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Críticas ordenadas por utilidad
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6
18 de mayo de 2020
18 de mayo de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comenzando con unos intertítulos a modo de escaleta, la historia se desarrolla en un futuro postapocalíptico donde los infectados cubren las calles de una gran ciudad sitiada por el gobierno, donde un paramilitar contratado por un importante magnate, el Mayor Max Gatling, deberá acudir para extraer sana y salva a la hija del empresario, Jude. A raíz de ello, conocerá un grupo peculiar de sobrevivientes.
El director y guionista de la película es Christopher Hatton, muy poco conocida cuyas intervenciones en el cine han sido obras menores y nada relevantes en la industria.
Como es común dentro del género, el tema principal tratado, anteponiéndose a la premisa de la infección, son las relaciones interpersonales que se establecen entre sus personajes barajando conceptos morales sobre lo que está bien y lo que está mal, teniendo en cuenta el factor de supervivencia individual en cada individuo.
El género principal es la acción, ya que el factor de intriga o suspense que lleva intrínseco el género del terror no está presente, siendo este conducido a un parámetro únicamente visual, salpicado con toques de ciencia ficción. Dentro de ambos géneros, el subgénero que más se ajusta a las circunstancias es el survival, no perteneciendo al subgénero zombi porque no son muertos vivientes los antagonistas, son infectados.
No es más que una coproducción entre EE.UU. y China orientada al gran público por la sencillez y las formas utilizadas tanto en argumento como en técnicas cinematográficas, realizada para entretener al espectador exclusivamente.
El guión es muy básico, utilizando la figura de un superhombre salvador, de carácter rudo y seco, utilizada hasta la saciedad desde los años ochenta hasta la actualidad en este tipo de cine. Presenta una estructura genérica que, aún así, en algunas ocasiones es pifiada por demasiada pretensión heroica por parte del guionista y recurre a factores anticlimáticos para conseguir superar algunos nudos.
Los diálogos entre los personajes se ajustan a la perfección a los tipos de tramas que se desean escenificar, gracias a los cuales el espectador identifica rápidamente los roles de cada superviviente y el desempeño que van a ofrecer al desarrollo de la película, aún habiendo gran cantidad porcentual de personajes sobrantes. La narración presenta una línea bastante regular, optando por los puntos fuertes que son la acción y reduciendo sustancialmente los puntos de inflexión, lo cual se agradece mucho por lo poco que deben y pueden ofrecer los personajes en cuanto a profundidad. También, opta por una narración lineal con pocas transiciones más que las necesarias hechas a través de cortes para mantener bien el espacio fílmico. La mínima construcción psicológica de sus personajes compensa muy bien a la película, ya que el espectador no desea ver personajes complejos, sino simple acción distópica.
Las interpretaciones son acordes al registro exigido, incluyendo una correcta elección de actores que por fisionomía armonizan muy bien con sus personajes, resaltando por esto último a Dolph Lundgren como el Mayor Max Gatling y a David Field como Duke, el cual ofrecerá subtramas adicionales muy bien recibidas para evitar enfocarse únicamente en la contienda contra los infectados.
La técnica utilizada es muy convencional en este tipo de filmes, recurriendo a movimientos rápidos de cámara, generalmente inestables, para transmitir esa sensación de peligro al espectador, sumado a picados cenitales para apreciar el peligro desde un punto seguro y observar la gran cantidad de figurantes manejados en plano. Como es acción, es normal el empleo de planos holandeses, empleando una angulación entre 25 y 40 grados para dar esa sensación de inestabilidad en los protagonistas. Se habría agradecido también el uso de dollys en ciertos momentos.
La fotografía malaya de Roger Chingirian ayuda mucho a crear la ambientación adecuada, usando muchísimos escenarios donde predominan los metales oxidados y la hojalata para ofrecer esa sensación de abandono, aunque la iluminación podría haber sido bastante más conseguida, aunque tiene momentos de lucidez cuando emplea las sombras como suplemento de las escenas explícitas, muy empleado en el expresionismo alemán.
La banda sonora a cargo de Joe Ng y Ting Si Hao es bastante aceptable, sabiendo mantener algo de intriga mediante sonidos techno sosegados marcados por un ritmo de percusión como música no-diegética.
A pesar que la pretensión de los elementos propios de la ciencia ficción era reforzar la idea de un avance que la humanidad no es capaz de controlar, como la infección, es utilizado como algo muy forzado y, siempre, como deus ex machina.
