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Críticas 87
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
7
26 de octubre de 2016
95 de 118 usuarios han encontrado esta crítica útil
En mi opinión este es el primer capítulo de la nueva temporada que realmente encaja con la esencia de la serie Black Mirror.

Y eso que la historia viaja al pasado para inscribirse en un escenario ochentero, colorista y discotequero. Pero claro, los que seguimos la serie desde el principio sabemos que eso no puede ser así, por lo que todas las alertas están encendidas esperando la vuelta de tuerca.
Y muy bien, tiene un gran mérito que te sorprenda algo que ya te esperas.

Pienso en los espectadores que puedan plantarse delante de este capítulo de rebote, sin haber oído siquiera hablar de Black Mirror, y no llego a imaginar lo abierta que puede llegar a quedar su boca tras verlo.

Sigo en el spoiler.
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Y si no te esperas lo que ya te esperabas es porque la historia está muy bien diseñada y desarrollada. El salto del pasado al futuro se hace de una manera certera y sorprendente, y enseguida comienzan a plantearse no sólo dudas vitales, sino dudas existenciales. Además entra en escena la tecnología para hacernos preguntas incómodas sobre el futuro del ser humano.
Y es que al final ese es el sello Black Mirror y lo que muchos buscamos en cada nuevo capítulo que vemos.

Tecnologías y giros argumentales aparte, también cabe destacar la historia de amor que se narra. Resulta idílica en todos los sentidos, apasionada, prohibida, surgida del choque entre dos chicas diametralmente opuestas y con su dosis necesaria de conflicto. Especialmente emotiva resulta la escena en la que Kelly habla de su marido y de su hija muerta. Y de la paradoja que supondría una vida feliz eterna en San Junípero. Además la historia cuenta con unas buenas interpretaciones. Y pululan por ella temas tan jugosos como lo son la vida, la muerte, la vejez o la libertad.
Por cierto, ver a las dos protagonistas en un descapotable, con los brazos arriba celebrando su libertad y también su muerte me ha traído directamente a la retina la escena final de Thelma y Louise.

Mención aparte merece el desenlace.
Al igual que en Oso Blanco pudimos asistir a las mejores escenas que se recuerdan insertadas en unos títulos de crédito, esta vez se tira de este mismo recurso de manera grosera e innecesaria a mi parecer.

De hecho iba a ponerle más nota al capítulo, pero no me ha gustado el final. No sé, hay un empeño en toda esta temporada por desdramatizar y desembocar en la autocomplacencia.
La serie ha perdido su mala leche en favor del espectáculo y el entretenimiento. Lo que antes era corrosivo, ahora resulta socarrón.

Creo que el final no es coherente con uno de sus personajes y el resultado es un canto a la vida tan forzado como grotesco.

Aunque quién sabe, hasta puede que se exagere esa felicidad para subrayar que de algún modo es falsa.
Espera, que todavía le subo la nota...
27 de septiembre de 2024
45 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tengo que comenzar confesando que prefiero el cine a las series. Monsters, recién terminada de ver, me parece un ejemplo perfecto para reafirmarme en esta idea. Muchos dirán que las series también son cine. O incluso que ahora mismo muchas series son mejor cine que el propio cine. Y es que cuando se invierte mucho dinero en algo, eso se acaba por notar.

Pero a lo que voy es al formato, al uso del tiempo. Una serie se supone que te permite profundizar en una historia y hacerla así más interesante. Pero si no lo consigues, el efecto es justo el contrario, y la sensación de pérdida de tiempo escuece mucho más. Monsters me ha resultado una serie bastante irregular y deslavazada. Hay demasiado material, mucha reiteración, desorden cronológico y bastante desconcierto. Da unos volantazos terribles en su estilo. Salta desde la pausa y la introspección hacia el frenesí más videoclipero con demasiada facilidad. En definitiva da demasiados brochazos en todas direcciones.

