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Críticas ordenadas por utilidad
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7
17 de diciembre de 2012
17 de diciembre de 2012
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Considero un regalo el último trabajo de Peter Jackson, así de claro. Esta vez he pasado de leer críticas de cenizos especializados de la prensa internacional/nacional. Tan sólo he leído algunas pinceladas, posteriormente de ver anoche el primer fragmento de El Hobbit. Siento lástima por esos tristes críticos, que no saben sentarse junto al fuego y escuchar historias hermosas, por parte de uno de los poquitos cuantacuentos interesantes que nos quedan.
Peter Jackson, me parece un tipo honesto. Esto es un negocio, y no ganar dinero sería una necedad, pero es que además a este hombre le salen las cosas de forma natural. "El Hobbit" es distinta a "El Señor de los Anillos", y a pesar de esto nos regala retazos, de la Épica Trilogía, para los seguidores de la Trilogía de los Anillos. El tono modela el relato, y yo disfruto cómo un niño mientras veo el cuento de J.R.R. Tolkien en imágenes HFR3D (48fps), de la mano de Jackson.
Muchos ven incluír el germen del mal, que se acerca en ESDLA cómo un defecto. Yo lo veo como una virtud. Me gusta ver personajes posteriores y su forma de actuar anterior, antes del enfrentamiento contra las hordas de Sauron. Y pese a estas inclusiones, de forma inmaculada se encuentra EL CUENTO . Un cuento de un cachondo Hobbit en su juventud, al que le gusta la buena vida y se pasea en batín en su agujero, de pronto se ve sorpendido por una legión de enanos y un mago que fabrica fuegos artificiales, y le proponen pasar una aventura insólita.
Dicen, que excesiva en sus recursos y su metraje. Y va, y se me pasa en un plis plas, dejándome con ganas de más. Es cómo cuando mi madre me leía de pequeño cuentos y me decía: "ahora a dormir" y me quedaba dando unas vueltas más esperando la continuación de la Aventura en la noche siguiente.
Me alegra saber escuchar. Porque cuentos bien contados como este "Hobbit" de Jackson abundan poco. Y honestamente, estamos a falta de imagineros. Peter jackson, teje sueños preciosos. La épica nos la dio antes, ahora toca el turno a un viaje más desenfadado.
Una buena película a la que no dudo ni un momento en conceder mi 7 sobre 10. Yo firmaría porque se abrise la agencia de viajes a la Tierra Media de vez en cuando.
Peter Jackson, me parece un tipo honesto. Esto es un negocio, y no ganar dinero sería una necedad, pero es que además a este hombre le salen las cosas de forma natural. "El Hobbit" es distinta a "El Señor de los Anillos", y a pesar de esto nos regala retazos, de la Épica Trilogía, para los seguidores de la Trilogía de los Anillos. El tono modela el relato, y yo disfruto cómo un niño mientras veo el cuento de J.R.R. Tolkien en imágenes HFR3D (48fps), de la mano de Jackson.
Muchos ven incluír el germen del mal, que se acerca en ESDLA cómo un defecto. Yo lo veo como una virtud. Me gusta ver personajes posteriores y su forma de actuar anterior, antes del enfrentamiento contra las hordas de Sauron. Y pese a estas inclusiones, de forma inmaculada se encuentra EL CUENTO . Un cuento de un cachondo Hobbit en su juventud, al que le gusta la buena vida y se pasea en batín en su agujero, de pronto se ve sorpendido por una legión de enanos y un mago que fabrica fuegos artificiales, y le proponen pasar una aventura insólita.
Dicen, que excesiva en sus recursos y su metraje. Y va, y se me pasa en un plis plas, dejándome con ganas de más. Es cómo cuando mi madre me leía de pequeño cuentos y me decía: "ahora a dormir" y me quedaba dando unas vueltas más esperando la continuación de la Aventura en la noche siguiente.
Me alegra saber escuchar. Porque cuentos bien contados como este "Hobbit" de Jackson abundan poco. Y honestamente, estamos a falta de imagineros. Peter jackson, teje sueños preciosos. La épica nos la dio antes, ahora toca el turno a un viaje más desenfadado.
Una buena película a la que no dudo ni un momento en conceder mi 7 sobre 10. Yo firmaría porque se abrise la agencia de viajes a la Tierra Media de vez en cuando.
