You must be a loged user to know your affinity with Hartigan
Críticas ordenadas por utilidad
Movie added to list
Movie removed from list
An error occurred

7,3
34.261
8
7 de agosto de 2011
7 de agosto de 2011
20 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
He aquí una de las muchísimas historias de Stephen King que han sido adaptadas al cine, esta vez un cuento corto titulado The Body en el que se cuenta la aventura de cuatros chicos de doce años de una pequeña cuidad ficticia llamada Castle Rock, en Oregón, que en septiembre de 1959 deciden emprender un viaje en busca del cadáver de un niño desaparecido con la ilusión de convertirse en héroes y hacerse famosos.
Tomando esto como punto de partida se nos muestra una colección de situaciones y conversaciones que van teniendo lugar entre los cuatro amigos en las que se consigue captar, de forma entrañable y muy entretenida, la esencia de la infancia. Todos los sueños, problemas o preocupaciones que pueda tener un niño de doce años aparecen reflejados en alguno de los personajes del film, de tal modo que no queda otra que sentirte de alguna forma identificado con alguno de los cuatro amigos. Pero lo que mejor se refleja en la película es la amistad, la amistad siendo un niño, el tiempo pasado con los amigos, la diversión sin preocupaciones, los juegos, las travesuras y aventuras, las charlas sin sentido y las peleas sin motivo. Es imposible ver esta película sin sentir nostalgia en algún momento, sin pensar en la infancia y en cómo se va alejando cada vez más y sin desear, de alguna forma, poder volver a ella.
Una de las claves de la película es el reparto, elegido a la perfección. Todos los chavales que aparecen en la película han terminado por convertirse en caras conocidas de la industria. No deja de ser curioso ver a tipos como Sutherland, Cusack o Will Weathon en sus inicios, con 25 años menos. Los niños que encarnan a los cuatro o protagonistas están a un buen nivel, pero de entre todos ellos destacaría sin duda al difunto River Phoenix en el papel de Chris Chambers, al que interpreta con una sinceridad e intensidad increíble en un chaval de 15 años dando ya muestras de un gran talento que luego no podría desarrollar. Richard Dreyfuss pone la guinda al reparto como narrador de la historia.
Una banda sonora sesentera y a buen nivel completa el coctel, destacando la melodía mágica del tema de Ben E. King que da título al film.
Para el recuerdo quedan escenas como la del tren o el relato improvisado de Gordie, así como un gran comienzo y un gran final.
“Nunca he vuelto a tener amigos como los que tuve cuando tenía doce años. Dios mío, ¿los tiene alguien?”
Tomando esto como punto de partida se nos muestra una colección de situaciones y conversaciones que van teniendo lugar entre los cuatro amigos en las que se consigue captar, de forma entrañable y muy entretenida, la esencia de la infancia. Todos los sueños, problemas o preocupaciones que pueda tener un niño de doce años aparecen reflejados en alguno de los personajes del film, de tal modo que no queda otra que sentirte de alguna forma identificado con alguno de los cuatro amigos. Pero lo que mejor se refleja en la película es la amistad, la amistad siendo un niño, el tiempo pasado con los amigos, la diversión sin preocupaciones, los juegos, las travesuras y aventuras, las charlas sin sentido y las peleas sin motivo. Es imposible ver esta película sin sentir nostalgia en algún momento, sin pensar en la infancia y en cómo se va alejando cada vez más y sin desear, de alguna forma, poder volver a ella.
Una de las claves de la película es el reparto, elegido a la perfección. Todos los chavales que aparecen en la película han terminado por convertirse en caras conocidas de la industria. No deja de ser curioso ver a tipos como Sutherland, Cusack o Will Weathon en sus inicios, con 25 años menos. Los niños que encarnan a los cuatro o protagonistas están a un buen nivel, pero de entre todos ellos destacaría sin duda al difunto River Phoenix en el papel de Chris Chambers, al que interpreta con una sinceridad e intensidad increíble en un chaval de 15 años dando ya muestras de un gran talento que luego no podría desarrollar. Richard Dreyfuss pone la guinda al reparto como narrador de la historia.
