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Críticas ordenadas por utilidad
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10
23 de julio de 2012
23 de julio de 2012
25 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un reloj marcando las diez en punto resalta en un fondo negro, la toma hace un barrido hacia abajo: una misteriosa mujer de espaldas, lleva cubierta la cabeza con un pañuelo y porta un abrigo, va caminando hacia una puerta, a un lado de ella hay un pequeño letrero: Pensión La Madrileña, se alcanza a leer en él. La mujer toca a la puerta y una joven se queda impávida al abrirle, detrás de ella hay otra mujer, de mayor edad esta, que se sobresalta al ver a la recién llegada, corre hacia ella gritando: ¡Rosaura!, la abraza y recibe con dos besos, uno por mejilla, y a este grito se le unen otros más y una decena de personajes aparecen corriendo y se muestran alborotados y alegres ante el inesperado arribo de la mujer. La puerta se cierra.
Este es el inicio del traslado a la pantalla grande del libro Rosaura a las diez del escritor Marco Denevi, el libro nació, según el propio autor, cuando en un diario apareció el anuncio de un concurso de novela en el cual el premio sería de 30 mil pesos; sin haber escrito previamente algo, Denevi se propone escribir una novela copiándole la técnica a La piedra lunar de Wilkie Collins –donde una serie de versiones preliminares, algunas equívocas y meras suposiciones otras, todos puntos de vista de personajes que desconocen la realidad de cómo se sucedieron las cosas anteceden a una revelación final– en la que un hecho de trivialidad aparente fuera sólo la fachada que esconde una historia atroz. El autor envía su participación a dicho certamen y en 1954, siendo un escritor neófito, obtiene con Rosaura a las diez el premio Kraft. Sería este el prometedor inicio de una meritoria carrera literaria.
La historia de Rosaura a las diez en cine utiliza la misma estrategia que la novela: a través de las voces y la perspectiva de varios personajes, de cartas, se nos va revelando poco a poco el misterio de un hombre, Camilo Canegato, que desde un inicio se nos advierte “toma medicamentos para no soñar demasiado”. Canegato, un pintor tímido, solitario comienza a recibir cartas perfumadas y escritas en papel de color rosa a la pensión en la que vive, a la casera y al resto de inquilinos el hecho les intriga al grado de volverse su obsesión. El enigma de las cartas se complica cada vez más y lo que parecía ser un melodrama con tintes hitchcockianos, en ocasiones hasta neorrealista, nos damos cuenta de que es cine noir argentino al más puro estilo del mejor cine norteamericano que se realizara en los 40s, de ese que entre otras características gusta de incluir una investigación policiaca, crimen, pasiones desbordadas, pasados trágicos en los personajes, engaños, venganzas, desequilibrios mentales, la femme fatale. Hay, en Rosaura a las diez hasta una escena que remite indudablemente a uno de los mejores momentos de esa Laura de Otto Preminger, considerada por muchos el mayor símbolo del film noir. Un auténtico e imperdible hallazgo esta Rosaura a las diez, sí, quizás la mejor película argentina.
Este es el inicio del traslado a la pantalla grande del libro Rosaura a las diez del escritor Marco Denevi, el libro nació, según el propio autor, cuando en un diario apareció el anuncio de un concurso de novela en el cual el premio sería de 30 mil pesos; sin haber escrito previamente algo, Denevi se propone escribir una novela copiándole la técnica a La piedra lunar de Wilkie Collins –donde una serie de versiones preliminares, algunas equívocas y meras suposiciones otras, todos puntos de vista de personajes que desconocen la realidad de cómo se sucedieron las cosas anteceden a una revelación final– en la que un hecho de trivialidad aparente fuera sólo la fachada que esconde una historia atroz. El autor envía su participación a dicho certamen y en 1954, siendo un escritor neófito, obtiene con Rosaura a las diez el premio Kraft. Sería este el prometedor inicio de una meritoria carrera literaria.
