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Críticas 8
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
9
16 de septiembre de 2020 5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La humanidad reducida a un sentimiento de eterna tristeza solo amparada por la casi eterna esperanza.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Sin embargo, la esperanza no es más que un tratado entre nuestra razón y nuestro miedo a la muerte. "Los animales viven en el presente porque no saben que van a morir", nosotros no tenemos esa suerte y tan solo podemos soñar con el futuro. Y soñamos mientras somos jóvenes, por ello deprestigiamos la vejez y valoramos con entusiasmo la juventud. De repente, aparece un viento gélido que cruza a través del cuerpo para acabar con los sueños, el tiempo ha pasado y eres viejo. Llega el momento en el que solo quieres que el puto frío te congele de una vez para no tener que seguir imaginando fábuas imposibles. De algún modo, esa es la parte universal de nuestras individualizadas y/o solitarias vidas. Y es por ello que todos esos personajes que cruzan la pantalla son el mismo, una humanidad destinada al mismo frío. Nos recitan en nuestra cara un poema de lo terrorífico que es llegar a casa. Una vez llegamos a la casa hablan de ti como si estuviaras muerto y te dan un camisón que podría ser de tu suegra. La protagonista ríe y olvida como la presunta suegra. La suegra y el suegro hablan del uno y del otro como si estuvieran muertos. Las manos de la marginada supuran del mismo modo que lo hacen las tuyas. Somos guapas como las chicas que ríen en la heladería, pero ni aun así podemos dejar de lado la mierda que se derrite por nuestra cara. Y todos morimos, como el conserje, como cerdos devorados por los gusanos de nuestra esperanza. Aplaudimos bañados por el mismo maquillaje de la vejez en una despedida que mucho tiene que ver a cuando te imaginabas en tu habitación mil historias para el devenir de la vida. Y te despides cantando sobre la soledad en el lugar en que te sentiste más solo, en tu habitación, durante la época de la eterna indefición, en el instituto, donde comenzamos a soñar y nos hicimos viejos soñando. Eres Jake y escuchas sus pensamientos deambulando por la cabeza inconexos, azarosos y reflexivos. Te preguntas un par de cosas pero no concretas, algo te acaba distrayendo. Eres una experta de cine, un excelso lector, una catastrófica pintora, un brillante físico, una dulce camarera, una fría mujer y un frío hombre, el esposo que no quiere y la esposa que tampoco, la chica fea y las chicas guapas, eres un haz de luz, eres un conjunto de átomos. Eres lo mismo, una persona en apuros en el dulce pero frío helado de la vida. En toda historia se necesita un cerdo y en todas tus historias tú eres el cerdo.
5 de octubre de 2019 4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sé por dónde empezar esta reseña. Acabo de salir del cine y aún me tiemblan las piernas. Tengo unas ganas incontrolables de volverla a ver para disfrutar y también de comprar la versión doméstica para poderla analizar con detenimiento. Las ideas revolotean sin orden en mi cabeza.

Hagámoslo sencillo. Juguemos como si esto fuera un clásico del blues. Pregunta y respuesta, guitarra y voz.

- ¿Es tan buena como se ha dicho?
- Sí, “Joker” es una maravilla, una experiencia psicológicamente desafiante.

- En serio, ¿cumple con las enormes expectativas?
- ¿No te has enterado de lo que acabo decir? Por supuesto que las cumple, aunque nunca es complaciente. Más bien, podemos decir que las reinventa.

- ¿Y este Joker es mejor o peor que sus predecesores cinematográficos?
- Todos son diferentes. El cómic es un mundo en constante movimiento, Batman lleva 80 años protagonizando historietas, lo que da como resultado una amplia selección de etapas. Una de las facetas que más enriquecen al noveno arte es el hecho de que los personajes no están atados a una sola visión, el personaje está a disposición del autor. Al leer cómics no hay un único Batman o Spiderman, hay miles. Cada autor es libre de expresar y construir al personaje de la manera que personalmente lo interprete. Evoluciona y se adapta a los contextos históricos, a inquietudes subjetivas, a necesidades sociales etc El Joker no tiene origen definido, ese origen está a disposición de su maltratada psyché. Alan Moore creó uno, Paul Dini otro, Christopher Nolan jugaba con ello y ahora Todd Phillips retrata uno nuevo. Hasta DC tiene planeado para este 2019 un cómic de Geoff Johns titulado “Tres Jokers” y que abordará la posibilidad de que el Príncipe Payaso haya sido tres diferentes personas. Al final, lo que importa es el símbolo, todas y cada una de las versiones del personaje aportan un significado nuevo para demostrar la complejidad y profundidad que subyace en El Joker.