8
3 de agosto de 2022
3 de agosto de 2022
Sé el primero en valorar esta crítica
Una larga fila de personas abarrotando el acceso a los jardines del Museo Nacional de Escultura, inmersos en una cálida noche estival, a la espera para acceder a un espacio mágico de la ciudad. Minutos antes de la cita, Arturo Dueñas, cineasta vallisoletano, hace acto de presencia; dedica unos minutos a saludar cariñosamente a amigos y a los familiares que se han acercado al evento. Puede decirse que la presencia del homenajeado es muy palpable; ya sin estar, la impronta del pintor Félix Cuadrado Lomas es poderosa. La Sala Verde del museo abre sus puertas, convertida en espacio cultural y cine de verano al encuentro del ser humano y los elementos. Arturo Dueñas, trae consigo su película ‘Tierras Construidas’ (2015).
Una película que nace fruto de la casualidad, durante el encuentro de ambos artistas en la Sala Municipal de Exposiciones de Las Francesas. Una exposición antológica de Cuadrado Lomas; una coincidencia crucial y un intercambio de palabras bastaron para sellar el proyecto documental. Las palabras de Arturo Dueñas ponen en antecedentes a los nocturnos espectadores. Tan solo unos minutos más y habrá anochecido totalmente, antes de ponerse en funcionamiento el proyector.
Su director concibe la película durante todo un año de encuentros y entrevistas con el pintor. Sibilinamente la concibe en cuatro episodios, coincidiendo con el otoño, invierno, primavera y verano. Cada estación está subrayada por la música de Antonio Vivaldi, obteniendo cada una un estado de ánimo distinto que se extiende de forma veloz entre el espectador. Planos de Tierra de Campos que se funden con las pinturas de Cuadrado Lomas. No son mares de agua, pero sí con olas al viento; de distinta manera, igualmente, soy capaz de navegar. El otoño nos presenta al pintor, con sentido del humor y la sabiduría que le han concedido el paso de los años. En su estudio: rodeado de lienzos, cuadros, útiles de pintura y recuerdos. Humilde, se abre en canal. Desde sus inicios con los jesuitas, pasando por la escuela de Artes y Oficios, llegando a su ruptura con lo tradicionalmente estipulado en el academicismo más ortodoxo. El momento del aprendizaje autodidacta, en compañía de los volúmenes sobre arte que copan el taller.
Arturo Dueñas nos muestra las estampas invernales entre Valladolid y Palencia. Planos que duran segundos, siguen la senda del pintor en su periplo vital. La cámara se queda estática cuando Félix Cuadrado habla; siempre dispuesta a captar más de una vida fascinante. En una carpeta con la tipografía personal del artista se esconden valiosos dibujos. Estampas puramente invernales que se mezclan con algunas dispuestas a la interpretación. Bodegones y desnudos con escorzos imposibles son acariciados por una mirada sensible. Cuadros personales “sin salida comercial” tapizan el taller: huesos, una cabeza de lechazo desollada. Recuerdos y retratos del Grupo de Simancas; — creo que quedo solo yo vivo —, dice el pintor.
Los primeros tonos verdes brotan en la inmensidad de los campos. Las parcelas creadas por el hombre mediante línea, trazo y color empiezan a dibujarse en la Meseta Castellana. Con la llegada de la primavera asistimos a encuentros familiares. Con cariño, abrazan y besan al artista que tiene entre sus manos un perro pequeño. Las niñas corren de un lado a otro. Visitas de compradores y debate sobre gustos personales. Cuadros que son adquiridos por clases medias e incluso obreros que deciden prescindir de calendarios y prefieren admirar una pintura. Los campos no dejan paso al cielo en el horizonte; atrevimiento rompedor con la Academia.
Un hombre, que llegado el verano se muestra taciturno y melancólico. El viento agita los campos de cultivo y Félix prepara el lienzo. El ímpetu de la juventud le ha abandonado y, con miedo, prepara un gran lienzo. Los achaques no le detienen en preparar lo que serán sus Tierras Construidas. De forma poética el director se mueve entre los trazos de pinceles, brochas y espátula, contagiado por el alma del año que lleva junto al pintor. No necesita de premios, reconocimientos ni glorias a estas alturas. Emocionado lee su manifiesto, mientras la cámara no pierde detalle y el sonido sube levemente. El hombre que modela los campos, los campos que modela al hombre, en comunión con los elementos.
