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Críticas 9
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
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15 de agosto de 2010
7 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que en estos tiempos que corren añoremos un género como el actioner de los años ochenta y noventa, delata que la actualidad cinematográfica está de capa caída. No me juzguéis, a mi también me gustaban las películas ochenteras de acción. Me lo pasaba bien con esas historias inverosímiles que eran una mera excusa para poner mamporros a la primera de cambio, pero prefiero películas de acción bien contadas con una historia mínimamente coherente y divertidas como “El último boy scout” o “Jungla de cristal”, a mierdas del calibre de “Delta Force”, por no poner aquí toda la filmografía de Chuck Norris o Steven Seagal. Desafortunadamente “Los mercenarios” está más cerca de estas últimas ya que Stallone, al que se le ha ido la pinza por completo, vende un falso producto con tal de llenarse los bolsillos de dólares.


No le culpo, pero si podría haber demostrado un poco más de oficio e interés para una película que reunía en su elenco a todos los heterosexuales agresivos que han protagonizado películas de acción de serie B en los últimos tiempos: el propio Stallone, Jet Li, Jason Statham, Dolph Lundrgen y…para de contar. Por eso digo que vende un falso producto, porque no nos encontramos ante la tan cacareada reunión de viejas glorias de este tipo de género. Los únicos que forman parte de esa generación pasada de rosca son Stallone y Lundrgen, al que se les une Willis y Schwarzenegger en un divertido pero torpe cameo. Lo demás es humo con el que se ha vendido esta producción, ya sea por parte de la propia productora (obviamente) pero también por gran parte de los periodistas cinematográficos.

Sobra decir que “Los mercenarios” no me ha entusiasmado pero puede que te guste si quieres ver a un grupo de tíos pasados de años y llenos de botox decapitando a latinos que al hablar castellano prescinden de las reglas de sujeto y predicado con la cara pintada a lo William Wallace. O puede que te guste si quieres ver a Stallone enamorándose a primera vista de una latina entrando a cámara lenta por las puertas de una posada con un halo blanco a su alrededor. O puede que te guste si quieres ver a Mickey Rourke haciendo un monólogo tatuando una guitarra mientras la baba se le escurre por los labios. O puede que te guste si eres fan incondicional de las películas dirigidas con estilo videoclipero, a lo Michael Bay. O, qué coño, puede que te guste porque has disfrutado viendo toda la filmografía de Chuk Norris y Steven Seagal.

Andén 42.
27 de noviembre de 2010 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parece una mera casualidad pero las aventuras cinematográficas de Harry Potter, que comenzaron con “La piedra filosofal” (2001), justamente van a terminar una década después con “Las reliquias de la muerte: parte II” (2011). Un total de ocho largometrajes en diez años componen esta saga ideada por J. K Rowling, y por su haber han pasado directores de diversa índole como Chris Columbus, Alfonso Cuarón, Mike Newell y David Yates. Tras mencionar estas simples premisas, me pregunto si las películas de Harry Potter han aportado algo al panorama cinematográfico de la última década.

Pero vayamos por partes. Es turno para hablar de “Harry Potter, las Reliquias de la muerte: parte I” (2010), la penúltima entrega basada en las novelas de la escritora inglesa. Albus Dumbledore, el inteligente y bondadoso director de Hogwarts, ha fallecido, y Voldemort, más poderoso que nunca, está aprovechando los momentos de desconcierto para introducir a sus temibles Mortífagos dentro del Ministerio de Magia. El caos, la incertidumbre y el miedo pueblan la historia, la cual comienza con Ron, Hermione y Harry despidiéndose de sus seres queridos para iniciar un viaje con un destino incierto.

Desde sus primeros compases, la nueva película de Harry Potter se esfuerza por mantener un pulso narrativo fluido y veloz, con un devenir de escenas que probablemente estén entre los mejores momentos de toda la saga cinematográfica. Resulta extraño que un director responsable de ese bodrio titulado “La orden del Fénix” (2007), ahora sea capaz de filmar una eficiente y modélica película de aventuras, con una factura técnica impecable y un grupo de actores secundarios que aportan trascendencia y formalidad al conjunto dentro del subgénero al que pertenece esta película.

