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Uma
España España · Lleida
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Críticas 215
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
3 de mayo de 2022
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película se inicia con un exagerado alarde de artificios que sugiere al que suscribe la construcción de una distancia entre el espectador y lo que va a ver, además de presentar una introducción que marca el tempo de la obra y señala el camino para verla, educa al espectador para enfrentarse a ella.

Se le pueden dar diversos grados de trascendencia a la obra. A mí, poniéndome subjetivo hasta las trancas, la película me pareció desde el inicio una metáfora de una sociedad superficial y grotesca, que devora al individuo y le sume en la incomunicación más absoluta, en la distancia. Todo se aborda desde objetos que marcan distancias, como en un triangulo, desde juegos, desde salones enormes donde los comensales no se oyen unos a otros, porque no hay oídos más que para lo mundano. La sociedad convertida en un artificio vacío e impersonal.

Como contexto, me sirve para seguir adelante hacia un trayecto de juegos visuales, como si el autor trasladara ese esfuerzo por recordar algo que ocurrió en otro tiempo, y acaso en otro lugar. Me parece ingenuo pensar en un amor puro en medio de lo artificial, porque no es eso lo que sugieren los personajes y lo que entrecortadamente vamos conociendo de aquello que pasó. Amor sería aspirar a demasiado para estos personajes que parece que han perdido humanidad, y luchan desesperadamente por recuperarla. Andan en círculos, buscándose a sí mismos cuando buscan al otro. Buscan algo tangible que les aparte de la hipnosis de falsedad, de ornamento, de distancia... en la que están metidos. La película transita por los desajustes de la mente, por lo virtual de los recuerdos, que son en realidad construcciones de la propia mente sin ningún soporte permanente. El drama está en no encontrar la verdad, o en comprender que ésta no es posible del todo en nuestro mundo.

Este es mi enfoque, a la postre un tanto político, quizá un poco deprimente y radical... Posiblemente no tenga nada que ver con el de otros, me da igual, así fue como me dejé llevar por la película. Acaso al racionalizarla, aunque sea un poco, se pierdan muchas cosas, porque es esta una obra enorme y vasta como Rusia, inconquistable. Con lo que a quien lea esto, le recomiendo que tenga humildad, que ponga en blanco la mente, que vacíe el recipiente con el que se entrega a una película y que se deje llevar por esta extraña experiencia visual para encontrar sus propios estímulos, y con ello su propia lectura. Seguramente no hay película en el mundo más maleable, más interpretable, más virgen. Un regalo para el espectador.
Uma
29 de marzo de 2013 5 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Shame. No comparto la devoción por esta película. Se repiten en ella las carencias de un cine que pretende ser radical pero que solo consigue serlo en la forma, no en el contenido, que, una vez más, se queda anclado en la superficie. La historia se repite ya demasiadas veces. No podemos negarle al cine independiente (o con barniz de serlo) su aportación formal, sus hallazgos en tempo y en imagen, incluso en la concepción de personajes, esos seres desubicados y atrapados en un sistema o en unos hábitos sociales en los que les resulta imposible encajar, y que los atrapan enfermizamente. Quizás es el mayor logro del moderno cine alternativo, ese que debe caminar a la vanguardia. No podemos negarle su contribución estética que nos ha educado en una manera de observar los productos audiovisules del momento. No podemos negarle tampoco su capacidad por mostrar algunos de los dramas que desquician a la presente generación de treintañeros, borrachos de cuanto tienen a su alcance, cual reyezuelos aburridos cuyas metas, en vista del retrato que nos muestra esta película y tantas otras del género, han quedado diluidas en un mar de excesos.
Más allá de eso, no tenemos nada más. Hay una cierta vocación de cine generacional en esta película, como en otras, un retrato solitario y atormentado, de seres perdidos en laberintos de desmesura. Como si otras generaciones no hubieran sido víctimas de semejantes laberintos. Pero este cine no mira más allá de eso. Fabrica las piezas y las carga dramáticamente, para luego no ponerlas en juego, para abandonarlas a su suerte sin más. ¡Pobres personajes sin rumbo! Resulta dramático en si mismo observarlos buscando desesperadamente, no solo aquello endeble y alucinógeno que les propone su creador, sino preguntándose algo mucho más trascendental: ¿qué coño hago yo en esta película? ¿Por qué cojones estoy en ella? ¿Cuál es el propósito de mi existencia?
No hay respuesta. Los cineastas radicales, se han olvidado de los grandes temas y se han quedado atascados en sus propios miedos. Se han quedado atascados en algo que asola el mundo de un modo descorazonador y alarmante: en la absoluta carencia de soluciones ante los problemas de su tiempo. Esta, como muchas otras películas del mismo cariz, es una película incompleta, asustada, muda ante el abismo frente al cual se situa.
Faltan perspectivas nuevas en todos los ambitos del arte, incluso de la vida, con la crisis que nos asola que ha atascando al mundo entero en un círculo vicioso del que no es capaz de salir.
Estamos huérfanos, aterradoramente huérfanos. De ideólogos, de innovadores, de verdaderos radicales, que lleven su discurso más allá de las formas para proponernos alguna cosa a la que agarrarnos, alguna cosa con la que recuperar la esperanza otra vez. Yo ya no quiero ver más crónicas del desastre, ese desastre generado a partir del exceso y que nos hace ser tan vergonzantemente victimistas. Esta película es en apariencia la crónica de un ser avergonzado de sí mismo por aquello en lo que se ha convertido, aunque no sé muy bien a quien se le echan las culpas. Pero en realidad, a mis ojos, es la crónica de la verguenza de un cine de vanguardia que no es capaz de ir más allá de un simple punto de partida, de la constatación de una realidad, y que no se atreve, o no sabe, caminar tras esa línea. Acaso la vanidad de los que llevan la antorcha de la vanguardia, adorados por un mundo global que en realidad les aprisiona, aunque puede que no sean conscientes de ello, empobrezca su afán explorador. Ahora son dioses, y tienen demasiado que perder, y aquello ante lo que deberían enfrentarse resulta tan gigantesco que se convierte en invisible.
No me acuséis de nostálgico. Lo único que quiero es lo que quiere cualquier huerfano, que alguien le guíe para mirar hacia delante, como hicieron otros en su momento.
Uma
16 de mayo de 2011
12 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película empata con unas cuantas miles más en mi lista de "Peor película de la Historia". Y si me molesto en escribir algo es porque resulta que, en mi caso, el bochorno es un resorte muy motivador. De todos modos, seré breve.

