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Críticas de Alfie
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Críticas 256
Críticas ordenadas por utilidad
8
27 de mayo de 2010
22 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
“¿Y cómo que nunca he oído hablar de esto?”, “¿y cuándo se hizo?”,”¿y quién la hizo?”” ¿y es muy complicado hacerse con ella?”... “Lonesome Dove” es una de esas producciones televisivas difíciles de descubrir, que parece que viven en el absoluto anonimato, lejos del bullicio y de cualquier reconocimiento que se salga de su época; no se menciona en ningún sitio, no aparece en ninguna lista, no es la miniserie favorita de nadie. Sin embargo, les puedo asegurar que el western con el que se van a encontrar es inolvidable, épico y a la altura de muy pocos.

Además, también tiene otro hándicap: su apertura. Tal vez, a mí me ocurrió, “Lonesome Dove” parezca algo confusa en su planteamiento inicial, disipándose en la presentación de tantos personajes que hacen que el espectador no acabe de ubicarse. A este sospechoso comienzo no termina de ayudar el final del primer capítulo que deja la sensación de ser un producto menor, con grandes nombres, pero con poco fondo. Entonces uno, que siempre es receloso de juzgar estos formatos a primera vista, busca un poco de motivación en lo que rodeó y dio origen a esta producción para conseguir el mismo interés que cuando se sentó a verla tras leer, por ejemplo, el maravilloso reparto.

Y la encontré, vaya que si la encontré: basado en la novela del mismo nombre de Larry McMurtry y que ganó con ella el Premio Pulitzer de 1985 y ganadora de varios premios EMI en 1989. Y así comencé el segundo capítulo, no terminando todavía de dar gracias a mi decisión. Así, el relato va tomando una fuerza considerable, sobre todo sustentado en los personajes de Augustus 'Gus' McCrae (Robert Duvall) y Woodrow F. Call (Tommy Lee Jones), dos antiguos rangers metidos a cowboys, que trazan una relación de amistad única, de las imperecederas, y que suscitan la envidia de cualquier hombre. Luego, alrededor de ambos, aparecen mujeres magníficas (guapísima Diane Lane), historias de amor asombrosas, tipos carismáticos, paisajes increíbles, y en definitiva, todo lo que puede hacer de un western una aventura genial.

Con un último capítulo emocionante, con una música logradísima (me recordó muchísimo a la que hizo John Barry en mi querida “Bailando con Lobos”) y con unas actuaciones soberbias (apoyadas en unos diálogos certeros e ingeniosos), “Lonesome Dove” acaba dejando un sabor de boca inmejorable en un espectador que se levantará orgulloso de su silla después de haber contemplado esta historia sobre la amistad, el amor, el honor y, sobre todo, el espíritu de aventura.
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Alfie
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10
17 de octubre de 2008
22 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es el cine utilizado en muchas ocasiones para transmitir mensajes e "Incident" es uno de esos ejemplos. En apenas setenta y dos minutos, Wellman nos hace una crónica sobre la irracionalidad y sobre el peligro de las conciencias vacías. Unos hechos no esclarecidos despiertan la ira en un pequeño pueblo de Nevada, comenzando así una espiral de acontecimientos que sobrecogen y te llevan a reflexionar sobre el comportamiento de la sociedad. De la de antes y de la de ahora porque ni que decir tiene que lo que nos cuenta el film sigue vigente hoy en día.

La película en sí es perfecta. Un ritmo altísimo no deja al espectador ni un momento de respiro. La estupenda fotografía de Arthur C. Miller nos regala planos inolvidables y simbólicos y que, junto a la buena mano de Wellman, dan lugar al ambiente sombrío y trágico que envuelve toda la película. Estupendas interpretaciones con un gran reparto. Reparto encabezado por un Henry Fonda magnético a más no poder y mostrando una mirada perdida que es reflejo perfecto del abismo al que se dirigen los protagonistas. Y luego está Dana Andrews. Este magnífico actor que con su aparición hace que abras los ojos y despiertes todos tus sentidos, por si acaso todavía no estabas convencido.

Con enorme violencia en su desarrollo, "Ox-Bow Incident" tiene sin embargo la misión de alertarnos sobre el derecho primordial que tenemos todos a un juicio justo y al peligro que corremos si intentamos aplicar por nuestra cuenta la ley del ojo por ojo. Porque eso lleva a más violencia y a cometer fallos irreparables. Es sin duda un mensaje para épocas pasadas pero que es contemporáneo a los tiempos que vivimos. Totalmente recomendable. Excelente contenido y excelente continente.
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Alfie
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8
18 de enero de 2010
21 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
El acercamiento de Dassin al drama carcelario se produce en “Brute Force”, un film vigoroso tanto en su forma como en su contenido. En su forma porque presenta un estilo novedoso donde la vida de los protagonistas no se ciñe solo a lo que sucede dentro los muros. Así, los anhelos y amoríos que han dejado fuera aparecen en unos flashbacks bastante efectivos, consiguiendo dar respiro y mitigar el agobio ambiental que siempre aparece en estas cintas y que, mal tratado, suele suponer un lastre. Para ello Dassin cuenta con una terna de actrices fenomenal, guapísimas, como son Yvonne De Carlo, Ann Blyth y Ella Raines y que ayudan tanto a los reclusos como al espectador a hacer más llevadero ese auténtico suplicio: la estancia en la Westgate Penitenciary.

