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7,6
60.363
8
21 de marzo de 2024
21 de marzo de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película "The Artist", dirigida por Michel Hazanavicius, es una obra cinematográfica francesa muda en blanco y negro que encarna una preciosa carta de amor al cine. Ambientada en la transición del cine mudo al sonoro a partir de la película “El cantor de jazz” (1929), la trama sigue la historia de George Valentin, un famoso actor del cine silente cuya estrella comienza a desvanecerse con la llegada del sonido al cine (como en “Cantando bajo la lluvia”). Mientras tanto, su amada Peppy Miller experimenta un ascenso en su carrera, lo que lleva a un interesante contraste entre ambos personajes, pero no olvida a Valentin, a quien cuida y da cariño (“Ha nacido una estrella”).
El homenaje a la era dorada de Hollywood va más allá del guion, alcanzando diversos aspectos de la película. Desde los personajes hasta los montajes y la banda sonora. "The Artist" rinde tributo a diversas figuras y elementos icónicos del cine. Por ejemplo, el nombre del protagonista, George Valentin, evoca a la estrella Rodolfo Valentino, sin embargo, más bien recuerda a Douglas Fairbanks (lo vemos incluso con su antifaz, como Fairbanks en "La marca del Zorro”). O resulta interesante descubrir a Malcolm McDowell en un papel secundario como el anciano que se sienta al lado de Peppy Miller (interpretada por la franco-chilena Bérénice Bejo, quien recientemente nos cautivó en otra oda al cine, "La contadora de películas"). Ésta está esperando para su primer casting y le enseña al anciano la portada del diario donde en el titular preguntan: "Who's that girl?". Pues bien, McDowell nos había deleitado años antes como protagonista ultraviolento en "La naranja mecánica" del maestro Kubrick.
Además, la película incorpora homenajes a “montajes”, como la escena en la que el protagonista en su pesadilla comienza a escuchar los sonidos de todo lo que le rodea y vemos esos primeros planos de la boca, al más puro estilo Orson Welles en “Ciudadano Kane”. O enaltece bandas sonoras legendarias, aunque algunas críticas puedan surgir, como la denuncia de Kim Novak por el uso de la música de "Vértigo" de Benard Herrmann.
El punto culminante de este tributo cinematográfico se encuentra en el maravilloso homenaje a la emblemática pareja formada por Fred Astaire y Ginger Rogers.
"The Artist" es una verdadera delicia cinematográfica que no solo deleita con su estética y su narrativa, sino que también celebra la historia y el legado del séptimo arte de una manera única y conmovedora.
El homenaje a la era dorada de Hollywood va más allá del guion, alcanzando diversos aspectos de la película. Desde los personajes hasta los montajes y la banda sonora. "The Artist" rinde tributo a diversas figuras y elementos icónicos del cine. Por ejemplo, el nombre del protagonista, George Valentin, evoca a la estrella Rodolfo Valentino, sin embargo, más bien recuerda a Douglas Fairbanks (lo vemos incluso con su antifaz, como Fairbanks en "La marca del Zorro”). O resulta interesante descubrir a Malcolm McDowell en un papel secundario como el anciano que se sienta al lado de Peppy Miller (interpretada por la franco-chilena Bérénice Bejo, quien recientemente nos cautivó en otra oda al cine, "La contadora de películas"). Ésta está esperando para su primer casting y le enseña al anciano la portada del diario donde en el titular preguntan: "Who's that girl?". Pues bien, McDowell nos había deleitado años antes como protagonista ultraviolento en "La naranja mecánica" del maestro Kubrick.
Además, la película incorpora homenajes a “montajes”, como la escena en la que el protagonista en su pesadilla comienza a escuchar los sonidos de todo lo que le rodea y vemos esos primeros planos de la boca, al más puro estilo Orson Welles en “Ciudadano Kane”. O enaltece bandas sonoras legendarias, aunque algunas críticas puedan surgir, como la denuncia de Kim Novak por el uso de la música de "Vértigo" de Benard Herrmann.
El punto culminante de este tributo cinematográfico se encuentra en el maravilloso homenaje a la emblemática pareja formada por Fred Astaire y Ginger Rogers.
