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Críticas de Travis Bickle
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Críticas 92
Críticas ordenadas por utilidad
5
24 de febrero de 2022
11 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una bobada. Eso es Licorice Pizza. Una película centrada en dos personajes pavos, idiotas, repelentes, sin gota de gracia y más sosos que un salero recién fregado. No hay historia alguna ya que no se cuenta absolutamente nada. Todo aquello que dicen, hacen, sienten o viven los personajes te resbala totalmente ya que no te sientes atraído ni por sus preocupaciones ni intereses.

Uno lee de críticas profesionales cosas como “interpretaciones soberbias”, “oda maravillosamente nostálgica y evocadora a la juventud”, “vibrante y efervescente”, “la mejor película de 2021”, “furtiva profundidad sentimental”, “película infinita de amor y reconocimiento”, etc., y simplemente piensas que, si en lugar de Paul Thomas Anderson esto lo dirigiese otro caballero sin ninguna fama y reconocimiento previo, esto pintaría de otra manera. No hay comedia, no hay drama, no hay romance, no hay acción, no hay nada. Imaginen a un adolescente que va de sobrado (reto bastante sencillo) que se encoña de una tipa unos cuantos años mayor que va de madura y que no se cansa de recordar que los demás son unos niñatos, pero no hace otra cosa que demostrar una falta de madurez y “ennortamiento” muy preocupantes. Pues bien, de lo que ocurre entre ellos y su entorno, que es un conjunto vacío, han hecho una película. Y en medio de todo ello, a modo de cantoso pegote, nos cuelan el lamentable capítulo de Sean Penn y Tom Waits y, poco después, el de Bradley Cooper.

Se deja ver por estar bien rodada, la conseguida ambientación y sus escenarios, algunos temas musicales reconocibles para los que tengan un mínimo de cultura musical más allá de las Aitanas y Tanganas de turno y por el personaje interpretado por Harriet Sansom Harris. Eso sí, hay momentos de la película en que mantienen de fondo la banda sonora sin ningún sentido y significado y llega a volverse un pequeño incordio.
Travis Bickle
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8
31 de mayo de 2021
7 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cruella se desliza sobre el filo de la navaja para acabar triunfando con arriesgados cambios que podrían haberla hecho claudicar. Veamos, pues, sus personajes:

Cruella: la existencia de esta película, así como otras del mundo dálmata o centrados en el personaje de Cruella, es gracias a que la auténtica Cruella de Vil que aparecía en 101 dálmatas (1961) era una puta loca, fumadora compulsiva, anoréxica de tez enferma, amante de las pieles caninas, con maldad en sus venas y una auténtica y orgullosa tirana. No cabe duda que de no haber sido así, jamás habríamos visto esta y otras películas. Esta Cruella (Emma Stone) ni está loca, ni fuma, ni es mala, ni le gustan las pieles, es amiga de los perros y encima está buena. Pero funciona. Se alejan tanto del personaje original que crean uno propio con ciertas influencias y lo que consiguen al final termina encajando. Con menos sustancia y gracia que la cena de un vegano, pero reforzado por la potente interpretación de Emma Stone que sin duda le imprime un carácter propio muy reconfortante. Con esto más el añadido a esa cara y esa mirada donde a veces puede intuirse un cierto desequilibrio mental y que a veces parezca sacada de una peli de Tim Burton, ayudan a darle ese punto de oscuridad que debía tener.

Baronesa: toda la maldad, frialdad, prepotencia y arrogancia que se le esperaba a Cruella resulta que nos lo da la Baronesa magníficamente interpretada por Emma Thompson. Es el otro gran pilar de la película y, particularmente, mi personaje favorito.

Gaspar y Horacio: salvo que para Horacio la comida sigue siendo algo importante, de nuevo, poco se parecen estos a los originales. Antaño eran graciosos, imbéciles y realmente estaban hasta las pelotas y acojonados de su jefa Cruella. Ahora, el trío es una familia y estos dos lejos de ser lerdos, son avispados. Por cierto, si haces el esfuerzo en buscar un actor que se parezca a Horacio, ¿por qué no hacer lo mismo con Gaspar?

Buddy y Wink: los siempre fieles amigos curtidos en mil batallas y piezas fundamentales en cada situación de la película. Me ha gustado mucho ese toque de Wink a lo John Ford.

Otros: ahora es cuando viene lo oscuro de verdad más por el fondo que por la forma. Que haya cambios o apariciones de personajes poco convincentes se puede entender como parte de un todo donde hay aciertos y errores. El problema radica en contentar a las hordas de sedentarios intelectuales cuya única lucha es hacer el fantoche cada vez que pueden más por llamar la atención que por convencimiento y denunciar, qué sabe nadie, desde la comodidad de su hogar vía Twitter. Ahora la dama inglesa estirada de Anita es negra con pelo a lo afro; Roger no sabemos muy bien lo que pretende y parece venido de Bollywood y luego tenemos al personaje sarasa de turno con cierto aire a Rod Stewart que si lo eliminas, el fondo de la historia queda intacta. Es decir, está por estar y complacer a las corrientes fecales.

Cruella cumple bien su cometido y entretiene a la audiencia durante sus dos generosas horas con alguna tímida caída del ritmo en algún momento, pero para cuando quieres acordar ya vuelve a haber meneo de por medio. Entre todos sus efectos y contrastes, luces y movimientos y algún plano secuencia destacable, resalta y es muy meritorio todo el despliegue de vestuario y peluquería. Maestros de la costura aprobaría con nota esta película. Sin ser una película graciosa y repleta de acción, tiene algunos detalles cómicos bien construidos y metidos de manera inteligente además de equilibrar bien las dosis de desenfreno y pausa.

Otro gran punto fuerte es la selección de las canciones principalmente para los que muchas veces deseamos cortarnos las venas con lo que tenemos hoy en día. He visto muchas películas con un gran repertorio y reconocidos directores como Martin Scorsese, Quentin Tarantino, Danny Boyle, los Coen o el propio Craig Gillespie a menudo para sus películas utilizan grandes y variados temas musicales, pero ahora mismo no recuerdo una recopilación tan completa como el de Cruella: Supertramp, The Doors, Queen, David Bowie, The Rolling Stones, Blondie, Nancy Sinatra, Deep Purple, The Clash, Tina Turner, entre muchos otros.

Debo acabar, nuevamente, diciendo algo para mi regocijo. Me encantan esas películas que tras unos instantes de títulos de crédito finales vuelven a aparecer imágenes cuando más de la mitad de la gente ya ha salido escopeteada de la sala como si en la calle estuviesen regalando boletos de EuroMillones premiados, o mejor aún, hubiese un desfile de Victoria’s Secret. Podrá identificar a estos seres cada vez más numerosos (por desgracia) porque suelen llegar tarde a la película, no dejan de joder con la bolsa de las chuches, hablan a un volumen como si estuviesen solos en su cuadra, se pierden en la dificultosa ecuación de hallar su número de fila y asiento, tardan en sentarse lo que no hay escrito sudándoles la entrepierna si estorban a la gente de detrás y encima van tocando los cojones con la puta linterna del móvil. El otro día me vi en La 2 la película sueca The square y alguien preguntaba a la gente de la calle: “¿quiere salvar una vida humana?” Mi respuesta: “pues depende”. ¡A joderse toca!

¡Nos veremos en Dinsford!
Travis Bickle
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