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Críticas 1.430
Críticas ordenadas por utilidad
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19 de abril de 2024 Sé el primero en valorar esta crítica
Adelantándose al sino de los tiempos William Friedkin entra al trapo en un género hermanado con las tablas y que sigue siendo el mejor caldo de cultivo para las dramedias con una cena o comida de amigos, lo que nos conduce invariablemente a la sensación de teatro filmado, alejándose de la temática LGTB por los, hasta ese momento, contextos habituales de cariz trágico, sórdido o truculento en los que transitaban sus relatos....un aro por el que Friedkin iba a transitar en futuras ocasiones con nota alta.
Que sólo uno de los protagonistas no sea gay -no de puertas afuera, porque experiencias no le faltan- sirve como barómetro a la medición de valores y prejuicios -los que son dolosos y los que se escudan en el humor- desde uno y otro lado, creando una brújula moral del grado de trabajo que quedaba todavía por completar en la eliminación de estigmas sociales y tabúes en pro del respeto y la convivencia, abordando desde las relaciones sentimentales, la discriminación, la homofobia e incluso la prostitución masculina todas las aristas emocionales. El chapero funciona, a su vez, como espejo del clasismo discriminatorio y las mofas a las que se expone entre los propios protagonistas que suelen soportar el mismo trato vejatorio al que ellos le someten, menospreciándolo por trabajar como cowboy de medianoche.
A diferencia de la adaptación de 2020, bajo el paraguas de la santisima trinidad de estrellas LGTB mas mediáticas de la televisión actual -Jim Parsons, Zachary Quinto y Matt Bomer-, Bill Friedkin apuesta por contar integramente con un reparto poco conocido, el de la obra teatral original de Mart Crowley estrenada en Broadway dos años antes.
En casos así, ya se sabe. Si te gusta el material original en su formato de base, la que tienes delante es una adaptación formal, académica y rabiosamente moderna para su contextualización en los albores del nuevo cine estadounidense.
Reconozco que no me ha costado mucho adivinar de qué personaje se haría cargo Jim Parsons en su última adaptación una vez se muestra tal como es: cruel, resentido, cínico, repulsivo y cobarde.
29 de marzo de 2024 Sé el primero en valorar esta crítica
Están empoderadas. Están sororizadas. Están buenas. Y son hermanas de fraternidad que llegan dispuestas a tocar las bol....digo, los bolos.
Son unos pervertidos. No tienen vida social. Son buenos, es decir, buenos estudiantes. Y son un puñado de nerds dispuestos a tocarse a sí mismos espiándolas a escondidas porque no se atreven a hablar con chicas.
Y cuando el mundo está en peligro, sólo los desarrapados y barbies presentes en un marco tan dado a librar batallas como un espacio cerrado de ocio juvenil -hola, final de temporada de 'Stranger Things 3'- pueden combatir terroríficos geniecillos interdimensionales haciendo suya la máxima de que el enemigo de mi enemigo es mi amigo sobreviviendo al terror, psicópatas en camisón empuñando un hacha, apaleamientos de culamen o vendettas antimirones abrasándoles la cara.
Lo más encomiable en Empire Pictures -en el ecuador de su existencia- es que de entrada sabes que todos los excesos imaginables, en sexo, en violencia, en rituales mágicos y giros trombólicos y fantásticos que rizan el rizo, son posiblemente menos de lo que está por llegar.
Treinta y cinco años después, como la Troma, Charles Band sigue a lo suyo como productor -produjo una secuela en 2022- mientras David DeCoteau permanece atrapado en una telefílmica saga digna de la sobremesa de Antena 3 con Vivica A. Fox.
Pero estamos en 1988. Y el director de 'Boy just wanna have sex', 'Revenge of the babes' o 'Creepozoids' sabe a lo que juega contando con el punk power de Linnea Quigley ('Night of the Demons'), Brinke Stevens, Robin Stille ('El guerrero americano 4: Aniquilación') y la estrella de películas eróticofestivas -eso se nota- Michelle Bauer como imbatibles scream queens peleando (y amando) contra una amenaza demoníaca -una marioneta de gárgola puñeterilla- que intenta chafarles la noche a ellas o a Andras Jones reemplazando el pelopincho de 'Pesadilla en Elm Street 4: El amo del sueño' (1988, Renny Harlin) por el look de depravadillo empollón.
Advertencia: por su lenguaje soez, violencia brutal, temáticas para adultos, promiscuidad y abuso de sustancias esta película ha recibido una calificación restringida.
Advertencia para cinéfilos: el David Lean que aparece en los créditos finales como "assistant director" no es ese David Lean.
13 de marzo de 2024 Sé el primero en valorar esta crítica
Aunque no lo parezca, 'El fin de los Días' (1999, Peter Hyams) y 'Maggie' tienen dos cosas en común: ambas son películas de terror, y en las dos hay un momento (vale, en ésta hay varios) en los que Arnold cree que, igual que muchos piensan que balancearse es el modo correcto de hacer las repeticiones de curl biceps, para él llorar consiste en untarse de colirio los ojos y apretar la mandíbula. Ninguno de los dos atajos funciona.
El género zombi se ha abordado desde los relatos de terror puro, la fantasía, el cine de acción y supervivencia, las comedias románticas, e incluso reinventando clásicos de la literatura universal. El visionario director del videojuego 'Halo 5: Guardians', Henry Hobson, decidió, antes de parir su "obra cumbre", que el arte y ensayo -el envoltorio al menos- con estampas bucólicas y planos naturalistas de hierbajos acunados por la brisa al amanecer o al atardecer (da igual, si asoma el sol quedará fotogénico) que cortan y pegan a Terrence Malick en el apogeo de su regreso, sería un planteamiento interesante para el género.
