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Críticas ordenadas por utilidad
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7,2
2.333
9
1 de abril de 2009
1 de abril de 2009
32 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Recreación magnífica del esplendor del cine negro americano, ese que tanto nos pone a tanta gente; sí entre ellos Garci y yo. Porque a pesar de que haya tipos por ahí que calumnian una de las más altas expresiones de este arte: que si mucho estereotipo, que si argumentos enrevesados, que si los pantalones a la altura del sobaco, etc., en el noir americano confluyen infinidad de elementos que hacen del contar historias y reflejarlas en la gran pantalla algo maravilloso. Y esto es irrefutable.
La fotografía del maestro Leo Tover es impecable. Se adapta perfectamente al ritmo y a las sensaciones que debe transmitir el film; su acompasamiento con el argumento es fantástico. Esto, junto a la música, deliciosa como siempre, permiten al espectador dejarse llevar hasta encontrar un punto de encuentro con los acontecimientos y adentrarse de lleno en el alma de la historia. Historia ya hemos dicho complicada, como no podía ser menos, donde un veterano de la SGM Rick Murdor (Bogart) se ve mezclado en un turbio asunto de asesinatos, chantajes, infidelidades y demás miserias humanas que adornan desgraciadamente el mundo donde vivimos. La ambigüedad moral de Rick también ayudan a la dificultad de la trama. Y por supuesto la "femme fatale": Lizabeth Scott hipnotiza cumpliendo a la perfección su papel. Tampoco se le pide más aunque es justo decir que estaba un escaloncito por debajo de las Graham, Bacall o Stanwyck.
Pero la película es Bogart. Justo un año antes de "Cayo Largo" y "El Tesoro de Sierra Madre" Cromwell le regala un papel de los que, esté donde esté Humphrey, todavía le estará dando las gracias. La voz en off abre a Bogart un panorama infinito donde, con su voz (imprescondible la VO) y su maestria dar forma a un personaje cuyas reflexiones, sarcasmo e ironía abruman e impresionan al espectador enseñándole generosamente el camino del disfrute absoluto. En fin otro aporte a la historia del cine de ese tipo que aunque llevara los pantalones donde los llevara, a nadie le quedaban tan bien. ¡¡Salve Bogart!!
La fotografía del maestro Leo Tover es impecable. Se adapta perfectamente al ritmo y a las sensaciones que debe transmitir el film; su acompasamiento con el argumento es fantástico. Esto, junto a la música, deliciosa como siempre, permiten al espectador dejarse llevar hasta encontrar un punto de encuentro con los acontecimientos y adentrarse de lleno en el alma de la historia. Historia ya hemos dicho complicada, como no podía ser menos, donde un veterano de la SGM Rick Murdor (Bogart) se ve mezclado en un turbio asunto de asesinatos, chantajes, infidelidades y demás miserias humanas que adornan desgraciadamente el mundo donde vivimos. La ambigüedad moral de Rick también ayudan a la dificultad de la trama. Y por supuesto la "femme fatale": Lizabeth Scott hipnotiza cumpliendo a la perfección su papel. Tampoco se le pide más aunque es justo decir que estaba un escaloncito por debajo de las Graham, Bacall o Stanwyck.
Pero la película es Bogart. Justo un año antes de "Cayo Largo" y "El Tesoro de Sierra Madre" Cromwell le regala un papel de los que, esté donde esté Humphrey, todavía le estará dando las gracias. La voz en off abre a Bogart un panorama infinito donde, con su voz (imprescondible la VO) y su maestria dar forma a un personaje cuyas reflexiones, sarcasmo e ironía abruman e impresionan al espectador enseñándole generosamente el camino del disfrute absoluto. En fin otro aporte a la historia del cine de ese tipo que aunque llevara los pantalones donde los llevara, a nadie le quedaban tan bien. ¡¡Salve Bogart!!
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Reflexiones:
- "Todas las mujeres son iguales cuando se lavan la cara"
- "Con una cálida brisa oliendo a jazmín, no podía más que esperar y sudar..."
