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Críticas 13
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
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28 de enero de 2015 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Precious no presenta una historia muy novedosa. Recuerda en todo momento la película de Spielberg “El color púrpura”. Las protagonistas recorren, salvando las distancias temporales, un camino parecido. Ambas son afroamericanas, han sido violadas, carecen de autoestima,... y ambas encuentran una amiga que les hace ver ese valor oculto que llevan dentro. Ambas películas son melodramas, historias tan tremendamente desgarradoras, tan particularmente tristes y desafortunadas, que cuesta hacer la generalización necesaria para pensar que esas películas son obras de arte y no simples juegos de sadismo por parte del guionista.
Precious cuenta con algunos detalles bastantes buenos, sobre todo hacia el final de la cinta.
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spoiler:
La escena en la que Precious se ve en el espejo y por primera vez en la película consigue verse a ella misma es conmovedora. Por fin se ha aceptado.

La siguiente escena, la conversación entre la madre, la empleada de servicios sociales y Precious. Supongamos que lo que se quiere es que la asistenta social represente la posición del espectador medio. Odiamos a la madre porque ha hecho sufrir a Precious, ha dejado que la violen, la maltrata, la insulta, la obliga a comer para que esté gorda,... La asistenta social le recrimina justo eso a la madre. Nos da voz. Y la madre responde. Vaya si responde. Con cada frase nuestro odio se diluye, sustituido por confusión y compasión y, poco a poco, entendemos que la madre no es más que otra víctima desprotegida. Y entonces Precious nos remata. Le gustamos, le caemos bien y le alegra que queramos ayudarla pero la situación nos supera, porque no es tan sencillo como malos y buenos. No podemos ayudarla. Un recado al espectador distraído.

Estos dos momentos son los que dan contenido a la cinta, el resto, el melodrama acaba siendo una salsa demasiado densa y agria para poder siquiera probarla.
16 de junio de 2013 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Debo reconocer, no muy orgulloso, que la película me ha entretenido. Ver a Drácula como el típico padre sobreprotector neurótico, o al hombre lobo desquiciado con sus numerosos hijos, tiene su gracia. El único acierto de la película, de hecho, es la afable revisión que han hecho de los clásicos del terror.

La cinta tiene un ritmo vertiginoso, no da un respiro al espectador en sus 90 minutos de duración. El ritmo no da tiempo a la reflexión, ni a la digestión visual del largometraje; es un atracón, que poco tardaremos en olvidar, pero que tiene la pretensión de dejar un regusto a rancio.
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Lo que me jode de la cinta son todas esas pequeñas ideas que subyacen y que son, como los monstruos, del siglo pasado. El amor solo se vive una vez y con una persona en la vida, con ese que te hace “Ching” (en la versión española, "felt a Ling" en la original). La única solución que ve la hija de Drácula para salir del hotel es a través del chico humano que se cuela en el hotel. Para que explicarlo cuando puedo citar, minuto 51:30: “Papá, en algún momento me voy a casar. No me voy a quedar aquí para siempre.” Y la cosa sigue. Todo bañado en un fino recubrimiento de modernidad chabacana, de reggaeton y música hortera.

Es muy triste que una cinta para los más pequeños se asiente en el más rancio costumbrismo machista. Drácula & Co. tienen excusa, como los clásicos, nacieron en otra época. Me pregunto cuál es la excusa de los que hicieron esta monstruosidad.
20 de junio de 2013 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estupendo drama adolescente, capaz de profundizar en personajes reales, vívidos, tetraédricos; capaz de emocionar y vincular al espectador en las vidas de unos marginados.

Uno de los grandes logros ha sido la elección del casting (grande ezra miller), salvo un par de excepciones que quizás el problema no esté tanto en el actor como en el personaje (Paul Rudd está correcto, su personaje no).

Aun así la cinta es irregular, encajando piezas tópicas con situaciones originales, dificultando el arranque y haciendo que nos tome un poco de tiempo sentirnos conforme con lo que estamos viendo.

Inteligente análisis del amor visto en todas sus formas, desde el flechazo más cursi, hasta su faceta más perversa y retorcida, de muy recomendable visionado.
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El mayor problema de las películas de adolescentes es que tienden a tener una concentración desmesurada de problemas, que suelen ser casos aislados (homosexuales que no se reconocen su propia sexualidad, cleptomanía, abusos sexuales en todas sus variantes, suicidios, maltrato de pareja,…) que uno acepta por la propia idiosincrasia del cine adolescente, y más cuando, como en este caso, la película es tan entretenida. Además, ninguno de estos dramas, por sí solos, dejan la sensación de poder argumentar una película en torno a ellos.

Es curioso que la estructura de la película no pueda ser de otra forma, y que la trama sea, por cuestiones lógicas, tan previsible (qué no lo es hoy en día), y es que uno sabe que Watson nunca estará con el protagonista hasta el final de la cinta, y sabe que Ezra Miller romperá con su pareja, que es incapaz de aceptar que es homosexual, … Todo es como es porque si no fuese así, no habría conflicto, y entonces no estaríamos ante una historia, sino frente a una simple anécdota que nos dejaría indiferentes.