No se puede aprovechar ni un centímetro del metraje de esta película, ni siquiera los paisajes, y lo siento por ellos que no tienen la culpa, pero es que toca las pelotas ya el tema de la Toscana y sus chopos en la carretera y sus viñedos y no se cuantos topicazos más. Parece mentira que que se puedan dar aún más vueltas de tuerca a una tuerca tan mareada. Corrijo: parece mentira que se pueda dar la misma vuelta de tuerca a la misma tuerca. Y con tan poca gracia, porque la misma historia con un poco de ingenio o con un algo de filibrana que le diera pulso al encefalograma, podría ser tolerable. Aquí todo es más plano que Holanda. Bochornoso, de arriba a abajo, atentado al buen gusto en todos los sentidos. A la inteligencia no, porque la peli tiene la decencia de no contar ya con ella, de no exigirla en lo más mínimo.

Parece mentira que alguien pueda escribir semejante guión y quedarse tan ancho. Creo que un mes antes de verla, ya sabía como acababa.

Echo de menos a Ed Wood y a sus malas películas. Mil veces antes cualquier esperpento que este árido desierto.
Uma
9 de julio de 2012
11 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es un buen augurio que el autor de una novela y su hermano, hagan un guión de esa novela (exitazo editorial) y se pongan luego en tareas de esforzados directores de cine. En este caso, el mal augurio, se cumple. Los actores salvan esta comedia dramática, y aún así, para el que suscribe, no logran que apruebe.
Hay agunas escenas que se pueden salvar del pozo de la impericia, del pozo en el que caen aquellos que creen que dirigir es lo de menos cuando tienes una historia que engancha al personal. El cine es cine, y tiene su propio idioma, y es un idioma jodidamente difícil, que muy pocos hablan bien. Otros lo hablan regular. Los hermanos Foenkinos (como muchiiiisimos más que hacen películas) lo chapurrean.
La cosa tiene su lógica: tenemos algunas buenas escenas montadas sobre un guión de origen claramente literario (solo algunas), porque es lo que saben hacer los escritores; interpretaciones esforzadas y aferradas, como a tablas de salvación, a sus personajes, que a duras penas flotan en este mar erizado; y floja dirección, con un ritmo largo a veces, y escueto otras veces, un tanto desequilibrada, sometida a una novela que, a ratos empobrece la película, y a ratos la salva. Virtudes y defectos de quien tiene un pie aquí y un pie allá.
El final remonta ligueramente el vuelo, sin conseguir desprenderse de ese tono literario (puede que remonte gracias a él, al final ya es difícil saberlo). Eso, y un par de carcajadas que el actor protagonista consigue arrancar (para mí el amigo sueco es lo mejor de la película) permiten salir del cine con la sensación de no haber perdido completamente el tiempo.
Sea como sea, seguro que la novela es mucho mejor. Zapatero a tus zapatos.
Uma
11 de mayo de 2013
10 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sobredosis al cuadrado de la empalagosa personalidad de su directora y protagonista. Cuando tomó las riendas, la Streisand, cuya carrera como actriz tiene momentos meritorios, se ocupó sin recato de ametrallarnos con su visión adolescente de la vida, aderezada con Puccini, literatura, un Nueva York de cuento y una serie de condimentos sentimentales caracterizados por la más absoluta falta de pudor.

Muy recomendable por una sola razón: tiene el aliciente de ofrecer el que es posiblemente el final más bochornoso de la historia moderna del cine americano.
Uma
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