenerse en la imagen de un villano imponente interpretado por el magnífico Peter Lorre. El actor húngaro venía de interpretar recientemente al inigualable protagonista de "El vampiro negro" (Fritz Lang, 1931), un tipo introvertido y psicológicamente perturbado que era incapaz de resistir la tentación de cometer aquellos crímenes; pues en el film de Alfred, Lorre compone a un "malo" absolutamente diferente, es un tipo elocuente, soberbio, apasionado y muy carismático que a su vez ve su imagen cinematográficamente realzada por la impecable caracterización que le brinda el maquillaje -una cicatriz y un mechón rubio inolvidables-.
A la hora de resolver las situaciones planteadas por el guión, el director británico acierta y erra a partes iguales. Tenemos escenas ingeniosísimas como el suéter de lana y ese gag que se genera durante el baile, y en contrapartida el disparo que inexplicablemente no genera el impacto que debería incluso teniendo en cuenta el contraste que le aporta la jocosidad del enredo de la lana. La escena en el consultorio del dentista destaca por la forma inteligente que tiene de resolverla con un humor casi Marxiano. En la Iglesia volvemos a tener una contraposición, el momento genial cuando comienzan a cantar -literalmente- el plan simuladamente, y luego la -muy- torpe situación de la guerra de sillas digna del peor Ed Wood.
A destacar una dirección artística cuidada y un maquillaje que parece bastante expresionista, sin llegar a los extremos alemanes se denota una leve acentuación en la oscuridad de labios y ojos, algo que, por cierto, le da mayor oscuridad a la atmósfera de esa Gran Bretaña húmeda.
Lo mejor: Peter Lorre y escenas puramente hitchcockianas con su característico perverso sentido del humor.
Lo peor: lo desprolija que se ve, se nota que ha envejecido mal, basta con ver lo mal actuadas que están las muertes, algo raro en Hitchcock un director perfeccionista a la hora de dirigir repartos.
No obstante vale la pena recalcar que la intriga está correctamente llevada, la emoción crece y si bien no llega a escenas como el Monte Rushmore de "Intriga internacional" (1959) se revuelve bien al sostenerse en la imagen de un villano imponente interpretado por el magnífico Peter Lorre. El actor húngaro venía de interpretar recientemente al inigualable protagonista de "El vampiro negro" (Fritz Lang, 1931), un tipo introvertido y psicológicamente perturbado que era incapaz de resistir la tentación de cometer aquellos crímenes; pues en el film de Alfred, Lorre compone a un "malo" absolutamente diferente, es un tipo elocuente, soberbio, apasionado y muy carismático que a su vez ve su imagen cinematográficamente realzada por la impecable caracterización que le brinda el maquillaje -una cicatriz y un mechón rubio inolvidables-.
A la hora de resolver las situaciones planteadas por el guión, el director británico acierta y erra a partes iguales. Tenemos escenas ingeniosísimas como el suéter de lana y ese gag que se genera durante el baile, y en contrapartida el disparo que inexplicablemente no genera el impacto que debería incluso teniendo en cuenta el contraste que le aporta la jocosidad del enredo de la lana. La escena en el consultorio del dentista destaca por la forma inteligente que tiene de resolverla con un humor casi Marxiano. En la Iglesia volvemos a tener una contraposición, el momento genial cuando comienzan a cantar -literalmente- el plan simuladamente, y luego la -muy- torpe situación de la guerra de sillas digna del peor Ed Wood.
A destacar una dirección artística cuidada y un maquillaje que parece bastante expresionista, sin llegar a los extremos alemanes se denota una leve acentuación en la oscuridad de labios y ojos, algo que, por cierto, le da mayor oscuridad a la atmósfera de esa Gran Bretaña húmeda.
Lo mejor: Peter Lorre y escenas puramente hitchcockianas con su característico perverso sentido del humor.
Lo peor: lo desprolija que se ve, se nota que ha envejecido mal, basta con ver lo mal actuadas que están las muertes, algo raro en Hitchcock un director perfeccionista a la hora de dirigir repartos.
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