Buenos Aires, miércoles, 4 de la tarde. El señor que está a dos butacas de distancia se ríe sonoramente en algunas escenas, pero dos horas después, termina la película y está sentado solo, llorando como un niño. Qué grande es el cine cuando nos mueve tanto (quietos y a oscuras). Qué grande que sos, Charlie, ballena, Fraser, que llenás de humanidad la pantalla. Qué ojos. Qué película.

Como amante del cine siempre trato de sumergirme en la película e ir imaginando la historia. Esta película es un laberinto, una poesía, una tormenta y un regreso a la mirada de cuando éramos niños, cuando todo parecía más fácil y a la vez, era tan complicado de decir, de sentir. Es una película absolutamente hermosa, por lo que abre, por lo que transmite, por su feroz sencillez y su humanidad.

Vayan a verla. Vale la pena. Te tiene al borde del asiento todo el tiempo. El final tiene un giro inesperado que está a la altura de las circunstancias. Si bien es cierto que en el medio es un poco lenta, mantiene el suspenso y Belén Rueda está INMENSA, como solo ella puede estarlo. Un director para tener en cuenta. Sigo en spoiler.