Con todo, es una película entretenida, bien dirigida y que da el pego como cine de acción, teniendo hasta un cameo a El día de los muertos (George A. Romero, 1985) y compareciendo un debate necesario sobre qué es un infectado y qué un zombi, a ver si se acaba la dichosa confusión de conceptos.
El director y guionista de la película es Christopher Hatton, muy poco conocida cuyas intervenciones en el cine han sido obras menores y nada relevantes en la industria.
Como es común dentro del género, el tema principal tratado, anteponiéndose a la premisa de la infección, son las relaciones interpersonales que se establecen entre sus personajes barajando conceptos morales sobre lo que está bien y lo que está mal, teniendo en cuenta el factor de supervivencia individual en cada individuo.
El género principal es la acción, ya que el factor de intriga o suspense que lleva intrínseco el género del terror no está presente, siendo este conducido a un parámetro únicamente visual, salpicado con toques de ciencia ficción. Dentro de ambos géneros, el subgénero que más se ajusta a las circunstancias es el survival, no perteneciendo al subgénero zombi porque no son muertos vivientes los antagonistas, son infectados.
No es más que una coproducción entre EE.UU. y China orientada al gran público por la sencillez y las formas utilizadas tanto en argumento como en técnicas cinematográficas, realizada para entretener al espectador exclusivamente.
El guión es muy básico, utilizando la figura de un superhombre salvador, de carácter rudo y seco, utilizada hasta la saciedad desde los años ochenta hasta la actualidad en este tipo de cine. Presenta una estructura genérica que, aún así, en algunas ocasiones es pifiada por demasiada pretensión heroica por parte del guionista y recurre a factores anticlimáticos para conseguir superar algunos nudos.
Los diálogos entre los personajes se ajustan a la perfección a los tipos de tramas que se desean escenificar, gracias a los cuales el espectador identifica rápidamente los roles de cada superviviente y el desempeño que van a ofrecer al desarrollo de la película, aún habiendo gran cantidad porcentual de personajes sobrantes. La narración presenta una línea bastante regular, optando por los puntos fuertes que son la acción y reduciendo sustancialmente los puntos de inflexión, lo cual se agradece mucho por lo poco que deben y pueden ofrecer los personajes en cuanto a profundidad. También, opta por una narración lineal con pocas transiciones más que las necesarias hechas a través de cortes para mantener bien el espacio fílmico. La mínima construcción psicológica de sus personajes compensa muy bien a la película, ya que el espectador no desea ver personajes complejos, sino simple acción distópica.
Las interpretaciones son acordes al registro exigido, incluyendo una correcta elección de actores que por fisionomía armonizan muy bien con sus personajes, resaltando por esto último a Dolph Lundgren como el Mayor Max Gatling y a David Field como Duke, el cual ofrecerá subtramas adicionales muy bien recibidas para evitar enfocarse únicamente en la contienda contra los infectados.
La técnica utilizada es muy convencional en este tipo de filmes, recurriendo a movimientos rápidos de cámara, generalmente inestables, para transmitir esa sensación de peligro al espectador, sumado a picados cenitales para apreciar el peligro desde un punto seguro y observar la gran cantidad de figurantes manejados en plano. Como es acción, es normal el empleo de planos holandeses, empleando una angulación entre 25 y 40 grados para dar esa sensación de inestabilidad en los protagonistas. Se habría agradecido también el uso de dollys en ciertos momentos.
La fotografía malaya de Roger Chingirian ayuda mucho a crear la ambientación adecuada, usando muchísimos escenarios donde predominan los metales oxidados y la hojalata para ofrecer esa sensación de abandono, aunque la iluminación podría haber sido bastante más conseguida, aunque tiene momentos de lucidez cuando emplea las sombras como suplemento de las escenas explícitas, muy empleado en el expresionismo alemán.
La banda sonora a cargo de Joe Ng y Ting Si Hao es bastante aceptable, sabiendo mantener algo de intriga mediante sonidos techno sosegados marcados por un ritmo de percusión como música no-diegética.
A pesar que la pretensión de los elementos propios de la ciencia ficción era reforzar la idea de un avance que la humanidad no es capaz de controlar, como la infección, es utilizado como algo muy forzado y, siempre, como deus ex machina.
Con todo, es una película entretenida, bien dirigida y que da el pego como cine de acción, teniendo hasta un cameo a El día de los muertos (George A. Romero, 1985) y compareciendo un debate necesario sobre qué es un infectado y qué un zombi, a ver si se acaba la dichosa confusión de conceptos.