Pongo la mano en el fuego al decir que todos estamos hartos de escuchar que una nueva entrega es mucho más oscura que su predecesora. Frases como ésta se han convertido en un elemento de propaganda más para vendernos una nueva película perteneciente a una saga. Sin embargo tengo que reconocer que esta consigna tan ramplona se ejemplifica perfectamente en “Las reliquias de la muerte: parte I”. Pese a estar hablando de una historia focalizada a un público infantil y juvenil, la película se inmiscuye en situaciones tétricas y violentas. Con esto no quiero decir que Yates se haya convertido en un adepto a Park Chan-wook. Hay que recordar que estamos hablando de Harry Potter, y no hablo de violencia sucia y extrema, sino de dureza implícita. Aunque bien es verdad que las películas han ido evolucionando progresivamente con respecto a este asunto, como si creciesen a la vez que los incondicionales de la saga incorporados desde la primera película. Y es que Harry, Ron y Hermione ya no son los críos que correteaban por los pasillos y mazmorras de Hogwarts.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Puedo parecer un excitado seguidor de la saga, y en cierta medida así es porque formo parte de las innumerables personas que disfrutaron con los libros además de ir a los estrenos cuando una de las películas se estrena por las carteleras. Pero aún así hay que reconocer ciertos errores de bulto. Es inútil que vayas a ver la película con esperanzas de disfrutar y estar entretenido si no has visto los anteriores filmes. Se trata de una pieza dentro de un conjunto de películas, y como tal es necesario haber visto o recordado las predecesoras.
Y el otro aspecto negativo a señalar no es tan obvio y redimible. “Harry Potter y las reliquias de la muerte: Parte I” empieza como una exhalación, pero lamentablemente esa apuesta tan arriesgada tiene consecuencias negativas. Y es que a mitad del metraje la película sufre un enorme bajón en el ritmo. El cambio es tan abrupto, y las escenas tan pesadas, que es calcado al libro. Me refiero al momento en el que los tres protagonistas se ven obligados a deambular por el bosque, huyendo de Voldemort.

Uno sale del cine realmente confortado, aunque con cierto poso agridulce al darse cuenta que, disminuyendo el metraje en situaciones prescindibles, podrían haber hecho “Las Reliquias de la Muerte” en una sóla película. Como eso ya no tiene solución más allá de los insultos que podemos soltar a los ejecutivos de la Warner, “Las Reliquias de la Muerte: parte I” deja sentadas las bases para lo que podemos encontrarnos en la última y definitiva película de la saga. Y tiene muy buena pinta.

Andén 42.
15 de agosto de 2010 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Las vidas posibles de Mr. Nobody” trata sobre la última persona que muere de viejo en el año 2.092, ya que el resto de las personas han conseguido la inmortalidad por un método regenerador de células. En este tiempo, Nemo Nobody (Jared Leto, más concoido por el que tiene cara de niña buena) es conocido por su condición de mortal, y recibe la visita de un doctor y de un periodista. En ambos encuentros Nemo recordará la que fue su vida años atrás. Hasta aquí bien, pero el meollo de esta película viene al representar diversas variantes de lo que pudo ser su vida con tres mujeres diferentes. La infancia, la adolescencia y la madurez son contadas a partir de todas las decisiones que Nobody podría haber tomado. Semejante punto de partida recuerda mucho a “Corre, Lola, corre” (Tom Tykwer, 1998). En teoría son tres posibles relatos diferentes para cada periodo de su vida pero también hay espacio para imágenes de sueños del protagonista bastante gratuitas.

