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7,4
47.309
2
5 de junio de 2017
5 de junio de 2017
13 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si Matt Ross guionista y director de este film no logra hacernos creíble una historia, ya nos lo advierte el título, lo que ocurre en la pantalla pierde fuerza y ya el único aliciente que nos queda es ver que conejo se va a sacar de la chistera en la próxima escena.
Es verdad que encontramos películas en las que la verosimilitud es cuestionable pero el propio desarrollo del guión al conexionarlo con imágenes a través del director hace de la historia que nos cuenta que esos hechos poco creíbles sean algo secundario, algo complementario, algo que no afecta en absoluto a la historia porqué el peso mismo de la película bascula en la forma de contarlo.
Aquí la transmisión del guión a la pantalla falla. La complejidad del cine estriba en hacernos creer, con el saber hacer del director, lo increíble y Matt Ross no lo consigue.
Trabajar con niños para hacernos conmover y levantarnos sonrisas es un recurso facilón además el demérito de Matt Ross es volver cargantes y repelentes a los niños, los adolescentes apenas son un esbozo del que hecha mano director a su conveniencia y no a la del filme. Hay una escena que por un momento creí que estaba viendo un video musical, una imagen repetitiva en muchos videos y es la entrada en la iglesia de toda la familia, momento rebeldía poco imaginativo.
La película se hunde así misma por toda esa sucesión de personajes estereotipados, situaciones inverosímiles, utilización desaprovechada de los actores y actrices y desconexión con lo que nos quiere contar Matt Ross.
Es verdad que encontramos películas en las que la verosimilitud es cuestionable pero el propio desarrollo del guión al conexionarlo con imágenes a través del director hace de la historia que nos cuenta que esos hechos poco creíbles sean algo secundario, algo complementario, algo que no afecta en absoluto a la historia porqué el peso mismo de la película bascula en la forma de contarlo.
Aquí la transmisión del guión a la pantalla falla. La complejidad del cine estriba en hacernos creer, con el saber hacer del director, lo increíble y Matt Ross no lo consigue.
Trabajar con niños para hacernos conmover y levantarnos sonrisas es un recurso facilón además el demérito de Matt Ross es volver cargantes y repelentes a los niños, los adolescentes apenas son un esbozo del que hecha mano director a su conveniencia y no a la del filme. Hay una escena que por un momento creí que estaba viendo un video musical, una imagen repetitiva en muchos videos y es la entrada en la iglesia de toda la familia, momento rebeldía poco imaginativo.
La película se hunde así misma por toda esa sucesión de personajes estereotipados, situaciones inverosímiles, utilización desaprovechada de los actores y actrices y desconexión con lo que nos quiere contar Matt Ross.
8
18 de mayo de 2019
18 de mayo de 2019
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Indagué acerca de la supuesta ola de suicidios románticos que suscitó la novela Werther (Goethe), no encontré nada serio o veraz. Sí se ha comprobado un repunte en los suicidios adolescentes tras la programación de esta serie.
Con estas premisas me decidí a ver los trece episodios de esta serie.
La adaptación del libro de Jay Asher es magnífica, no importa que sea una adaptación libre o mantenga una alta fidelidad si no por las dificultades de trasladar a imágenes las páginas del libro solventadas notablemente con unos dinámicos encadenamientos de saltos en el tiempo, tan frecuentes en la novela, además de un manejo de cámara original sin caer en la repetición de planos que las constantes vueltas hacia atrás en el tiempo imponen.
El trabajo de coordinación entre los diferentes directores de cada capítulo da sus frutos manteniendo una línea similar en cada uno de ellos, con las dosis justas de intriga y preparación de tramas para capítulos posteriores alejando a los directores de la tentación de dejar su sello personal por encima de la linealidad argumental y de rodaje.
Gregg Araki, el que firma la dirección del capítulo ocho, desmerece la alta nota de la serie, su trama es un truco barato, una alta expectativa con respecto a desvelar un secreto que insulta la inteligencia del espectador por mucho simbolismo que queramos ver con esa ramplona escalada.
Es cierto que la serie deja unos cuantos "No sé porqué....." o comportamientos de adolescentes demasiado adultos y no es menos cierto que quién sabe lo que pasa por la mente de un adolescente; esa etapa de la vida fascinante, irracional e irrepetible, esa transición del cerebro infantil al maduro sometido a un bombardeo constante de ideas, influencias, comportamientos y reacciones que ese cerebro en formación debe asimilar, por eso cualquier explicación de una misma situación que se desprenda del argumento puede ser válida siendo curioso que una interpretación mía y otra de la persona con la que veía la serie siendo diferentes tenían cabida en la lógica de nuestras mentes sin que una anulara a la otra.