6 de mayo de 2020
6 de mayo de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mucho disfrute con un Almodóvar completamente desatado consagrando su personal estilo en el inicio de su carrera con ¿Qué he hecho yo para merecer esto? Como es habitual en el director manchego, crea un drama social representado por grupos marginales de la sociedad camuflado por una comedia algo escatológica o de mal gusto, pero no por ello menos reivindicativa o hilarante. Gloria (Carmen Maura) es un ama de casa que saca adelante su casa, que más que casa parece un circo, como bien puede ayudada del abuso de anfetaminas preescritas. El estilo visual sigue siendo igual de pintoresco, aún usando tonos más apagados, caracterizando la vena kitsch de su director y empleando planos que acompañarán toda su carrera cinematográfica como son los primeros planos para denostar los sentimientos de sus personajes agregándoles un tono humorístico, y los planos detalle para remarcar el motor de la acción, como los empleados para dignificar acciones que desencadenan una catarsis emocional, tenue aunque impactante, en el transcurso de los hechos, como son los empleados en Dinero (el lagarto). Utilizando un lenguaje cinematográfico propio del cine quinqui, Almodóvar expone temas muy relacionados con la índole sexual como es la homosexualidad, la prostitución o, yendo más allá, enfermedades como la cleptomanía o la impotencia desde un punto de vista tan exagerado como cómico. El drama en el que sumerge a todos sus personajes resulta, en ocasiones, muy inmoral, aunque necesario para que el mensaje conecte de forma directa con el espectador, recurriendo muchas veces al slapstick para impactar de una forma asquerosa (no olvidaré la escena del dentista, algo que, para mí, sobraba). Las interpretaciones son francamente buenas, siendo mi favorita la de la difunta Chus Lampreave interpretando a La Abuela, empleada generalmente como recurso humorístico y que la expresividad de la veterana actriz engrandence hasta el tope. Carmen Maura también se lleva todos los créditos de la película, sabiendo sobrellevar situaciones que necesitan grandes cambios de registro en un corto período de tiempo, sin recurrir a la grabación en tomas diferentes y solventando el mayor porcentaje de la acción dialéctica con soltura. Como es habitual, la concepción del espacio que mantiene Almodóvar en todas sus películas es realmente maravilloso, sabiendo tutelar a la perfección tanta cantidad de personajes en lugares tan pequeños sin que ninguno pierda la importancia argumental que tiene y, sabiamente, sabiendo deshacerse de algunos cuando la situación lo requiere agregando aún más coherencia al guión. La banda sonora es una absoluta genialidad, con muchos ritmos italianos propios de Bernardo Bonezzi, y temas míticos como La Bien Pagá de Miguel de Molina (canción mítica de la cultura española) y temas alemanes que adquieren mucha relevancia a lo largo del metraje como las compuestas por Hans Fritz Beckmann, acompañando el carácter fascista y machista de Antonio (Ángel de Andrés López). Muy entretenida película que no decae en ningún momento que invita tanto a reír como a pensar.

8,4
36.807
8
4 de mayo de 2020
4 de mayo de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Impresionante disección sobre el mundo femenino utilizando el mundillo del teatro como telón de fondo para perpetrar de manera ingeniosa y ayudado por la apoteósica interpretación de Anne Baxter uno de los mayores engaños de la historia del cine. Eva, una febril admiradora de la talentosa Margo Channing (Bette Davis), la espera una y otra vez después de cada actuación hasta que, una amiga de la actriz, Karen Richards (Celeste Holm), se enternece tras observarla y la invita a conocer a la idolatrada figura. A partir de entonces, se introducirá cada vez más en el círculo [...]. La manera que posee el genio Joseph L. Mankiewicz para introducir al espectador en la historia, paso a paso, casi tendiendo su mano para que él mismo te guíe, me parece absolutamente maravilloso y elaborado desde una gentileza y respeto justos para su público. Y, claro, ello no podría haber tenido cabida si la dirección no lo acompañara de una forma tan exquisita y refinada, captando en todo momento las expresiones que transmiten tanto sentimiento de sus actrices con planos muy cortos pero que se apropian del espacio que necesitan para que ese talento, esa música y fuego, fluyan a la perfección. La capacidad del director para colocar tantos elementos en espacios pequeños sin que estos entorpezcan o distraigan es espectacular, y muy indispensable que sea así ya que gran parte de la película se desarrolla en interiores, aspecto que tenían muy presentes los directores de su quinta como Leo McCarey. Siendo honesto, esta