La historia de Rosaura a las diez en cine utiliza la misma estrategia que la novela: a través de las voces y la perspectiva de varios personajes, de cartas, se nos va revelando poco a poco el misterio de un hombre, Camilo Canegato, que desde un inicio se nos advierte “toma medicamentos para no soñar demasiado”. Canegato, un pintor tímido, solitario comienza a recibir cartas perfumadas y escritas en papel de color rosa a la pensión en la que vive, a la casera y al resto de inquilinos el hecho les intriga al grado de volverse su obsesión. El enigma de las cartas se complica cada vez más y lo que parecía ser un melodrama con tintes hitchcockianos, en ocasiones hasta neorrealista, nos damos cuenta de que es cine noir argentino al más puro estilo del mejor cine norteamericano que se realizara en los 40s, de ese que entre otras características gusta de incluir una investigación policiaca, crimen, pasiones desbordadas, pasados trágicos en los personajes, engaños, venganzas, desequilibrios mentales, la femme fatale. Hay, en Rosaura a las diez hasta una escena que remite indudablemente a uno de los mejores momentos de esa Laura de Otto Preminger, considerada por muchos el mayor símbolo del film noir. Un auténtico e imperdible hallazgo esta Rosaura a las diez, sí, quizás la mejor película argentina.
4
11 de mayo de 2013
11 de mayo de 2013
55 de 90 usuarios han encontrado esta crítica útil
Casi como en esa innovadora primera sección en Psycho de Hitchcock, la pluma de Cianfrance -y el otro par de escritores de este guión- nos seduce detallando los porqués en la forma de actuar y decisiones de la figura protagonista anitheróica en The Place Beyond The Pines sólo para arrebatárnosla cuando menos lo esperamos y sustituirla en sus otros 2 tramos por otras con las que en ningún momento conseguimos identificarnos del todo. Este primer acto es el mejor de todos, y sienta las bases del embrollo metafísico que vendrá, no obstante que en él todo ocurre de manera más que apresurada y por momentos inverosímil: Ryan Gosling va del mejor motociclista del mundo repitiendo por momentos el papel oscuro, rebelde sin causa a la James Dean que interpretara en Drive y que se hace justicia por su propia mano cuando ve que no hay otra forma de librarse de sus cuitas teniendo en su contra un destino aciago. Es una gran primera parte, como James Franco dijera en su reseña de esta misma película en el Hufftington Post: "I want to make love to this section".
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El segundo acto da un giro de 180 grados en la historia que sí, sorprende, pero hace que la historia nos repela: en un momento de impericia un policía novato (Bradley Cooper) le da un disparo y mata al carismático Luke Glanton (Ryan Gosling) quien para darle un próspero porvenir a sus hijo y mujer se convirtió en el ladrón de bancos en motocicleta. A partir de este momento la historia casi nos obliga a aborrecer al personaje en el que se centra: un policía que trata de hacer las cosas bien pero comienza a hacer todo mal, por momentos remite en lo patético (lo que es capaz de hacer alguien por librarse de la culpa) a la Margaret de Kenneth Lonergan y (en el hecho de que todos lo consideren un héroe cuando no lo es) a Hero de Stephen Frears, en lo que se cuenta (un policía contra la corrupción) a Serpico de Lumet.
El acto final es el más predecible y ridículo de todos. Como en las tontas películas de González Iñárritu donde todas las piezas del rompecabezas comienzan a encajar movidas por la supuesta mano de Dios o por destino o por lo que sea, aquí los hijos del policía y el ladrón que alguna vez se enfrentaron cara a cara son 2 jóvenes perdidos en las drogas que se encuentran, oh, sorpresa, "casualmente" en la misma escuela, y, bueno, ya en lo que desenlaza este despropósito es tan estúpido, tan rutinario y cliché que hasta parece que un escritor de telenovelas venezolanas lo haya escrito.