- "Poseía una agencia de taxis, pero se hundieron en Pearl Harbor."
- "Deberían dedicarse a estar bonitas, y que los hombres hagan lo demás."
- "Todas las mujeres son iguales cuando se lavan la cara"
- "Con una cálida brisa oliendo a jazmín, no podía más que esperar y sudar..."
- "Poseía una agencia de taxis, pero se hundieron en Pearl Harbor."
- "Deberían dedicarse a estar bonitas, y que los hombres hagan lo demás."

7,4
5.682
8
17 de diciembre de 2009
17 de diciembre de 2009
30 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Es “Viaggio in Italia” una película moderna? Esta es la cuestión principal que emerge tras disfrutar de este magnífico film del maestro Rossellini. Si preguntan al cineasta francés Rivette, éste les hará una exposición memorable en la que el trabajo del italiano quedará, hablando en grados de modernidad, por encima de guggenhaims o ambiciosos proyectos de Foster o Calatrava. Sin embargo, también encontrarán a algún indocumentado o neófito de tres al cuarto que se atreverá (porque no es delito, lamentablemente) a decir que no tiene trascendencia, que no profundiza, que es “cansina”…a saber.
Para mí la cuestión se descifra fácilmente. Miren. Como la gran cinta de Capra, todo “It Happened One Night” de verano. Disfrutando de una cerveza, de dos, de tres, de cuatro…llaman mi atención hacia un joven matrimonio que cena en la mesa de al lado: “Jóder ésos, llevan ahí sentados dos horas y no se han intercambiado palabra, ¿será posible?, ¿ya se les acabaron?”. Evidentemente no pude dar explicación a un hecho inexplicable, al menos desde mi punto de vista romántico e idealista. Ahora, y unos meses después del “suceso”, “Viaggio in Italia” completa esta historia. Cincuenta años más tarde. Porque les aseguro, que la conversación que tuvo ese joven matrimonio antes de salir de casa, en su esencia, tuvo que ser algo muy parecido a esto:
Alex (George Sanders): ¿Quieres tomar algo?
Katherine (Ingrid Bergman): Sí, pero en el bar. Al menos veremos gente.
Alex: Porque sería muy aburrido estar solos, ¿verdad?
Katherine: Lo digo por ti. Cuando estamos solos no pareces muy feliz.
Alex: ¿Estás segura de saber cuándo soy feliz?
Katherine: Desde que salimos no estoy segura de nada. Me he dado cuenta de que somos dos extraños.
Alex: Es verdad. En ocho años de matrimonio no nos conocemos.
Katherine: En casa todo parecía perfecto...
Alex: Sí, hemos hecho un gran descubrimiento. Ya que somos dos extraños, empecemos de nuevo. Puede ser divertido ¿no crees?
Katherine: Vayamos al bar.
¿Ven? Esto es lo que muchos entendemos por modernidad: vigencia. Situaciones, conversaciones, actitudes o sensaciones que se repiten una y otra vez sin importar el entorno (Pompeya, Nápoles, Sevilla) ni la época (79 d.C., mediados del siglo XX, actualidad). Naturaleza humana en el más amplio sentido de la expresión y que solo los más grandes han sabido captar con su cámara. Sí, Rossellini entre ellos. Chapeau.
Para mí la cuestión se descifra fácilmente. Miren. Como la gran cinta de Capra, todo “It Happened One Night” de verano. Disfrutando de una cerveza, de dos, de tres, de cuatro…llaman mi atención hacia un joven matrimonio que cena en la mesa de al lado: “Jóder ésos, llevan ahí sentados dos horas y no se han intercambiado palabra, ¿será posible?, ¿ya se les acabaron?”. Evidentemente no pude dar explicación a un hecho inexplicable, al menos desde mi punto de vista romántico e idealista. Ahora, y unos meses después del “suceso”, “Viaggio in Italia” completa esta historia. Cincuenta años más tarde. Porque les aseguro, que la conversación que tuvo ese joven matrimonio antes de salir de casa, en su esencia, tuvo que ser algo muy parecido a esto:
Alex (George Sanders): ¿Quieres tomar algo?
