Es una película que claramente entra por los ojos. El trabajo en la fotografía, el cuidado del color, los planos, es sencillamente maravilloso, como ya lo fue en la anterior película del director, "Drive". La música encaja perfectamente con la estética, con el desarrollo y la narrativa de la cinta. No gustará a todos, y tampoco creo que lo pretenda. Tiene una narración intencionalmente atropellada, regalando al espectador la labor de interpretar los sentimientos de los personajes a través de los silencios, de los juegos de cámara y de los planos impersonales. Uno casi se siente inmerso en una irrealidad, como si todo cuanto aconteciese en la película no fuese más que una ensoñación. La historia no es nada nuevo ni nada memorable, pero sí lo es para mi su modo de desarrollarse, invitándote a encarnarte en la piel de un cada vez más convincente (en mi opinión) Ryan Gosling. La crudeza de algunas escenas, la extraña narrativa y una historia no demasiado especial podrán echar atrás a mucha gente, pero si consigues contemplar (y no tan sólo mirar) esta película encontrarás mucho más. Mucha belleza.