Por eso, en lugar de la serie completa, hubiera preferido ver exclusivamente el capítulo 5, que es en sí mismo una excepcional obra cinematográfica. Y esta sensación me viene ocurriendo también con otras series, en las que hay capítulos brutales, que destacan mucho sobre otros mediocres, o incluso malos. Como ejemplo se me ocurre el tremendo capítulo 8 de la primera temporada de La casa del dragón, o el 5 de Ripley, o el 7 de la primera temporada de Homeland. Bien es cierto que por ejemplo Ripley me gustó en su conjunto, así que también encuentro el disfrute en algunas series, por supuesto. Pero en el caso de Monsters, en lugar de invertir tanto tiempo en esos 9 capítulos tan largos y estirados, hubiera preferido ver 5 o 6 películas que me hubieran transportado hacia otros lugares, historias y personajes diferentes. Los Menéndez se me acabaron haciendo un poco de bola.

De todos modos, este debate sobre el cine y las series, además de resultar un poco estéril, no es el objetivo de este comentario. Sino más bien una pequeña reflexión antes de centrarme en ese capítulo 5 de la serie, que me ha fascinado soberanamente y al que le dedico el spoiler.
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Ya sólo el planteamiento de este episodio es un desafío. 36 minutos, un solo plano y un solo actor hablando. De aquí podría haber salido un engendro de capítulo, pero a mí me ha maravillado. Sobre todo porque creo que se alcanza la cota más alta de emoción y de profundidad de todo el extenso metraje de la serie. Y todo con un recurso tan sencillo como ir acercándose hacia el protagonista con un zoom progresivo de cámara, que tiene todo el sentido y que además suma expresividad a la escena. Y por supuesto, la interpretación de un actor en absoluto estado de gracia que se envuelve de verdad en la piel de un personaje tan difícil. Tremendo trabajo de Cooper Koch.

He leído muchas opiniones sobre lo escalofriante que resulta el testimonio de Erik Menéndez, y coincido. Pero aparte del mero relato de los abusos sufridos, me resulta más estremecedor aún su reflexión final, casi metafísica, con la cámara ya en primer plano sobre el rostro, radiografiando a este criminal que también es víctima, todo en uno. Es desolador ver su absoluta desorientación sobre quién es él o si tan siquiera existe.

Y ya para terminar de retorcerlo todo, cabría la posibilidad de que sea falso todo lo que cuenta. Puesto que ese es al final el verdadero enigma de la familia Menéndez, y no los crímenes. Puede que toda la confesión sea falsa, estudiada y ensayada, y que esta escena sea al final la de un actor interpretando a otro actor. Y sólo pensar esto, resulta totalmente perturbador.
24 de febrero de 2007
52 de 70 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocas veces he tenido una sensación tan intensa de ir de menos a más ante una peli. El arranque a lo cine mudo, ingenuo como un teatro para niños, va abriendo paso a una de las historias más desgarradoras jamás vistas, con una secuencia final que te deja tan agarrotado e inmóvil como la mano del protagonista asida a su antiguo pupitre de profesor.

Por muy gallo que sea un hombre, hay un tipo de mujer que puede hacer de él una gallina.
7 de abril de 2024
34 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Así de primeras me echaba un poco para atrás meterme en esta nueva adaptación, habiendo visto ya A pleno sol y El talento de Mr. Ripley. Pero en la balanza hacía contrapeso The night of, la anterior miniserie del director, Steven Zaillian, que me había encantado.

Al final ha sido un acierto total el revisitar esta historia desde esta nueva óptica, y ahora diré por qué.

No escribo esta reseña para hablar del guion ni del argumento de la serie, ni siquiera de las interpretaciones. Así rápidamente, en esta nueva entrega se mantienen los mismos ingredientes de la trama, con un personaje central totalmente jugoso y poderosamente seductor, y buenas dosis de tensión. Aunque tampoco se puede negar que algunos personajes resultan demasiado ingenuos y alguna situación puede resultar exasperante.
En cuanto a los actores, veo algo irregular el reparto. Excelente la actuación de Andrew Scott, que es la importante, pero algo flojas para mi gusto las de Dickie Greenleaf y Marge. Bastante extraña la elección de casting de Eliot Sumner como Freddie Miles, me chirría bastante ese personaje. La galería de secundarios en cambio es excelente, con especial mención a todos los recepcionistas de todos los hoteles que recorre Ripley a lo largo de la serie.