Katherine (Ingrid Bergman): Sí, pero en el bar. Al menos veremos gente.
Alex: Porque sería muy aburrido estar solos, ¿verdad?
Katherine: Lo digo por ti. Cuando estamos solos no pareces muy feliz.
Alex: ¿Estás segura de saber cuándo soy feliz?
Katherine: Desde que salimos no estoy segura de nada. Me he dado cuenta de que somos dos extraños.
Alex: Es verdad. En ocho años de matrimonio no nos conocemos.
Katherine: En casa todo parecía perfecto...
Alex: Sí, hemos hecho un gran descubrimiento. Ya que somos dos extraños, empecemos de nuevo. Puede ser divertido ¿no crees?
Katherine: Vayamos al bar.
¿Ven? Esto es lo que muchos entendemos por modernidad: vigencia. Situaciones, conversaciones, actitudes o sensaciones que se repiten una y otra vez sin importar el entorno (Pompeya, Nápoles, Sevilla) ni la época (79 d.C., mediados del siglo XX, actualidad). Naturaleza humana en el más amplio sentido de la expresión y que solo los más grandes han sabido captar con su cámara. Sí, Rossellini entre ellos. Chapeau.

6,2
720
7
22 de junio de 2008
22 de junio de 2008
29 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excelente western rodado en las postrimerías de la edad dorada del género y que quizás por ello no goza de un gran cartel. Rodado por un casi desconocido James Neilson contó con el respaldo de Anthony Mann y del gran James Stewart como principal estrella de la Universal.
La historia se desarrolla en torno a la construcción del ferrocarril. Durante la película se entrecruzarán viejas rencillas, asaltos al ferrocarril, amores imposibles, luchas internas en una banda de forajidos, elecciones morales entre el bien y el mal y como no alguna que otra pelea a puñetazo limpio y algún que otro tiroteo. Bastante interesante en este caso (ya se puede observar incluso en el cartel) los diferentes caminos que se pueden tomar en la vida ejemplarizado en los personajes de James Stewart (Grant McLaine) y Dan Duryea (The Utica Kidd) y que termina siendo el argumento central de la cinta.
Sin embargo, y a parte del guión, interpretaciones personales y dirección, destaca sobremanera la estupenda fotografía que durante más de la mitad de la cinta se convierte en el argumento principal y que consigue hacer disfrutar al espectador de unos paisajes maravillosos dándonos una vuelta por el ferrocarril en su paso a través de Las Rocosas y ganándole millas al por entonces inhóspito territorio de Colorado.
Con un buen final y una duración de metraje que se hace bastante llevadera los amantes del género disfrutarán de esta cinta que, sin estar ni en primera ni segunda linea de producciones del lejano oeste, si auna un gran número de cualidades para sin duda tenerla en cuenta dentro de este cine que tan importante ha sido en la historia del séptimo arte.
La historia se desarrolla en torno a la construcción del ferrocarril. Durante la película se entrecruzarán viejas rencillas, asaltos al ferrocarril, amores imposibles, luchas internas en una banda de forajidos, elecciones morales entre el bien y el mal y como no alguna que otra pelea a puñetazo limpio y algún que otro tiroteo. Bastante interesante en este caso (ya se puede observar incluso en el cartel) los diferentes caminos que se pueden tomar en la vida ejemplarizado en los personajes de James Stewart (Grant McLaine) y Dan Duryea (The Utica Kidd) y que termina siendo el argumento central de la cinta.
Sin embargo, y a parte del guión, interpretaciones personales y dirección, destaca sobremanera la estupenda fotografía que durante más de la mitad de la cinta se convierte en el argumento principal y que consigue hacer disfrutar al espectador de unos paisajes maravillosos dándonos una vuelta por el ferrocarril en su paso a través de Las Rocosas y ganándole millas al por entonces inhóspito territorio de Colorado.
