La vida de Adele cuenta con tacto y belleza el descubrimiento de una adolescente sobre su propia sexualidad. El camino no será fácil, ante un entorno que se presenta con obstáculos, pero que sin embargo, cuando el amor toma partida, es imparable. De una elegancia sublime los momentos de intimidad que se presentan entre las dos protagonistas, convirtiéndose el sexo en una gama de momentos eróticos, en el que sus cuerpos componen figuras, sus miradas se cruzan y sus respiraciones se sintonizan.
Una relación que termina perdiendo trazo, y esto llega al espectador con lágrimas, gritos de desgarro y tristeza…y cuando se reencuentran tras la distancia, se vuelven a encontrar, pero distintas, la vida ha dejado cambios en cada una de ellas, y se crea un momento lleno de realidad, se miran, se besan, se abrazan, lloran y comparten un espacio para cicatrizar esa herida que antes no pudo tocarse. Adele vuelve, generosa y valiente, a ver aquello que le produjo aflicción, se viste de azul, del color de la melena y de los ojos que encendieron su deseo, y se encuentra con una vida diferente pero en la que su boceto sigue dibujado.