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5,5
213
7
12 de marzo de 2014
12 de marzo de 2014
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay registros en actores y actrices que son el sello de una carrera. En el caso de George Raft es imposible concebirlo diferente al gánster de los años treinta y principios de los cuarenta, en un cúmulo de cintas que lo hicieron famoso, personajes ligados siempre al lado oscuro de lo moral y ético, y de los cuales, el gran actor nunca logró desligarse. Además, de que era un maestro en su interpretación. Acá, da vida a la de un hombre en síntesis perdedor, jugador y hasta mujeriego, donde dos de las bellezas del cartel, caen literalmente rendidas a sus pies, sin importar que prácticamente, no manifiesto en el guión de la película, se notaba que podría ser perfectamente su padre. Por eso, cuando aparece la figura portentosa y magnética de una preciosa Ava Gardner, ligada en una historia romántica con el protagonista en mención, simplemente no es creíble. No por culpa de Raft, que hace su mejor esfuerzo para no desentonar ante la diosa. Es porque tener que mostrar el lado de macho alfa junto a Gardner, se tenía que poseer ciertas características que sólo pocos disponían para no aparecer opacados por ella, como Gable, Peck, Mitchum, por nombrar unos pocos. Moguy, como director de orquesta y Raft, no lo logran, y su historia de amor queda desafortunadamente relegada ante la diferencia de clase con la joven Ava. Entonces, salta, como parámetro principal, su rivalidad con el tercero en discordia, Tom Conway, de pasajes irregulares y no muy bien definidos, y la amistad, ésta si más laborada y concreta, con un magnífico Victor McLaglen, quien, se roba el show en grandes pasajes del film. Hay momentos memorables, eso sí, donde la tensión dramática es loable y nos catapulta a rememorar el mejor cine negro. Hay otros, que pasan por forzados o poco naturales, por así decirlo, como aquellos donde se trata de hallar química en una pareja que no la tiene. Ava, está magnífica, deslumbra por su belleza y es creíble como mujer que vuelve a su sitio de origen para encontrar de nuevo al dueño de su corazón, Raft, en los momentos en que no aparece junto a ella, luce con su mirada famosa y característica, sobrelleva un rol que da ciertos vaivenes emocionales por cuenta de su situación misma de desesperanza. Pero con Ava, no hay remedio. Ella es el centro de admiración, y por ella la película no queda en el olvido.
12 de diciembre de 2011
12 de diciembre de 2011
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Drama judicial de finales de la década de los cincuenta y donde el guión pone de manifiesto el asesinato involuntario del esposo del personaje de Rita Hayworth por parte de su amante, encarnado por Gig Young. Se desprende como consecuencia de este hecho el ventilar temas como el maltrato psicológico con violencia verbal del que era víctima el personaje de Rita por parte de su marido,; la personalidad pusilánime y asolapada de la madre del amante,acorde con una moralidad conservadora y tradicionalista interpretada por la genial Mildred Dunnock.,las relación extramarital, tratado con sobriedad, y sobre todo los duelos de alegatos dentro del juicio por parte de los abogados fiscales del caso (magistral Sanford Meisner) y el abogado defensor (correcto Anthony Franciosa, pero actoralmente, Meisner lo pasa con su talento); vemos a una Hayworth sobria, bella, ya entrando en su madurez física y antes de su decadencia por esa enfermedad que, a la postre y varios años después, nos la quitaría físicamente, pero que siempre estará presente,por la magia del cine. para todos nosotros. Su papel lo cumple a cabalidad, incorporando tal vez, lo que ella misma vivió en su vida personal que no era un lecho de rosas en el plano sentimental exteriorizando su tristeza interna y su aflicción en cada expresión y en cada gesto de su hermoso rostro. Una película, que no se compara a otras de su género como "12 hombres sin piedad" o "testigo de cargo" por ejemplo, pero que es correcta e interesante en el desarrollo de su argumento y puesta en escena. Y como siempre...si está ella...si está Rita es más que suficiente.

7,4
2.577
8
7 de julio de 2016
7 de julio de 2016
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y lo es, porque "Yellow sky" es una bonita oportunidad de contemplar las buenas maneras de un director, la verdad, poco valorado como William A. Wellman, desarrollando una historia desoladora y cruda con brillantes imágenes en claros-oscuros que enmarcan el talento reunido en los distintos personajes que la componen. Además, retrata inteligentemente, que las circunstancias pueden direccionar el comportamiento del ser humano, sin que se tilde siempre, sobre todo en un western, de que los buenos son siempre angelicales, o los malos son demonios porque sí. Y creo que esa ambivalencia presente es lo que convierte a la cinta en una joya a valorar, ojalá por siempre, por cualquier estudioso del género o por espectadores del común que encuentren suficientes motivos para verla, dentro de los cuales se pude nombrar sin duda el ver al inmortal Gregory Peck, tan cómodo en su andar por los films de sombrero y caballo, aquí mostrando una dualidad de criminal con principios muy bien lograda; el fantástico Richard Widmark, actor de verdad gigante, sin el aura de otras estrellas como su compañero protagónico, pero con el talento inagotable hasta el fin de sus días, dando su impronta en un personaje frío, calculador y real de acuerdo a su entorno, con tintes de insubordinación; y la bella Anne Baxter, complemento perfecto de mujer dura y femenina en tierras hostiles y ambientes con exceso de testosterona. Avaricia, codicia, lealtad, amistad, añoranza..todos sentimientos que afloran por la fuerza que el oro, ese metal único, despertó en la mente de los que habitaron esas duras tierras en esos lejanos tiempos.Y claro..el amor. No del empalagoso y dulce, sino del recio y fuerte, acorde totalmente con lo que pedía la trama. No cuento más, porque siempre espero que cualquier curioso descubra y se deleite con las bondades de la historia. Y a fé que lo conseguirá, ya que los magníficos secundarios, más el trío de grandes con la dirección de Wellman,son suficiente garantía para ello. De mi parte, sé que la próxima vez que la vea, la disfrutaré como la primer vez porque la tengo dentro de mis inolvidables. Por algo será.