Y luego está el contenido. Del gran cineasta americano no se puede esperar otra cosa que no sea compromiso y honestidad en cada uno de sus trabajos. Y aquí ocurre nuevamente. Además cuenta con el guión de Richard Brooks con lo que la buena construcción narrativa está asegurada. Sin llegar a profundizar en los comportamientos y actitudes psicológicas derivadas de las circustancias, el film proporciona una mirada pesimista sobre unos hombres en una situación límite, acorralados y con escasas esperanzas de reinserción. La presencia del capitán Munsey (Hume Cronyn) como jefe de carceleros, un tirano déspota y violento, convierte la estancia de los reclusos en un infierno y hace de la fuga la única salida. Maravillosamente interpretado por Cronyn, el personaje sirve para centrar la crítica de Dassin al sistema (primeros dardos que no pasarían inadvertidos para el ínclito McCarthy) y para posicionar al público a lado de los presos. Unos presos con una faceta humana muy enfatizada y que encabeza Joe Collins un turbio personaje interpretado por el joven Lancaster que actúa en perfecta sintonía con su director, de una manera contenida pero sumamente convincente.

Con unas cuantas secuencias memorables, como las del descubrimiento y ajusticiamiento de algún soplón o la de los métodos atroces del capitán Munsey, y la participación de un secundario de lujo como Charles Bickfort, Dassin completa su historia carcelaria donde, con su habitual cuidado de las imágenes y su poderosa fuerza discursiva, lanza un mensaje claro y rotundo: ¡just force, brute force!
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Alfie
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8
10 de diciembre de 2010
20 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como siempre, esto ya es algo habitual en el género, pasearse por el noir americano clásico es una continua caja de sorpresas donde los films parecen desempolvarse, quitarse las décadas de encima y aparecer ante nuestros ojos contemporáneos como obras brillantísimas e únicas; “The Face Behind the Mask” se ajusta perfectamente a este molde. Dirigida por un habitual de la serie B en la Columbia, Robert Florey, la película sirve como perfecto resumen a la situación del noir a principio de los cuarenta en los Estados Unidos: nos encontramos en unos años decisivos y de transición donde la obvia influencia de los despatriados europeos marcaría el camino de las producciones en los años siguientes.

A igual que en la extraordinaria “Stranger on the Third Floor”, también protagonizada por Lorre, el expresionismo alemán empapa cada uno los fotogramas del film. La acertada fotografía de Planer da a la película un fantástico aire claustrofóbico, a medio camino entre lo gótico y lo terrorífico, que ambienta a las mil maravillas la historia de otro sueño americano roto. Peter Lorre interpreta a Janos, un inmigrante húngaro (una de las pocas veces que Lorre interpretaría un personaje con el que compartía nacionalidad) que llega a NY con el único objetivo de trabajar y poder traer a su familia a América. Todo se complica cuando, en su primera noche en la ciudad de los rascacielos, Janos es víctima de un incendio en el motel donde se hospeda. Como consecuencia del mismo, el desastre: su cara quedará totalmente desfigurada lo que le impedirá encontrar trabajo alguno y, por tanto, su sitio en la sociedad. Lo siguiente serán sus primeros escarceos con los bajos fondos hasta liderar una banda de hampones que operan por toda la ciudad. Durante su ascenso, bajo una máscara que recrea su rostro ante la imposibilidad de poder realizarse una cirugía estética exitosa, Janos conocerá a Helen la cual condicionará definitivamente su carrera criminal y el final de su historia.

La película es una exposición clara y concisa de las consecuencias del rechazo social y de las repercusiones que puede tener el mismo en la vida de un hombre, presentado en un principio como alegre, dicharachero y esperanzado. La evolución del personaje de Lorre, sus diferentes etapas, sus fobias, miedos, etc. están estupendamente rodadas e interpretadas. Durante los casi setenta minutos de metraje podremos ver a un Janos que ríe, llora, odia, ama, sufre… todo ello para llegar a un final donde no hay sitio para la redención o perdón alguno; todos y cada uno de los personajes pagará con creces los pecados cometidos.

“La gente que me mira, ve una máscara. Artificial. Pero el rostro detrás de la máscara está mutilado. Una horrible pesadilla. De la que no puedes despertar”
Alfie
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6
29 de febrero de 2008
23 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Divertida cinta de ladrones de guante blanco dirigida por el inglés Peter Yates y protagonizada por un Robert Redford en el comienzo de su época dorada en Hollywood. Sin alcanzar la calidad de Bullitt, ya nunca más lo haría durante su carrera, Peter Yates dirige más que correctamente la adaptación de la novela de Donald E. Westlake sobre un ladrón que acaba de salir de la cárcel que, junto a su cuñado y otros dos compinches, planea, roba y persigue un diamante en pleno corazón de Nueva York.

Con muchos toques de humor durante toda la película y situaciones que por momentos alcanzan a ser ridículas, si de algo puede presumir la cinta es de lo amena y llevadera que se hace durante sus 105 minutos. A esto evidentemente ayuda una buena interpretación de Robert Redford como John Archibald Dortmunder y la gran música de Quincy Jones. Aunque es de reconocer que Peter Yates siempre tuvo buen ojo para sus bandas sonoras sabiéndose rodear de los grandes de la música en la gran pantalla.

Film más que correcto y, ya digo, muy llevadero y entretenido.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Alfie
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