Sin duda es una fórmula que llama bastante la atención ya que lo que Van Dormael quiere plantearnos es la importancia de vivir la mayoría de las experiencias posibles y la trascendencia de tomar una decisión u otra. Puede ser que el planteamiento sea en ocasiones bastante repetitivo porque en muchos momentos vuelve al punto de partida donde el protagonista ha tomado anteriormente una decisión para mostrarnos la alternativa. Pero no sólo de las elecciones y de los diferentes caminos que podemos tomar a través de decisiones aparentemente insignificantes habla la película, en “Las vidas posibles de Mr. Nobody” también hay un hueco para hablar de las casualidades (reiterando en el llamado “efecto mariposa”) y de otros asuntos mucho más complejos: la teoría del big bang, la felicidad, el espacio y el tiempo o el big crunch (lo contrario al big bang). Todos estos asuntos se ven reflejados de una manera u otra en la película. Tanto abarca la “Las vidas posibles de Mr. Nobody” que se ahoga a si misma por sus pretensiones de aglutinar tantas cuestiones en una misma obra.

Su puesta en escena es increíble, recordando mucho a la obra de Jean-Pierre Jeunet o a la extinta “Pushing Daisies” pero con un toque en ocasiones más oscuro. De todas formas el director propone una puesta en escena sutilmente diferente para cada una de las historias de Nemo de acuerdo con el tipo de relación que lleva con cada mujer: la pasión con Anna (Diane Kruger), la desesperación con Élise (Sarah Polley) y el distanciamiento con Jeanne (Linh-Dan Pham). Quizás su punto fuerte sea el apartado visual, dando magnetismo y belleza a través de sus imágenes y maquillando la confusa historia que nos quiere contar. De todas formas creo que “Las vidas posibles de Mr. Nobody” merece un visionado, sobre todo para aquellos que quieran acercarse a algo diferente (por no llamarlo marciano).
29 de agosto de 2011 2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con una inusitada cifra de ochenta títulos bajo sus espaldas, resulta extraño que un cineasta tan inagotable y polivalente como Takeshi Miike no abordara hasta el pasado 2010 el género de los samuráis. “13 asesinos” no es solo su primera incursión en profundidad en dicho subgénero, es también una muestra del buen hacer de un Miike casi desconocido y clásico. Y es que en esta película pocos posos quedan de aquel director excéntrico y posmoderno.

La película está ambientada en el Japón feudal, más concretamente en el llamado shogunato, años antes de la instauración de la dinastía Meji. Naritsugu ,un despiadado Lord que disfruta haciendo sufrir a los demás, es la persona destinada a convertirse en el nuevo tirano gracias al apoyo del Shogun, pudiendo provocar el declive del país. Pero un pequeño grupo de samuráis pretenden restablecer la orden del Bushido, y harán todo lo posible por impedir que Naritsugu y sus hombres impongan un reino de maldad y tiranía.

La película tiene tres partes diferenciadas. En la primera parte de la película asistimos al Harakiri de un samurái con el fin de anunciar el autoritarismo de Naritsugu. Este hecho desencadenará una serie de intrigas y pactos dentro de las altas esferas políticas, y unos pocos señores acudirán a Shinzaemon, un honorable y experimentado samurái que reclutará a trece hombres para hacer frente al avance de Naritsugu.

Si bien en la primera asistimos a las intrigas de palacio y a la presentación de los personajes, en la segunda seremos testigos de la camaradería que empieza a surgir entre los doce hombres de Shinzaemon en el viaje que emprenden para hacer una emboscada al terrible Naritsugu y sus hombres.

Pero la película va avanzando poco a poco, y pronto nos damos cuenta que las dos anteriores partes eran una (buena) excusa para mostrar la tercera y última: más de cuarenta minutos de combate en un pequeño pueblo entre los trece samuráis y doscientos hombres de Naritsugu. Una enorme secuencia de acción que no tiene nada que envidiar a otras parecidas como la batalla en el abismo de Helm de “Las dos torres” o la inolvidable secuencia de “Kill Bill Volumen 1”, donde Uma Thurman se enfrentaba a los 88 maníacos. Miike demuestra estar en plena forma al rodar dicha batalla desde todos los ángulos posibles y manteniendo el clasicismo que ha ido demostrando a lo largo de toda la película.


Pero lo que más llama la atención de esta película, con permiso de su espectacular batalla final, es el discurso que se extrae de ella una vez visionada. ¿Es necesario y lícito luchar contra la injusticia de las clases dominantes? Un planteamiento que sin duda está a la orden del día con la eclosión de una corriente de opinión que no duda en cuestionarse la falta de responsabilidad
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