Una banda sonora sesentera y a buen nivel completa el coctel, destacando la melodía mágica del tema de Ben E. King que da título al film.
Para el recuerdo quedan escenas como la del tren o el relato improvisado de Gordie, así como un gran comienzo y un gran final.
“Nunca he vuelto a tener amigos como los que tuve cuando tenía doce años. Dios mío, ¿los tiene alguien?”

8,0
24.748
9
9 de agosto de 2011
9 de agosto de 2011
19 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Últimamente, y salvo contadas excepciones (gracias, sobre todo, a los amigos de Pixar), las películas de animación me parecen todas iguales, mismo estilo, misma historia, mismo patrón y mismos chistes. Por eso se agradece que de vez en cuando alguien se arriesgue con algo distinto, original, más alejado de lo comercial, tanto en el estilo como en la historia. El inconveniente de esto es que, como ocurre en este caso, inexplicablemente, una gran película termina por no llegar al gran público. (No creo que se vaya a acabar el mundo por poner una película australiana en cartelera). Bueno, a lo que iba.
Mary es una niña de ocho años que vive en Australia con una madre cleptómana y adicta al jerez y un padre ausente que vive rodeado por los pájaros disecados que el mismo fabrica. Y por si fuera poco con lo que tiene en casa, sus compañeros la marginan por la extraña marca de nacimiento que tiene en la frente. Max es un solterón obeso de 44 años con graves limitaciones para las relaciones sociales que vive en un pequeño apartamento en Nueva York, el cual comparte con un antiguo amigo imaginario. Su vida en un ambiente para ellos hostil, unido a su ferviente deseo de encontrar un amigo, lleva a estos dos extraños personajes a iniciar una amistad transoceánica por carta de una forma tan rara como casual, amistad que, superando múltiples obstáculos, se mantendrá durante toda su vida.
Prácticamente toda la historia se desarrolla sin apenas diálogos entre los personajes, usando únicamente un narrador que nos va relatando, como si fuera un cuento para niños, al estilo “Amelie”, las peripecias de los dos protagonistas. Pero “Mary & Max” no es para niños, ya que , a diferencia de otras películas de este tipo, donde todo es felicidad y la amistad salva el día, es gris, oscura, tanto visualmente como en su presentación de la realidad, y no le importa tratar temas tan serios y adultos como la soledad, la sexualidad, la depresión, el suicidio, la marginación o los problemas mentales. Y sin embargo trata todos estos temas sin dejar de lado el humor, eso sí, un humor irónico y muy negro, buscando muchas veces ridiculizar a los propios personajes, reírse de sus ocurrencias y de sus desgracias, pero siempre manteniendo un equilibrio con la seriedad de los temas tratados, y con una gran sensibilidad. Esto provoca el choque de emociones contrapuestas en el espectador, el paso de la carcajada a la depresión. Da mucho por lo que reír, pero también mucho sobre lo que pensar. *Sigo en spoiler*
Mary es una niña de ocho años que vive en Australia con una madre cleptómana y adicta al jerez y un padre ausente que vive rodeado por los pájaros disecados que el mismo fabrica. Y por si fuera poco con lo que tiene en casa, sus compañeros la marginan por la extraña marca de nacimiento que tiene en la frente. Max es un solterón obeso de 44 años con graves limitaciones para las relaciones sociales que vive en un pequeño apartamento en Nueva York, el cual comparte con un antiguo amigo imaginario. Su vida en un ambiente para ellos hostil, unido a su ferviente deseo de encontrar un amigo, lleva a estos dos extraños personajes a iniciar una amistad transoceánica por carta de una forma tan rara como casual, amistad que, superando múltiples obstáculos, se mantendrá durante toda su vida.