The Place Beyond The Pines es eso, una historia con intenciones de ópera cuasi shakespearana sobre la repercusión que las acciones de los padres recaen en los hijos, sobre la repetición de patrones y eso. Pero en este caso es palpable el hecho de que Cianfrance quiere que a la fuerza, metiendo cosas como ese final donde nos dice que la corrupción es el único medio para sobrevivir y tener éxito por más que queramos evitar este camino y que los que nacen perdedores siempre serán perdedores, su historia sea una épica americana en base a los dilemas morales a los que sus personajes se enfrentan, pero se queda muy lejos de conseguir esta meta.
El acto final es el más predecible y ridículo de todos. Como en las tontas películas de González Iñárritu donde todas las piezas del rompecabezas comienzan a encajar movidas por la supuesta mano de Dios o por destino o por lo que sea, aquí los hijos del policía y el ladrón que alguna vez se enfrentaron cara a cara son 2 jóvenes perdidos en las drogas que se encuentran, oh, sorpresa, "casualmente" en la misma escuela, y, bueno, ya en lo que desenlaza este despropósito es tan estúpido, tan rutinario y cliché que hasta parece que un escritor de telenovelas venezolanas lo haya escrito.
The Place Beyond The Pines es eso, una historia con intenciones de ópera cuasi shakespearana sobre la repercusión que las acciones de los padres recaen en los hijos, sobre la repetición de patrones y eso. Pero en este caso es palpable el hecho de que Cianfrance quiere que a la fuerza, metiendo cosas como ese final donde nos dice que la corrupción es el único medio para sobrevivir y tener éxito por más que queramos evitar este camino y que los que nacen perdedores siempre serán perdedores, su historia sea una épica americana en base a los dilemas morales a los que sus personajes se enfrentan, pero se queda muy lejos de conseguir esta meta.

6,1
1.716
8
27 de agosto de 2013
27 de agosto de 2013
26 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
The Battery es el contrapunto a la mayoría de las películas de zombies que he visto a lo largo de muchos años, podría decirse que es la aportación que el cine indie y hipster, con pretensiones de cine de arte, hace a este subgénero del cine de horror. Es también una road movie y su ritmo es –como el de los propios muertos vivientes al andar– parsimonioso, contemplativo llegando incluso a ser tarkovskiano por momentos; se comporta mesurada de igual manera a la hora de tener que mostrar los grotescos del mundo en decadencia, de alguna forma busca llegar al espectador a través de otros medios que no sea el impacto visual con escenas de vísceras o cuerpos descompuestos como suele suceder en casi todas las películas de esta clase pero, sin embargo, tiene unos sorprendentes estallidos de violencia que dejan helado a cualquiera. The Battery, en realidad, hace uso del tema de los zombies para revestir una enternecedora narración sobre la amistad forjada entre dos hombres al estilo de Butch Cassidy and the Sundance Kid y The Odd Couple: Ben y Mickey son dos jugadores de beisbol que sólo tienen esto en común más el hecho de haberse encontrado juntos cuando sobrevino la plaga de zombies (la película nos sitúa varios meses después de este hecho, cuando ya el mundo está devastado): de ahí el título de la película, son como los polos positivo y negativo de una batería. Ben es un tipo relajado y desaliñado, un sobreviviente nato que pronto se adapta a la situación caótica, entiende que el mundo ha cambiado y se resiste a anclarse a un lugar fijo porque está latente siempre la amenaza de quedar enclaustrado en él por tiempo indeterminado en caso de ser rodeados por una horda de zombies; Mickey, que lleva siempre los audífonos para evadir la realidad, ya está cansado de ese viaje interminable y que parece que no los conduce a ningún lado, se niega a tener que matar por segunda vez a los muertos revividos y tiene la esperanza de encontrar a una mujer a quien amar aun en este mundo. En un momento de la película, en el que ambos discuten, Ben se define a sí mismo como realista y a Mickey, en tono despectivo, le dice que es un romántico empedernido. Ambos protagónicos