Con un buen final y una duración de metraje que se hace bastante llevadera los amantes del género disfrutarán de esta cinta que, sin estar ni en primera ni segunda linea de producciones del lejano oeste, si auna un gran número de cualidades para sin duda tenerla en cuenta dentro de este cine que tan importante ha sido en la historia del séptimo arte.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Porque a los que gozáis con el western disfrutaréis desde el primer minuto viendo al enorme James Stewart (como ya hiciera en tantos y tantos clásicos) apareciendo al fondo de la imagen cabalgando en solitario entre montañas mientras suenan los primeros acordes de una buena banda sonora, como no podía ser de otra manera, del oscarizado (Solo ante el Peligro) y mil veces nominado genio Dimitri Tiomkin.
Por cierto, curioso el papel del acordeón que está presente en cada momento importante de la película: en las tensiones que se producen al comienzo entre los trabajadores del ferrocarril; en representar las penurias en las que vive Grant tras la traición sufrida en el pasado cuando trabajaba para el ferrocarril; el instante en que el hermano menor tararea con su piernas la melodía que interpreta McLaine ante la banda recordando el pasado común que un día vivieron ambos hermanos; y su final, cuando tras lanzarlo para intentar huir aparece ardiendo en un muy representativo fotograma.
Por cierto, curioso el papel del acordeón que está presente en cada momento importante de la película: en las tensiones que se producen al comienzo entre los trabajadores del ferrocarril; en representar las penurias en las que vive Grant tras la traición sufrida en el pasado cuando trabajaba para el ferrocarril; el instante en que el hermano menor tararea con su piernas la melodía que interpreta McLaine ante la banda recordando el pasado común que un día vivieron ambos hermanos; y su final, cuando tras lanzarlo para intentar huir aparece ardiendo en un muy representativo fotograma.

6,4
6.121
8
7 de octubre de 2011
7 de octubre de 2011
27 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Redford tiene talento como actor, director, productor e inventor de festivales, está claro. Quizás su última aportación no tuvo el éxito que esperaba en los States; el discurso radical que planteaba "Leones por Corderos" resulta incómodo por aquellos lares. Ahora, en esta nueva cinta, suaviza los términos para conseguir una película mucho más redonda e interesante; Robert es listo…aunque con Newman al lado lo era más, claro. "The Conspirator" es sólida, cuidada, y sigue sin vacilar el sendero marcado por Rossellini: el cine, la televisión, deben servir como mirada lo más fidedigna posible a la historia y cumplir una labor pedagógica, tan ausente en estos tiempos. Este camino, en el que se aventuran muchos, suele caer en el maniqueísmo y la manipulación (véase el cine patrio en general, por ejemplo); pero no se preocupen, ya dije antes que Redford es un tipo listo y desde en principio supo lo que quería hacer: una historia que nunca se había contado.
Porque “The Conspirator” nos cuenta el después, el proceso judicial que llevó a los confabuladores y autores materiales de la muerte de Lincoln ante una corte marcial. Y más concretamente el proceso sobre Mary Surratt (magnífica Robin Wright) y su relación, casi materno-filial, con el joven abogado Frederick Aiken (McAvoy), excapitán del victorioso ejército de la Unión. El film desarrolla un drama judicial marcado por la sobriedad de su desarrollo, las elecciones morales a las que se ven sometidos los protagonistas y al deseo palpable de venganza con el que se muestran las autoridades post-Lincoln. Al final, la historia se centra en una disyuntiva, la disyuntiva, que aparece una y otra vez en los films de la democracia más antigua del mundo (conviene recordarlo de vez en cuando…): ¿debe prevalecer la Constitución ante y por encima de todo?
Redford tiene clara su postura; siempre la ha tenido. Sin embargo, para este proyecto deja al arbitrio del espectador, y ese es su gran acierto, el juicio de si en ocasiones es o no necesario saltar por encima del sacro documento para que prevalezca el espíritu del mismo; difícil decisión. Una vez llegados aquí, el The End, la fantástica canción de Ray LaMontagne (Empty) y Robert consiguiendo lo que quería: contar una historia que nunca se supo haciendo pensar al espectador. Hoy en día, todo un lujo.
