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España España · Lleida
Voto de Uma:
5
Drama Brandon (Michael Fassbender) es un joven y apuesto neoyorquino con serios problemas para controlar y disfrutar de su agitada vida sexual. Obsesionado con el sexo, se pasa el día viendo revistas pornográficas, contratando prostitutas y manteniendo relaciones esporádicas con solteras de Manhattan. Un día se presenta en su casa, sin previo aviso, su hermana menor Sissy (Carey Mulligan) con la intención de quedarse unos días en su apartamento. (FILMAFFINITY) [+]
29 de marzo de 2013
5 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Shame. No comparto la devoción por esta película. Se repiten en ella las carencias de un cine que pretende ser radical pero que solo consigue serlo en la forma, no en el contenido, que, una vez más, se queda anclado en la superficie. La historia se repite ya demasiadas veces. No podemos negarle al cine independiente (o con barniz de serlo) su aportación formal, sus hallazgos en tempo y en imagen, incluso en la concepción de personajes, esos seres desubicados y atrapados en un sistema o en unos hábitos sociales en los que les resulta imposible encajar, y que los atrapan enfermizamente. Quizás es el mayor logro del moderno cine alternativo, ese que debe caminar a la vanguardia. No podemos negarle su contribución estética que nos ha educado en una manera de observar los productos audiovisules del momento. No podemos negarle tampoco su capacidad por mostrar algunos de los dramas que desquician a la presente generación de treintañeros, borrachos de cuanto tienen a su alcance, cual reyezuelos aburridos cuyas metas, en vista del retrato que nos muestra esta película y tantas otras del género, han quedado diluidas en un mar de excesos.
Más allá de eso, no tenemos nada más. Hay una cierta vocación de cine generacional en esta película, como en otras, un retrato solitario y atormentado, de seres perdidos en laberintos de desmesura. Como si otras generaciones no hubieran sido víctimas de semejantes laberintos. Pero este cine no mira más allá de eso. Fabrica las piezas y las carga dramáticamente, para luego no ponerlas en juego, para abandonarlas a su suerte sin más. ¡Pobres personajes sin rumbo! Resulta dramático en si mismo observarlos buscando desesperadamente, no solo aquello endeble y alucinógeno que les propone su creador, sino preguntándose algo mucho más trascendental: ¿qué coño hago yo en esta película? ¿Por qué cojones estoy en ella? ¿Cuál es el propósito de mi existencia?
No hay respuesta. Los cineastas radicales, se han olvidado de los grandes temas y se han quedado atascados en sus propios miedos. Se han quedado atascados en algo que asola el mundo de un modo descorazonador y alarmante: en la absoluta carencia de soluciones ante los problemas de su tiempo. Esta, como muchas otras películas del mismo cariz, es una película incompleta, asustada, muda ante el abismo frente al cual se situa.
Faltan perspectivas nuevas en todos los ambitos del arte, incluso de la vida, con la crisis que nos asola que ha atascando al mundo entero en un círculo vicioso del que no es capaz de salir.
Estamos huérfanos, aterradoramente huérfanos. De ideólogos, de innovadores, de verdaderos radicales, que lleven su discurso más allá de las formas para proponernos alguna cosa a la que agarrarnos, alguna cosa con la que recuperar la esperanza otra vez. Yo ya no quiero ver más crónicas del desastre, ese desastre generado a partir del exceso y que nos hace ser tan vergonzantemente victimistas. Esta película es en apariencia la crónica de un ser avergonzado de sí mismo por aquello en lo que se ha convertido, aunque no sé muy bien a quien se le echan las culpas. Pero en realidad, a mis ojos, es la crónica de la verguenza de un cine de vanguardia que no es capaz de ir más allá de un simple punto de partida, de la constatación de una realidad, y que no se atreve, o no sabe, caminar tras esa línea. Acaso la vanidad de los que llevan la antorcha de la vanguardia, adorados por un mundo global que en realidad les aprisiona, aunque puede que no sean conscientes de ello, empobrezca su afán explorador. Ahora son dioses, y tienen demasiado que perder, y aquello ante lo que deberían enfrentarse resulta tan gigantesco que se convierte en invisible.
No me acuséis de nostálgico. Lo único que quiero es lo que quiere cualquier huerfano, que alguien le guíe para mirar hacia delante, como hicieron otros en su momento.
Uma
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