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Críticas 40
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
16 de noviembre de 2010
17 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con la cámara alejandose de Notre Dame de París, en un último plano final, se lamenta como mirando al cielo un triste y resignado Quasimodo, al ver marchar a su bella gitana Esmeralda, en una escena en el que parece ser una gárgola mas de la famosa catedral parisina.

William Dieterle sabedor de las buenas artes del expresionismo alemán, hasta que en 1930 emigra exiliado a los Estados Unidos, nos dibuja una formidable adaptación de la célebre novela de Victor Hugo, "Nuestra señora de París" escrita en 1830. Con unos magníficos decorados obra de Van Nest Polglase, en un blanco y negro de la época, bañada por la música de Alfred Newman, buen vestuario y destacado trabajo artístico, que realzan todavía más está ya conocida historia de la bella y la bestia en un París medieval, de odios y pasiones, de luchas y enfrentamientos por libertades ideológicas.
Maureen O'Hara en la que es su tercera aparición en pantalla, esta correcta, aunque a mi modo de ver algo contenida me parece en su papel, de la gitana Esmeralda sobre todo a la hora de expresar su lastima y cariño por el jorobado campanero, al que da vida en una espectacular caracterización Charles Laughton, curiosamente el descubridor de la actriz de origen irlandes, que la impuso como protagonista en "Posada Jamaica" de Alfred Hitchcock (1939).
Dan más lustre si cabe a está conocida historia, un cóctel de geniales actores, como Cedric Hardwicke en un malvado Frollo, Edmond O'Brien en el poeta Gringoire, o Thomas Mitchell en el mendigo Colpin, entre otros, todos ellos esplendidamente dirigidos por Dieterle. La interpretación de Laughton, no se puede definir de otra manera que de inconmensurable, como de tantas en su carrera filmografíca, en está entre otras, destacaria sobre todo una escena para mi inolvidable por lo que tiene de grotesco e infantil a la vez, cuando Quasimodo juguetea con las campanas en lo alto de la catedral haciendolas repicar, al moverlas con sus piernas y brazos como si fuera un niño enfadado con su juguete.
Rodada en setenta y tres días, cuando ya comenzaba la segunda guerra mundial, Esmeralda, la zíngara constituye una obra clásica, de la época dorada de Hollywood.

Clásico inmortal de la RKO, muy buena.
18 de febrero de 2010
17 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primera y única película para la gran pantalla del director Ralph Levy que siempre se manejó en trabajos televisivos y decimosexto film del colosal Brando, que en esta ocasión decidió coproducirlo junto a la Universal.

Los críticos nunca se pusieron de acuerdo en el estreno de esta comedia, que no fue un éxito en taquilla como de ella se esperaba en su día.
Contó con el excelente escritor Stanley Shapiro, de coguionista junto con Paul Henning.
Shapiro escritor de buenas obras y guiones como Operación Pacífico, Cuando llegue septiembre, Pijama para dos, o Confidencias de medianoche de Michael Gordon, comedia sentimental que le valió el Oscar al mejor guión original en 1959.

Marlon y David hacen de unos sinvergüenzas y pícaros Casanovas, que a base de falsas artimañas y mentiras, entablan un duelo en pos de la conquista de una atractiva Shirley Jones.
Sin ser sus mejores interpretaciones, ambos estan correctos, destacable decir que Brandon se comportó bien durante el rodaje, detalle a tener en cuenta debido a su fuerte carácter, solo dijo sufrir amnesia en algunas escenas.

Simpática comedia que como dije anteriormente no tuvo muy buena aceptación en su día, y aun hoy no está muy valorada. Yo la vi hace bastantes años y la recuerdo con gran simpatía, sobre todo en unas cuantas escenas en que verlos a los dos haciendo de granujas compitiendo por los encantos de la Shirley, me hicieron bastante gracia.
Y la verdad, es que para no ser la comedia mi género favorito, tal vez porque no tengo una risa lo bastante fácil, ésta en especial la recomiendo, sin llegar a ser ni mucho menos notable pasaras un buen rato.

Agradable y simpática, 7'4.
15 de diciembre de 2010
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Afirmó una vez este genial cómico, que en mi modesta opinión formo la Santisima Trinidad de los grandes del humor del cine mudo, junto a Charles Chaplin y Buster keaton.
Creo recordar que tuve la oportunidad de acercarme por primera ves al cine mudo y en concreto a descubrir a Harold Lloyd, en aquel programa que emitia TVE hace casí más de 25 años y que se titulaba "El mundo de la comedia de Harold Lloyd", donde solían poner unos cuantos cortometrajes, de los más de doscientos cincuenta que rodó entre 1919 a 1923.

