You must be a loged user to know your affinity with McKnight
Críticas ordenadas por utilidad
Movie added to list
Movie removed from list
An error occurred

6,1
18.507
6
28 de noviembre de 2008
28 de noviembre de 2008
52 de 59 usuarios han encontrado esta crítica útil
El mayor punto flojo de Madagascar es posiblemente su protagonista, Alex el león; tiene ciertas características interesantes como su repertorio de bailes o la ingenuidad que contrasta con la fiereza que se le supone por su especie; sin embargo carece de una vis cómica que en este tipo de peliculas es lo que prima en el espectador no infantil, y eso es un gran fallo que lastra la película de cabo a rabo; podíamos exponer el ejemplo reciente de Kun Fu Panda donde es precisamente el carisma y la comicidad del protagonista lo que salva el film de la quema por su guión algo plomizo. Algo similar ocurre con el resto del grupo protagonista: la hipopótamo, la jirafa hipocondriaca y la cebra guasona, si bien estos dos últimos personajes producen mejor receptividad. El mayor éxito de Madagascar son, con diferencia, las apariciones de Julien y sobre todo las de los pingüinos Skipper, Kowalski, Rico y Soldado , que de manera semejante a como ocurría con Scratch en la saga Ice Age son esperadas con anhelo y se convierten desde su complementariedad en los protagonistas de la narración. Las mejores escenas están protagonizadas por ellos, magníficas a todas luces las que transcurren en el avión y las relacionadas con los monos en la reconstrucción del mismo.

6,1
1.815
7
31 de mayo de 2021
31 de mayo de 2021
47 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sobre estas películas que apenas verá nadie debido a su muy escasa distribución y a su completamente nula promoción (mundos insondables ambos para los que no pertenecemos al business del celuloide), sobre estas películas que tanto la crítica letrada como la ágrafa han parecido ponerse de acuerdo para ensañarse en todos sus defectos, los reales y los ficticios; sobre estas películas sobre las que campea una raquítica nota media en FA, sobre estas películas, decía, es sobre las que merece la pena hacer una defensa fundamentada y una loa sincera, aunque solo sea por justicia poética.
En EEUU el problema de la adicción a los opiáceos y opioides se estima que causa, en la actualidad, la escalofriante cifra de 200 muertos al día y un total de más de 70000 muertos al año. Teniendo en cuenta sus poblaciones relativas esto supone diez veces más que las cifras actuales de un país como España. Salvaje. Más de 4 millones de personas son adictas a estas sustancias en Norteamérica, ya sea en su variante legal (fármacos tan nocivos como Oxycontin, Vicodin, etc., son recetados de manera inconsciente por los sanitarios como señala la película, en el mejor de los casos a la ligera y en el peor con claras intenciones de hacer negocio a expensas de la salud física y mental de los pacientes), ya sea en su variante ilegal como la heroína o el fentanilo (una droga cien veces más potente que la propia heroína, etc.). Datos que muestran de manera traslúcida la magnitud del problema. Es muy recomendable leer, para tratar de entender las razones y los orígenes últimos de esta sangría, para profundizar en este drama humano, obras recientes que abordan el problema como “Muertes por desesperación” editado en Debate y “Tierra de sueños” editado en Capitán Swing. Estas lecturas sirven para conocer más sobre esta auténtica tragedia contemporánea y ahondar en las causas y razones sociológicas de esta verdadera epidemia que afecta en particular a la población blanca joven y de mediana edad no cualificada que ha visto como el sentido de sus vidas se diluía entre otras razones por la imposibilidad de encontrar un trabajo estable, bien remunerado y que diera cierto sentimiento de pertenencia y realización a sus existencias. El sueño americano mutado en auténtica pesadilla.
La película, realizada por el colombiano Rodrigo García (del cual debemos recordar aquí la magnífica y tampoco excesivamente conocida “Madres e hijas”), más allá de ese omnipresente marco narcótico, no es “tan solo” una película sobre la adicción a las drogas; es, por encima de eso, el relato de una escabrosa relación materno-filial y el conmovedor retrato psicológico de una madre que lucha para sobreponerse a las adversidades, para encontrar una rendija de luz en el futuro de su hija, para ser capaz de ahuyentar los demonios que cercan y aprisionan su mente.
