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Críticas 7
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
6
25 de diciembre de 2016 Sé el primero en valorar esta crítica
Tres jóvenes con diferentes orígenes familiares y distintas motivaciones deciden ingresar en la Academia de la Armada. A los tres, eso sí, les une una misma afición: su pasión por el fútbol americano. Poco a poco irán fraguando una hermosa amistad mientras se forman como marinos y destacan en el equipo de fútbol de la Armada.

Correcta y entretenida comedia que se deja ver con gusto. Cierto es que está repleta de tópicos: la personalidad dispar de los tres protagonistas, su evolución durante su formación, el triángulo amoroso entre la adorable chica, el ligoncete de turno y el joven tímido e inseguro, el partido final por el título, el entrenador estirado que trata de motivar al perezoso y talentoso jugador apelando a su orgullo (una especie de Mourinho, pero sin sus brotes paranoicos y psicóticos), la exaltación exagerada de la camaradería y de la amistad... Todo bastante típico, aunque eso no le quita a la película su punto de amenidad y, en ocasiones, hasta de encanto.

Los actores están muy bien. Mola mucho ver como un jovencísimo James Stewart comienza a darle forma a ese personaje que tanto y tan bien interpretaría: el buenazo tímido que tartamudea ligeramente entre medias sonrisas. También destaca la interpretación de un inmenso Robert Young, auténtico protagonista principal de la película. Los dos amigos (tan diferentes ellos) perderán la cabeza por la impresionante Florence Rice. Como para no...

En definitiva, buena película. Para pasar un buen rato, sin duda.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El final (el partido por el título) queda algo deslucido para aquellos que no entiendan las reglas del fútbol americano. Si te gusta este deporte, lo cierto es que esos momentos finales en el estadio están francamente bien rodados. Resulta espectacular, para haberse rodado hace la friolera de ochenta años.

No os perdáis al personaje del criado del cadete rico. Es lo más divertido de la película. Sus intervenciones en ese partido final son verdaderamente hilarantes.
26 de diciembre de 2016
3 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película arranca con un planteamiento conflictivo clásico: un celoso (y lunático como iremos descubriendo) marido desconfía de cada hombre que se acerca remotamente a su mujer. Dichos celos no solo le están enloqueciendo a él, sino que están minando y destruyendo el sincero amor de su esposa. Además de crear una imagen de ella ante la sociedad injusta y falsa, a base de rumores infundados que él mismo propaga. Charles Laughton interpreta al psicótico marido, capitán de un submarino preparado para zarpar en la costa de Oriente Medio; y Tallula Bankhead (su triste mirada le va como anillo al dedo al personaje) encarna a la sufrida esposa.

La brutalidad del capitán arroja una noche a su mujer (hastiada y maltratada indignamente por la locura de su marido) a los brazos de un joven desconocido. Ambos amantes pasan una noche de amor (y lo que surja) en la elipsis habitual que obligaba el decoro cinematográfico de la época; al amanecer, ella se despide misteriosamente, sin haberle confesado al apuesto teniente (Gary Cooper) que era una mujer casada. Pero el destino caprichoso que gobierna toda tragedia hará de las suyas. Al día siguiente se presenta el nuevo teniente en casa del capitán y, ¿adivináis quién es? Ya está montado el jaleo. Los celos del maniático marido encontrarán un nuevo objetivo; pero esta vez sí ha sucedido lo que su enferma mente siempre imagina…

La paradoja del marido celoso que acaba provocando la infidelidad de su mujer la encontramos ya en Cervantes y su novela ejemplar "El curioso impertinente". Es un tópico llevado también en muchas ocasiones al teatro clásico. Toda la película es bastante teatral, de hecho. Las interpretaciones de Tallula Bankhead y el genial Charles Laughton (uno de los mejores actores de la historia del cine de todos lo tiempos) son fantásticas. El personaje que construye Laughton es ciertamente sensacional: un simpático y querido capitán, respetado por todo el mundo, que esconde una terrible obsesión que le lleva a la locura más cruenta. El buen humor y la cordialidad del personaje público desaparecen cuando se queda a solas con su esposa y el afable capitán se transforma en un monstruo cínico y cruel. La gestualidad, el tono de voz y las extravagantes carcajadas con las que viste Laughton al personaje son inolvidables. La mejor definición la expresa el teniente Sempter (Gary Cooper) cuando descubre que se ha acostado realmente con la mujer de su admirado nuevo capitán: “Es un hombre genial y patético al mismo tiempo”.