El reloj de arena suelta sus últimos granos. Félix Cuadrado medita sobre la ausencia. Esas generaciones inmediatas que recordarán su nombre, o esas que no lo recordarán. El cine como memoria del hombre ya ausente pero presente. Una parcela de espacio sin salir de La Tierra. Tan llena de espacio, tan llena de vida; deseando que cada observador, cada espectador dé testimonio. Que jamás se pierda, que cada vez que acudamos a aquellas tierras cercanas, podamos ir construyendo. La cámara recorre los lienzos entre los créditos finales. Le cuesta despedirse. Volver es solo cuestión mirar.
https://cinemiamor.wordpress.com/2022/08/03/se-lo-que-vende-pero-tengo-que-pintar-para-mi-tierras-construidas-2015-arturo-duenas-herrero/
Una película que nace fruto de la casualidad, durante el encuentro de ambos artistas en la Sala Municipal de Exposiciones de Las Francesas. Una exposición antológica de Cuadrado Lomas; una coincidencia crucial y un intercambio de palabras bastaron para sellar el proyecto documental. Las palabras de Arturo Dueñas ponen en antecedentes a los nocturnos espectadores. Tan solo unos minutos más y habrá anochecido totalmente, antes de ponerse en funcionamiento el proyector.
Su director concibe la película durante todo un año de encuentros y entrevistas con el pintor. Sibilinamente la concibe en cuatro episodios, coincidiendo con el otoño, invierno, primavera y verano. Cada estación está subrayada por la música de Antonio Vivaldi, obteniendo cada una un estado de ánimo distinto que se extiende de forma veloz entre el espectador. Planos de Tierra de Campos que se funden con las pinturas de Cuadrado Lomas. No son mares de agua, pero sí con olas al viento; de distinta manera, igualmente, soy capaz de navegar. El otoño nos presenta al pintor, con sentido del humor y la sabiduría que le han concedido el paso de los años. En su estudio: rodeado de lienzos, cuadros, útiles de pintura y recuerdos. Humilde, se abre en canal. Desde sus inicios con los jesuitas, pasando por la escuela de Artes y Oficios, llegando a su ruptura con lo tradicionalmente estipulado en el academicismo más ortodoxo. El momento del aprendizaje autodidacta, en compañía de los volúmenes sobre arte que copan el taller.
Arturo Dueñas nos muestra las estampas invernales entre Valladolid y Palencia. Planos que duran segundos, siguen la senda del pintor en su periplo vital. La cámara se queda estática cuando Félix Cuadrado habla; siempre dispuesta a captar más de una vida fascinante. En una carpeta con la tipografía personal del artista se esconden valiosos dibujos. Estampas puramente invernales que se mezclan con algunas dispuestas a la interpretación. Bodegones y desnudos con escorzos imposibles son acariciados por una mirada sensible. Cuadros personales “sin salida comercial” tapizan el taller: huesos, una cabeza de lechazo desollada. Recuerdos y retratos del Grupo de Simancas; — creo que quedo solo yo vivo —, dice el pintor.
Los primeros tonos verdes brotan en la inmensidad de los campos. Las parcelas creadas por el hombre mediante línea, trazo y color empiezan a dibujarse en la Meseta Castellana. Con la llegada de la primavera asistimos a encuentros familiares. Con cariño, abrazan y besan al artista que tiene entre sus manos un perro pequeño. Las niñas corren de un lado a otro. Visitas de compradores y debate sobre gustos personales. Cuadros que son adquiridos por clases medias e incluso obreros que deciden prescindir de calendarios y prefieren admirar una pintura. Los campos no dejan paso al cielo en el horizonte; atrevimiento rompedor con la Academia.
Un hombre, que llegado el verano se muestra taciturno y melancólico. El viento agita los campos de cultivo y Félix prepara el lienzo. El ímpetu de la juventud le ha abandonado y, con miedo, prepara un gran lienzo. Los achaques no le detienen en preparar lo que serán sus Tierras Construidas. De forma poética el director se mueve entre los trazos de pinceles, brochas y espátula, contagiado por el alma del año que lleva junto al pintor. No necesita de premios, reconocimientos ni glorias a estas alturas. Emocionado lee su manifiesto, mientras la cámara no pierde detalle y el sonido sube levemente. El hombre que modela los campos, los campos que modela al hombre, en comunión con los elementos.