Me resulta de sumo interés el reseñar que para lo que muchos críticos es una debilidad de la película: personajes tendentes a lo intransitivo, escenarios poco llamativos, cierto aroma a telefilm barato, el recurso a ciertos clichés que (sic) “no logran conmover nuestra alma”, etc., es algo que, dado el contexto que se muestra, aporta un gran realismo al guion, quiero decir, la gente que padece estos sufrimientos es ASÍ, gente cualquiera, con infancias cualquiera, con trabajos cualquiera, con novios cualquiera, con familias cualquiera y, en definitiva, con vidas cualquiera; todo lo superfluas que pueda uno imaginarse pero no por ello menos dignas de ser vividas (y contadas); el averno por el que transita la protagonista, excepcional Mila Kunis que compone el mejor papel de su carrera hasta la fecha tomando el testigo del que realizó en aquella película tan sofocante como “Black swan”, no es un ámbito exclusivo de estrellas de Hollywood estilo Philip Seymour Hoffman o de estrellas del rock como Keith Richards. Y eso lo hace aún más cruento.
Es obligado nombrar como referencias cinematográficas obligadas en cuanto al mundo de las drogas se refiere a obras como "Réquiem por un sueño", "El regreso de Ben", "Diario de un rebelde" o incluso por supuesto la tan escocesa “Trainspotting”. Todo un auténtico walk on the wild side.
En EEUU el problema de la adicción a los opiáceos y opioides se estima que causa, en la actualidad, la escalofriante cifra de 200 muertos al día y un total de más de 70000 muertos al año. Teniendo en cuenta sus poblaciones relativas esto supone diez veces más que las cifras actuales de un país como España. Salvaje. Más de 4 millones de personas son adictas a estas sustancias en Norteamérica, ya sea en su variante legal (fármacos tan nocivos como Oxycontin, Vicodin, etc., son recetados de manera inconsciente por los sanitarios como señala la película, en el mejor de los casos a la ligera y en el peor con claras intenciones de hacer negocio a expensas de la salud física y mental de los pacientes), ya sea en su variante ilegal como la heroína o el fentanilo (una droga cien veces más potente que la propia heroína, etc.). Datos que muestran de manera traslúcida la magnitud del problema. Es muy recomendable leer, para tratar de entender las razones y los orígenes últimos de esta sangría, para profundizar en este drama humano, obras recientes que abordan el problema como “Muertes por desesperación” editado en Debate y “Tierra de sueños” editado en Capitán Swing. Estas lecturas sirven para conocer más sobre esta auténtica tragedia contemporánea y ahondar en las causas y razones sociológicas de esta verdadera epidemia que afecta en particular a la población blanca joven y de mediana edad no cualificada que ha visto como el sentido de sus vidas se diluía entre otras razones por la imposibilidad de encontrar un trabajo estable, bien remunerado y que diera cierto sentimiento de pertenencia y realización a sus existencias. El sueño americano mutado en auténtica pesadilla.
La película, realizada por el colombiano Rodrigo García (del cual debemos recordar aquí la magnífica y tampoco excesivamente conocida “Madres e hijas”), más allá de ese omnipresente marco narcótico, no es “tan solo” una película sobre la adicción a las drogas; es, por encima de eso, el relato de una escabrosa relación materno-filial y el conmovedor retrato psicológico de una madre que lucha para sobreponerse a las adversidades, para encontrar una rendija de luz en el futuro de su hija, para ser capaz de ahuyentar los demonios que cercan y aprisionan su mente.
Me resulta de sumo interés el reseñar que para lo que muchos críticos es una debilidad de la película: personajes tendentes a lo intransitivo, escenarios poco llamativos, cierto aroma a telefilm barato, el recurso a ciertos clichés que (sic) “no logran conmover nuestra alma”, etc., es algo que, dado el contexto que se muestra, aporta un gran realismo al guion, quiero decir, la gente que padece estos sufrimientos es ASÍ, gente cualquiera, con infancias cualquiera, con trabajos cualquiera, con novios cualquiera, con familias cualquiera y, en definitiva, con vidas cualquiera; todo lo superfluas que pueda uno imaginarse pero no por ello menos dignas de ser vividas (y contadas); el averno por el que transita la protagonista, excepcional Mila Kunis que compone el mejor papel de su carrera hasta la fecha tomando el testigo del que realizó en aquella película tan sofocante como “Black swan”, no es un ámbito exclusivo de estrellas de Hollywood estilo Philip Seymour Hoffman o de estrellas del rock como Keith Richards. Y eso lo hace aún más cruento.