La sorpresa y el riesgo viene al final, cuando el autor nota que el drama se diluye, comienzan las despedidas y la historia, aunque esté acabando, no deja sensación de ello. Entonces la sorpresa y explicación a esas misteriosas pérdidas de conocimiento que ha estado sufriendo Charlie a lo largo de la cinta. Su tía, la tan mencionada tía, lo violaba de pequeño, lo que junto a su muerte, provocó en Charlie un proceso de no aceptación de la realidad. No digo que no surta efecto, pero me parece poco creíble. Los abusos sexuales a edades tan tempranas, y por parte de un familiar que intenta no dañarte (dentro de la barbaridad que es el abuso sexual), suele producir confusión más que un trauma en la víctima. De hecho, al no tener conocimiento nadie, salvo él, del abuso, esa confusión solo pudo resolverse a edades mayores. Sus recuerdos estarán borrosos, y aunque dolorosos y difíciles de digerir veo difícil que produzcan una reacción de tal magnitud, que dependerá además, del tiempo que se estuvo abusando del menor. Pero es un problema menor, abierto a opinión, que no afecta al resultado final.
11 de junio de 2013 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una envidia sana, en cualquier caso, es lo que ha llevado a Garci a hacer esta película, homenaje inequívoco al cine noir de Hollywood.

La virtud del director ha sido saber traducir todas esas claves que hacen del género lo que es a nuestra cultura (española): el póker por el mus, el whisky por el coñac (que sí, que es francés pero nos hace la sobremesa) o un vino de mesa, el jazz por un maravilloso solo de piano con un toque más cañí,… Toda la cinta está llena de detalles. Y aun así, conseguir mantener el armazón con unos diálogos y unos personajes con mucho carisma: un ayudante, apodado “El moro”, que es un charlatán y un reformado chorizo, un barbero que se pavonea de haber vivido en Brooklyn, de ser amigo del mismo Rocky “Marciano”, son dos ejemplos de un elenco perfectamente ideado.
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Hacía el final de la película el homenaje se fuerza en exceso. Dándose, a mi parecer, el realizador el capricho de filmar en la gran manzana, en el mismo NY. Y no lo digo porque no me gusté; me encanta que Garci pueda dejar de traducir, y aunque sea por unos veinte minutos escasos, la trama se sitúe en el verdadero centro del cine de detectives y el homenaje se haga completo.

El problema surge de que para ello se ve forzado a: cambiar el ritmo de la cinta, se vuelve apresurado, se pierde un poco la tensión dramática, “El guapo” lleva una bomba que nunca conseguiría pasar ningún aeropuerto, por muy bueno que sea el “Tuerto”, ¿de dónde saca la pistola “el piojo”?,… Sobre todo porque no había necesidad, porque la trama podría haber ocurrido entera en Madrid y todas esas minucias se hubiesen solucionado solas.

Y otro pequeño problema es el coche bomba. Una escena de muchísima fuerza que no me esperaba y me hizo contener el aliento. Pero que, pasado el rato, me hizo despegarme de la pelí; porque una bomba, cerca de un colegio, en pleno Madrid, es imposible que no sea investigada por la policía por muy poderoso que sea el autor. Sobre todo en los 80, con ETA en activo. Entiendo que, pese al tono realista de la película, se ha querido jugar con las reglas de las pelis americanas, donde la violencia queda fuera de los límites de la realidad, y ocurre sin más consecuencias que las que vemos con nuestros propios ojos.
10 de junio de 2013 Sé el primero en valorar esta crítica
Llegan los cuarenta; bueno, todavía no, pero están cerca y a uno le da por hacerse preguntas: ¿quién soy?, ¿de dónde vengo?, ¿hacia dónde voy?,… La protagonista de la cinta, Mavis, una escritora de novelas para adolescentes, no es diferente. El desencadenante: un email con la foto del nuevo hijo de un antiguo amorío de instituto, Buddy. La excusa: terminar la última young adult novel en la que está inmersa.

No nos engañemos por la visible superficialidad de la cinta; la película es un viaje de exploración, donde cada detalle va tomando peso con cada escena, en las que se nos descubre la vida de Mavis. Es un viaje del que uno llega de donde vino.
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Exploremos algunos de estos detalles y como se enriquecen a lo largo de la película. Por ejemplo, la canción que canta una y otra vez, Mavis, de camino a su ciudad natal. Al principio parece un capricho más de la alocada protagonista, pero cuando el grupo de rock de la esposa de Buddy decide tocarla, vemos los ojos hinchados de Mavis, su rabia y, nos confiesa, al tiempo que le recuerda a Buddy, que esa fue la canción que solían poner cuando se enrollaban, y que esa fue la canción que sonaba cuando le hizo su primera mamada.

Otro ejemplo es el desencadenante, la foto del niño, al ver cómo afectaba a Mavis pensé: “piensa que se está quedando atrás”. Y su reacción pareció confirmármelo. Pero estuve equivocado todo el rato. Es el hijo de Buddy, ese hijo que ellos podrían haber tenido, ese hijo que ella perdió y que supuso el final de su relación en el instituto.

Mavis intenta retomar un pasado que le fue negado, para comprender algo que ya sabía: que no puede volver, y que no le hace falta. Con la desgracia de que es ese mismo camino de ida y vuelta, el que le quita fuerza a la película.
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