Porque “The Conspirator” nos cuenta el después, el proceso judicial que llevó a los confabuladores y autores materiales de la muerte de Lincoln ante una corte marcial. Y más concretamente el proceso sobre Mary Surratt (magnífica Robin Wright) y su relación, casi materno-filial, con el joven abogado Frederick Aiken (McAvoy), excapitán del victorioso ejército de la Unión. El film desarrolla un drama judicial marcado por la sobriedad de su desarrollo, las elecciones morales a las que se ven sometidos los protagonistas y al deseo palpable de venganza con el que se muestran las autoridades post-Lincoln. Al final, la historia se centra en una disyuntiva, la disyuntiva, que aparece una y otra vez en los films de la democracia más antigua del mundo (conviene recordarlo de vez en cuando…): ¿debe prevalecer la Constitución ante y por encima de todo?
Redford tiene clara su postura; siempre la ha tenido. Sin embargo, para este proyecto deja al arbitrio del espectador, y ese es su gran acierto, el juicio de si en ocasiones es o no necesario saltar por encima del sacro documento para que prevalezca el espíritu del mismo; difícil decisión. Una vez llegados aquí, el The End, la fantástica canción de Ray LaMontagne (Empty) y Robert consiguiendo lo que quería: contar una historia que nunca se supo haciendo pensar al espectador. Hoy en día, todo un lujo.

6,7
624
7
3 de mayo de 2010
3 de mayo de 2010
27 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Su sorprendente y trágica muerte con tan sólo treinta y nueve años de edad acabó con lo que era una carrera virtuosa, fantástica. Todos le recordamos por sus dos inolvidables papeles en “El Cartero Siempre Llama Dos Veces” y en “Body and Soul”, esta última, quizás, su mejor interpretación. Actor carismático y tipo comprometido, dio vida a innumerables iconos del noir americano convirtiéndose sin duda en uno de sus referentes.
Para el que les escribe, es en sus dos últimas películas donde mejor se resumen sus credenciales. Tanto en “The Breaking Point” como en esta “He Ran All the Way” aparece el Garfield más auténtico, el más reconocible. En la primera se puso el traje, con una sobriedad y una profundidad ejemplares, de aquel marinero, Harry Morgan, que caía bajo las garras de la femme fatale Leona Charles (Patricia Neal). Mientras, en ésta que nos ocupa, da vida a la segunda clase de personaje que era capaz de bordar: el del criminal de poca monta, puesto entre la espada y la pared, y que es capaz de transmitir en cada fotograma esa mezcla de desesperanza y angustia tan necesarias en el género.
Así, y sustentado en la maravillosa actuación de Garfield, el film se destaca también como el trabajo más célebre y talentoso de su director, John Berry, otro semidesconocido más que encontró en el excelente momento del cine americano un filón para, al menos, no quedar en el olvido. La cinta tiene un comienzo clásico: un delincuente común, un atraco que sale mal, un policía que resulta muerto…a partir de aquí Nick Robey (Garfield) será acorralado y no tendrá más remedio que atrincherarse en la casa de los Dobbs, una familia media trabajadora. Será la hija, Peggy Dobbs (Shelley Winters), la que tendrá el fatal encuentro con Nick después del asalto y que terminará desembocando en la tensa situación que centrará el argumento de la película. Además, Peggy se enamorará de Nick que no dudará en mantener a la familia secuestrada hasta poder encontrar una salida. La historia de amor entre Peggy y Nick, la huída del delincuente y las tensiones entre el bandido y el cabeza de familia, Fred Dobbs (Wallace Ford), tendrán un final común y que escenificará magníficamente todos los aspectos desarrollados en una trama que por momentos recuerda a “Horas Desesperadas” de Wyler.