perfecta concepción de espacios está muy respaldada por una iluminación empleada, a veces, con cierto simbolismo y que debe ser muy certera en su uso por los pocos recursos narrativos que permiten al director disponer de luz que, argumentalmente, sea natural, restando cierta relevancia a los matices de luces y sombras que sugestionan las personalidades antitéticas de sus dos personajes principales: Eva y Margo. Que el enfrentamiento poético entre ambas actrices no podría haber resultado posible tanto por las diferencias fisionómicas que poseen entre ellas, en primer lugar, Bette Davis, más mayor, consumida, con facciones hurañas rozando la antipatía que rezuma de su expresividad, y de cómo emplea sus ojos para enfatizar en esos aspectos, en contrapunto con una dulce, ingenua, de facciones angelicales que desbordan amabilidad y juventud, Anne Baxter. Todas las interpretaciones son una maravilla (por algo 4 de ellas fueron nominadas al Óscar en 1951) pero Bette Davis es un torbellino de emociones en pantalla, con un registro tan moldeable que se salta las barreras impuestas por el encasquillamiento en cierto tipo de papeles, ofreciendo un recital abrumador donde las escenas en las que se muestra iracunda rozando la paranoya son simplemente mágicas [...]. Como actor destaco mucho a George Sanders interpretando al venenoso Addison DeWitt que, lejos de estar a la altura del elenco femenino, ofrece una correcta ejecución de su personaje, personaje que, personalmente, me ha gustado mucho. La muestra de amor u odio que muestra Mankiewicz hacia el teatro cargándose de agallas para insultar la industria cinematográfica de Hollywood es bastante acertada en su disertación al mostrar todo de la forma que él mismo considera, sin artificios que ensalcen o embarren los sucesos que ocurren entre bastidores. En resumen, espléndida película con la que se me han caído los huevos al suelo a través de ese memorable giro argumental. 'Todos me conocen, todo el mundo. Yo, en cambio, no he conseguido conocerme todavía.'
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
[...] forjando una gran red de engaño y manipulación para terminar consiguiendo el premio a la mejor actriz teatral pisoteando todo tras de sí, movida por una ambición egoísta que aprovecha la bondad de sus prójimos.
[...] y el momento en el que se emborracha en la fiesta de bienvenida y cumpleaños de Bill Simpson (Gary Merrill) es... indescriptible.
[...] y el momento en el que se emborracha en la fiesta de bienvenida y cumpleaños de Bill Simpson (Gary Merrill) es... indescriptible.

6,6
4.875
7
27 de abril de 2020
27 de abril de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aventura como Dios manda y en letras mayúsculas en un producto cuyo único objetivo es la diversión del espectador aún teniendo puntos de reflexión interesantes como la personalidad tanto científica como religiosa de todos sus personajes, ambos aspectos acoplados de manera que uno no entorpezca al otro y viceversa. La historia, basada en la novela homónima del gran Julio Verne, nos pone en la piel de un reputado científico y profesor de Edimburgo que, tras un regalo de uno de sus pupilos, hace un descubrimiento que lo llevará a Islandia para viajar al mismísimo centro de la Tierra acompañado del mismo alumno, Alec McKuen (Pat Boone), la esposa de otro reputado científico de Estocolmo, Carla Goetabaug (Arlene Dahl) y un rudo pastor islandés que tiene como mascota un pato, Hans Belker (Peter Ronson), donde se encontrarán con peligros tanto humanos como naturales en su escarpada travesía en pos de la ciencia. A pesar de ser una película de más de dos horas de duración, se hace un visionado ágil por el dinamismo que presenta a la hora de crear nudos argumentales manteniendo un buen pulso y compaginado por unos hermosos decorados muy favorecidos por la tecnología cinematográfica de la época y que, a día de hoy, por desgracia han envejecido algo mal. Exceptuando el planteamiento, que se hace algo largo, en parte, por todo lo que abarca (presentación de personajes principales, dibujo psicológico sobre sus personalidades, móvil para el desembarque de la acción, y, a nivel argumental, por todo lo demás que conlleva un viaje hacia un lugar remoto), todo lo demás está narrado con mucho dinamismo y una muy buena relación entre sus personajes que amenizan el visionado poniendo en el punto de mira la superación de obstáculos radicalizadas en el sentimiento del altruísmo y el compañerismo. Posee escenas absolutamente maravillosas y que, probablemente, hayan influenciado grandísimas películas posteriores como son la mítica persecución de la roca (Indiana Jones) o el momento de discernir si permanecer o salir, recreado con un empleo de los recursos cinematográficos muy