son carismáticos y las situaciones en las que se les pone, aunque algunas ya sean tópicas en el cine apocalíptico, son bien llevadas y resueltas. Jeremy Gardner maneja con soltura la cámara en su primer largometraje y captura casi con delicadeza los momentos más íntimos y emotivos de Ben y Mickey. Gardner, incluso, ha conseguido filmar la que considero la mejor escena en una película de zombies:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Es de día, Mickey duerme en la parte trasera de una station wagon estacionada en el bosque y que ambos han acondicionado como una casa rodante. Los fuertes golpes al cristal de la ventanilla despiertan a Mickey quien grita cuando ve que es un zombie quien los da y porque incluso alcanza éste a introducir sus manos al vehículo ya que el vidrio está bajado un poco. Mickey vuelve a gritar pidiendo ayuda de Ben pero él no está, se fue a tomar un baño al río, le dejó un recado que ahora lee y en el que le pide que no se deje morir. Mickey se acurruca en el lado opuesto de la parte trasera de la station wagon donde no puede ser alcanzado y ya con más calma ve que el zombie es una joven mujer: se fija en sus redondos pechos que se aplastan contra el cristal durante su forcejeo intentando agarrarlo. En un acto desesperado, en el que se atestigua la soledad de este su nuevo mundo, Mickey se baja las bermudas que viste así como la ropa interior y teniendo como una motivación visual los pechos de la muerta comienza a masturbarse. Antes de llegar al orgasmo, Mickey es interrumpido por un disparo que destroza el cráneo de la zombie y mancha el cristal de sangre. Es Ben quien dio el disparo y se burla ahora de Mickey cuando se da cuenta de lo que estaba haciendo.
Un momento en el que se mezclan el humor negro, el patetismo, la violencia y que da una pequeña muestra del drama por el que están pasando este par de personajes que lo único que buscan es sobrevivir a este mundo hostil.
Un momento en el que se mezclan el humor negro, el patetismo, la violencia y que da una pequeña muestra del drama por el que están pasando este par de personajes que lo único que buscan es sobrevivir a este mundo hostil.

6,0
495
6
24 de octubre de 2011
24 de octubre de 2011
21 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ceremonia Secreta es la segunda obra del autor argentino Marco Denevi, la cual, debido a que fue galardonada con el Premio Internacional de Cuento convocado por la revista Life en 1960 –entre los miembros del jurado se hallaba el prestigiado escritor mexicano Octavio Paz–, posteriormente también se mereció su traslado a la pantalla grande, en este caso bajo la dirección de Joseph Losey. De acuerdo a Denevi, el texto nació circunstancialmente cuando cierto día se cuestionó quién habitaba un viejo y enorme caserón cerrado con el que solía toparse por la calle que siempre transitaba. Pronto descubrió que en ese lugar residían un par de mujeres de alta sociedad y, a partir de ahí, comenzó a desarrollar un potente relato que sería inolvidable.
Ceremonia Secreta es una historia de misterio e intriga que insiste en mantener su principal secreto sin ser revelado el mayor tiempo que le sea posible. El encuentro casual de una mujer de edad madura (Elizabeth Taylor), a quien vemos en la primera escena quitarse una peluca rubia para dejar al descubierto su negra cabellera, con una jovencita de edad indescifrable (Mia Farrow), puede ir de los quince a los veintitantos años, desemboca en una historia de locura, tensión sexual, relaciones enfermizas entre madre e hija, suplantación de identidades y conforme la historia avanza nos permite formularnos entre otras hipótesis si se trata de una historia de fantasmas o de proyecciones mentales donde se da cuerpo a personas que se han perdido en el pasado y con las que se dejaron cuentas sin saldar. Lo que es real es que el dudoso juego psicológico propuesto por la historia queda desvelado a la mitad de la película y a partir de ahí se vuelve aún más peligroso cuando interviene un personaje más interpretado por Robert Mitchum, cuya presencia y desempeño hace recordar al villano doble cara al que diera vida en The Night Of The Hunter.