Es obligado nombrar como referencias cinematográficas obligadas en cuanto al mundo de las drogas se refiere a obras como "Réquiem por un sueño", "El regreso de Ben", "Diario de un rebelde" o incluso por supuesto la tan escocesa “Trainspotting”. Todo un auténtico walk on the wild side.

4,9
11.952
6
24 de febrero de 2007
24 de febrero de 2007
50 de 57 usuarios han encontrado esta crítica útil
Será una americanada, sera sota, caballo y rey, será lo que sea pero a mi me gusta y cuando la ponen en la tele me la acabo viendo aunque me la sepa de principio a fin. Soy fan de la primera época de Tom Cruise, no se si es algo por lo que estar demasiado orgulloso pero es así; dias de trueno, cocktail, top gun y por supuesto nacido el cuatro de julio, rain man o el color del dinero dejan un regusto especial, tienen un brillo, un algo, llamarlo x, que te atrae, que me hace recordar aquellos años 80 tan únicos...y encima en esta sale robert duvall (y michael rooker, imposible no recordarle como el psicopata henry).

7,8
76.806
6
8 de diciembre de 2008
8 de diciembre de 2008
56 de 73 usuarios han encontrado esta crítica útil
La razón primordial por la que Coppola se venció a las peticiones de la Paramount para realizar esta tercera parte de la saga es, ni más ni menos, que se encontraba al borde de la ruina y exprimir un poco más la gallina de los huevos de oro era la mejor solución al entuerto. El proyecto, por lo tanto, ya nace forzado; habían pasado más de 15 años desde su antecesora cinematográfica y a todas luces era innecesaria una continuación; en esa El Padrino 2 Michael había ido destruyendo poco a poco a su familia en su afán, paradojicamente, por salvarla; el flashback final donde se rememora a los hermanos unidos cierra el círculo que comezaba en aquel salón oscuro habitado por Brando y Duvall; a lo que hay que añadir la escena final donde un Micheal envejecido y solitario contempla la vida que le queda sin ningún ser querido cerca.
Aún así había que otorgarle el beneficio de la duda a Coppola, contrariado por tener que dejar de contar con el susodicho Duvall por sus pretensiones económicas (y matarlo simbólicamente como escarmiento) y el cambio a última hora de Winona Ryder por Sofia como hija de Michael, uno de los aspectos más espinosos y criticados del film, y no sin razón contempladas la dotes como actriz de la hijísima. Sin embargo, no conforman todos estos datos el desvanecimiento en la calidad de la película, ni siquiera el añadido de la falta de una figura totémica que al lado de Pacino diera enjundia al metraje como ocurrió en sus antecesoras con Brando y De Niro. No, el mayor fallo es el giro inexplicable que ha sufrido la personalidad de Michael Corleone, un hombre encerrado en si mismo, presa de un resquemor inabordable, de un odio tan alto como su inteligencia y que como por generación espontánea se ha mutado en un ser apacible, dicharachero y hasta irónico y bonachón en sus maneras. A esto hay que añadir el sorprendente acercamiento, de nuevo forzado por la deriva narrativa, hacia Kay (Diane Keaton), una relación absolutamente naufragada e insalvable a expensas del aborto inducido por su odio hacia Michael que sin embargo se recupera como un amor adolescente en un ejercicio de dudosa credibilidad.
Se podría juzgar que Michael Corleone era un hombre bueno, como proponía Rousseau en contra de la maldad innata que le confería Hobbes al ser humano, y la sociedad (su familia) le convierte en un ser malvado capaz de ajusticiar a quien sea necesario en pos de su prevalencia, y tras ese trasiego por el lado oscuro es en esta tercera entrega donde regresa a la senda correcta que abadonó, parecía que para siempre, en ese restaurante del Bronx tras recoger un revolver en una letrina. Podría ser. Sin embargo, algo rechina en esa concepción, un hombre que se ha entregado al festín de poder y criminalidad de Micheal Corleone no puede volver a vagar entre las ovejas como un carnero redimido.