"The Artist" es una verdadera delicia cinematográfica que no solo deleita con su estética y su narrativa, sino que también celebra la historia y el legado del séptimo arte de una manera única y conmovedora.

7,8
150.513
7
13 de marzo de 2024
13 de marzo de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Memento" representa la segunda incursión cinematográfica del recién galardonado con un Óscar por "Oppenheimer", el director Christopher Nolan. Después de años de ser subestimado por su asociación con películas de superhéroes, finalmente ha ganado el reconocimiento de la crítica. En esta obra, Nolan exhibe su maestría en la narrativa no lineal y su capacidad para mantener al espectador intrigado hasta el desenlace.
La trama sigue a Leonard, un hombre cuya memoria ha sido dañada tras un golpe mientras intentaba salvar a su esposa de ser violada y asesinada. Este suceso es el único recuerdo que retiene. En su búsqueda de venganza por la muerte de su esposa y para enfrentar su deterioro cognitivo, Leonard se tatúa pistas en su cuerpo y utiliza una cámara instantánea para recordar personas y objetos.
La interpretación de Guy Pearce es destacable. Su habilidad para transmitir la complejidad y la angustia del personaje resulta fundamental para el éxito de la película. Lamentablemente, no hemos podido disfrutar mucho de Pearce en la última década, aparentemente debido a una elección desafortunada de roles, a excepción de un pequeño papel en la genial "Mare of Easttown".
A pesar de mis reservas hacia las películas que se convierten en ejercicios constantes de memoria, "Memento" logra mantener el interés del espectador una vez que se descubre el misterio detrás de su intrincado montaje: una estructura en reversa para la historia de Leonard en color, y una estructura cronológica para la de Sammy Jankis (en blanco y negro), esta última utilizada por Leonard para comprender su propia situación. Mención aparte al mérito de Nolan de conseguir un plot twist en una película que empieza con el final y acaba en el principio.
En conclusión, el guion y el montaje son los aspectos más destacados de la película. Nolan demuestra su habilidad para contar historias de manera innovadora y cautivadora, consolidando su posición como uno de los directores más talentosos de la industria cinematográfica contemporánea. "Memento" es un thriller psicológico convincente.
La trama sigue a Leonard, un hombre cuya memoria ha sido dañada tras un golpe mientras intentaba salvar a su esposa de ser violada y asesinada. Este suceso es el único recuerdo que retiene. En su búsqueda de venganza por la muerte de su esposa y para enfrentar su deterioro cognitivo, Leonard se tatúa pistas en su cuerpo y utiliza una cámara instantánea para recordar personas y objetos.
La interpretación de Guy Pearce es destacable. Su habilidad para transmitir la complejidad y la angustia del personaje resulta fundamental para el éxito de la película. Lamentablemente, no hemos podido disfrutar mucho de Pearce en la última década, aparentemente debido a una elección desafortunada de roles, a excepción de un pequeño papel en la genial "Mare of Easttown".
A pesar de mis reservas hacia las películas que se convierten en ejercicios constantes de memoria, "Memento" logra mantener el interés del espectador una vez que se descubre el misterio detrás de su intrincado montaje: una estructura en reversa para la historia de Leonard en color, y una estructura cronológica para la de Sammy Jankis (en blanco y negro), esta última utilizada por Leonard para comprender su propia situación. Mención aparte al mérito de Nolan de conseguir un plot twist en una película que empieza con el final y acaba en el principio.
En conclusión, el guion y el montaje son los aspectos más destacados de la película. Nolan demuestra su habilidad para contar historias de manera innovadora y cautivadora, consolidando su posición como uno de los directores más talentosos de la industria cinematográfica contemporánea. "Memento" es un thriller psicológico convincente.
6
26 de febrero de 2024
26 de febrero de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
"La sal de la tierra" es un documental que se centra en la vida y obra del fotógrafo brasileño Sebastião Salgado. Abarca varias décadas de trabajo de Salgado, desde sus primeras fotografías hasta proyectos más recientes, desde sus trabajos iniciales en América Latina (las minas de oro en Brasil, donde indaga sobre la ambición y naturaleza humana), a los conflictos y crisis humanitarias (como la guerra en Rwanda, la hambruna…), a la “Génesis”, documentando la conservación ambiental, fauna y flora, y las comunidades indígenas más remotas.