Prácticamente toda la historia se desarrolla sin apenas diálogos entre los personajes, usando únicamente un narrador que nos va relatando, como si fuera un cuento para niños, al estilo “Amelie”, las peripecias de los dos protagonistas. Pero “Mary & Max” no es para niños, ya que , a diferencia de otras películas de este tipo, donde todo es felicidad y la amistad salva el día, es gris, oscura, tanto visualmente como en su presentación de la realidad, y no le importa tratar temas tan serios y adultos como la soledad, la sexualidad, la depresión, el suicidio, la marginación o los problemas mentales. Y sin embargo trata todos estos temas sin dejar de lado el humor, eso sí, un humor irónico y muy negro, buscando muchas veces ridiculizar a los propios personajes, reírse de sus ocurrencias y de sus desgracias, pero siempre manteniendo un equilibrio con la seriedad de los temas tratados, y con una gran sensibilidad. Esto provoca el choque de emociones contrapuestas en el espectador, el paso de la carcajada a la depresión. Da mucho por lo que reír, pero también mucho sobre lo que pensar. *Sigo en spoiler*
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Cuando ya parece que la animación en plastilina ha muerto definitivamente, es de agradecer que alguien tenga la paciencia que hace falta para seguir con esta práctica en los tiempos que corren (la realización del film llevó cinco años). Es este aspecto, no me queda más que alabar la increíble calidad y atención por los detalles que se ha puesto en cada fotograma de la película. Muy acertado el contraste de colores y tonos entre la gris Nueva York y Australia. El estilo de animación oscuro, de algún modo grotesco, muy a lo Tim Burton, casa muy bien con los personajes y la historia.
La elección de la música es muy buena, acorde al ambiente del universo creado, destacando la melodía “Perpetuum Mobile”, que suena prácticamente durante toda la película.
“Mary & Max” es una historia inolvidable sobre la soledad y la amistad, con momento que se quedan en la retina, una gran película que nadie debería perderse.
La elección de la música es muy buena, acorde al ambiente del universo creado, destacando la melodía “Perpetuum Mobile”, que suena prácticamente durante toda la película.
“Mary & Max” es una historia inolvidable sobre la soledad y la amistad, con momento que se quedan en la retina, una gran película que nadie debería perderse.

4,2
9.693
1
9 de agosto de 2013
9 de agosto de 2013
23 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras ver esto no pude evitar recordar la escena de la peli “Idiocracia” en la que la película más taquillera de la historia (y premiada con 8 Oscars, incluyendo guión y actor principal XD) era “Ass”, que consistía en un plano fijo de un culo de hora y pico de duración (¿el Andy Warhol del futuro?). Con eso lo digo todo.
Infame ¿película?. No me puedo ni imaginar lo que les ofrecieron a actores de gran nivel como Hugh Jackman (¿en serio? ¿justo después de “Los Miserables”? ¿¡en serio!?), Kate Winslet, Naomi Watts, Chloe Moretz, Emma Stone y alguno más para que se hayan prestado a semejante despropósito. Supongo que les tendrían secuestrado a algún familiar. El único atractivo que yo le veo está(ba) en el reparto, pero vamos…
Esta cosa en básicamente una serie de sketches de humor escatológico, zafio y de pésimo gusto (que a ver, esto en sí no tiene por qué ser malo, sólo hay que ver cualquier capítulo de Padre de Familia, pero es que esto…) hilados entre sí por una ¿trama? que no podría ser más idiota y ridícula. Y los sketches…. yo salvo la coña de Tampax con el tiburón (que dura 30 segundos), quizá el protagonizado por Watts y Schreiber y algún momento de algún otro (claro, si te cuentan tropecientos chistes pésimos acabas por reírte con los simplemente malos). De los demás, los peores a la hoguera y los mejores a un museo de lo que no hay que hacer. Las pelis malas de la historia del cine le deben muchísimo a ésta, porque la verdad es que las hace buenas a prácticamente todas.
Y que nos cobren lo que cobran por ver esto en el cine…Deberían pagarnos, pero no por verla, sino por destruir todas las copias. Vamos, que antes que ver esto marchaos de bebercio con los colegas que aunque no sean divertidos seguro que os reís más y la pérdida de neuronas será más o menos del mismo orden de magnitud.
Pues eso, corred insensatos.
