Todo en ella es obvio. Se encadenan acontecimientos haciendo que la película avance a trompicones. Con personajes buenos, malos e interesantes, que parece que se enfrentarán en una lucha de ingenio y talento, acaba convirtiéndose en un batiburrillo de tontas decisiones que además carecen de significado en su masticadísimo final.

Debe ser muy difícil ser sombría en una atmósfera colorida, sofisticada y de personajes aparentemente angelicales, pero esta película logra este efecto buscado de maldad e inocencia. Pocos diálogos, más bien son los sucesos lo que dan sentido al conjunto. Se entiende al humano como un ser extraño de extraños deseos, en los que se nos adentrará de una manera tan sutil y con una estética tan agradable que casi llegamos a comprender sus rarezas. Es tan genial como morboso que se nos exponga la historia desde el punto de vista del psicópata.

Historia de un hombre y su fracaso. De talento y mediocridad, de éxito desmedido, anhelos de juventud y frustración. Mucha frustración, fruto de la autoexigencia de deshacerse de un pasado de triunfos banales e insustanciales. Aferrado a su última opción y azotado por una serie de reveses, Riggan buscará el reconocimiento a su trabajo de un modo obsesivo. La cámara perseguirá a los actores de forma inquietante, sin dar un respiro; consiguiendo la buscada sensación de molestia y opresión que siente continuamente el hombre pájaro. A parte de por el descaro y la osadía de ciertos personajes (y los brillantes actores que les dan vida), la película seduce por su ritmo ágil, bien acompasado y su carácter reflexivo. Es una pena que el desparpajo y desenfado del personaje de Edward Norton no se prolongue más, aportando la agudeza y soltura que le falta a la historia de un don nadie.

Los primeros quince minutos son tan alocados, con tanto número musical y tanta voluntad de impresionar (sobretodo a un público 'teenager'), que casi consigue ahuyentarte por completo. Luego el ritmo se suaviza y poco a poco te adentras en la dulzura y la elegancia de sus escenas, acompañadas de unas melodías y unas paletas de colores perfectamente acordes con cada momento. El amor del Hollywood dorado, la vitalidad del claqué, la improvisación del jazz, la melancolía y la ternura de esta historia imperfecta hacen de esta película un estupendo divertimento capaz de tocar la fibra sensible.

Partiendo de una idea interesante, se analizan los comportamientos humanos bajo el abuso de poder. Se avecina la desgracia desde el minuto uno y cuando llega se acaba. Película crítica con la ambición, y en consecuencia, con la maldad del hombre; pero no sorprende, ni cautiva, ni estremece.