Wim Wenders, con su particular estilo humanista y su enfoque poético (que recientemente nos ha vuelto a mostrar en la nominada al Oscar “Perfect Days”) filma (con el hijo de Salgado) un documental, como no, sobre la fotografía, aspecto omnipresente en la filmografía del alemán.
No seré yo quien se una a la crítica que ha recibido Salgado y el resto de fotógrafos de “tragedias” y “miseria humana”. A ellos se les suele reprochar su inmovilidad ante las mismas. Llegan, retratan y se marchan. No me uno a esta común crítica porque en el fondo, alguien debe de evidenciarlo para que llegue al gran público y que éste presione a los gobiernos o para que surjan iniciativas privadas no gubernamentales que presten ayuda. Sin estas imágenes, esta concienciación no se produciría.
Pese a disfrutar por segunda vez de este documental, sobretodo por dar a conocer la vida de Salgado y las múltiples historias que nos descubre, no lo elogio como uno de los mejores documentales que he visto. Opino que buena parte del éxito radica en la belleza de las fotografías de Salgado (sin menospreciar la propia cinematografía del film). Por otra parte, me hubiera gustado que, aunque ya he dejado claro mi posicionamiento al respecto, el documental se abriera al debate sobre la crítica a los fotógrafos de tragedias. Asimismo, más allá que una narración de los hechos, poco se profundiza en Salgado. Sólo ofrece una pincelada muy fugaz a sus motivaciones, sin entrar demasiado en los miedos que tuvo, sus sentimientos… en fin…, todo ello me lleva a considerarlo como un documental rutinario de un personaje excelente y con una fotografía (más allá de la de Salgado), muy cuidada, pero para mi, no es un documental excepcional.
Wim Wenders, con su particular estilo humanista y su enfoque poético (que recientemente nos ha vuelto a mostrar en la nominada al Oscar “Perfect Days”) filma (con el hijo de Salgado) un documental, como no, sobre la fotografía, aspecto omnipresente en la filmografía del alemán.
No seré yo quien se una a la crítica que ha recibido Salgado y el resto de fotógrafos de “tragedias” y “miseria humana”. A ellos se les suele reprochar su inmovilidad ante las mismas. Llegan, retratan y se marchan. No me uno a esta común crítica porque en el fondo, alguien debe de evidenciarlo para que llegue al gran público y que éste presione a los gobiernos o para que surjan iniciativas privadas no gubernamentales que presten ayuda. Sin estas imágenes, esta concienciación no se produciría.
Pese a disfrutar por segunda vez de este documental, sobretodo por dar a conocer la vida de Salgado y las múltiples historias que nos descubre, no lo elogio como uno de los mejores documentales que he visto. Opino que buena parte del éxito radica en la belleza de las fotografías de Salgado (sin menospreciar la propia cinematografía del film). Por otra parte, me hubiera gustado que, aunque ya he dejado claro mi posicionamiento al respecto, el documental se abriera al debate sobre la crítica a los fotógrafos de tragedias. Asimismo, más allá que una narración de los hechos, poco se profundiza en Salgado. Sólo ofrece una pincelada muy fugaz a sus motivaciones, sin entrar demasiado en los miedos que tuvo, sus sentimientos… en fin…, todo ello me lleva a considerarlo como un documental rutinario de un personaje excelente y con una fotografía (más allá de la de Salgado), muy cuidada, pero para mi, no es un documental excepcional.

7,8
158.975
6
24 de enero de 2024
24 de enero de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Amélie" de Jean-Pierre Jeunet nos sumerge en París a través de los ojos de Amélie Poulain, una joven de espíritu soñador que emprende una misión para mejorar las vidas de quienes la rodean mientras busca su propia felicidad en el proceso.