similar a El señor de los anillos: La comunidad del anillo (Peter Jackson, 2001), cuando Gandalf (Ian McKellen) está escogiendo el camino a seguir en las minas de Moria. Henry Levin usa muchísima cantidad de planos picados y contrapicados (obvio teniendo en cuenta que están en un volcán), generalmente para ofrecer una visión panorámica en tono subjetivo hacia el espectador para sumergirlo en la situación del grupo protagonista, basándose en frontales para momentos de tranquilidad y algunos planos holandeses, propios del género, en los momentos de acción rápida. Los efectos especiales, personalmente, me han gustado bastante aunque reconozco que tampoco hay una labor mastodóntica en enfocar la figura de una iguana coloreada con pintura, aunque sí para implementarla de una manera mínima veraz en un croma retratando sus movimientos y la interacción (indirecta) con los actores. A nivel interpretativo el único que brilla desde mi punto de vista es James Mason interpretando al buen doctor e incluso Thayer David haciendo del codicioso conde Saknussemm, y criticando la dificultad que ha tenido Arlene Dahl para cambiar de registro cuando la acción se lo pedía, teniendo reacciones o muy sobreactuadas o, en momentos de vida o muerte, literalmente riéndose. La espléndida banda sonora que acompaña la travesía hacia lo desconocido está de la mano del mítico compositor Bernard Herrmann, siendo muy importante para la película por actuar como música incidental en la mayoría de sus casos sirviendo para aliviar la rigidez de momentos en los que falta diálogo y ensalzar el espíritu nacional escocés. En resumidas cuentas, una película de aventuras para toda la familia que ofrece lo que se le pide otorgando un mundo precioso cargado de peligros y misterios. Me lo he pasado muy bien viéndola.
7
27 de abril de 2020
27 de abril de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la línea de su predecesora, Le seguían llamando Trinidad calca la estructura de la anterior producción de Enzo Barboni con un ritmo muchísimo más lento que no favorecen un desarrollo que debiera ser precoz por basar toda su acción principal en el slapstick para fundamentar su imberbe historia en la comedia dejando de lado el profundo deseo del director por indagar en las personalidad de los protagonistas más allá de su relación con el mundo de la delincuencia y de la fraternidad. El argumento es literalmente una réplica de la película anterior: Bud Spencer (El Niño) y Terence Hill (Trinidad), después de un periplo por el desierto, fortuitamente se reencuentran para llevar a cabo una misión de criminalidad conjunta confundiéndose con agentes de la ley para llevar a cabo sus fechorías teniendo otra comunidad religiosa como telón de fondo, donde el mensaje se reitera con su anterior entrega de una manera más precipitada y dejando escapar las posibles lecturas de carácter más metafórico que residían en Le llamaban Trinidad para aposentarse, quizás por holgazanería, en una comedia más visual sin pretensión cuyo único objetivo es el divertimento del elenco (que se contagia al espectador) por las rocambolescas escenas creadas a partir del guión. Con técnicas propias del wéstern occidental en cuanto a grabación, Barboni vuelve a recrear la complicidad de sus dos actores principales aunque más distanciada por el regocijo que crea en torno a los sentimientos de la codicia y el egoísmo, muy clarividentes desde la aparición de la figura materna de los protagonistas, 'Madre Farrah', encarnada por una muy potente Jessica Dublin que ensombrece a los actores en el tramo que permanece en pantalla por tal poderío escénico. A pesar de ofrecer un ritmo más estático, este se ve compensado por escenas de tensión con mucha comedia visual que, a pesar de acaparar metraje de una manera anodina para la trama, resultan impresionantes por el control ejercido por Barboni en cuanto a primeros planos con paneo característicos del género que llegan a sus momentos de clímax de forma satisfactoria para el espectador, siendo la escena del póquer posiblemente lo mejor de la película. Las escenas de acción quizás son el punto más débil de la trama por la repetición de estilo que tiene desde el planteamiento hasta el desenlace, y que, desde su predecesora, pierde el impacto visual a pesar de mantener las mismas técnicas de grabación, a la que los decorados no compensan por su poca vistosidad y carencia de elementos propios del entorno de desarrollo que compensen la expectación por una innovación en las escenas de lucha. Únicamente la recomiendo si gustó la precuela, sino, no la veas, a pesar de ser muy divertida y cumplir su cometido lucrativo. Bud Spencer siempre será el rey de las hostias con la mano abierta. (6.5).
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