Aún así había que otorgarle el beneficio de la duda a Coppola, contrariado por tener que dejar de contar con el susodicho Duvall por sus pretensiones económicas (y matarlo simbólicamente como escarmiento) y el cambio a última hora de Winona Ryder por Sofia como hija de Michael, uno de los aspectos más espinosos y criticados del film, y no sin razón contempladas la dotes como actriz de la hijísima. Sin embargo, no conforman todos estos datos el desvanecimiento en la calidad de la película, ni siquiera el añadido de la falta de una figura totémica que al lado de Pacino diera enjundia al metraje como ocurrió en sus antecesoras con Brando y De Niro. No, el mayor fallo es el giro inexplicable que ha sufrido la personalidad de Michael Corleone, un hombre encerrado en si mismo, presa de un resquemor inabordable, de un odio tan alto como su inteligencia y que como por generación espontánea se ha mutado en un ser apacible, dicharachero y hasta irónico y bonachón en sus maneras. A esto hay que añadir el sorprendente acercamiento, de nuevo forzado por la deriva narrativa, hacia Kay (Diane Keaton), una relación absolutamente naufragada e insalvable a expensas del aborto inducido por su odio hacia Michael que sin embargo se recupera como un amor adolescente en un ejercicio de dudosa credibilidad.
Se podría juzgar que Michael Corleone era un hombre bueno, como proponía Rousseau en contra de la maldad innata que le confería Hobbes al ser humano, y la sociedad (su familia) le convierte en un ser malvado capaz de ajusticiar a quien sea necesario en pos de su prevalencia, y tras ese trasiego por el lado oscuro es en esta tercera entrega donde regresa a la senda correcta que abadonó, parecía que para siempre, en ese restaurante del Bronx tras recoger un revolver en una letrina. Podría ser. Sin embargo, algo rechina en esa concepción, un hombre que se ha entregado al festín de poder y criminalidad de Micheal Corleone no puede volver a vagar entre las ovejas como un carnero redimido.

6,1
1.902
7
21 de abril de 2009
21 de abril de 2009
47 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película es una Atlántida, desaparecida, anquilosada, perdida en el tiempo como el rebufo de un cometa lejano. La causa no puede ser el demérito de su calidad o la ausencia de rostros conocidos: Imanol Arias, Echanove, Charo López, Victoria Abril (que en plena juventud irradia una belleza insultante y exhibe un parecido asombroso con Emma Suárez) y por supuesto Paco Rabal, actor de actores, rey de reyes, dios de dioses, encarnando a un personaje, el muecas, similar al famoso Azarias, que compone de manera magistral.
La razón del olvido motivado es doble: Estamos embadurnados por el cine americano de la época (de cualquier época) y sin embargo apenas se repone cine español (“La vaquilla” o “El crimen de Cuenca”) y cuando se hace es en Cine de barrio para explotar los hallazgos del tardofranquismo (Paco Martínez Soria y Manolo Escobar a tutiplén). La otra razón puede ser la crudeza del aborto que se muestra en pantalla, y que supera o iguala en truculencia y con 20 años de adelanto al de la rumana “4 meses, 3 semanas y 2 días” que tanta conmoción causó en las salas. Esta crudeza, por otra parte, es típica de Aranda, junto con una carnalidad y un erotismo inaudito hoy en día en nuestro cine, inundado de comedia juvenil y terror efectista, y que se repite de manera continua en su filmografía: “La pasión turca, “Carmen”, etc.
