He de reconocer que llegué a ver la película de forma muy preventiva y con muchos prejuicios, sin esperar nada bueno. Y me he llevado una muy grata sorpresa con el resultado. Muy atractiva visualmente, con el ritmo adecuado para cada momento, sin hacer que la peli sea tediosa e insoportable como la de Lynch.

Viendo las críticas de los profesionales no hay más que remarcar su más absoluta ignorancia sobre lo que acontece en la película. Cierto que a Roland Emmerich le gusta mucho el exceso visual, pero no creo que éste sea el caso. Si una vez vista la la película, alguno de éstos críticos se hubiese visto algún fotograma real de la batalla en cuestión, no se permitirían hablar con la soltura que lo hacen. Creo que las acciones de combate son lo que han de ser, con algún exceso de los propios del director, como es el derribar el artillero de cola varios Zero en una misma escena. Desde luego no es "Tora, tora, tora", pero es entretenida y cumple mucho mejor que películas como "Pearl Harbor".

Ya puede aprender Nolan a hacer una película bélica,y no el mojón que supuso Dunquerke. Me ha sorprendido por ese grandioso plano secuencia que hace que no te escapes de la historia. Y me ha sorprendido, porque con apenas dos personajes desarrolla la mayor parte de la película sin que sea aburrido ni previsible. Bien por Mendes.

Espejo en el que deberían reflejarse todas aquellas películas bélicas que pretendan ser algo en la historia del cine. La historia bien narrada, sin apelotonar hechos, sino contándolos de forma fluida, contando lo que hay que contar, usando los efectos especiales necesarios para dar el empaque necesario a la acción, escenas luego utilizadas en otras películas de la Segunda Guerra Mundial.

Un intento de mezclar una película como "De aquí a la eternidad" con "Tora, tora, tora", y ni se acerca a una, ni a otra. Un camelo absurdo y sin sentido. Para éste viaje no hacen falta alforjas. Hasta los combates aéreos son de chiste. No consigo entender como con los medios disponibles para contar una historia que por ser real, no necesita de inventos, Michael Bay se monta éste bodrio pseudohistórico, con más fallos que un Alfa Romeo. Dicho lo cual, todo el mundo debería tener un Alfa en algún momento de su vida, pero nadie jamás debería ver de forma voluntaria ésta película. El más sencillo libro de historia sobre el hecho en sí, le habría enseñado al director a no meter la pata de forma tan reiterada y cansina.