- Vale, vale. Qué intensito. Bueno, ¿y Joaquin Phoenix cómo lo hace? ¿Para Oscar?
- Su actuación es una proeza. Siempre me ha gustado su forma de entender la interpretación y el cine. Con “I’m still here” dejó claro que era el actor perfecto para Joker. Se pasó dos años interpretando a un actor en decadencia y en un proceso autodestructivo que quería “ser el mejor rapero del mundo”. Demostró con ello la superficialidad de la industria del espectáculo, todo el mundo se reía de él y nadie trató de ayudarle (¿Os suena todo esto?). Sus cambios de voz, esa forma de partir la cara y gritar auxilio a través de los ojos mientras ríe desconsoladamente, sus andares. Construye algo que duele. Perfecto. ¿Candidato al Oscar? Sí, pero ¿qué más da? Lo importante está ya en la pantalla del cine.

- Tiene buena pinta, y ¿qué hay de la dirección? Todd Phillips tiene una filmografía repleta de comedias simplonas. Seguro que este proyecto se le queda grande.
- Para nada, este es su proyecto. Lo ha creado desde el guión, lo ama, lo respeta y pone todo lo que tiene a su disposición para alcanzar la perfección. Solo hace falta estar atento a la construcción de las escenas y a los colores empleados para darse cuenta de que aquí no solo hay un buen director sino un soberbio autor. En un arte gráfico como el cómic, el color o la ausencia de éste es clave para narrar. Lo primero en lo que uno se percata al entrar en una viñeta es en el color. Frank Miller, icono del cómic y un narrador impecable, no hubiera alcanzado el estatus que posee a día de hoy sin su colorista (y mujer hasta 2005) Lynn Varley. En el cine ocurre igual con la fotografía y la de Joker es una maravilla. Dependiendo de los colores utilizados y de dónde se ubican o cómo se relacionan podemos comprender que está ocurriendo en la cabeza de Arthur Fleck. Tenemos 4 colores clave: azul (melancolía, tristeza, depresión), amarillo (problema, inestabilidad, felicidad), verde (LOCURA) y rojo (pasión, violencia, desorden, CAOS). Todos ellos presentes en el aspecto definitivo de este Joker. Por fuera rojo en su traje, por dentro amarillo en su chaleco, azul en los espejos del alma (ojos) y verde en su pelo, LOCURA en su cabeza.

- Técnicamente parece genial pero ¿qué hay de su mensaje? En EEUU la han masacrado por ello. ¿Tan horrible es? ¡¿Cuántos asesinatos va a provocar esta película?! ¿!Es que nadie va a pensar en los niños!?
- Tranquilo, tranquilo. Para empezar, esto es una ficción al igual que también lo es el humor. Y la ficción es un lugar maravilloso porque tenemos la libertad que el mundo real nos quita por aquello de ser seres sociales. La ficción es el terreno de la exploración y la reflexión. Por favor, hagámonos un favor y no atemos a la ficción a un sesgado código moral. Resulta que Gotham al igual que Springfield es una hiperbolización de nuestra sociedad. En Los Simpsons se aborda desde la sátira y en los cómics de Batman desde una perspectiva sórdida donde los extremos del bien y el mal se encuentran en continuo conflicto. Ambas ciudades son ficciones que sirven como alerta. Que la imaginación cinematográfica retrate a un ser psicópata y violento que se revela contra un sistema que lo margina no significa que eso deba ocurrir en la realidad. Joker es desafiante pero al mismo tiempo es una oda al humanismo y un mensaje de socorro.

- Parece perfecta entonces, ¿cuándo sale la segunda parte? ¿Cuándo se va a conectar con el universo cinematográfico de DC?
- Espero que nunca. No hay necesidad. Estoy cansado de los universos blockbuster. Como fanático del cómic y de los superhéroes añoro cosas más pequeñas, más concretas, más potentes, más autorales...más cómic.

- Tendré que comprobar por mí mismo si todo eso es cierto. Me voy al cine.
- No te arrepentirás, son 2 horas de una experiencia inclasificable. Apaga el móvil y disfruta de... ¿una obra maestra? Podría serlo, tengo que comprobarlo por mí mismo otra vez. Espera, que me voy contigo al cine. La vemos en versión original, eh.
20 de diciembre de 2023
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay ocasiones en las que tras salir del cine, durante esos instantes de trance entre la ficción y la realidad, cuando se esboza un juicio preliminar mientras los créditos se suceden y uno trata de organizar el trasiego de ideas y emociones que han surgido con la narración proyectada, recurro, pocas veces, a la sentencia de "me gusta que exista esta película porque creo que es necesaria". Y esa misma secuencia me ha sucedido al finalizar, a continuación de uno de los planos más arrebatadores del año, Io capitano. Esta intuición por sí sola casi nunca es indicativa de estar ante una gran obra; es una sensación impulsiva que, posiblemente, hable más de mí mismo que de la película. No obstante, en el caso de Io capitano creo que no es solo una buena idea o una historia que merecía contarse, sino que hay argumentos cinematográficos que sustentan su valor propio como film y justifican su reconocimiento en los diferentes festivales y premiaciones en los que ha participado, así como la generalizada buena acogida del público.