Infame ¿película?. No me puedo ni imaginar lo que les ofrecieron a actores de gran nivel como Hugh Jackman (¿en serio? ¿justo después de “Los Miserables”? ¿¡en serio!?), Kate Winslet, Naomi Watts, Chloe Moretz, Emma Stone y alguno más para que se hayan prestado a semejante despropósito. Supongo que les tendrían secuestrado a algún familiar. El único atractivo que yo le veo está(ba) en el reparto, pero vamos…
Esta cosa en básicamente una serie de sketches de humor escatológico, zafio y de pésimo gusto (que a ver, esto en sí no tiene por qué ser malo, sólo hay que ver cualquier capítulo de Padre de Familia, pero es que esto…) hilados entre sí por una ¿trama? que no podría ser más idiota y ridícula. Y los sketches…. yo salvo la coña de Tampax con el tiburón (que dura 30 segundos), quizá el protagonizado por Watts y Schreiber y algún momento de algún otro (claro, si te cuentan tropecientos chistes pésimos acabas por reírte con los simplemente malos). De los demás, los peores a la hoguera y los mejores a un museo de lo que no hay que hacer. Las pelis malas de la historia del cine le deben muchísimo a ésta, porque la verdad es que las hace buenas a prácticamente todas.
Y que nos cobren lo que cobran por ver esto en el cine…Deberían pagarnos, pero no por verla, sino por destruir todas las copias. Vamos, que antes que ver esto marchaos de bebercio con los colegas que aunque no sean divertidos seguro que os reís más y la pérdida de neuronas será más o menos del mismo orden de magnitud.
Pues eso, corred insensatos.
10
21 de julio de 2012
21 de julio de 2012
11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Impactante, sorprendente, genial, brutal, bellísima y también, por momentos, repulsiva y pasada de rosca. Y me encanta. Tanto que quizás todos los adjetivos anteriores debieran ir en superlativo. “Oldboy” es la película que me hizo acercarme al cine asiático, el que a posteriori tantas sorpresas y alegrías me daría, y sin duda estará siempre entre mis favoritas.
“Oldboy” es la segunda parte de la Trilogía de la Venganza de Park Chan-wook (el Tarantino coreano) y la mejor de las tres.
El comienzo resulta brillante y el vértigo que transmite es un presagio de lo que será toda la película. Un hombre está a punto de caer al vacío desde lo alto de un edificio, pero otro lo tiene sujeto por la corbata. Y sin que tengamos la menor idea de lo que pasa se nos presenta al protagonista, Oh Dae-su, en un gran flashback inicial que nos cuenta su historia. Una noche, sin razón aparente, Oh Dae-su es capturado y encerrado en una habitación, en la que permanecerá durante 15 años, sin ningún tipo de contacto humano y sin más compañía que una televisión, las alucinaciones fruto de la soledad, un millar de preguntas y la sed de venganza. Este es el punto de partida para la mejor historia de venganza que he visto, y probablemente, que vaya a ver nunca. Revelar más sería privar a quien lea esto de la preciosa desorientación que transmite el film (desorientación, vértigo y nausea). La venganza en el cine es un recurso bastante trillado que ha dado pie a algunas grandes películas (y muchas no tan buenas), porque permite gran variedad de consecuencias dramáticas y un acercamiento automático del espectador al personaje, pero lo que hace Chan-wook aquí es mucho más, es algo único. Es la visión de Park de un mundo asolado por la violencia, el sadismo, la venganza, la misantropía y el masoquismo, en el que pese a todo consigue encontrar una extraña belleza en toda esa fealdad.
El film atrapa totalmente durante las dos horas de metraje. Y no sabría decir si por el genial argumento y giros en la trama o por la brutal fotografía del film, con un uso de cámara impresionante que deja escenas de increíble belleza aún en la violencia (el pulpo, el maravillosos travelling en el pasillo, prácticamente todo el cuarto de hora final,…). Casi se podría hacer pausa en cualquier fotograma de la película y tener una imagen digna de un poster.
El duelo entre los protagonistas, y sus respectivos intérpretes (Choi Min-sik y Yu Ji-Tae), es un espectáculo que enfrenta a un Oh Dae-su ansioso de respuestas y venganza con un “malo” brutal y genial, Lee Woo-jin, frío y calculador (y un cabrón de cuidado). Cada una de las acciones de Woo-jin es un puñal de simbolismo y rabia directo al corazón del protagonista (un segundo visionado ayuda a apreciar lo perfecta que resulta la película en muchos aspectos).