Pero voy directamente al objeto de este comentario, y lo que realmente me ha deslumbrado de esta miniserie.

Empiezo por la fotografía, ese blanco y negro casi expresionista, esos encuadres e insertos de planos desde todo tipo de ángulos, deteniéndose en cientos de detalles, callejones, ventanas, puentes, esculturas, cuadros... Es tremendo el arranque de la serie, toda la parte de Nueva York, la manera en que está fotografiada es en realidad una radiografía de nuestro protagonista, su psicología, su estilo de vida, sus tejemanejes, todo. Un 10 para el primer capítulo, una obra de arte en sí mismo.

Luego está la obsesión con algunos elementos, como lo son el agua y las escaleras, que son transformados en una suerte de estribillo que se repite incisivamente. El agua, sin querer hacer spoiler, es trascendental en la historia, y va a acompañarnos a lo largo de la serie como si de un río se tratara. La ducha averiada de Nueva York, las pesadillas acuáticas, la empresa de barcos, el yate, la lancha y, por supuesto, la propia Venecia. Y luego están las escaleras, que hasta adquieren un valor cómico en esas constantes subidas y bajadas por el pueblecito italiano, o el ascensor averiado de Roma. Pero también lo veo como una metáfora del poder, del estatus de cada personaje y el ansia por ascender en la escala social por parte de Tom Ripley.

Otra cosa interesante para mí ha sido la obsesión con Caravaggio. Hasta el punto de ser vital en alguna de las escenas. También creo que ha influido en la manera de trabajar la luz en ese blanco y negro tan expresivo. Y otro matiz que yo veo es que a medida que Ripley se introduce en un nivel de vida cada vez más refinado y aristocrático, va en aumento su observación del arte, y su devoción por él. Incluso pareciera que Caravaggio es lo único que puede llegar a apasionarle profundamente, dado que el personaje carece de toda pulsión emocional o incluso sexual.

Por último, otra cosa que me parece extraordinariamente destacable es la fisicidad con la que está narrada la historia. No me gusta mucho el palabro "fisicidad", pero me refiero a cómo se detiene la narración en mostrarnos cómo son ejecutadas las acciones por parte del protagonista. Lo que en cualquier otra serie estaría reducido a un montón de elipsis, es mostrado aquí con todo lujo de detalles y casi en tiempo real. Y además con imperfecciones, descuidos, errores y torpezas. Lo que dota la acción de una humanidad aplastante, y también de veracidad, en contraposición a esa perfección que suele mostrarse actualmente en el cine para este tipo de personajes, que actúan con precisión milimétrica. Hay muchos ejemplos, pero me viene aquí a la cabeza otro personaje muy heredero de Ripley, como lo es Jason Bourne, curiosamente protagonizado por Matt Damon, quien también fuera Tom Ripley en el film de 1.999.
29 de enero de 2009
39 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
El arranque lo he visto muy Twin Peaks. Está muerta, aunque no envuelta en un plástico, y luego nos trasladamos a un instituto de chavales que se mueven en el filo del freakismo y el glamour. Sinceramente, según avanzaba la proyección, pensaba que en cualquier momento iba a ocurrir algo paranormal, al más puro estilo Lynch, más aún al ver aparecer al personaje The Pin, una especie de "capo" de ultratumba...

Pero no, no se sigue la senda de Lynch, sino la del cine negro más académico. Y mi opinión es que tanto la trama, como muchos de los diálogos y de las secuencias son bastante meritorios y en este sentido mi nota sería mayor...

Pero me es imposible empatizar con los personajes. Ni con ese extraño instituto.
Vamos, que la historia se ubica en un lugar equivocado e inverosímil y es vivida por una muchachada que recita unos diálogos que no les pegan ni con cola.
Es igual que si quieres hacer una peli de ciencia ficción situando la acción entre las calles y las gentes de Fresnedillas de la Oliva. Sí, no se ha hecho nunca, pero si no se hace tampoco pasa nada...
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