Partiendo de lo que, a mi parecer, son los puntos fuertes de la película, empezaré por supuesto por la banda sonora de Yann Tiersen. Sus melodías melancólicas se convierten en la banda sonora de los sueños de Amélie. Por otra parte, debo destacar su estilo visual único: la película se sumerge en colores vibrantes y saturados (sobretodo el verde y el rojo), composiciones visuales meticulosamente planeadas y objetos simbólicos, creando una estética que borra las líneas entre la fantasía y la realidad.
Pero vayamos al guion, sin lugar a dudas, tremendamente original. Esta originalidad se ve opacada por una trama sorprendentemente simple. Mientras algunos encuentran encanto en esta simplicidad, personalmente, percibo la historia como bobalicona y excesivamente cursi. Sin embargo, más allá de esto, obviamente hay un gusto personal. Los personajes grotescos y sus primeros planos, tan característicos del cine francés, las experiencias caricaturescas y extravagantes, las situaciones sinsentido, me resultan, en algunos casos, irritantes. A mi parecer, la película tiene demasiadas pretensiones y tras 45 minutos, creo haberlo visto todo, y empieza el sopor…
Partiendo de lo que, a mi parecer, son los puntos fuertes de la película, empezaré por supuesto por la banda sonora de Yann Tiersen. Sus melodías melancólicas se convierten en la banda sonora de los sueños de Amélie. Por otra parte, debo destacar su estilo visual único: la película se sumerge en colores vibrantes y saturados (sobretodo el verde y el rojo), composiciones visuales meticulosamente planeadas y objetos simbólicos, creando una estética que borra las líneas entre la fantasía y la realidad.
Pero vayamos al guion, sin lugar a dudas, tremendamente original. Esta originalidad se ve opacada por una trama sorprendentemente simple. Mientras algunos encuentran encanto en esta simplicidad, personalmente, percibo la historia como bobalicona y excesivamente cursi. Sin embargo, más allá de esto, obviamente hay un gusto personal. Los personajes grotescos y sus primeros planos, tan característicos del cine francés, las experiencias caricaturescas y extravagantes, las situaciones sinsentido, me resultan, en algunos casos, irritantes. A mi parecer, la película tiene demasiadas pretensiones y tras 45 minutos, creo haberlo visto todo, y empieza el sopor…

5,7
65.666
7
13 de noviembre de 2023
13 de noviembre de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si por lo general me extiendo con el contexto histórico, político o social que rodea las películas, en el caso de “El código da Vinci” voy a tener que prestar especial atención a no dispersarme porque todo lo relacionado con: templarios, cátaros, masones… y las sociedades secretas como: el Patronato de Sión, los Rosacruces o los Illuminati… son mi debilidad desde que tengo uso de razón.
Por compartir con vosotros una historia personal: supongo que mi obsesión por buscar mis propias aventuras a lo Indiana Jones, me llevó en 2008 a recorrer Occitania para visitar las localidades donde la tradición afirmaba que María Magdalena desembarcó después de un largo viaje desde Palestina, supuestamente, embarazada. En ese barco también iba José de Arimatea (el tío rico de Jesús), con la copa que sirvió vino en la última cena (según el mito Artúrico: el conocido Santo Grial).