La forma en que se responde al ¿por qué? inicial durante los últimos 30 minutos es brutal, sencillamente brutal. A medida que se va desvelando el misterio con giros geniales, la película gana en intensidad hasta llegar a un clímax final que deja perplejo: antológico, sobrecogedor, amoral, en el que se atan todos y cada uno de los cabos sueltos y culmina la vendetta más retorcida, desproporcionada y trágica que ha dado el cine, ante la cual no puedo más que compadecerme de los personajes (es curioso que esta sea la única peli de la trilogía que no lleva la palabra sympathy en el título), aunque ni eso sería suficiente. Un claro ejemplo de que lo único peor que no alcanzar la venganza es…alcanzar la venganza.
Ponen la guinda unas actuaciones de clase mundial (siempre en versión original, ya que si el prota habla con la voz de Homer Simpson la cosa pierde seriedad y dramatismo, las cosas claras), un guión impecable lleno de perlitas y citas memorables y una banda sonora con temas realmente fantásticos (las escenas finales con "Farewell my Lovely" y "The Last Waltz" son impresionantes).
Todo esto hace de “Oldboy” un “must-see”, una fascinante mezcla de violentas reacciones humanas y preciosa factura técnica, un thriller que compone una retorcida historia de redención, abundante en momentos y secuencias inolvidables y que, con 3 millones de dólares de presupuesto, se gana el derecho de enseñarle con orgullo el dedo a Hollywood.
"Aunque no sea más que una bestia, ¿no tengo también derecho a vivir?" Oh Dae-su dixit.
“Oldboy” es la segunda parte de la Trilogía de la Venganza de Park Chan-wook (el Tarantino coreano) y la mejor de las tres.
El comienzo resulta brillante y el vértigo que transmite es un presagio de lo que será toda la película. Un hombre está a punto de caer al vacío desde lo alto de un edificio, pero otro lo tiene sujeto por la corbata. Y sin que tengamos la menor idea de lo que pasa se nos presenta al protagonista, Oh Dae-su, en un gran flashback inicial que nos cuenta su historia. Una noche, sin razón aparente, Oh Dae-su es capturado y encerrado en una habitación, en la que permanecerá durante 15 años, sin ningún tipo de contacto humano y sin más compañía que una televisión, las alucinaciones fruto de la soledad, un millar de preguntas y la sed de venganza. Este es el punto de partida para la mejor historia de venganza que he visto, y probablemente, que vaya a ver nunca. Revelar más sería privar a quien lea esto de la preciosa desorientación que transmite el film (desorientación, vértigo y nausea). La venganza en el cine es un recurso bastante trillado que ha dado pie a algunas grandes películas (y muchas no tan buenas), porque permite gran variedad de consecuencias dramáticas y un acercamiento automático del espectador al personaje, pero lo que hace Chan-wook aquí es mucho más, es algo único. Es la visión de Park de un mundo asolado por la violencia, el sadismo, la venganza, la misantropía y el masoquismo, en el que pese a todo consigue encontrar una extraña belleza en toda esa fealdad.
El film atrapa totalmente durante las dos horas de metraje. Y no sabría decir si por el genial argumento y giros en la trama o por la brutal fotografía del film, con un uso de cámara impresionante que deja escenas de increíble belleza aún en la violencia (el pulpo, el maravillosos travelling en el pasillo, prácticamente todo el cuarto de hora final,…). Casi se podría hacer pausa en cualquier fotograma de la película y tener una imagen digna de un poster.
El duelo entre los protagonistas, y sus respectivos intérpretes (Choi Min-sik y Yu Ji-Tae), es un espectáculo que enfrenta a un Oh Dae-su ansioso de respuestas y venganza con un “malo” brutal y genial, Lee Woo-jin, frío y calculador (y un cabrón de cuidado). Cada una de las acciones de Woo-jin es un puñal de simbolismo y rabia directo al corazón del protagonista (un segundo visionado ayuda a apreciar lo perfecta que resulta la película en muchos aspectos).