En cuanto al final, no me parece que queden cabos sueltos, más bien son nudos flojos dispuestos para que cada espectador pueda tirar de uno de los cabos y afianzar el nudo con fuerza o tirar del otro y deshacerlo para poder volverlo a enredar en próximas temporadas. Yo me quedo con la primera opción.
Con estas premisas me decidí a ver los trece episodios de esta serie.
La adaptación del libro de Jay Asher es magnífica, no importa que sea una adaptación libre o mantenga una alta fidelidad si no por las dificultades de trasladar a imágenes las páginas del libro solventadas notablemente con unos dinámicos encadenamientos de saltos en el tiempo, tan frecuentes en la novela, además de un manejo de cámara original sin caer en la repetición de planos que las constantes vueltas hacia atrás en el tiempo imponen.
El trabajo de coordinación entre los diferentes directores de cada capítulo da sus frutos manteniendo una línea similar en cada uno de ellos, con las dosis justas de intriga y preparación de tramas para capítulos posteriores alejando a los directores de la tentación de dejar su sello personal por encima de la linealidad argumental y de rodaje.
Gregg Araki, el que firma la dirección del capítulo ocho, desmerece la alta nota de la serie, su trama es un truco barato, una alta expectativa con respecto a desvelar un secreto que insulta la inteligencia del espectador por mucho simbolismo que queramos ver con esa ramplona escalada.
Es cierto que la serie deja unos cuantos "No sé porqué....." o comportamientos de adolescentes demasiado adultos y no es menos cierto que quién sabe lo que pasa por la mente de un adolescente; esa etapa de la vida fascinante, irracional e irrepetible, esa transición del cerebro infantil al maduro sometido a un bombardeo constante de ideas, influencias, comportamientos y reacciones que ese cerebro en formación debe asimilar, por eso cualquier explicación de una misma situación que se desprenda del argumento puede ser válida siendo curioso que una interpretación mía y otra de la persona con la que veía la serie siendo diferentes tenían cabida en la lógica de nuestras mentes sin que una anulara a la otra.
En cuanto al final, no me parece que queden cabos sueltos, más bien son nudos flojos dispuestos para que cada espectador pueda tirar de uno de los cabos y afianzar el nudo con fuerza o tirar del otro y deshacerlo para poder volverlo a enredar en próximas temporadas. Yo me quedo con la primera opción.

6,5
18.423
8
9 de diciembre de 2018
9 de diciembre de 2018
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y es que la vida es así sin concesiones, cruel, cantarina, oportunista, ensoñadora, trágica, mercantilista y al final de nuestros días pasamos una página para dar nacimiento a otra historia de esas que los Coen guionizan y plasman en imágenes a su estilo.
La estructura de La balada de B. S. en forma de libros de relatos con el que encabezan cada episodio es terreno trillado por los Coen en varias de sus películas con esas sub-historias que se desgajan de la principal. Aquí las encontramos independientes unas de otras y todas con las características del cine de los hermanos.
Los actores y actrices, nunca mejor seleccionados en un tamizado casting, sobreactúan adecuadamente, el equipo de figurinistas los caracterizan apropiadamente detallados, los encuadres pasan de un artístico naturalista, obsérvese la sucursal bancaria en la nada, unas lomas en la gran pradera atravesada por las carretas o unas astas de ciervo que enmarcan un bucólico valle; a unos planos cortos que desnudan la profesión de comediante.
Nota importante son los diálogos, todos tendentes a no perder oído a esas disquisiciones seudofilosóficas con que los guiones salpican de sustancioso aderezo a los personajes más disparatados y menos esperados en esta salvaje frontera del oeste norteamericano.
Tampoco me quiero olvidar del trabajo de dobladores que colaboran con su entonación,matices y adecuada traducción para que en su traslado del original no se pierda significado.
Si es por esta senda esperamos de los Coen otro puñado de historias para deleite del espectador, da igual donde se sitúen mientras tengan este enfoque.
Después de su visionado estoy seguro que las comentaremos con nuestros compañeros de butaca, en este caso con los lectores de esta página. Me quedo con esa en la que el amor surge del continuo encuentro y las circunstancias que nos lo ofreció y despiadadamente nos lo quitó.