Mientras José de Arimatea se fue para Britania, María Magdalena se quedó en el sur de Francia. Allí hay templos que tienen como reliquia su cráneo, pueblos llamados Saint Marie la Mer o Les Arques (con castillos que simulan el arca de la alianza), o la cueva de la Sainte-Baume (gruta donde la tradición cuenta que la de Magdala oraba)…. Todos esos lugares están en la zona donde en el siglo XII-XIII surgieron los cátaros (quienes negaban la divinidad de Jesús y afirmaban su condición humana) y también donde posteriormente se instalaron los templarios tras las ocho cruzadas en Tierra Santa. El plato fuerte de mi viaje fue visitar una minúscula iglesia en un pequeño pueblo situado en una escarpada montaña llamado Rennes-le-Château. ¿Por qué tanto interés en Rennes-le-Château? Conocía por “El Enigma Sagrado” (1982), el libro de cabecera de todos aquellos que amamos estas temáticas, que allí un abad reconstruyó un templo en ruinas gracias a una inyección ingente de dinero que recibió. Así mismo, el abad también construyó la que llamó: Torre de Magdala, donde supuestamente se albergaba un gran secreto. Trataré de ser muy sintético: en 1885 llegó Berenguer Saunière a la iglesia de Rennes Le Château (¿recordáis como se llama el abuelo de Sophie Neveau?). Cuenta la historia que, tratando de mantener aquel santuario en ruinas, dentro de un pilar del altar encontró unos pergaminos que detallaban el linaje de Sarah, la hija que Jesús tuvo con María Magdalena. Ese linaje se cruzaría con los Merovingios y el Patronato de Sión sería el encargado de esconder y proteger dicha progenie. Hay muchos detalles más allá de la historia central: desde la tumba del abad con las siglas “Et in Arcadia Ego” (“Aquí en la Arcadia”) que podría ser el anagrama “I tengo arcana dei”, es decir: “Yo oculto los secretos de Dios”, o también “Arcam dei tango”, “Estoy tocando la tumba de Dios”. Pero también resulta misterioso que el cura que le dio la extremaunción al abad Saunière en su lecho de muerte, saliera horrorizado de la sala y cayera en una gran depresión después de oírlo. O, sin duda, resulta extraño que sea un diablo Asmodeo, guardián de los secretos, quien te reciba a la entrada a la iglesia …en fin, de todo ello se nutre “El código Da Vinci”. Brown utilizó la leyenda mariana y la unió con el polifacético artista del Renacimiento para crear su novela.
A mi parecer, la grandeza de “El código Da Vinci” (hablo de la novela) no reside en la originalidad de la historia (que, como he comentado, dicha leyenda ya llegó al gran público con “El Enigma Sagrado”) aunque sí hay que reconocerle la adicción que provoca la emocionante aventura que vive el experto en símbolos Robert Landon, historia que atrapó a más de 80 millones de lectores en todo el mundo y convirtió la obra en la 12ª más leída de la historia. Asimismo, su mérito, por supuesto, tampoco reside en su nivel literario. En mi opinión, la importancia de la novela es que haya conseguido lo que “El Enigma Sagrado” no logró, que es popularizar (convertir en “mainstream” que dicen los modernos) las leyendas marianas del Sur de Francia, las historias sobre el linaje secreto de Cristo, los mitos artúricos del Santo Grial, etc… Y eso nos ha llevado a multitud de novelas, ensayos, guías de viaje, documentales, miles de artículos en webs y blogs, para el deleite de los que amamos estas historias.
Centrándonos en la película, la adaptación a la novela se ha hecho con tiralíneas… Puedo criticar la actuación de Audrey Tatou, la poca química que presentan Tom Hanks y la francesa, y que aquellos que hayan visto la película sin pasar por el libro, la trama se les haga confusa (incluso para aquellos que nos gusta la historia, en algún momento se puede llegar a hacer algo pesada)… Sin embargo, la adaptación es exacta. Así que felicito a Ron Howard por ello.
Funciona la intriga y la emoción. Presenta un buen montaje, con flashbacks históricos acertados, aunque me reitero en que en algún momento puede requerir mucha atención para no perderse. Evidentemente, por encima de todo destaco la maravillosa partitura de Hans Zimmer, que ya se ha convertido en una de sus más icónicas composiciones, y también la actuación como Silas de Paul Bettany.
En definitiva, puro entretenimiento cinematográfico que, a mi parecer, sería superado en 2009 por su secuela “Ángeles y demonios”.
Por compartir con vosotros una historia personal: supongo que mi obsesión por buscar mis propias aventuras a lo Indiana Jones, me llevó en 2008 a recorrer Occitania para visitar las localidades donde la tradición afirmaba que María Magdalena desembarcó después de un largo viaje desde Palestina, supuestamente, embarazada. En ese barco también iba José de Arimatea (el tío rico de Jesús), con la copa que sirvió vino en la última cena (según el mito Artúrico: el conocido Santo Grial).