La forma en que se responde al ¿por qué? inicial durante los últimos 30 minutos es brutal, sencillamente brutal. A medida que se va desvelando el misterio con giros geniales, la película gana en intensidad hasta llegar a un clímax final que deja perplejo: antológico, sobrecogedor, amoral, en el que se atan todos y cada uno de los cabos sueltos y culmina la vendetta más retorcida, desproporcionada y trágica que ha dado el cine, ante la cual no puedo más que compadecerme de los personajes (es curioso que esta sea la única peli de la trilogía que no lleva la palabra sympathy en el título), aunque ni eso sería suficiente. Un claro ejemplo de que lo único peor que no alcanzar la venganza es…alcanzar la venganza.
Ponen la guinda unas actuaciones de clase mundial (siempre en versión original, ya que si el prota habla con la voz de Homer Simpson la cosa pierde seriedad y dramatismo, las cosas claras), un guión impecable lleno de perlitas y citas memorables y una banda sonora con temas realmente fantásticos (las escenas finales con "Farewell my Lovely" y "The Last Waltz" son impresionantes).
Todo esto hace de “Oldboy” un “must-see”, una fascinante mezcla de violentas reacciones humanas y preciosa factura técnica, un thriller que compone una retorcida historia de redención, abundante en momentos y secuencias inolvidables y que, con 3 millones de dólares de presupuesto, se gana el derecho de enseñarle con orgullo el dedo a Hollywood.
"Aunque no sea más que una bestia, ¿no tengo también derecho a vivir?" Oh Dae-su dixit.

8,3
95.261
10
8 de abril de 2012
8 de abril de 2012
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sé si es magia o realidad, pero a veces una película puede ejercer un extraño poder sobre aquellos sentados en la oscuridad de las butacas del cine. Sólo unas pocas, aquellas realmente buenas, llegan a manipular la percepción de la realidad, a alterar la forma en la que uno ve la vida. Para mí “Cinema Paradiso” es una de ellas, una fusión perfecta de perfecta dirección, actuaciones, guión y banda sonora que ha conseguido emocionarme como nunca antes, como nunca después.
Giuseppe Tornatore dirige y escribe en estado de gracia mientras que Philippe Noiret creando un Alfredo inolvidable y la pareja Salvatore Cascio/Marco Leonardi como Toto (niño/adolescente) se comen cada escena que comparten y brindan unas interpretaciones memorables, comparables a las de muchos oscarizados. Los secundarios no se quedan atrás y regalan un coro de personajes para el recuerdo, como la sufrida madre del protagonista, su primer y tal vez único amor, Elena, interpretada por una bella Agnese Nano, el entrañable Padre Adelfio, cura y censor, el loco dueño de la plaza frente al Paradiso y un largo etcétera.
Mención aparte merece la música de Ennio Morricone. No puedo imaginarme una partitura más apropiada para este film que el “Love Theme” compuesto por el genio italiano, probablemente la pieza más emotiva que ha acompañado a una película y que pone la guinda a una banda sonora que eleva, que emociona, y sin la cual el film no sería el mismo ni hubiera calado tan profundamente en tan variopintos espectadores.
Siguiendo en un inmenso flashback las distintas etapas de la vida de un chico siciliano, Salvatore “Toto” di Vita, desde niño hasta convertirse en un prominente cineasta, “Cinema Paradiso” nos ofrece una conmovedora historia de dos amigos que comparten su amor por el cine, un maravilloso retrato de un pueblo siciliano y sus gentes y, en su versión sin cortes, probablemente la historia de amor más romántica y emotiva que haya visto en la gran pantalla y se convierte la más bella carta de amor al cine, a su historia, a su esencia.