La estructura de La balada de B. S. en forma de libros de relatos con el que encabezan cada episodio es terreno trillado por los Coen en varias de sus películas con esas sub-historias que se desgajan de la principal. Aquí las encontramos independientes unas de otras y todas con las características del cine de los hermanos.
Los actores y actrices, nunca mejor seleccionados en un tamizado casting, sobreactúan adecuadamente, el equipo de figurinistas los caracterizan apropiadamente detallados, los encuadres pasan de un artístico naturalista, obsérvese la sucursal bancaria en la nada, unas lomas en la gran pradera atravesada por las carretas o unas astas de ciervo que enmarcan un bucólico valle; a unos planos cortos que desnudan la profesión de comediante.
Nota importante son los diálogos, todos tendentes a no perder oído a esas disquisiciones seudofilosóficas con que los guiones salpican de sustancioso aderezo a los personajes más disparatados y menos esperados en esta salvaje frontera del oeste norteamericano.
Tampoco me quiero olvidar del trabajo de dobladores que colaboran con su entonación,matices y adecuada traducción para que en su traslado del original no se pierda significado.
Si es por esta senda esperamos de los Coen otro puñado de historias para deleite del espectador, da igual donde se sitúen mientras tengan este enfoque.
Después de su visionado estoy seguro que las comentaremos con nuestros compañeros de butaca, en este caso con los lectores de esta página. Me quedo con esa en la que el amor surge del continuo encuentro y las circunstancias que nos lo ofreció y despiadadamente nos lo quitó.
7
12 de agosto de 2018
12 de agosto de 2018
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al comienzo del documental Andy Partridge confiesa, con amplio sentido del humor, que odia los "Docu-Rock", que todos están cortados por el mismo patrón, aseveración con la que no puedo estar más de acuerdo y le sugiero, además de a todo aquel que lea la reseña, que visione "Todas aquellas noches sin dormir" abstracto enfoque de la noche varsovita y modelo de construcción para los que quieren explorar un nuevo concepto de documental sobre música.
Metámonos en harina después de este preámbulo. No puedo ser objetivo con XTC a los que escuchaba en el 79 en esos programas vanguardistas de Onda Dos y a los que vi junto a Dr Feelgood y Police en el campo del "Mosca" pero no me voy a dejar llevar por mis preferencias musicales me ceñiré a lo técnico.
Roger Penny y Charlie Thomas, que ya tenían la experiencia de haber hecho otro reportaje sobre 10cc, se apoyan para hacer su "Docu-Rock" en maquetas y muñecos, otros lo hacen en dibujos o plastilina animada, nada que objetar mientras no se abuse del recurso o visualice la obviedad una y otra vez: "Fué como un choque de trenes" ¿Y qué vamos a ver en la maqueta?
Los personajes que aparecen son de justicia los propios integrantes del grupo destacando la figura del propio Andy P., no os perdáis una grabación en la que imita en diferentes tonos a los Smiths, the Cure y Bob Dylan la forma de interpretar una de sus canciones, memorable.
El montaje de las conversaciones sabe mostrar las buenas sensaciones y el sentido del humor de Andy, extrae de los otros componentes declaraciones y opiniones jugosas, aparece un Stuart Copeland alias KlarK Kent de forma acertadísima aunque no se le saque todo el jugo de su experiencia con XTC y en el apartado negativo nada aportan otros personajes en forma de grupo influido por XTC. Echo de menos un esfuerzo por contactar con productores y ejecutivos de disqueras con los que trabajaron pero sí es imposible su contacto mejor no rellenarlo con celebridades vacuas.
El recorrido temporal es adecuado, siguiendo las publicaciones de sus discos, concediéndole el minutaje que se merece por su coyuntura o éxito aun así echo en falta un enfoque del documental un poco más "artie" como representa el grupo sin forzar esa postura, solo hay que ver las portadas de sus discos y las letras en las que acertadamente Roger P. y Charlie T. hacen una parada en un pequeño escándalo sobre el engaño de la religión en una de sus canciones. Imagino que si el grupo a tratar fueran unos Talking Heads saldrían un montón de intelectualidades alabando la vanguardia que supuso la irrupción del grupo en aquel Nueva York.
En fin, nada nuevo bajo el sol. Pasé una hora y pico muy agradable escuchando ráfagas de canciones que hacía tiempo no reproducía y evocando esos años que me vienen a la memoria con ese buen rollo que aprecié en el concierto de Usera cuando Andy Partridge saltó al escenario en mitad de una canción de Police para vaciarle el contenido de una caja de corn flakes por la cabeza a Sting, que encaja la broma con el mismo sentido del humor que destila hoy en día Andy P.