Pero lo más interesante de 'Maggie' es ver cómo su título no se aleja de la verdad y, como era predecible, Abigail Breslin -que venía rodada, y ha seguido rodándose con el género-, en cierta manera como si a la niña del sótano de George Romero en 'La noche de los Muertos Vivientes' se le otorgase un tamiz de personaje tridimensional, con chicha dialéctica.y emocional, se merienda vivo al Chuache, aunque no a su cerebro (que sería lo natural dada su situación de no muerta) sino actuando, en un melodrama familiar zombi, pero melodrama familiar a fin de cuentas.
Joely Richardson se conforma con tener escenas en las que compartir con Breslin, no tanto con el roble, la misma electricidad negativa, mezcla de afecto y de miedos justificables, que reproduciría poco después con Nicolas Cage en otro escenario de horror agorafóbico.
Buen intento Arnie, pero no es lo tuyo. Por más que te hayas convertido en un actor que puede contemplar desde una altura considerable a aquel ex culturista metido actor de principios de los 80.
3 de marzo de 2024 Sé el primero en valorar esta crítica
No lo inventó, ni es el único cómico que lo ha aplicado para convertirlo en parte de su encanto aderezado con (eso sí puede atribuírsele a él) ser el perfecto "huevón" y gañan adorable en su formato standard, el que ya mostraba adelantándose a Ryan 'Van Wilder' Reynolds como zanguangazo heredero al que las circunstancias obligan a ponerse las pilas y acabar sus estudios académicos si quiere pillar cacho de una herencia (para lo de las novietas se las pinta solo) en una reconocible comedia "tardoadolescente" en la que ya luce con orgullo los cimientos que han levantado la Adam Sandler's Apreciation Society que define a grosso modo la mayor parte de su filmografía, la que lo ha convertido en una estrella del género en cualquier rango de edad: privar pizza y cerveza con los colegas, salir de fiesta, gastar lo menos posible en pantalones largos -las gorras y bermudas no son negociables- y, por supuesto, enamorarse de una pibonaza a la que, pese a contar con más mili que él, se le otorga la condición de hot teacher frente a un tipo al que se le quedaría exigua la etiqueta de repetidor. Tener de maestra a Bridgette Wilson es un handicap para no quedarse en casa con la criada haciéndose el enfermo:
" - ¡No quiero ir al colegio!
- Si te quedas en casa, me depilarás los sobacos".
Si estuviésemos en 1995 se la recomendaría a los fans de Pauly Shore, Chris Farley -razón de más, sale aquí-, algún que otro Brendan Fraser primerizo o, simplemente, a quienes les chiflaba aquel capítulo de 'El Príncipe de Bel-Air' en el que Will Smith compartía aula con unos renacuajos.
Como estamos en 2024 y todo el planeta sabe quién y cómo es Adam Sandler le diré que ésta y 'Happy Gilmore' forman el antiguo y nuevo testamento de la biblia sandleriana con la visionaria futura directora de 'Crossroads' (la de Britney Spears) y 'Medio Flipados'. Y sí, hace 29 años Steve Buscemi ya era el freak más freak entre los freaks de la tropa sandleriana.
Sandlerazo en vena. Si no soportas el arranque, persiguiendo a un pingüino imaginario o jugando a las batallas con un bote de acondicionador y un champú, evita el resto de la película.
27 de febrero de 2024 Sé el primero en valorar esta crítica
Algunas personas no son amables con los leones, algunas personas no son amables con los hipopótamos, mejor piénsatelo dos veces y trata de ser amable...
¡Grau! ¡¡Grau!! ¡¡¡GRAU!!!
O explicandolo sin cantar, si eres un contrabandista cazador furtivo que no ama a los animales ni respeta el medio ambiente, y te tropiezas con un par de peleones ecologistas que responden a la descripción de un barbudo al que le encanta competir lanzando chorros de agua con los hipopótamos y un herm... digooo, primo rubiales experimentando con la media melena, pero exactamente el mismo de siempre en todo lo demás -sonreir como un bobalicón y vivir sobre la marcha- sal por patas del continente africano. No eres bienvenido.
Joe Bugner esta vez se topa con la plaza de buddy rubio de Bud ocupada, y se dedica, como toca, a ser un rival codicioso, finolis y autoparódico -cuando viste de corto-
contra el barbudo y el gualtrapas bon vivant (no te confíes: si le ganas un pulso a Terence Hill, todavía le queda otra mano libre).
El productor Italo Zingarelli, al que no sería tan descabellado colgar la medalla de haber descubierto a los Laurel & Hardy camorreros, dirigía su tercera y última película como también su última colaboración con ambos en una jarana disputadilla (más que de costumbre en uno de los combates de Bud) en la espectacular jungla africana metidos en ineludibles -y oportunos- tintes ecologistas cuyo fin didáctico no desvirtuaba los medios de ejecución de rigor que queremos ver puestos en práctica para justificar un mensaje educativo del cuidado del ecosistema. Aquí el único calentamiento que se admite es el de las mejillas de un puñado de bárbaros recibiendo soplamocos orgánicos que, paradójicamente, les dejarán en un estado de difícil sostenibilidad.
Y por cierto, ¡estoy con Bud! Me da igual lo bien que sepa el caviar, parece una caca de cabra enana.
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