Aquí en su cuarto largo "El hombre mosca" su pieza más conocida, está como siempre con sus inseparables gafas de carey y su clásico sombrero Canotier, en un personaje que hace que el espectador se identifique con él, no sólo en esta si no en todas sus siguientes películas. Lloyd nos deleita con increíbles y espectaculares acrobacias, llenas de maravillosos gags visuales, siempre utilizando el ingenio para solucionar algo, marcando el ritmo con la precisión de un relojero, distintivo de lo que fue su cine, de este incansable artesano al que le interesaba mucho como reaccionaria el público, hasta tal punto que Irving Thalberg dijo de Harold, que él había inventado los pases de prueba, para ver qué acogida tenía su película antes de su estreno, para montarla y mejorarla ya que eso formaba parte del proceso de depuración y refinamiento a la hora de acabar sus películas, queria que fuesen perfectas, hasta tal punto que su temeridad a la hora de rodar, le había provocado tener la mano tullida, por un accidente que le costo el dedo pulgar y el índice de la mano derecha. Harold Lloyd era, un osado perfeccionista, no descuidaba nada, incluso hasta los intertítulos tienen su gracia en está película.
A parte de ser un trabajo de gran comicidad, Safety Last no deja de ser una especie de crítica por conseguir el éxito rapidamente en los Estados Unidos de los años 20, también tiene un encanto especial, ya que está rodada en sitios reales de Culver City en Los Angeles en el verano de 1922, contiene uno de los momentos icónicos sin lugar a dudas de la historia del cine, donde Lloyd cuelga en el vacio de las manecillas del reloj del alto edificio de los almacenes De Vore en los que trabaja, dando lugar a unas secuencias cómico vertiginosas, no sólo en esta famosa escena, si no tambíen en todo lo que le ocurre en cada piso que va escalando, los gags se suceden unos tras otros sin parar, dando lugar a momentos sublimes de angustioso suspense, que te logra mantener en vilo, entre risas hasta casí el último plano final de la cinta.
Muchos años más tarde el que fuera su antiguo socio y productor Hal Roach, dijo de él "Harold Lloyd no era un cómico, pero fue el mejor actor en interpretar a un cómico que jamás he visto".

Invito a todos a que la vean, sobre todo a los más jovenes, que descubran en el silencio del blanco y negro, un ingenioso equilibrismo de humor y sobre todo de CINE.

Felicidades a todos por estas fechas, y hasta el próximo año.
10 de junio de 2010
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Rebeca, película de grato recuerdo personal ya que la pongo en mis listas, como el inicio de mí pasión cinéfila.Recuerdo que fue una de las primeras películas, si no la primera, que ví en televisión española cuando sólo existia un único canal allá por los años setenta, en aquel programa que daban todos los sábados por la noche, que se iniciaba en la pantalla analógica del Telefunken en blanco y negro que teníamos en casa y que comenzaba con unas imágenes de un proyector con luces de neón y unos focos en el que salían las letras de Sábado cine.

Alfred Hitchcock debuta en su etapa americana, llegado de la mano del productor David O. Selznick, con esté film de suspense policiaco basada en la obra de la escritora británica Daphne du Maurier.
Es una adaptación bastante fiel a la novela, de la cual Hitchcock le pone su toque personal sin desvirtuar la misma, que comienza con cierto aire de comedia en Montecarlo, en la Riviera francesa, en él que él Lord inglés Maxim de Winter (Laurence Olivier) trata de sobreponerse de la perdida y el recuerdo de su esposa Rebecca, allí conoce a una joven institutriz (Joan Fontaine) que hace de dama de compañia cuidando a una acaudalada ciudadana norteamericana, la señora Van Hopper.
Tras un rápido romance se casan y se van a vivir a la fabulosa mansión que Maxim posee en la costa sur de Inglaterra donde a la recien casada la constante obsesión y veneración que la ama de llaves de Manderley, Miss Danvers profesa por su fallecida señora, consiguen atormentar a la nueva esposa del señor de Winter, todo en una inquietante atmósfera que envuelve de misterio y suspense a la gótica mansión de Manderley.

El que hoy modestamente escribe por entonces un niño, recuerda irse a dormir a su habitación sin poder quitarme de la cabeza como si fuera una especie de pesadilla, aquella mujer vestida de negro, de cara blanca y fría, con las manos cruzadas hacia delante de Miss Danvers (Una inolvidable interpretación de Judith Anderson), una especie de barroca bruja de cuento infantil, desde aquella noche para mí, la ama de llaves por excelencia del cine.

Llaves que desde entonces comenzarón a abrir, mí pasión por el séptimo arte.


"Vino hacia mí, y yo le alargué la mano, envidiando su dignidad y compostura;
pero cuando me dio la mano noté que la suya estaba fláccida, tórpida, mortalmente fría,
y que se mantuvo en la mía como algo sin vida.

Está es Mistress Danvers - dijo Maxim...."
18 de mayo de 2010
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lean siempre fue un director de trazo fino y elegante, como lo demuestra está cuidada adaptación de la novela Grandes esperanzas de su compatriota Charles Dickens, es sin duda el cineasta que con más talento y afinidad ha sabido reflejar el mundo del célebre escritor londinense en la gran pantalla.

Con un gran reparto, y una brillante narrativa, fiel a su génesis literaria, David Lean nos adentra en el quinto largometraje, de su poca pero colosal filmografía, en este drama de época que transcurre en la Inglaterra del siglo XIX, a través de una lograda ambientación y con unos decorados magníficos que le valieron en su día un Oscar a la mejor dirección artística y a la mejor fotografía en blanco y negro de Guy Green.La escena al principio, de Pip y él preso en el cementerio cuando el primero visita la tumba de sus padres, o los interiores de la decadente casa señorial de la señora Havisham, tienen un aire casi tétrico y tenebroso, que invita a que se siga con un inusitado interés la atmósfera que envuelve todo el relato, genialmente filmado por Lean.
Supone también, la primera aparición de uno de los mejores actores británicos de todos los tiempos, el también Sir, Alec Guinness, uno de los actores fetiches del director inglés con el que trabajó en varias de sus más importantes, y recordadas películas ("El puente sobre el rio Kwai", "Doctor Zhivago", "Lawrence...etc).

Obra de magnífica calidad, estas Cadenas rotas, que más que separar unen a David Lean, con el universo Dickensiano, del que también adaptaría años más tarde la no menos excelente Oliver Twist.

Notable clásico.
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