La idea y el arranque de 'Los delincuentes' son guais: te acomodas en el sofá lleno de esperanza, te ajustas las gafitas sin graduar e incluso te apetece apuntarte al plan de los personajes principales. Luego te puedes poner a planchar, que es más emocionante, y cambiar a 'La ruleta de la suerte'.

Una señora supercargante se casa consigo misma porque está harta de cuidar a los demás y todos tenemos que aplaudir su absurda filosofía de la vida. Que esto lo dirija Icíar Bollaín hace que la experiencia sea aún más deprimente. Eso sí, siempre es un gustazo ver a Candela Peña, Sergi López y el resto de esta basca desfilar por la pantalla.

Tómate el título de la película como un consejo: es lo mejor que puedes hacer si cometes el error de pincharte semejante tostón. También tienes la opción de ver 'El espíritu de la colmena', del mismo director pero sin la chapa ni la cursilería. La gente está contentísima de que Víctor Erice haga cine a su edad, pero, en fin, ¿qué cine?

Por cierto: a los actores (y a las actrices, venga, va) debieron de decirles que estaban en una obra de teatro, porque su trabajo resulta tan natural como el Tang.

Se nos ha ido bastante la pinza con Furiosa y su saga de paseos en camión por el desierto. Esta entrega tiene buenas escenas de acción (las suficientes como para que no cabecees), la profundidad emocional del BOE, un reparto masculino horroroso, mensajito y todas las sorpresas que permite una precuela cuando has visto primero su secuela: ninguna. A tope con Anya Taylor-Joy.

Le ha gustado a Stephen King y os habéis puesto todos en plan entusiasmo máximo, pero es muy muy cutre. "Ah, sí, tú la habrías hecho mejor". No.

Es una película que juega (o lo intenta) con el humor negro y que trata de apelar al cabronazo que muchos llevamos dentro, pero no: jamás encuentra el tono y se hace cuesta arribísima.