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Críticas 256
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
7
23 de septiembre de 2008
27 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Semi-noir de principio de los cincuenta que destaca ante todo por su reparto. Es lo primero que llama la atención en este tipo de películas. El espectacular reparto. Ava Gadner y Robert Mitchum. Y de secundario uno de los mejores: Melvyn Douglas. De duración escasa, apenas una hora, "My Forbiden Past" es una historia de orgullo, celos, venganza, amores fatales, envidia y crimen, alicientes más que suficientes para pasar un rato intenso de buen cine.

La historia en sí es sencilla: una increible señorita de New Orleans, Barbara Beaurevel (Ava Gadner) se enamora perdidamente de un profesor de universidad de medicina Mark Lucas (Robert Mitchum) quien tras un viaje por sudamérica, al que debía acompañarle Barbara, vuelve casado con otra mujer. A partir de aquí lo relatado anteriormente. Una explosión de sentimientos y pasiones desatadas hasta el límite humano.

Sin embargo e inevitablemente hay que hablar de la pareja protagonista. Desprenden un magnetismo tanto entre ellos como con el espectador superlativo. Hasta límites casi eróticos. En un momento dado le dice Mitchum: "Reconozco que tu decadencia todavía no ha empezado. Tu pelo es precioso, tu cutis sonrosado y tu figura excitante. Se adivina bajo esa ropa. Pero has utilizado tu sexo conmigo. ¿Por qué lo has hecho?". Y con unos primeros planos demoledores. Como diría el otro esto sí es un momentazo.

Bueno pues nada espero que hayan leido estas líneas y eso será que te has encontrado esta pequeña joya, difícil de descubrir y precisamente por ello aún más genial.
16 de julio de 2008
27 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película bastante desconocida tanto en la carrera del director como en el catálogo del gran cine negro americano y que sin embargo, he de reconocer, me sigue impresionando y causando gran admiración cada vez que tengo suerte de poder disfrutarla en la pantalla.

El gran Robert Siodmak dirige el relato de un delincuente italoamericano Martin Rome (Richard Conte) atrapado en un laberinto de callejones sin salida al que es sometido tras ser detenido por el asesinato de un policía. A partir de aquí se desencadenan sin descanso multitud de acontecimientos que aumentan el grado de tensión y acorralamiento al que es sometido Martin, sobre todo por parte del teniente Candella (Victor Mature) que curiosamente había crecido con él en el barrio de little Italy. Relatada en una prodigiosa ambientación de la ciudad de Nueva York las sombras se apoderan de la cinta haciéndola aún más inquietante en todo su desarrollo.

Ni que decir tiene que las interpretaciones están en un grado superlativo y que son lo mejor de la película. Todo el reparto está increible destacando por encima de todo un maravilloso duelo interpretativo entre el gran Victor Mature y el enorme Richard Conte. A esta última característica de la produccíón ayuda mucho la profundización que se hace de todos y cada uno de los personajes. Es quizás lo más destacable. Pocas películas recuerdo en mi camino cinematográfico donde aparezcan tantos y tan distintos personajes y todos ellos llevados hasta el límite y expuestos detalladamente al espectador.

Con todos estos ingredientes sumados a un guión perfecto, un profundo mensaje moralista y familiar y la mano de uno de los mejores directores americanos del estilo noir, estamos ante otro clásico imprescindible del cine negro americano y que hoy en día, sesenta años después de su estreno, sigue estando en la cima del mejor cine de accion y suspense.
8 de abril de 2008
27 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buena y educacional producción inglesa sobre la vida de uno de los abolicionistas más importantes, y la vez menos conocidos, de la historia, William Wilberforce. Suele ocurrir que figuras tan importantes para la humanidad caigan en el ostracismo o por lo menos que no sean reconocidas como es debido. Y para esto también sirve el cine. Para recordar estas figuras y a la vez reconocerlas. Y este es el caso de Amazing Grace.

Bastante fiel históricamente hablando, el guión de Steven Knight ("Promesas del Este", "Negocios Ocultos") consigue además internarse en los entresijos de la política inglesa de finales del siglo XVII y principios del XVIII, apesar de lo cual no cae en el tedio y aburrimiento propio de estos temas. Bien dirigida y con una excelente ambientación creo que tiene su mejor virtud en la capacidad de la cinta en trasladar al espectador la brutalidad y la inhumanidad del comercio de esclavos y todo esto sin enseñar ni una sola imagen de ellos. Ya hubiera querido Spielberg trasladar la mitad con su "Amistad" de lo que lo hace "Amazing Grace".