Tiempo de silencio, la novela, es un termómetro para cualquier lector, si te repulsa o eres incapaz de entenderla decántate por cualquier best-seller de moda, no has alcanzado la capacidad cultural suficiente para la obra. Antiguamente en los institutos era de obligada lectura, no hay mejor manera que conseguir que los adolescentes cojan tirria a la obra en particular y a la literatura en general. (Sigue en spoiler)
La razón del olvido motivado es doble: Estamos embadurnados por el cine americano de la época (de cualquier época) y sin embargo apenas se repone cine español (“La vaquilla” o “El crimen de Cuenca”) y cuando se hace es en Cine de barrio para explotar los hallazgos del tardofranquismo (Paco Martínez Soria y Manolo Escobar a tutiplén). La otra razón puede ser la crudeza del aborto que se muestra en pantalla, y que supera o iguala en truculencia y con 20 años de adelanto al de la rumana “4 meses, 3 semanas y 2 días” que tanta conmoción causó en las salas. Esta crudeza, por otra parte, es típica de Aranda, junto con una carnalidad y un erotismo inaudito hoy en día en nuestro cine, inundado de comedia juvenil y terror efectista, y que se repite de manera continua en su filmografía: “La pasión turca, “Carmen”, etc.
Tiempo de silencio, la novela, es un termómetro para cualquier lector, si te repulsa o eres incapaz de entenderla decántate por cualquier best-seller de moda, no has alcanzado la capacidad cultural suficiente para la obra. Antiguamente en los institutos era de obligada lectura, no hay mejor manera que conseguir que los adolescentes cojan tirria a la obra en particular y a la literatura en general. (Sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Jugar a adaptar la novela podía parecer osado, un suicidio artístico, dada la frondosidad y reverberación compositiva de la misma. El modo usado ha sido despojar la narración de todo elemento barroco, de todo psicologicismo extremo, de los monólogos que pueblan los párrafos, de las reflexiones del diletante protagonista, de los diferentes puntos de vista de los personajes que pululan por sus páginas, y centrarse, pues, en los acontecimientos tangibles de manera fidedigna, con limitadas intromisiones en el guión no plasmadas en el libro, verbigracia los versos de Blas de Otero en la boca de Matías en el café, que además conforman un anacronismo difícilmente detectable:
Me llamarán, nos llamarán a todos.
Tú, y tú, y yo, nos turnaremos,
en tornos de cristal, ante la muerte.
Y te expondrán, nos expondremos todos
a ser trizados ¡zas! por una bala.
Bien lo sabéis. Vendrán
por ti, por ti, por mí, por todos.
Y también
por ti.
El director ha usado un filtro, un colador, y ha desestimado lo que realmente embellece y da notoriedad al texto (esa amplitud semántica inabarcable por nosotros, pobres plebeyos, ese mar de subordinadas que hipnotiza y enfarraga a partes iguales, las metáforas, las metonimias, los significados ocultos) y lo convirtió en una supernova dentro del panorama literario de los 60. Esto conlleva una pérdida, un desagravio, pero ciertamente no existía otra manera de actuar, era irrealizable una adaptación fiel, el lenguaje cinematográfico no alcanza, no está preparado para tamaña empresa. De ahí que no se pueda castigar a la película por no estar a la altura de la creación de Martín- Santos (del que recientemente se ha publicado una biografía). Aunque literatura y cine parezcan confluir cónicamente en ciertos momentos, fluyen de manera paralela en otros, siendo manifestaciones artísticas diferentes y que penden de recursos estilísticos de índole muy diversa.
Me llamarán, nos llamarán a todos.
Tú, y tú, y yo, nos turnaremos,
en tornos de cristal, ante la muerte.
Y te expondrán, nos expondremos todos
a ser trizados ¡zas! por una bala.
Bien lo sabéis. Vendrán
por ti, por ti, por mí, por todos.
Y también
por ti.
El director ha usado un filtro, un colador, y ha desestimado lo que realmente embellece y da notoriedad al texto (esa amplitud semántica inabarcable por nosotros, pobres plebeyos, ese mar de subordinadas que hipnotiza y enfarraga a partes iguales, las metáforas, las metonimias, los significados ocultos) y lo convirtió en una supernova dentro del panorama literario de los 60. Esto conlleva una pérdida, un desagravio, pero ciertamente no existía otra manera de actuar, era irrealizable una adaptación fiel, el lenguaje cinematográfico no alcanza, no está preparado para tamaña empresa. De ahí que no se pueda castigar a la película por no estar a la altura de la creación de Martín- Santos (del que recientemente se ha publicado una biografía). Aunque literatura y cine parezcan confluir cónicamente en ciertos momentos, fluyen de manera paralela en otros, siendo manifestaciones artísticas diferentes y que penden de recursos estilísticos de índole muy diversa.
Más sobre McKnight
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here