El reloj de arena suelta sus últimos granos. Félix Cuadrado medita sobre la ausencia. Esas generaciones inmediatas que recordarán su nombre, o esas que no lo recordarán. El cine como memoria del hombre ya ausente pero presente. Una parcela de espacio sin salir de La Tierra. Tan llena de espacio, tan llena de vida; deseando que cada observador, cada espectador dé testimonio. Que jamás se pierda, que cada vez que acudamos a aquellas tierras cercanas, podamos ir construyendo. La cámara recorre los lienzos entre los créditos finales. Le cuesta despedirse. Volver es solo cuestión mirar.
https://cinemiamor.wordpress.com/2022/08/03/se-lo-que-vende-pero-tengo-que-pintar-para-mi-tierras-construidas-2015-arturo-duenas-herrero/
6
29 de octubre de 2021
29 de octubre de 2021
Sé el primero en valorar esta crítica
Las relaciones materno-filiales han sido una constante a lo largo de la tradición literaria. También dentro del cine encontramos historias en las que la relación entre hijos y padres se desarrollan de muy diversas formas. Las hay saludables con un comportamiento simbiótico, las hay parasitarias en las que uno de los miembros se beneficia del otro, e incluso pueden ser “tóxicas” cuando uno o los dos miembros se ven condicionados mutuamente. La realizadora argentina, Paula Hernández, recoge elementos de los tres modelos expuestos, y a través de una madre y su hija somos testigos de una relación llena de altibajos emocionales.
Paula Hernández estudia cine en Buenos Aires, y con sus tres primeros largometrajes, 'Herencia' (2001), 'Lluvia' (2008) y 'Los Sonámbulos' (2019) recibe diversos reconocimientos y galardones en festivales tan prestigiosos como el Festival de Cine Iberoamericano de Huelva, Mannheim, o San Sebastián.
Las Siamesas (2020) es su cuarto largometraje, presentado en el 35 Festival de Cine de Mar del Plata, en el que propone la historia de una madre y una hija que se ven condenadas a convivir en una casa que se queda pequeña, si tenemos en cuenta la tensión que se masca en su interior. Stella (Valeria Lois) vive con su madre, Clota (Rita Cortese), y todos los días son un monótono ritual: la hija cuida de la madre dentro de una tensión siempre palpable, llena de reproches mutuos y demasiadas palabras más altas que otras. Tras enterarse del fallecimiento del padre, Stella hereda unos apartamentos en una lejana zona del país donde ve la oportunidad de poder escapar y conquistar su independencia dejando atrás a su madre. Clota, por supuesto, no lo pone fácil y se empeña en acompañarla en el viaje en autobús, perpetrando una unión omnipresente que provoca la asfixia mutua.
Paula Hernández ajusta el minutaje al máximo en los poco más de 80 minutos de duración del film. Durante ese tiempo hace una síntesis en la planificación estructural del film, ahorrando en planos innecesarios y dejando hablar por si misma a la propia película como si de un personaje más se tratara. Escueta en tomas, con los personajes muchas veces separados, utilizando el recurso plano-contraplano para acentuar más si cabe la separación física de madre e hija. El poco entendimiento entre ellas y la situación límite que viven va creciendo acorde van avanzando los minutos del viaje dentro del autobús. Lugar que se convierte en un imprescindible, copando gran parte del nudo de la película, con paradas incluidas para relajar una situación que se vuelve cada vez más insostenible. Stella una y otra vez acosada por su madre, planos cortos en un ambiente opresivo, todo ello para que su madre se encuentre lo más confortable posible. El autobús funciona como un organismo vivo que se convierte en un recipiente lleno de las vivencias y deseos de Stella; sus ansias de volar, de ser libre, sus instintos sexuales reprimidos frente a una madre que teje cada vez más costuras entre ellas, enmarañando sus vidas tornándolas en una no vida.
La necesaria austeridad de la película se convierte en un arma de doble filo. Por un lado el buen aprovechamiento de los recursos cinematográficos, pero por otro lado un film que resulta un tanto “televisivo”. La directora descarga prácticamente todo el peso en las dos actrices principales que ofrecen dos muy buenas interpretaciones. Maneja con solvencia los espacios, pero de tan claustrofóbicos que pretenden ser, terminan produciendo cierta monotonía que sólo se ve rota por las revelaciones del guion. Música discreta, unas veces más acertada que otras; y fotografía sencilla que no termina de cuadrar en todas las ocasiones. Es en el breve tramo final del film donde los frutos que se recogen son más generosos. Paredes que hablan a través imágenes, apenas unas líneas de diálogo, y final de expresividad poderosa y reflexiva. Elementos, esta vez sí, realmente efectivos que no terminan de compensar una forzada parte central que pesa demasiado.