Buenas interpretaciones, aunque mejor los secundarios (Benedict Cumberbatch, Michael Gambon o Rufus Sewell), completan un film imprescindible para el mejor conocimiento de la historia y de un problema que hoy en día todavía está latente (según Naciones Unidas todavía hoy hay 27 millones de esclavos entre África y Asia).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Insisto. A mi parecer, y a pesar de la duración, creo que el traslado de las discusiones políticas en el Parlamento inglés a la pantalla están muy bien escritas y dirigidas hasta hacer sentir al espectador la importancia de aquellos días y las importantes decisiones que allí se tomaron. Muy buenas e impresionantes algunas de estas escenas.
4 de marzo de 2011
26 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que Pablito Calvo forma parte de la Historia del Cine Español, eso no da lugar a la más mínima discusión. Pero yo digo más; Pablito patentó un estilo genuino de mezclar sonrisa con lágrima que está a la altura, en cuanto a mitos faciales se refiere, de un guiño de Marilyn, una pitada de Bogart al cigarro o una fruncida de cejas de Fernán-Gómez en medio de uno de esos impagables cabreos tan suyos. Y es que cuando Pablito quería conseguir algo, mientras nos emocionaba de paso, ponía en práctica la caída por gravedad del líquido ocular mientras inflaba los mofletes para descubrir la sonrisa más representativa jamás vista de la inocencia infantil. Enorme. Por esto, solo por esto, Pablito volvió loca a España, Italia y parte del Universo.

Di Sica con Pablito hubiera elevado su cine a otra dimensión, no tengo dudas. Todos esos niños protagonistas de “El Limpiabotas”, “Ladrón de Bicicletas” o “Milagro en Milán” son inolvidables, magníficos, pero tienen una rémora importante con respecto a Pablito; y es que nuestro primer niño prodigio será siempre el protagonista de “Marcelino, Pan y Vino”. Y cuidado, esto son palabras mayores. Es como Juan Salvador Gaviota, La Enciclopedia Álvarez o la canción del Cola Cao; conceptos que forman parte de la infancia de tantas generaciones que trascienden más allá de sus respectivos ámbitos.

Y curiosamente esto último que comento es, quizá, el único obstáculo que impide, o impidió, a “Mi Tío Jacinto” ocupar el lugar que merece por pura calidad cinematográfica. Una joya neorrealista española tan única como espléndida, donde la influencia de la corriente italiana inunda las calles de Madrid para construir una cinta soberbia, llena de sutilezas y que muestra una realidad escalofriante. ¿Qué el atractivo es Pablito? Sí, pero solo para encontrarse con ella y luego disfrutar con nuestro niño prodigo. Lo demás, un grandísima película que no olvidarán.
23 de marzo de 2010
27 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dejó Budd Boetticher unas cuantas muestras cercanas al cine negro donde no solo se limitó a tratar la típica historia del criminal acorralado por la policía, sino que se inmiscuyó en los porqués y en las razones últimas de esta situación. Como fino estilista, director de recursos inacabables y de trayectoria inmaculada, vista con el paso de los años, aprovechó su enorme capacidad narrativa para ir dejando sus puyitas a una sociedad americana que se recuperaba de la traumática SGM a la par que se le aparecían los fantasmas comunistas por todos lados.

De esta manera, y como ya hiciera en “Behind Locked Doors” (la historia de aquel juez corrupto que conseguía escapar de la policía refugiándose en un manicomio), para Boetticher el asesino anda suelto, sí, pero porqué. Quién es ese asesino. Cómo se ha llegado a esta situación. Quiénes deben ser los responsables de que en esta sociedad de la que tanto nos vanagloriamos sucedan estas cosas. Y mientras se hace esas preguntas va atacando sigilosamente los pilares en los que se basa este orden establecido: desde la incompresible, en muchas ocasiones, justicia hasta los dudosamente efectivos métodos policiales, pasando por el sagrado y mil veces vilipendiado sacramento del matrimonio. El que vea solo un policíaco se equivoca, aunque disfrutará, claro. Porque en el breve metraje (muy característico en el genial director) el tiempo de respiro es nulo y la historia, excelentemente narrada, avanza como las estampidas de “Jumanji”, poderosa y atronadora.

Un veterano de la guerra mundial, Leon Poole (Wendell Corey), trabaja en la ventanilla de un banco donde es compinche desde dentro de un atraco en el que pronto las cosas no saldrán bien. Acorralado por la policía en su apartamento, tras el asalto del mismo resulta muerta accidentalmente su mujer, ajena a las intrigas de su querido marido. Encarcelado, condenado y ávido de venganza, Leon planeará su huida y preparará el asesinato de la mujer del policía que le disparó, Sam Wagner (Joseph Cotten). Mientras intenta llevar a cabo su plan conoceremos a Leon, un tipo al que Boettticher trata de psicópata pero al que también le da una posibilidad de redención para con el espectador, tratando de explicar mediante una serie de acontecimientos y personajes la situación límite a la que ha llegado. Y es que, recordemos, de ser compinche en un atraco a perder a tu mujer hay un mundo.

Con un final magnífico y una esplendorosa Rhonda Fleming como Lila Wagner, mujer del Detective Sam Wagner, el film se finiquita dejando un regusto bastante bueno de cine policíaco donde el estudio de los personajes termina adquiriendo más protagonismo que una trama que, dicho sea de paso, posee momentos vibrantes y llenos de fuerza. Demasiados alicientes para dejarla pasar.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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Mi escena favorita:

la última, claramente. El final en el jardín me recordó mucho al de “The Killers” de Don Siegel, aunque aquí solo muere el asesino, claro. En esos últimos minutos se suda la gota gorda: la tensión de Leo siguiendo a Lila, la policía vigilando, la oscuridad confundiendo a unos y a otros…y entre tanto Sam esperando y sabiendo que, esta vez, el cebo es su mujer.
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