De obligada visita para los seguidores del actor americano, “He Ran All the Way” es una muestra más de la excelente capacidad de interpretación de John y supone el encuentro con el último trabajo del actor. Carrera la del neoyorquino cortada por la enfermedad…y por los cabrones de Comité de Actividades Antiamericanas que lo incluyeron en las listas negras por ser un tipo íntegro y honesto y no dar nombres donde otros dieron apellidos. Quizás su muerte habría que ponerla en el debe de alguien…al menos su hija lo creyó así: "A él lo mataron, fue increíble bajo el estrés que vivía, teléfonos intervenidos, seguido por el FBI. Él no había trabajado en 18 meses".
Para el que les escribe, es en sus dos últimas películas donde mejor se resumen sus credenciales. Tanto en “The Breaking Point” como en esta “He Ran All the Way” aparece el Garfield más auténtico, el más reconocible. En la primera se puso el traje, con una sobriedad y una profundidad ejemplares, de aquel marinero, Harry Morgan, que caía bajo las garras de la femme fatale Leona Charles (Patricia Neal). Mientras, en ésta que nos ocupa, da vida a la segunda clase de personaje que era capaz de bordar: el del criminal de poca monta, puesto entre la espada y la pared, y que es capaz de transmitir en cada fotograma esa mezcla de desesperanza y angustia tan necesarias en el género.
Así, y sustentado en la maravillosa actuación de Garfield, el film se destaca también como el trabajo más célebre y talentoso de su director, John Berry, otro semidesconocido más que encontró en el excelente momento del cine americano un filón para, al menos, no quedar en el olvido. La cinta tiene un comienzo clásico: un delincuente común, un atraco que sale mal, un policía que resulta muerto…a partir de aquí Nick Robey (Garfield) será acorralado y no tendrá más remedio que atrincherarse en la casa de los Dobbs, una familia media trabajadora. Será la hija, Peggy Dobbs (Shelley Winters), la que tendrá el fatal encuentro con Nick después del asalto y que terminará desembocando en la tensa situación que centrará el argumento de la película. Además, Peggy se enamorará de Nick que no dudará en mantener a la familia secuestrada hasta poder encontrar una salida. La historia de amor entre Peggy y Nick, la huída del delincuente y las tensiones entre el bandido y el cabeza de familia, Fred Dobbs (Wallace Ford), tendrán un final común y que escenificará magníficamente todos los aspectos desarrollados en una trama que por momentos recuerda a “Horas Desesperadas” de Wyler.
De obligada visita para los seguidores del actor americano, “He Ran All the Way” es una muestra más de la excelente capacidad de interpretación de John y supone el encuentro con el último trabajo del actor. Carrera la del neoyorquino cortada por la enfermedad…y por los cabrones de Comité de Actividades Antiamericanas que lo incluyeron en las listas negras por ser un tipo íntegro y honesto y no dar nombres donde otros dieron apellidos. Quizás su muerte habría que ponerla en el debe de alguien…al menos su hija lo creyó así: "A él lo mataron, fue increíble bajo el estrés que vivía, teléfonos intervenidos, seguido por el FBI. Él no había trabajado en 18 meses".
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Mi escena favorita:
el final claro. Berry da muerte a Nick en la calle, como tantos y tantos otros. Tirado en la acera, mojado por el agua, Nick tendrá su final en un charco, en frente del descapotable amarillo. Ese descapotable que habría sido su salida junto con Peggy. Pero…necesitaba un poco de confianza y de eso sabemos que Nick nunca tuvo mucha, ni siquiera en la única mujer que quizás le amó.
el final claro. Berry da muerte a Nick en la calle, como tantos y tantos otros. Tirado en la acera, mojado por el agua, Nick tendrá su final en un charco, en frente del descapotable amarillo. Ese descapotable que habría sido su salida junto con Peggy. Pero…necesitaba un poco de confianza y de eso sabemos que Nick nunca tuvo mucha, ni siquiera en la única mujer que quizás le amó.
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