Madres que absorben a sus hijos, e hijos que desean estar sin madre. Una propuesta interesante que se queda a medio camino.
Publicado originalmente en: https://cinemiamor.wordpress.com/2021/10/29/66-seminci-unas-y-carne-desgarradas-las-siamesas-paula-hernandez-2020/
Paula Hernández estudia cine en Buenos Aires, y con sus tres primeros largometrajes, 'Herencia' (2001), 'Lluvia' (2008) y 'Los Sonámbulos' (2019) recibe diversos reconocimientos y galardones en festivales tan prestigiosos como el Festival de Cine Iberoamericano de Huelva, Mannheim, o San Sebastián.
Las Siamesas (2020) es su cuarto largometraje, presentado en el 35 Festival de Cine de Mar del Plata, en el que propone la historia de una madre y una hija que se ven condenadas a convivir en una casa que se queda pequeña, si tenemos en cuenta la tensión que se masca en su interior. Stella (Valeria Lois) vive con su madre, Clota (Rita Cortese), y todos los días son un monótono ritual: la hija cuida de la madre dentro de una tensión siempre palpable, llena de reproches mutuos y demasiadas palabras más altas que otras. Tras enterarse del fallecimiento del padre, Stella hereda unos apartamentos en una lejana zona del país donde ve la oportunidad de poder escapar y conquistar su independencia dejando atrás a su madre. Clota, por supuesto, no lo pone fácil y se empeña en acompañarla en el viaje en autobús, perpetrando una unión omnipresente que provoca la asfixia mutua.
Paula Hernández ajusta el minutaje al máximo en los poco más de 80 minutos de duración del film. Durante ese tiempo hace una síntesis en la planificación estructural del film, ahorrando en planos innecesarios y dejando hablar por si misma a la propia película como si de un personaje más se tratara. Escueta en tomas, con los personajes muchas veces separados, utilizando el recurso plano-contraplano para acentuar más si cabe la separación física de madre e hija. El poco entendimiento entre ellas y la situación límite que viven va creciendo acorde van avanzando los minutos del viaje dentro del autobús. Lugar que se convierte en un imprescindible, copando gran parte del nudo de la película, con paradas incluidas para relajar una situación que se vuelve cada vez más insostenible. Stella una y otra vez acosada por su madre, planos cortos en un ambiente opresivo, todo ello para que su madre se encuentre lo más confortable posible. El autobús funciona como un organismo vivo que se convierte en un recipiente lleno de las vivencias y deseos de Stella; sus ansias de volar, de ser libre, sus instintos sexuales reprimidos frente a una madre que teje cada vez más costuras entre ellas, enmarañando sus vidas tornándolas en una no vida.
La necesaria austeridad de la película se convierte en un arma de doble filo. Por un lado el buen aprovechamiento de los recursos cinematográficos, pero por otro lado un film que resulta un tanto “televisivo”. La directora descarga prácticamente todo el peso en las dos actrices principales que ofrecen dos muy buenas interpretaciones. Maneja con solvencia los espacios, pero de tan claustrofóbicos que pretenden ser, terminan produciendo cierta monotonía que sólo se ve rota por las revelaciones del guion. Música discreta, unas veces más acertada que otras; y fotografía sencilla que no termina de cuadrar en todas las ocasiones. Es en el breve tramo final del film donde los frutos que se recogen son más generosos. Paredes que hablan a través imágenes, apenas unas líneas de diálogo, y final de expresividad poderosa y reflexiva. Elementos, esta vez sí, realmente efectivos que no terminan de compensar una forzada parte central que pesa demasiado.
Madres que absorben a sus hijos, e hijos que desean estar sin madre. Una propuesta interesante que se queda a medio camino.