La película está plagada de diálogos estupendos. Como muestra, un botón. El teniente Sempter siente curiosidad por la dama que acaba de conocer huyendo en la noche y aprovecha (¿por qué no?) para tirarle los trastos a lo Gary Cooper:

- (Teniente) ¿Qué quiere usted?
- (Esposa) Me gustaría no haber nacido.
- ¿Por qué?
- (Silencio). Adiós.
- ¿Va a dejarme así?
- Creo que sí.
- ¿Y a dónde irá?
- No lo sé.
- Yo también voy allí…
- No soy buena compañía…
- Me arriesgaré.
- No soy de esas…
- Lo sé. No soy estúpido.

El segundo acto del filme es delirante y grandioso. Transcurre en el interior del submarino, donde el loco capitán pretende cometer una venganza absolutamente espantosa.

“Entre la espada y la pared” (por cierto, ridículo título en comparación con el original, “Devil and the deep”) es una película colosal, con uno de los giros argumentales más sorprendentes que recuerdo y unas interpretaciones sobresalientes. Por cierto, Cary Grant apenas aparece unos minutos al principio de la película, aunque su papel permite avanzar la enfermiza personalidad del capitán en una escena teatral magnífica. Aquí me planto porque tengo unas ganas de spoiler que no me aguanto más.

Película formidable.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Tras un planteamiento de triángulo clásico se pasa, en esa última media hora, a una situación alucinante, inesperada y terrible. No sigas leyendo si no has visto ya la peli (aviso de spoiler del spoiler).

El capitán descubre que su mujer ha subido al submarino para avisar al teniente de que el marido lo sabe todo. En esas llega este y, de buenas a primeras, ordena que zarpe y se sumerja la nave. Toda la tripulación está ya dentro, pues iban a salir pocas horas después. Su locura es tal que, para vengarse de los amantes, decide colisionar contra un barco. No le importa asesinar a toda la tripulación y a sí mismo con tal de castigar a su esposa y al teniente. Sus celos lo han hecho enloquecer definitivamente.

Las escenas submarinas de la escapatoria y rescate son propias de los efectos especiales (todavía bastante rutinarios) de la época. Pero eso da igual. No es una película de acción. El espectador, además, está tan sobrecogido por la maldad del loco capitán que apenas hecha en falta algo más de espectacularidad o realismo.

La escena entre Cary Grant y Tallulah a la que me refería antes es genial. El loco de Laughton obliga a su mujer para que llame al bueno de Cary porque está seguro de que están liados; y el muy lunático le dice a ella que estará escondido en un balcón para presenciar la conversación. Así confirmará lo que él considera una cita furtiva de amantes. Como no pasa nada raro (no hay nada entre ellos), él la acusa furiosamente de haberle hecho alguna seña avisándole de que su marido está escondido. Ahí te das cuenta de que está de camisa de fuerza. Laughton lo borda, por supuesto. Siempre con una cínica sonrisa de desprecio y desvarío.

Cuando la mujer se da cuenta de que su marido ha descubierto el pastel, esta vez sí, entre ella y el teniente, le pregunta al capitán qué piensa hacer. Sabe que está tramando algo y así le increpa al capitán, que sonríe cínicamente, como un niño que oculta un secreto que está deseando desvelar. El diálogo no tiene desperdicio:

- (Esposa) Sé que estás tramando algo. ¿Qué vas a hacer?
- (Marido) No querrás que estropee el suspense, ¿verdad?

La escena final del enloquecido capitán es también de antología. Mientras se inunda su camarote, todavía tiene un último arranque de celos y destroza una foto de su mujer colgada en la pared a hachazos. Comienza a ahogarse entre carcajadas que reflejas satisfacción por su venganza y delirio absoluto. Inmenso Laughton. Irrepetible actor.
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