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Críticas 8
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
8
10 de enero de 2025 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hoy he ido al cineclub de mi pueblo a ver por segunda vez Cerrar los Ojos y no me he sorprendido cuando, a mitad de metraje, un par de grupos de personas han abandonado la sala. Si en algo se caracteriza el cine de Víctor Erice es en la elocuencia del silencio, algo diametralmente opuesto al exceso de ruido del cine actual, donde las películas más populares están constantemente cargadas de estímulos visuales, diálogos, acción o efectos, donde "siempre pasa algo" y no dejan espacio para la pausa, la contemplación o la introspección. En este contexto, entiendo que algunos espectadores no logren adaptar su ajetreado ritmo de su vida al tempo pausado y reflexivo que propone Erice y decidan marcharse.

Y es que Víctor Erice utiliza el silencio con maestría para reforzar la atmósfera melancólica y nostálgica que caracteriza la película. Por ejemplo, cuando Miguel (Manolo Solo) revisa las imágenes de su película inacabada, en concreto las escenas en las que aparece el personaje de Julio Arenas (José Coronado). La ausencia de diálogo refuerza la carga emocional, permitiendo que el espectador sienta el vacío dejado por la desaparición de Julio y perciba las emociones que tiene contenidas Miguel. Es un cine que requiere paciencia, pero recompensado con una experiencia más profunda y rica en significados.

Hay varios elementos que revolotean a lo largo del film de Erice, como también lo hacen en el resto de su filmografía: el tiempo, la vejez, la pérdida, la memoria y el cine dentro del cine. Las actuaciones tanto de Manolo Solo como de José Coronado son impecables, pero la presencia de Ana Torrent es fundamental. En particular, la escena en la que habla de la ausencia de su padre durante su infancia es conmovedora además de sublime en la forma de mostrar sus emociones, transmitiendo una vulnerabilidad que toca profundamente.

En definitiva, es una película en la que “no pasa nada” si lo que busca el espectador es que te le cuenten una historia y pueda desconectar un rato de la realidad. Si por el contrario lo que busca es una experiencia reflexiva e introspectiva cargada de emoción y silencio, y, sobre todo, lejos del mundanal ruido, el cine de Erice es siempre una apuesta segura.
25 de enero de 2023 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alucinaciones visuales, auditivas y táctiles, desconexión de la realidad, sinestesias (conexión de experiencias sensitivas como, por ejemplo, oír colores o ver sabores), euforia, taquicardia, aumento de presión arterial, trastornos del equilibrio y de la orientación espacial, fuerte miedo y ansiedad. Tanto si has tenido un mal viaje de LSD como si has visto Climax, sabrás de lo que te hablo. Y es que el bueno de Gaspar Noé, inspirado en una fiesta en el oscuro club berlinés Berghain, nos sumerge en un viaje psicodélico y sensorial que lleva al extremo creando una atmósfera cargada de caos, demencia colectiva y desorientación.

El guion es sencillo y está basado en hechos reales: un grupo de bailarines franceses celebran una fiesta en la que empiezan a desvariar hasta que caen en la cuenta que la sangría que están tomando contiene LSD. A Gaspar tan solo le ocupó 15 páginas y la mayoría de diálogos fueron improvisados por un reparto a lo Bresson totalmente amateur, a excepción de una monumental Sofia Boutella. Bajo esta premisa, bien podría ser la película típica de adolescentes con todos los clichés pseudo modernos que tanto estamos acostumbrados a ver. Y sí, hay sexo y hay drogas. Pero la peli no va ni de sexo ni de drogas. De hecho, habrá quien dirá que no va de nada. Que es “una ida de olla” y que es pretenciosa. La cuestión es que se trata de una película para ser sentida, no comprendida.
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spoiler:
Con una puesta en escena casi teatral, la propia película nos conduce en todo momento hacia donde ella quiere, siguiendo con una cámara caótica a unos personajes que deambulan al son de sus impulsos más viscerales e irracionales. Entre temazo y temazo, la tensión, ansiedad y locura que padecen los personajes va in crescendo en forma de pasillos laberínticos, bailes sin sentido, delirios, gritos y luces rojas, trasladando al espectador esa agonía que parece no tener límite.

Una vez se instala el caos y la locura dentro de la colectividad, y las tragedias empiezan a suceder una tras otra, ese total descontrol toma el control del film. Y es que la esencia de Climax radica en la naturalidad con la que se traslada al espectador ese descontrol y esa locura colectiva, haciéndote sentir que tú eres una víctima más del grupo. Y todo ello en un único plano secuencia, coreografiado con una banda sonora que se mimetiza a la perfección con la fotografía y el devenir de los personajes. ¡Chapeau Noé!
18 de enero de 2023 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muy pocas son las películas pendientes que tengo de Steven Spielberg y Lincoln era una de ellas. Sabía que el trinomio Spielberg – Williams – Kaminski no podía defraudar ya que venían de poner el listón muy alto tras La Lista de Schindler y Salvar al Soldado Ryan, sumándole a esto el aliciente de un siempre brillante Daniel Day Lewis interpretando a uno de los personajes más importantes de la historia contemporánea, y unos secundarios de lujo de la talla de Tommy Lee Jones o Sally Field, parecía que nada podía fallar.

El film comienza a buen ritmo en su planteamiento y con una puesta en escena de lo que se espera de una película de Spielberg, presentando a un Daniel Day Lewis soberbio en sus formas, acento y gestos. Su presencia en la pantalla por momentos difumina el resto de elementos en escena y te sumerge en un vivo retrato de la figura del emblemático expresidente de los EEUU. Sus profundos e inteligentes discursos están cargados de reflexiones políticas, morales y legales y son muy interesantes, además siempre van acompañados de unas notas de John Williams, pero se hacen de lo más repetitivos. Y es que, entre discurso, discurso y discurso, la película parece que deambula y se pierde durante dos horas haciendo hincapié únicamente en el seguimiento del proceso de aplicación de la enmienda que acabará con la esclavitud. De repente, el film deja de parecer ser un biopic sobre Lincoln, para convertirse en una especie de drama judicial del que ya sabes el final.

Pero es que en ningún momento retrata a Lincoln como persona, no al menos desde su interior, ni mediante el lenguaje visual ni mediante un guion que se centra más en sus discursos y grandilocuencia que en su personalidad, emociones o su pobre y triste relación con la familia, la cual, pasa sin pena ni gloria. Por otro lado, la abundancia de conversaciones y triquiñuelas repetitivas que llevan a cabo los personajes secundarios sobre el proceso de aplicación de la enmienda, no generan ni suman más interés a la trama, ni nos otorga actuaciones brillantes, salvo, por algún momento, la de un sobreactuado Tommy Lee Jones.

En definitiva, un film con interés histórico y con una de las mejores interpretaciones de Daniel Day Lewis, pero carente de ritmo y frenado por la abundancia de palabras. Espera... ¿con interés histórico? ¿O es más bien un panfleto propagandístico que moldea los hechos reales a su antojo para lograr el mensaje que se quiere transmitir? Pues quizás sí es eso, en forma de homenaje de Spielberg por esos papelitos verdes con la cara de Lincoln que tantas alegrías le habrán dado. ¡No podía fallarle!
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