7,4
3.634
9
3 de junio de 2014
3 de junio de 2014
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cine de interpretación. Cine de actores. Y es que ver a éste grupo actoral maravilloso en toda su plenitud y capacidad, resulta, para los que amamos ese cine cada vez mas lejano en el tiempo, un verdadero placer. Puede criticarse o no el aspecto casi teatral de la cinta, y que en ciertos pasajes, sobre todo para desprevenidos espectadores, resulte un poco tediosa y pesada en sus diálogos. No los culpo. Pero, los diálogos justos, las caracterizaciones marcadas, el pausado pero seguro transcurrir de las situaciones en el lapso de menos de un día hacen que,sin embargo, nos adentre en la profundidad y complejidad de unos personajes que llevan a cuestas la lucha de vida por apaciguar la soledad, reunidos en un hotel pequeño y de trato familiar, dado por su propietaria, en la costa fría de la isla británica. Ninguno desentona. Pero si tuviera que escoger, me quedaría con un David Niven gigante en su rol de veterano de guerra, solitario y complejo que encuentra tranquilidad en una relación franca con una Deborah Kerr temerosa, frágil, tímida y contenida por la figura rígida y apabullante de su madre, inmejorable Gladys Cooper. Y también, destacar la figura de una Rita Hayworth, en uno de los mejores papeles de su carrera, encarnando a la mujer de belleza y clase innegables, con el ansia de recuperar el amor de su ex esposo, Lancaster, un escritor venido amenos, alcohólico y de actitudes violentas, para sobrellevar una soledad e incipiente madurez que la ha carcomido en su interior.Unas imágenes limpias, para el lucimiento de estas leyendas que nos hacen añorar los tiempos en que para hacer grande obras no se necesitaba de grandes sumas, sino de tener un gran elenco con una historia coherente y un director de talento como Mann.Para los amantes del buen cine, para los admiradores de Lancaster..y para los amantes de la gran Rita. Imperdible.

6,7
3.455
8
27 de marzo de 2014
27 de marzo de 2014
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo, que dentro de un género, pueden haber muchos matices para encasillar una película, y más si es en uno que en que los parámetros son tan delimitados y característicos como el western. Por eso, a veces, resultan injustas las comparaciones que pueden menoscabar la calidad y temática de una cinta que nos quiere mostrar otro tipo de desarrollos con otras famosas que han sido puntales no sólo de western en sí, sino del cine en general. Pienso, que es lo que pasa con Río sin Retorno. No es un western típico, así tenga indudables cualidades que lo ubican ahí. Más bien es un drama enmarcado en una aventura por la travesía a un río indómito de un trío principal, sobre el cual recae todo el peso argumentativo del film dirigido por Otto Preminger que, no siendo su género predilecto, logra sin embargo darle su impronta en escenas puntuales como el forcejeo amoroso de Calder con Kay, el masaje térmico, las escenas de peleas y los números musicales, apoyado por una hermosísima fotografía en scope, y el carisma y la química de la pareja protagonista. Finalmente, Marilyn en varias oportunidades dejó en claro que nunca acabó de estar satisfecha con el resultado final por todo el entorno incómodo que el film tuvo a su alrededor. Sin embargo, fue de las pocas ocasiones en que lograría desprenderse del prototipo de personaje superfluo e ingenuo en que quedaría encasillada posteriormente, mostrando en todo su esplendor la calidad y versatilidad interpretativa que poseía. Obviamente, su magnífica presencia copa totalmente cada plano que hace de cada parlamento, cada canción, cada beso suyo una experiencia imborrable. Así era ella. No importa, que para hoy en día, ciertas escenas sobre la balsa resulten un tanto forzadas o ficticias en su puesta fílmica, la presencia de una Marilyn esplendorosa sirven como velo para pasar por alto esos detalles de innevitable observación. Ella, junto con Mitchum, logran darle ese toque de credibilidad, sensualidad, romance y drama a un guión sencillo pero bien hilvanado y construido. Para los amantes del cine clásico, es un buen motivo para contemplar el buen quehacer de un director de quilates, en un género que no era el suyo pero que termina dándole un adecuado performance a la historia con una pareja de leyenda. Para los seguidores de Marilyn, dentro de los que me incluyo, es una inevitable y agradable forma de contemplar a la diosa en otra de sus facetas artísticas, viéndola salir airosa con creces, junto a el inmenso y correcto Mitchum. Sin duda, razón más que suficiente para agradecer eternamente.
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