Publicado originalmente en: https://cinemiamor.wordpress.com/2021/10/29/66-seminci-unas-y-carne-desgarradas-las-siamesas-paula-hernandez-2020/
18 de abril de 2022
18 de abril de 2022
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bien es cierto que cuesta encontrar ejemplos en los que el cine lleve sus argumentos hacia la prostitución masculina. Uno de los más conocidos es el llevado a cabo por Paul Schrader en ‘American Gigoló’ (1980). Por supuesto yendo a unos parámetros muy distintos a los que utilizaba Schrader, la óptica se desplaza hacia unos derroteros completamente distintos en la propuesta de C.B. Yi, cineasta taiwanés afincado en Austria, que con su primer largometraje ha sabido aunar con valentía temas tan dispares como la homosexualidad, el amor, la amistad, la familia o, la ya mencionada prostitución. Es valiente porque no es común que el tema se toque con facilidad en el país asiático, en los que la normalización de la diversidad sexual se toma todavía con recelo ante una sociedad que prefiere mirar hacia otro lado; y es dispar porque toma en cuenta los sentimientos de un puñado de almas solitarias con ansias de amar y ser amados.
Fei, nuestro protagonista, se mueve dentro de un mundo en el que vender su cuerpo se convierte en un hecho cotidiano para subsistir. Rodeado de soledad habitada comparte su vida en la ciudad con su novio, mientras intenta llevar una vida. Tiene su círculo de amigos, acude a karaokes con su pareja y no olvida en ningún momento a su familia. Una familia, que pese a que se ve compensada con una importante parte económica, le repudia por su condición sexual. Fei, a raíz de una ruptura sentimental, regresa a su pueblo natal en el que no es demasiado bien recibido. Un pasado no aceptado por el núcleo familiar, sus escarceos con el mundo de la delincuencia y el encuentro con amigos de su infancia le llevarán a regresar a la ciudad en compañía de Long, un muchacho de su pueblo que se verá metido de lleno en el mundo anteriormente vivido por Fei.
La opera prima de C.B. Yi se mueve por distintos ambientes. Hay una gran cantidad de contrastes entre las secuencias en la ciudad, llena de colores y neones, en comparación a esos momentos rurales en los que los ambientes naturales tienen una importante presencia. La cámara juega con numerosos planos largos durante todo el metraje, permitiéndonos contemplar los distintos entornos en los que tiene lugar. Una cámara que se vuelve muchas ocasiones estática y contemplativa, para mostrar otros instantes con planos secuencia durante su primer tercio. La elipsis temporal se utiliza para saltar de una etapa a otra y mostrar sus consecuencias. La banda sonora se mezcla de forma discreta junto con canciones y partituras clásicas. El tempo lento y pausado se adueña del film, consiguiendo largos diálogos y llevándonos hacia los sentimientos de sus protagonistas.
Presentada originalmente en la sección Un Certain Regard del festival de Cannes, llamó la atención por ser una propuesta firme de un director llegado de la escuela de Michael Haneke. Su forma de afrontar la realidad no es habitual dentro de China, lugar en la que se desarrolla la acción, aunque fue rodada de forma íntegra en Taipei (Taiwán). Al margen de las actividades delictivas muestra la represión policial del estado ante la vida homosexual y su persecución. Se presenta en España para la ocasión a través de la XXI Muestra de Cine y Diversidad Sexual de Castilla y León, Cinhomo, celebrada en Valladolid a competición del 29 de marzo al 7 de abril de 2022.
Una mirada siempre interesante y necesaria a personajes situados a la deriva. Un cine íntimo y sensible lleno de matices que se aprecian a fuego lento. C.B. Yi, la anuncia como primer fragmento de una trilogía. Vale la pena seguir esperando y mirar. Al amor no se le pueden poner obstáculos. Un interesante comienzo.
Publicado originalmente en: https://cinemiamor.wordpress.com/2022/04/03/quien-no-se-vende-moneyboys-2022-c-b-yi/
Fei, nuestro protagonista, se mueve dentro de un mundo en el que vender su cuerpo se convierte en un hecho cotidiano para subsistir. Rodeado de soledad habitada comparte su vida en la ciudad con su novio, mientras intenta llevar una vida. Tiene su círculo de amigos, acude a karaokes con su pareja y no olvida en ningún momento a su familia. Una familia, que pese a que se ve compensada con una importante parte económica, le repudia por su condición sexual. Fei, a raíz de una ruptura sentimental, regresa a su pueblo natal en el que no es demasiado bien recibido. Un pasado no aceptado por el núcleo familiar, sus escarceos con el mundo de la delincuencia y el encuentro con amigos de su infancia le llevarán a regresar a la ciudad en compañía de Long, un muchacho de su pueblo que se verá metido de lleno en el mundo anteriormente vivido por Fei.