Ceremonia Secreta es una historia de misterio e intriga que insiste en mantener su principal secreto sin ser revelado el mayor tiempo que le sea posible. El encuentro casual de una mujer de edad madura (Elizabeth Taylor), a quien vemos en la primera escena quitarse una peluca rubia para dejar al descubierto su negra cabellera, con una jovencita de edad indescifrable (Mia Farrow), puede ir de los quince a los veintitantos años, desemboca en una historia de locura, tensión sexual, relaciones enfermizas entre madre e hija, suplantación de identidades y conforme la historia avanza nos permite formularnos entre otras hipótesis si se trata de una historia de fantasmas o de proyecciones mentales donde se da cuerpo a personas que se han perdido en el pasado y con las que se dejaron cuentas sin saldar. Lo que es real es que el dudoso juego psicológico propuesto por la historia queda desvelado a la mitad de la película y a partir de ahí se vuelve aún más peligroso cuando interviene un personaje más interpretado por Robert Mitchum, cuya presencia y desempeño hace recordar al villano doble cara al que diera vida en The Night Of The Hunter.

7,3
49.162
4
24 de enero de 2016
24 de enero de 2016
26 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Spotlight es una película basada en un hecho real y tiene el aire de ciertas películas de denuncia como All the presidents men (contra el gobierno de Nixon) o Silkwood (contra los corporativos), entre otras; y en algo nos recuerda a Network joya imperecedera que ejemplifica que los medios -sea cual sea este- son el cuarto poder pero en ocasiones pueden llegar a convertirse en el primero, por el tema tiene algo de la Sleepers de Barry Levinson. La película toma por protagonista al staff de reporteros, de buen corazón y moral impoluta, de un periódico local que descubre un caso de pedereastia en la Iglesia Católica de Boston (oye, qué raro si esto no sucede) sepultado por años y que desentierran con la finalidad de hacer algo por las víctimas que ya son treintones o cuarentones afectados y que según la versión de la historia buscan no un beneficio propio remunerado sino que esto tenga un hasta aquí y no se vuelva a repetir. Bueno, la película es aburrida, cuenta con lugares comunes que ya están más vistos incluso en cualquier serie de televisión policiaca o en The Newsroom donde el compromiso profesional de los reporteros por conseguir la verdad es lo primordial cueste lo que cueste. Los personajes tienen buen inicio hasta que al guionista y al director les da por hacerlos ver como a los Superamigos en La Liga de la Justicia en este caso los reporteros del The Boston Globe reunidos en la Sala de Juntas planeando cómo acabarán con los sacerdotes pedófilos lo que los torna en desagradables y poco creíbles (remarcando que son pintados todos con una alta moral y ética irreprochables). Y, bueno, poco a poco nos damos cuenta que lo que se ve aquí es que en realidad lo que menos importa al staff del periódico es que se detenga a los sacerdotes o ayudar a los "child molested" sino que lo que buscan es llevarse la primicia a toda costa para vender y que su primera plana sea primera plana a nivel mundial. Ok, pues bueno... Lo que yo puedo decir es que en Spotlight no hay tensión, no hay ritmo, se hace cansada y larga y el desinterés viene pronto porque es una historia que quizás ya es conocida por todos -hasta Almodóvar en La Mala Educación nos ha contado de una manera más entretenida, su manera, la pederastia en la iglesia católica- y ha sido retratada mejor en documentales o en notas periodísticas, de hecho Capturing the Friedmans de Jarecki es un documental que conmueve más al denunciar de manera directa a los medios en su carácter de "influenciador" de la opinión pública en un caso de abuso sexual a menores muy similar al que se cuenta en Spotlight; la película nos hace pensar y mucho en algún capítulo de Law & Order: Special Victims Unit y éste tiene más tensión, ritmo e interés que esta biopic que aunque se lee en la sinopsis prometedora a los pocos minutos de que comienza se va diluyendo en lugares comunes y escenas que ya se han visto, reitero, en series de televisión mejor logradas o en un listado largo de películas que van de lo mismo como Michael, La Duda, Jagten, o cualquiera de las retorcidas películas de Todd Solondz. Quizás si la película hubiera tomado riesgos al exponer el caso, como por ejemplo en la innovadora El Misterio Von Bulow de Barbet Schroeder, habría llamado un poco más la atención pero no se salió del marco y quiso llegar a lo seguro lo que la hace muy plana.
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