Se queda detrás de "El imperio contraataca" y del final de "El retorno del Jedi". Se nota que la franquicia estaba ya experimentando con esta primera película sobre lo que podía funcionar y lo que no. En esta película el villano no es Darth Vader, como en su secuela, sino más bien el propio Imperio Galáctico. Son superficiales y propias de su época las escenas de la toma de decisiones militares, lo que la hace un poco lenta y aburrida en algunos instantes. Pero lo que es maravilloso de esta película es eso mismo contrastado con el lado fantasioso de la historia, "la Fuerza". Ese juego de contrastes entre una época muy formal y una más fantasiosa crea una atmósfera de expectación espectacular.

Desgraciadamente esta serie contiene muchísimos fallos debidos a que en algunos capítulos no aparecen siempre los mismos actores. Unos capítulos son mediocres, mientras que otros son desternillantes. Lo que verdaderamente la salvó fue que en las temporadas siguientes a las primeras la serie se centrara en el personaje del comisario García, interpretado por Agustín González. Remarcables las interpretaciones de los actores, especialmente las de Fernando Fernán Gómez, Agustín González y Roberto Cairo, que la hacen más interesante. A nivel de comedia se queda más valiosa para los nostálgicos, pero creo que series más reconocidas que vinieron después la superaron. Pero merece la pena resaltar positivamente el interés central por narrar la vida de unos timadores típicos de España, que quieras o no, te advierte de algunos timos que te puedan hacer si eres un insensato.

Para empezar, la película está basada en el cómic del sulfato atómico, mi favorito de todos los que he leído por lo que me he reído leyéndolo. Pero es una lástima que la gente se esperase humor de tebeo y unos personajes más fieles a la tinta de Ibáñez, porque en realidad lo que se ve es otro tipo de humor, pero no menos valioso. El humor de esta película está centrado en el estereotipo del español inútil e ignorante, que no dista mucho de la visión de la España rural y profunda del tebeo. Por ese motivo la película no funcionó fuera del país. Pero la esencia del film y lo que lo hace verdaderamente valioso es una trama despreocupada y con protagonistas inocentes que se toman la vida como un juego en lugar de como un problema, como pasaba con Mr Bean, de hecho. Esa visión despreocupada sobre la vida que se refleja en el film es una pena que el público no lo haya notado, igual porque solo vieron la película una vez. Las risas las provocan más la forma de hablar de los personajes que otros aspectos, aunque también algunas escenas memorables. Luego que usen la canción Tombé du ciel de Charles Trenet que solo la conocían los más ancianos de Francia suma puntos, puesto que siempre se agradece descubrir gemas musicales no muy conocidas y que en este caso es una muy buena canción.

Todos esos detalles hacen que sea una de mis películas favoritas desde que era niño, aunque la gente la desprecie por no encontrar semejanzas con el tebeo.

Una película desde mi punto de vista entretenida de ver, pero floja. No hay escenas que emocionen ni tampoco es una película intensa, lo que reduce su calidad bastante. Deja entrever un mensaje simplista sobre el modelo de la familia americana. Lo que sí merece la pena resaltar positivamente es su selección de canciones para la Banda Sonora.

Tan aburrido había acabado a la primera hora, que directamente la quité y me fui a la Wikipedia para leer cómo seguía. Largos silencios, diálogos banales, un tema que no da mucho de sí... Que me expongas la idea bien, pero si pretendes hacer dos horas sobre lo mismo todo el rato, lo llevas clarinete. Eso no tiene otro nombre más que ser pretencioso y fanfarrón cuando en realidad tu idea se puede resumir en tres párrafos, no hace falta que me lo cuentes en dos soporíferas y banales horas.