La opera prima de C.B. Yi se mueve por distintos ambientes. Hay una gran cantidad de contrastes entre las secuencias en la ciudad, llena de colores y neones, en comparación a esos momentos rurales en los que los ambientes naturales tienen una importante presencia. La cámara juega con numerosos planos largos durante todo el metraje, permitiéndonos contemplar los distintos entornos en los que tiene lugar. Una cámara que se vuelve muchas ocasiones estática y contemplativa, para mostrar otros instantes con planos secuencia durante su primer tercio. La elipsis temporal se utiliza para saltar de una etapa a otra y mostrar sus consecuencias. La banda sonora se mezcla de forma discreta junto con canciones y partituras clásicas. El tempo lento y pausado se adueña del film, consiguiendo largos diálogos y llevándonos hacia los sentimientos de sus protagonistas.
Presentada originalmente en la sección Un Certain Regard del festival de Cannes, llamó la atención por ser una propuesta firme de un director llegado de la escuela de Michael Haneke. Su forma de afrontar la realidad no es habitual dentro de China, lugar en la que se desarrolla la acción, aunque fue rodada de forma íntegra en Taipei (Taiwán). Al margen de las actividades delictivas muestra la represión policial del estado ante la vida homosexual y su persecución. Se presenta en España para la ocasión a través de la XXI Muestra de Cine y Diversidad Sexual de Castilla y León, Cinhomo, celebrada en Valladolid a competición del 29 de marzo al 7 de abril de 2022.
Una mirada siempre interesante y necesaria a personajes situados a la deriva. Un cine íntimo y sensible lleno de matices que se aprecian a fuego lento. C.B. Yi, la anuncia como primer fragmento de una trilogía. Vale la pena seguir esperando y mirar. Al amor no se le pueden poner obstáculos. Un interesante comienzo.
Publicado originalmente en: https://cinemiamor.wordpress.com/2022/04/03/quien-no-se-vende-moneyboys-2022-c-b-yi/
25 de marzo de 2023
25 de marzo de 2023
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pude conversar con Helena Wittmann instantes antes del preestreno de su segundo largometraje, ‘Human Flowers of Flesh’ (2022). La directora alemana se encuentra inmersa en una gira de presentación a través de la geografía española, antes de que la película tenga su estreno comercial el próximo 31 de marzo. Me cito con ella con antelación y la encuentro en el rellano del cine, liándo un cigarrillo, sonriendo y aura luminosa; accedemos al interior de la sala de proyección y, sentados confortablemente, charlamos con tranquilidad.
Me confiesa que encuentra su motivación en la propia vida y en la curiosidad por acercarse al mundo. Su Cine tiene como punto de partida una búsqueda que comienza con preguntas que, de resultar atractivas, no duda en seguir, afirmando que — existen diferentes puntos de comienzo — ‘Human Flowers of Flesh’, es el producto de cuatro años de trabajo, incluyendo investigación, búsqueda de localizaciones, preproducción, rodaje, y tareas de postproducción. Llama poderosamente la atención que se encargue personalmente de tantos departamentos fílmicos: no solo dirige, sino que se encarga del guion, fotografía y el montaje; además concede una importancia capital al uso y diseño del sonido, elevando su importancia a cotas que muchas veces pueden superar a la presentación visual. Literatura, música, paisajes y situaciones cotidianas están vivas en cada secuencia, tomando un fuerte protagonismo en el desarrollo del film.
Partiendo de Marsella, Ida, y su tripulación comienzan un viaje iniciático, navegando en un velero por aguas del Mediterráneo, siguiendo los ecos de la Legión Francesa hasta el norte de África.
La directora no se conforma con una narración convencional y nos hace cómplices y miembros de la tripulación, siguiendo pautas marcadamente sensoriales y sensitivas. El viaje se transforma en una experiencia de sugestión en el que las preguntas van aumentando al ritmo de su pausado tempo narrativo. Bendecida con un lenguaje hermoso y seductor nos induce a un estado receptivo. Cada sonido y cada plano cuentan, ofreciendo la cantidad exacta de lo que pretende mostrar y quiere que veamos y oigamos. Mirar y escuchar se convierten en las dos constantes principales que el espectador debe adoptar, aguzando los sentidos al compás de cada ola, cada golpe de viento y pisada; no busca que seamos un personaje ni una situación, quiere que seamos la película y cada uno de sus fotogramas.