Esta odisea homérica, tal y cómo la define el propio director Matteo Garrone*, retrata el drama de la inmigración africana bajo la mirada de dos jóvenes senegaleses con el sueño ingenuo de encontrar el paraíso europeo. A partir de esta síntesis surgen diversas cuestiones que se conectan con la construcción de la mirada. Así pues, el punto de vista del espectador se erige sobre la inocencia de dos chicos de 16 años que deciden emprender un viaje del que los europeos conocemos su final, pero solo intuimos el largo e infausto proceso. A través de esa colisión entre la mirada ingenua de sus protagonistas y el terror de sus vivencias migratorias, la narración permite hilvanar diversos tonos y géneros cinematográficos con gran naturalidad: estructura de road movie y buddy film que entronca con el drama y la aventura, pasando por secuencias propias del bélico, hasta alcanzar cotas de fantasía. En este sentido, uno de los grandes méritos de la película es que, en efecto, todas las partes funcionan y se integran entre sí de forma armónica gracias precisamente a esa mirada que proyecta Seydou, el joven protagonista de la historia que merece un párrafo independiente. El mismo Matteo Garrone, insistía que el enfoque técnico hacia la película era el de hacer un buen trabajo al tiempo que se trataba de esconder el artificio cinematográfico, esto es, a la estela de los maestros del cine clásico, invisibilizar la cámara para fluir con las necesidades de lo que se pretende narrar. Un ejercicio que, tras su visionado, se puede confirmar como satisfactorio. De hecho, Garrone no es un director con un sello autoral demasiado hermético, su filmografía transita, al igual que esta película, entre diferentes tonos y géneros. No obstante, de su autoría se pueden destacar dos aspectos recurrentes que se comunican magistralmente en Io Capitano: la atención a la violencia como producto insalvable de la propia humanidad (Gomorra o Dogman) y la fantasía como vía de escape y fórmula de encuentro con la belleza (El cuento de los cuentos o Pinocchio). No hay estridencias, todo funciona a favor del relato.

Otro de los puntos más destacables de la película se encuentra en el apartado interpretativo, en especial el trabajo de Seydou Sarr. Vivimos en su mirada durante dos horas y, tras acabar la película, todavía permanece**. No existe película sin Seydou Sarr, aunque, curiosamente, el director también contaba que el joven actor estuvo a punto de no acudir a la audición porque se encontraba jugando a fútbol, su verdadera pasión. Hemos de agradecer a su madre y hermana la insistencia, porque nos han brindado la posibilidad de contemplar una interpretación francamente inolvidable.

En definitiva, se trata de una película que, además de necesaria por su capacidad de ahondar en uno de los dramas de nuestra actualidad globalizada, se descubre notable por sus irreprochables fundamentos cinematográficos. Enfrentarse a un relato como este desde una perspectiva europeísta, como la que inevitablemente porta Garrone, es un asunto complejo, ya que cabe la posibilidad de convertirse en un discurso manierista que usurpa el drama y la experiencia ajena. No obstante, el autor es consciente del riesgo y no pretende apropiarse de una situación que no le pertenece para enmarcar su palabra, sino que asume su papel como interlocutor entre dos mundos incomunicados para componer un relato de alerta que se dirige hacia sus conciudadanos occidentales. No es la película que hubiera realizado un africano, pero tampoco lo pretende. Al director italiano le basta con construir sobre dos atributos esenciales, aunque complicados de acatar y transmitir. El primero es narrar desde el respeto hacia ese otro al que mira, como por ejemplo, se demuestra con el importante uso de las lenguas minorizadas africanas o el retrato de ese choque entre los valores y ritos inherentes a la diversidad cultural del continente y las fórmulas occidentales que se transmiten a través de la colonización digital. El segundo consiste en describir a los potenciales espectadores de la orilla privilegiada del mediterráneo desde la honestidad, como en el caso de la trascendental decisión de no exponer la migración como un suceso únicamente derivado de situaciones extremas como la guerra o los desastres naturales, sino como un hecho inevitable de la convivencia global. De esta forma, la película, sustentada sobre la inagotable mirada de Seydou, adquiere esa desbordante forma de cuento terrible de la que nos sentimos partícipes, acompañantes de la ruta. Así pues, es admirable el propósito y la conclusión, ya que sin excesivos recursos melodramáticos, reiterativos o de regocijo sobre el dolor extranjero, el film permite alcanzar de una forma natural el estado reflexivo al que invita Garrone.

No es mi película favorita del año, pero todo lo que se propone está bien llevado. Es una gran película sobre una historia que merece ser contada.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
* Película vista en el preestreno que organiza el Proyecto Viridiana con la presencia (online) del director.

** (Posible SPOILER) Cómo aclaraba Matteo Garrone, pese a que cabía la posibilidad de continuar la historia, después de grabar el rostro de Seydou para el último plano que vemos en la película, resultaba imposible añadir nada más. Todo es pueril, insignificante, después de observar la complejidad y la intensidad de las emociones que se condensan en esa imagen.
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