Metámonos en harina después de este preámbulo. No puedo ser objetivo con XTC a los que escuchaba en el 79 en esos programas vanguardistas de Onda Dos y a los que vi junto a Dr Feelgood y Police en el campo del "Mosca" pero no me voy a dejar llevar por mis preferencias musicales me ceñiré a lo técnico.
Roger Penny y Charlie Thomas, que ya tenían la experiencia de haber hecho otro reportaje sobre 10cc, se apoyan para hacer su "Docu-Rock" en maquetas y muñecos, otros lo hacen en dibujos o plastilina animada, nada que objetar mientras no se abuse del recurso o visualice la obviedad una y otra vez: "Fué como un choque de trenes" ¿Y qué vamos a ver en la maqueta?
Los personajes que aparecen son de justicia los propios integrantes del grupo destacando la figura del propio Andy P., no os perdáis una grabación en la que imita en diferentes tonos a los Smiths, the Cure y Bob Dylan la forma de interpretar una de sus canciones, memorable.
El montaje de las conversaciones sabe mostrar las buenas sensaciones y el sentido del humor de Andy, extrae de los otros componentes declaraciones y opiniones jugosas, aparece un Stuart Copeland alias KlarK Kent de forma acertadísima aunque no se le saque todo el jugo de su experiencia con XTC y en el apartado negativo nada aportan otros personajes en forma de grupo influido por XTC. Echo de menos un esfuerzo por contactar con productores y ejecutivos de disqueras con los que trabajaron pero sí es imposible su contacto mejor no rellenarlo con celebridades vacuas.
El recorrido temporal es adecuado, siguiendo las publicaciones de sus discos, concediéndole el minutaje que se merece por su coyuntura o éxito aun así echo en falta un enfoque del documental un poco más "artie" como representa el grupo sin forzar esa postura, solo hay que ver las portadas de sus discos y las letras en las que acertadamente Roger P. y Charlie T. hacen una parada en un pequeño escándalo sobre el engaño de la religión en una de sus canciones. Imagino que si el grupo a tratar fueran unos Talking Heads saldrían un montón de intelectualidades alabando la vanguardia que supuso la irrupción del grupo en aquel Nueva York.
En fin, nada nuevo bajo el sol. Pasé una hora y pico muy agradable escuchando ráfagas de canciones que hacía tiempo no reproducía y evocando esos años que me vienen a la memoria con ese buen rollo que aprecié en el concierto de Usera cuando Andy Partridge saltó al escenario en mitad de una canción de Police para vaciarle el contenido de una caja de corn flakes por la cabeza a Sting, que encaja la broma con el mismo sentido del humor que destila hoy en día Andy P.

7,5
5.779
9
14 de junio de 2020
14 de junio de 2020
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pero que bien le sienta a Delon la cara ropa de su amigo rico, mejor que a él, si señor. Y es que eso de la estética en este comienzo de la década de los sesenta es un valor que sigue subiendo en las películas de culto modernistas.
R. Clément consigue mostrarnos la ambigüedad entre el bien y el mal que es característica común de las novelas de Patricia Highsmith donde el crimen queda difuminado entre culpabilidades y sujetos incapaces.
Las interpretaciones son creíbles, destacando a un Delon que se basta para llevar el peso del papel principal, aunque en el otro lado de la balanza Marie Laforet se muestra discreta,con una sola expresión de tortura permanente en su rostro y unos gritos para demostrar que está enfadada, tampoco su papel daba para más.
Y con un final inesperado y abierto, tras una más que entretenida historia de suspense poco convencional en una Italia entre costumbrista y cosmopolita, A pleno sol deja un nivel muy alto difícil de superar para posteriores secuelas.
R. Clément consigue mostrarnos la ambigüedad entre el bien y el mal que es característica común de las novelas de Patricia Highsmith donde el crimen queda difuminado entre culpabilidades y sujetos incapaces.
Las interpretaciones son creíbles, destacando a un Delon que se basta para llevar el peso del papel principal, aunque en el otro lado de la balanza Marie Laforet se muestra discreta,con una sola expresión de tortura permanente en su rostro y unos gritos para demostrar que está enfadada, tampoco su papel daba para más.
Y con un final inesperado y abierto, tras una más que entretenida historia de suspense poco convencional en una Italia entre costumbrista y cosmopolita, A pleno sol deja un nivel muy alto difícil de superar para posteriores secuelas.
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