Filmada en película de 16 mm, no busca un caprichoso vestigio del pasado. El orgánico analógico nos acerca aún más a nuestra propia existencia, le permite experimentar e insuflar más aliento a la propia vida. Nos muestra el mundo con toda su perfección e imperfección, en comunión con los elementos naturales. Se diría (y de hecho lo confirma) que no tiene prisa ni presión durante el viaje. Wittmann se busca y nos arrulla con su canto singular. Modela y sitúa el encuadre y el fuera de campo de forma precisa, emocionando de forma pulcra y sincera en un cautivador desnudo espiritual.
‘Human Flowers of Flesh’, es una de las primeras grandes sorpresas de la temporada. Es exactamente lo que quiere ser: mares e introspección. Un ejemplo de cine arriesgado y tan profundo como el secreto que se encuentra oculto más allá del interior de aquel que se atreva a observar. Detenida, observando el cambio en la aparente quietud.
https://cinemiamor.wordpress.com/2023/03/24/seres-de-ningun-lugar-ni-pais-human-flowers-of-flesh-2022-helena-wittmann/
Me confiesa que encuentra su motivación en la propia vida y en la curiosidad por acercarse al mundo. Su Cine tiene como punto de partida una búsqueda que comienza con preguntas que, de resultar atractivas, no duda en seguir, afirmando que — existen diferentes puntos de comienzo — ‘Human Flowers of Flesh’, es el producto de cuatro años de trabajo, incluyendo investigación, búsqueda de localizaciones, preproducción, rodaje, y tareas de postproducción. Llama poderosamente la atención que se encargue personalmente de tantos departamentos fílmicos: no solo dirige, sino que se encarga del guion, fotografía y el montaje; además concede una importancia capital al uso y diseño del sonido, elevando su importancia a cotas que muchas veces pueden superar a la presentación visual. Literatura, música, paisajes y situaciones cotidianas están vivas en cada secuencia, tomando un fuerte protagonismo en el desarrollo del film.
Partiendo de Marsella, Ida, y su tripulación comienzan un viaje iniciático, navegando en un velero por aguas del Mediterráneo, siguiendo los ecos de la Legión Francesa hasta el norte de África.
La directora no se conforma con una narración convencional y nos hace cómplices y miembros de la tripulación, siguiendo pautas marcadamente sensoriales y sensitivas. El viaje se transforma en una experiencia de sugestión en el que las preguntas van aumentando al ritmo de su pausado tempo narrativo. Bendecida con un lenguaje hermoso y seductor nos induce a un estado receptivo. Cada sonido y cada plano cuentan, ofreciendo la cantidad exacta de lo que pretende mostrar y quiere que veamos y oigamos. Mirar y escuchar se convierten en las dos constantes principales que el espectador debe adoptar, aguzando los sentidos al compás de cada ola, cada golpe de viento y pisada; no busca que seamos un personaje ni una situación, quiere que seamos la película y cada uno de sus fotogramas.
Filmada en película de 16 mm, no busca un caprichoso vestigio del pasado. El orgánico analógico nos acerca aún más a nuestra propia existencia, le permite experimentar e insuflar más aliento a la propia vida. Nos muestra el mundo con toda su perfección e imperfección, en comunión con los elementos naturales. Se diría (y de hecho lo confirma) que no tiene prisa ni presión durante el viaje. Wittmann se busca y nos arrulla con su canto singular. Modela y sitúa el encuadre y el fuera de campo de forma precisa, emocionando de forma pulcra y sincera en un cautivador desnudo espiritual.
‘Human Flowers of Flesh’, es una de las primeras grandes sorpresas de la temporada. Es exactamente lo que quiere ser: mares e introspección. Un ejemplo de cine arriesgado y tan profundo como el secreto que se encuentra oculto más allá del interior de aquel que se atreva a observar. Detenida, observando el cambio en la aparente quietud.
https://cinemiamor.wordpress.com/2023/03/24/seres-de-ningun-lugar-ni-pais-human-flowers-of-flesh-2022-helena-wittmann/
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