Spectre arranca muy bien, pero no perfecta. Me sigue gustando más la elegancia y la sencillez del hipnótico prólogo de Casino Royale casado a la perfección con la espectacularidad y dinamismo del que ocupó Skyfall. Entonces, la película pega un bajón desde los mismos (y sosos) títulos de crédito justificados para asegurarse otro Oscar (pero no para fascinar a los seguidores) del que nunca, nunca de veras se recupera.

Nunca hay algo vibrante o nervioso. Nunca hay algo apasionante: ni la reunión en Roma, ni el avión contra los autos de los Alpes Suizos, ni la tan comentada pelea en el tren (muy sencilla y corta a mi parecer, pudo haberse estirado un poco más como las peleas de Casino Royale). Siempre está estática y estancada en lo suficiente raspado.

Pero el guión oculta una sorpresa de cara al último tercio (alargado innecesaria y dolorosamente). Y no es una sorpresa fatal para la película, sino más aún es una para la audiencia. El tratamiento al villano no es precisamente horrible, pero el cómo se justifica, cómo justifica la existencia de él y su organización, lo que se ve de su organización y cómo el clímax final es de todo menos climático por ir del punto A al punto B sin ni siquiera energía o espectacularidad termina de hundir la película para mal. Y lo peor es que la película arriesga con manchar el legado de Craig como Bond en sus entregas anteriores por cómo conecta con las anteriores.

Totalmente absurdo, aburrida y alargada, sin vida y sin fuerza. ¿El equipo de Skyfall (y buena parte del de las anteriores del reinicio) es responsable de esto? Tristemente sí. Aún estoy intentando sacar algo de ella para su defensa. Aún intento hacerme a la idea de que esto ha pasado.

Hay que ver estas dos entregas lo más seguidas posibles. El mayor defecto de la película es no ser suficientemente consistente para sobrevivir por sí misma. Es una secuela directa, contundente de la anterior. Y no se van a parar a explicarte en exceso las piezas sueltas del rompecabezas. Pero obviando su falta de historia, se halla una intensa radiografía de la cabeza y el corazón herido de James Bond fantásticamente interpretado por Daniel Craig. Él sostiene la película aún más de la que la sostuvo en Casino Royale (allí no hacía falta porque el guión y la película eran sobresalientes), él nos guía a través de los tiros y los golpes de la secuela. Él y sus demonios interiores son la verdadera historia de Solace. Por ello es por lo que esta secuela siempre me metió en el bolsillo desde el principio y a día de hoy. Este tipo de películas de acción suelen tener personajes sin sustancia. Una suerte entonces que tengamos a Bond, James Bond.