Esta serie se encuentra entre las mejores que he visto en mucho tiempo y me alegro enormemente de haberla descubierto. Evidentemente en cuanto a gustos todo es subjetivo, pero a mi me ha encantado. Es hermosa y vibrante. Tiene ritmo, tensión y te engancha desde el principio hasta el final. Sus protagonistas no pueden haber sido mejor escogidos, parece que han nacido para este papel y da la sensación de que se encuentran en estado de gracia: su tensión, su complicidad y sus sentimientos, sus miradas, su luz y oscuridad traspasan la pantalla de una manera que me ha sorprendido porque pocas veces te llegan al alma con esa fuerza. Y sí, las canciones son realmente buenas y crean una banda sonora que funciona en la trama como otro personaje principal más. Si hay partes mejorables, que no digo que no, creo que son insignificantes en comparación con lo que ofrece el resto de la serie. Así que amigo mío, si aún no la has visto, no te lo pienses más: ya estás tardando en enchufar la eléctrica al amplificador y subirte al escenario junto a Daisy Jones and The Six para vivir esta maravillosa aventura.

En el tercer capítulo me doy por vencido y lo dejo. Por un lado me parece una serie tediosa, que avanza lenta y sin ningún tipo de interés. Y por otro me resulta muy desagradable, donde los desvaríos del carnicero en cuestión hacen que se me revuelva todo y no siento la menor necesidad de ver todos esos detalles y de conocer la vida y transformación de un depravado. Al contrario que un Anhibal Lecter, que a pesar de ser un asesino peligrosísimo tenía un encanto oscuro y magnético, en esta serie el protagonista me repugna totalmente y ningún personaje ofrece el mínimo atractivo para animarme a seguir viéndola. Los guionistas han diseñado una historia sin ningún tipo de suspense o emoción, más allá de la progresión en la barbarie del protagonista. Lo único que me parece reseñable es la ambientación y el tono de la cámara, pero no son suficiente para mantener mi atención por un minuto más.