Mientras José de Arimatea se fue para Britania, María Magdalena se quedó en el sur de Francia. Allí hay templos que tienen como reliquia su cráneo, pueblos llamados Saint Marie la Mer o Les Arques (con castillos que simulan el arca de la alianza), o la cueva de la Sainte-Baume (gruta donde la tradición cuenta que la de Magdala oraba)…. Todos esos lugares están en la zona donde en el siglo XII-XIII surgieron los cátaros (quienes negaban la divinidad de Jesús y afirmaban su condición humana) y también donde posteriormente se instalaron los templarios tras las ocho cruzadas en Tierra Santa. El plato fuerte de mi viaje fue visitar una minúscula iglesia en un pequeño pueblo situado en una escarpada montaña llamado Rennes-le-Château. ¿Por qué tanto interés en Rennes-le-Château? Conocía por “El Enigma Sagrado” (1982), el libro de cabecera de todos aquellos que amamos estas temáticas, que allí un abad reconstruyó un templo en ruinas gracias a una inyección ingente de dinero que recibió. Así mismo, el abad también construyó la que llamó: Torre de Magdala, donde supuestamente se albergaba un gran secreto. Trataré de ser muy sintético: en 1885 llegó Berenguer Saunière a la iglesia de Rennes Le Château (¿recordáis como se llama el abuelo de Sophie Neveau?). Cuenta la historia que, tratando de mantener aquel santuario en ruinas, dentro de un pilar del altar encontró unos pergaminos que detallaban el linaje de Sarah, la hija que Jesús tuvo con María Magdalena. Ese linaje se cruzaría con los Merovingios y el Patronato de Sión sería el encargado de esconder y proteger dicha progenie. Hay muchos detalles más allá de la historia central: desde la tumba del abad con las siglas “Et in Arcadia Ego” (“Aquí en la Arcadia”) que podría ser el anagrama “I tengo arcana dei”, es decir: “Yo oculto los secretos de Dios”, o también “Arcam dei tango”, “Estoy tocando la tumba de Dios”. Pero también resulta misterioso que el cura que le dio la extremaunción al abad Saunière en su lecho de muerte, saliera horrorizado de la sala y cayera en una gran depresión después de oírlo. O, sin duda, resulta extraño que sea un diablo Asmodeo, guardián de los secretos, quien te reciba a la entrada a la iglesia …en fin, de todo ello se nutre “El código Da Vinci”. Brown utilizó la leyenda mariana y la unió con el polifacético artista del Renacimiento para crear su novela.
A mi parecer, la grandeza de “El código Da Vinci” (hablo de la novela) no reside en la originalidad de la historia (que, como he comentado, dicha leyenda ya llegó al gran público con “El Enigma Sagrado”) aunque sí hay que reconocerle la adicción que provoca la emocionante aventura que vive el experto en símbolos Robert Landon, historia que atrapó a más de 80 millones de lectores en todo el mundo y convirtió la obra en la 12ª más leída de la historia. Asimismo, su mérito, por supuesto, tampoco reside en su nivel literario. En mi opinión, la importancia de la novela es que haya conseguido lo que “El Enigma Sagrado” no logró, que es popularizar (convertir en “mainstream” que dicen los modernos) las leyendas marianas del Sur de Francia, las historias sobre el linaje secreto de Cristo, los mitos artúricos del Santo Grial, etc… Y eso nos ha llevado a multitud de novelas, ensayos, guías de viaje, documentales, miles de artículos en webs y blogs, para el deleite de los que amamos estas historias.
Centrándonos en la película, la adaptación a la novela se ha hecho con tiralíneas… Puedo criticar la actuación de Audrey Tatou, la poca química que presentan Tom Hanks y la francesa, y que aquellos que hayan visto la película sin pasar por el libro, la trama se les haga confusa (incluso para aquellos que nos gusta la historia, en algún momento se puede llegar a hacer algo pesada)… Sin embargo, la adaptación es exacta. Así que felicito a Ron Howard por ello.
Funciona la intriga y la emoción. Presenta un buen montaje, con flashbacks históricos acertados, aunque me reitero en que en algún momento puede requerir mucha atención para no perderse. Evidentemente, por encima de todo destaco la maravillosa partitura de Hans Zimmer, que ya se ha convertido en una de sus más icónicas composiciones, y también la actuación como Silas de Paul Bettany.
En definitiva, puro entretenimiento cinematográfico que, a mi parecer, sería superado en 2009 por su secuela “Ángeles y demonios”.
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