Y todo esto sin superestrellas de Hollywood, sin efectos especiales, solo pura emoción y sentimiento: amor y alegría, miedo, dolor y rechazo, sueños, nostalgia de la infancia y la juventud, recuerdos de lugares y tiempos que no volverán, de los seres queridos. *Falta espacio, sigo en spoiler*
Giuseppe Tornatore dirige y escribe en estado de gracia mientras que Philippe Noiret creando un Alfredo inolvidable y la pareja Salvatore Cascio/Marco Leonardi como Toto (niño/adolescente) se comen cada escena que comparten y brindan unas interpretaciones memorables, comparables a las de muchos oscarizados. Los secundarios no se quedan atrás y regalan un coro de personajes para el recuerdo, como la sufrida madre del protagonista, su primer y tal vez único amor, Elena, interpretada por una bella Agnese Nano, el entrañable Padre Adelfio, cura y censor, el loco dueño de la plaza frente al Paradiso y un largo etcétera.
Mención aparte merece la música de Ennio Morricone. No puedo imaginarme una partitura más apropiada para este film que el “Love Theme” compuesto por el genio italiano, probablemente la pieza más emotiva que ha acompañado a una película y que pone la guinda a una banda sonora que eleva, que emociona, y sin la cual el film no sería el mismo ni hubiera calado tan profundamente en tan variopintos espectadores.
Siguiendo en un inmenso flashback las distintas etapas de la vida de un chico siciliano, Salvatore “Toto” di Vita, desde niño hasta convertirse en un prominente cineasta, “Cinema Paradiso” nos ofrece una conmovedora historia de dos amigos que comparten su amor por el cine, un maravilloso retrato de un pueblo siciliano y sus gentes y, en su versión sin cortes, probablemente la historia de amor más romántica y emotiva que haya visto en la gran pantalla y se convierte la más bella carta de amor al cine, a su historia, a su esencia.
Y todo esto sin superestrellas de Hollywood, sin efectos especiales, solo pura emoción y sentimiento: amor y alegría, miedo, dolor y rechazo, sueños, nostalgia de la infancia y la juventud, recuerdos de lugares y tiempos que no volverán, de los seres queridos. *Falta espacio, sigo en spoiler*
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Además de la versión editada por la productora de dos horas del film, que emocionó al mundo en 1989, existe también una versión original sin cortes de tres horas, que en mi opinión es mucho más profunda, más sentimental y desgarradora, de alguna forma más oscura, vamos, más todo. Sigue siendo todo lo que era la versión editada pero casi se podría decir que es otra película. Da respuesta a muchas preguntas que en la cinta de 1989 quedaban en el aire y profundiza más en la vida, y en como esta se ve afectada por las decisiones que vamos tomando (o que toman por nosotros), en la maldición de Toto, en forma de dos amores, que ve como el éxito en uno de ellos sólo le llega con el sacrificio del otro.
Por último me gustaría dedicar unas palabras a la escena final. Si ya en la versión editada era casi imposible llegar al Fine sin lágrimas en los ojos, en la versión uncut el fantástico regalo de Alfredo a Toto adquiere muchísimo más significado, haciéndolo, aunque parezca mentira, mucho más emotivo. De cualquier modo, el último minuto de “Cinema Paradiso” es completamente inigualable, el más bello tributo a la historia del cine y un canto directo al corazón de todo aquel que alguna vez ha amado o se ha apasionado por algo o alguien, de quien ha tenido un sueño imposible, de quien ha vivido. 6, 5, 4, 3,…Solamente amore.
“Hagas lo que hagas, ámalo, como amabas la cabina del Paradiso”
Por último me gustaría dedicar unas palabras a la escena final. Si ya en la versión editada era casi imposible llegar al Fine sin lágrimas en los ojos, en la versión uncut el fantástico regalo de Alfredo a Toto adquiere muchísimo más significado, haciéndolo, aunque parezca mentira, mucho más emotivo. De cualquier modo, el último minuto de “Cinema Paradiso” es completamente inigualable, el más bello tributo a la historia del cine y un canto directo al corazón de todo aquel que alguna vez ha amado o se ha apasionado por algo o alguien, de quien ha tenido un sueño imposible, de quien ha vivido. 6, 5, 4, 3,…Solamente amore.
“Hagas lo que hagas, ámalo, como amabas la cabina del Paradiso”
Más sobre Hartigan
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here